Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Extractos > Artículo

Extractos - Carlos Dagaz

¿Qué puede aportar el Vedanta
a la psicología occidental?

Por Carlos Dagaz
Psicología y Vedanta

El Vedânta y otras tradiciones orientales como el taoismo o el budismo, se han interesado en indagar y profundizar en la psique, siempre integrando la dimensión espiritual del ser humano. Por otra parte, la Psicología occidental muchas veces ha obviado o ignorado todo lo que no es fácilmente objetivable. Lo contrario a las psicologías hindú o budista. Ellas se centran principalmente en los niveles existenciales y transpersonales y contienen detallados mapas de estados de conciencia (Walsh, 2016)

Para la Psicología occidental, en general, resulta un problema cuestionarse los distintos estados mentales, más allá del estado de vigilia “ordinario”. Los sueños sólo parecen importantes para la escuela del Psicoanálisis y la Psicología Humanista o Transpersonal, ésta además se ocupa de los ENOCs (estados no ordinarios de conciencia) que, a menudo, suponen la apertura a la experiencia mística que inicia o continúa la búsqueda espiritual de la persona.

La tradición del Vedânta no sólo es una forma de ver la vida o un camino espiritual. Se dice que no es una religión o una filosofía, sino que es la Verdad. Vedânta es, ante todo, una perspectiva espiritual, una actitud mental y no tanto una religión cerrada con doctrinas bien definidas (Torwesten, 2012). A diferencia de las promesas, esfuerzos o sacrificios que marcan otras tradiciones, el Vedânta nos dice que ya somos lo que queremos ser. El buscador es lo buscado. Pero debido a la auto-ignorancia innata, estamos falsamente identificados con el limitado complejo mente-cuerpo-sentidos. Esta identificación nos lleva a creer que estamos separados y sin un sentido básico de integridad. Estas creencias fundamentales, arraigados en la auto-ignorancia, nos impulsan naturalmente en un viaje de por vida de buscar experiencias, objetos y situaciones que creemos que nos darán el sentido de plenitud o la felicidad duradera que queremos (Tontz, 2013). Por tanto, la solución sólo puede ser el autoconocimiento. Ninguna otra tradición nos dice esto (Venugopal, 2012). Su meta última es la Verdad, la liberación. El autoconocimiento libera a la persona de la esclavitud y el sufrimiento porque el yo se revela ilimitado, íntegro y fuente de felicidad (Tontz, 2013).

Desde el punto de vista de la Psicología, es muy interesante ver cómo analiza desde múltiples perspectivas, el mundo interior, la mente (el órgano interno, antahkarana) profundizando en las distintas capas para una mejor comprensión. Tanto lo que llamamos Realidad, como el Yo que trata de comprender la Psicología tienen distintos niveles y funciones. Es un punto de vista muy diferente al que tiene la Psicología occidental pero que puede hacer muchas aportaciones a la comprensión profunda de la psique humana y a sus problemas, traumas, etc, Para el Vedânta el defecto básico que siente la persona es que el sentido de adecuación, la seguridad y la felicidad que obtenemos a través de nuestros esfuerzos es limitado y temporal (Venugopal, 2012). Con lo cual, la persona que cree tenerlo todo pero aun así no logra sentirse bien, completa, puede desarrollar un sentido de insatisfacción que se manifiesta de diversas formas: frustración, confusión, sentimientos de vacío, tristeza, depresión. Esto puede llegar a ser habitual en una sociedad globalizada (ya no sólo la occidental) en la que priman los valores materialistas y que son insaciables como: el dinero, los viajes, el prestigio social, el estatus, las posesiones, el sexo, la fama, etc.

En la consulta psicológica se observan, en lo fundamental, dos posturas básicas: amor y miedo. Por asociación y disociación. La mente se asocia a lo que le gusta y se disocia de lo que no le gusta. Apego y aversión. En Vedânta se ha mencionado a sukha (placer) y duhkha (dolor) como las emociones básicas. O dicho de otra forma râga (pasión, apego) y dvesa (aversión, repulsión). Básicamente, la persona quiere conseguir o deshacerse de algo y llega a ser esclava de esa dualidad. Tanto râga-dvesa como sukha-duhkha están interrelacionados en la forma de experimentarlos: a más placer, más dolor, cuanto más apego más aversión.

