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Extractos - Javier Alvarado

La Meditación en la Tradición -- Cábala -- Judía

(Segunda Parte)
Por Javier Alvarado
Cábala

Etapas y formas de la meditación

A pesar de la discreción y reserva con que los cabalistas han guardado celosamente su tradición espiritual hasta el punto de comprometer su misma continuidad, las investigaciones de Moshe Idel y, sobre todo de Aryeh Kaplan [7], sobre los métodos contemplativos tradicionales de la mística judía, han contribuido notablemente a su mejor conocimiento. Los trabajos de este último autor sobre las antiguas técnicas de meditación judía han servido para reavivar el sentido originario de la Cábala como tradición espiritual. El estudio intensivo de técnicas orientales tradicionales, particularmente del Vedanta no dual y del sufismo, le han servido a Kaplan para entroncar la Cábala actual con la antigua mística judía. De esta manera, numerosos textos de maestros cabalistas han podido ser reinterpretados adquiriendo un sentido y una riqueza mística en sintonía con la intención con la que fueron escritos. Conviene recordar que ya cabalistas del siglo XIII como Abulafia o Maimónides mencionaron la estrecha similitud de sus métodos meditativos con los practicados por los sufís: por ejemplo, la recitación del nombre de Dios (dikra). Así, las etapas y métodos de la cábala como la meditación Hagah, Siyach o la contemplación Shasha han adquirido perfiles nítidos a partir de sus estudios.

Punto de partida; el flujo mental

Por lo general se piensa que uno crea sus propias ideas y elige sus pensamientos. Pero esto no es así; basta cerrar los ojos y observar cómo aparecen innumerables pensamientos o imágenes más o menos teñidas emocionalmente, sobre los que no se tiene el menor control. Parece imposible no solo detener ese flujo sino también poder elegir el tipo de pensamientos que se prefiere. Pero lo cierto es que uno no puede elegir el tipo de pensamientos que desea; si uno pudiera elegirlos, elegiría siempre los buenos pensamientos, lo que no sucede siempre. Y es que, en buena medida, uno no puede elegirlos sino que se limita a reaccionar ante los diversos tipos de pensamientos que le surgen. Cuando uno cierra los ojos, ve pasar fugazmente toda clase de ideas e imágenes sin orden ni concierto. Y cuando uno intenta concentrarse en alguna de ellas, al cabo de unos segundos es arrollado por un alud de nuevas imágenes y pensamientos que se le superponen. En suma, el cerebro produce continuamente un tipo de estática o de flujo que, al aparecer tan incesante y constantemente ante la consciencia, acaba por provocar una empobrecedora identificación entre la consciencia y el pensamiento, haciéndonos creer que no somos más que mente.

Precisamente uno de los primeros objetivos de la meditación es eliminar ese flujo o estática mental para facilitar la concentración en Dios, en Sí Mismo, en la Nada o en la Unidad, pues de manera semejante a como para Dios los pensamientos son infinitos “Son más que las arenas si los contara” (Salmos 139, 18), igualmente “Para Él, hay unidad en ellos” (Salmos 139, 16).

A ese estado ordinario de conciencia en el que la mente está llena de interferencias, “ruido de fondo”, estemos o no con los ojos cerrados, es a lo que en Cábala se denomina el Entendimiento (Binah), es decir, pensamiento verbal. Cuando por medio de la debida concentración se logra eliminar la estática mental y la consciencia no está implicada en cavilaciones, aparece la Sabiduría (Chakhmah), es decir, una forma de pensamiento puro antesala del estado de plena atención o autoconsciencia distanciada del flujo mental. En los comienzos de la técnica meditativa es extraordinariamente difícil experimentar esta forma de pensamiento puro porque en el instante en que uno consigue vaciar la mente de pensamientos, surge el pensamiento de que “ahora ya no estoy pensando en nada”. Por eso no hay que confundir el vacío de pensamiento (Chakhmah) con tener el pensamiento de vacío (lo que implica el modo de consciencia Binah).

Los primeros pasos en la meditación se encaminan a lograr ampliar el tiempo de permanencia en ese estado de consciencia Chakhmah, de vacío de pensamiento o de “pensamiento puro”. Al principio dura unos segundos, más adelante, con constancia, se prolonga más tiempo. A esta lucha del meditador se refiere el libro de Ezequiel 1, 14; “Y las Chayot (querubines) corriendo y regresando, como la aparición del rayo”. La mente puede, llegado el momento, concentrarse y ver las Chayot como un “relámpago”, pero sólo por un instante. Los cabalistas hacen notar que “correr” denota Chakhmah, mientras que “regresar” se refiere a Binah. Aunque ese estado es tan “inestable como el agua” (Génesis