El apego y la aversión (râga-dvesa) son dos vrittis (modificaciones o procesos mentales) basados en la ignorancia y el ego, que generan más karma e insatisfacción. Los gustos (râga) y los disgustos (dvesa) son impurezas de la mente (mala). Cuando no hay una correcta discriminación (viveka), no somos más que una suma de gustos y aversiones. Podemos distinguir dos tipos de dualidad: la dualidad natural del mundo de los opuestos; frio,calor, noche y día, dvandandas o pares de opuestos. Pero además, la mente le añade otra dualidad al establecer una distinción entre lo que me gusta y lo que me disgusta. Así, reaccionamos constantemente agarrándonos a lo que queremos y huyendo de lo que no, lo bueno y lo malo, el bien y el mal (Desjardins, 2004). Basado en los deseos y disgustos en nuestra mente, surgen acciones impulsadas por ellos. El problema con estas acciones es que no resuelven los deseos sino que los perpetúa. El éxito crea agrado mientras que el fracaso provoca disgusto (Venugopal, 2012). Además la satisfacción de un deseo sólo da una satisfacción efímera, por no hablar del dolor del deseo incumplido como decía Schopenhauer. La consecuencia es que la mente siempre está bajo control de los deseos (y su opuesto, las aversiones). Es un objetivo del Vedânta, y a veces en terapia, desarrollar una mente ecuánime en la que, a pesar de que haya preferencias, no se conviertan en ataduras necesarias para encontrarse bien. No depender de tantos factores externos.

Nuestra expectativa de lograr una realización total a través de nuestras acciones también es ilógico. Cualquier acción realizada es limitada tanto en su contenido como en su duración. La acción limitada puede producir sólo un resultado restringido. Lo que deseamos es que sea inmejorable. Si hay alguna posibilidad de mejora de lo que tenemos, entonces ya no es suficiente con eso (Venugopal, 2012). Así, la posible mejora no tiene fin. Y lo finito no puede producir lo infinito. Por otro lado, hay una intuición de que debe haber algo que produzca la felicidad y plenitud duraderas que tanto anhelamos. Y para ello, la sociedad consumista ofrece un amplio catálogo de experiencias, objetos, etc. que prometen esa felicidad tan ansiada. Pero, obviamente, no funciona o no es permanente.

En el ámbito de la Psicología se ha ido ampliando (afortunadamente) la importancia de los factores implicados en la psique. Desde la conducta observable del conductismo, a las cogniciones, el cuerpo, el inconsciente, el entorno familiar, incluso lo espiritual y energético.

Pero la esencia de la personalidad está más allá del cuerpo, vida, mente e intelecto. El verdadero Ser está más allá de las cinco envolturas (pañcakośas): material, vital, mental, intelectual y espiritual. Los cinco principios que se identifican con Brahman son materia (anna), vida (prâna), mente (manas), intelecto (vijñâna) y bienaventuranza (ânanda) (Safaya, 1976). La comprensión que pueden aportar las tradiciones espirituales, en este caso el Vedânta, va un paso más allá de la mera conexión a una dimensión que no sea sólo la material, aunque se empiece por ahí. Es decir, el paso que se da al comenzar a dudar de la validez del personaje que uno representa (el ego) ya es un gran avance en el camino que se propone en esta tradición: la discriminación (viveka).

La enseñanza fundamental de Vedânta es que el universo tal como lo percibimos, es una especie de ilusión o tiene una realidad sólo relativa a otra cosa: la realidad última (sat) o Realidad Absoluta que es Brahman. En las Upanisads aparece a veces en forma negativa, de lo que no es: “neti neti“ (no es esto, no es esto). También vemos en los textos que Brahman es Âtman. Y Âtman es el jîva o jivâtman. Pero no se trata de ninguna jerarquía. Comenzando por Brahman, es todo y lo único real. El Ser, self o sí mismo. El Âtman es Brahman “reflejado” en el jîva, el individuo, jîva es el conocimiento, o mejor reconocimiento de este Âtman-Brahman en sí mismo. También se puede decir: jîva es Âtman igual que Îśvara o el mundo es Brahman.

Esta es la base principal de donde parte toda forma de pensar en el Advaita Vedânta, todo es Brahman. Y no hay nada fuera de Brahman. De ahí que se defina como Advaita (no dual, o no dos). Para mostrar el tipo de ilusión en el que vivimos, y cómo experimentamos el mundo, hay un ejemplo clásico: “el de la cuerda y la serpiente”: La persona que camina en la oscuridad, cuando se encuentra con algo que parece una serpiente, y se aterroriza. Más tarde, con algo más de luz, ve aliviado que no es más que una cuerda. La ilusión de la serpiente desaparece y esa es la certeza: ya no hay serpiente. Mientras proyectaba su pensamiento de que es una serpiente, ésta era absolutamente real. Crea el mundo a partir de un pensamiento que es sólo una interpretación. Esa interpretación ilusoria irá acompañada de una emoción de miedo, ya que la serpiente representa una amenaza. Lo real, en este caso es la cuerda. Lo que ha habido es una falsa superimposición (adhyâsa) al añadirle una cualidad al objeto que no le pertenece, en este caso la cualidad de un ser vivo y peligroso. Sin el discernimiento (viveka) sobre lo que es real y lo que no, la serpiente seguirá siendo una amenaza. En el momento que comprende que no hay tal serpiente se acabó todo el miedo y angustia. Igualmente para la identidad egoica cuando deja atrás las falsas superposiciones se realiza el Ser, desaparecen la ignorancia, el ego y todos los atributos limitantes. La ilusión se diluye a la luz de la Realidad. De igual forma se puede empezar a cuestionar si hay un mundo objetivo, “fuera” de la experiencia interior, del mundo proyectado.

Para el Vedânta, la ciencia de la mente en sí tiene sólo una importancia relativa, ya que la mente misma tiene una existencia relativa. La cognición, la percepción, etc. no son más que aspectos de adhyâsa (superimposición). Todos estos se desvanecen cuando amanece el verdadero conocimiento.

Por un lado, la búsqueda espiritual esta profundamente entrelazada con dinámicas psicológicas inconscientes (Caplan, 2010) que pueden ocultar o dificultar el acceso a las enseñanzas. Por otro lado, una psicología que ignore la dimensión espiritual, limita a la persona al utilitarismo del “funcionamiento correcto” en las relaciones, la comunicación o la autoestima pero sin explorar otras dimensiones más profundas del ser humano. Las que pueden darle un sentido y de celebración de la vida, el sentido y la certeza de plenitud. El individuo no puede ser relegado a una máquina genéticamente programada que carece de consciencia y de sentido, salvo que consuma las piezas necesarias para su “felicidad” basada en un estado químicamente puro, y... rentable (Almendro, 2006). Es cierto que, desde una perspectiva última, el viaje espiritual jamás debería emprenderse porque, en esencia, ya somos perfectos. Pero, en el nivel de lo relativo, es decir, el nivel en el que estamos identificados inconscientemente con todo tipo de demonios, espíritus y tiranos ocultos (Caplan, 2010) la terapia psicológica suele ser necesaria, ya que en el camino espiritual, a menudo, se abren heridas psicológicas presentes o pasadas.

Ha habido intentos de aunar, de clasificar o jerarquizar esta relación entre lo espiritual y psicológico en un todo que lo integre como en Assagioli o Jung, por hablar de los más conocidos, pero quizás uno de los esfuerzos más completos hasta la fecha ha sido el de Ken Wilber, con una teoría que integra psicología y espiritualidad, que ha llamado “integral”, basándose principalmente en la llamada sabiduría o filosofía perenne, en la que incluye al Advaita Vedânta y, por tanto, coloca en la cúspide de su desarrollo a Âtman-Brahman.


Bibliografía:

  • Almendro, M., Grof, S., Walsh, R., Rowan, J., Vaughan, F. y otros autores. La consciencia transpersonal. Ed. Manuel Almendro. Kairós, 2006.
  • Caplan, Mariana. Con los ojos bien abiertos. Kairós. 2010
  • Desjardins, Arnaud. Zen y Vedânta. José J. De Olañeta, Editor. 2004
  • Safaya, R.. Indian psychology. Munshiram Manoharlal. 1976
  • Tontz, Payton. The psychology of spiritual awakening in advaita Vedânta: from bondage to liberation. California Institute of Integral Studies. 2013
  • Torwesten, Hans. Vedânta Heart of Hinduism. General publishing company, ltd. 1991
  • Venugopal, D. Vedânta the solution to our fundamental problem. Bharatiya vidyā bhavan. 2012. Walsh, 2016)
Carlos Dagaz
Carlos Dagaz

Carlos Dagaz es psicoterapeuta, viajero, psiconauta y astrólogo védico. Graduado en Psicología, especializado en Psicología Transpersonal y Energética y en el Eneagrama. Se ha formado también en el estudio del Tantra, el Vedanta Advaita tradicional y la Astrología Védica.

Tiene consulta en la sierra de Madrid y online para todo el mundo en www.psicotranspersonal.com

Más información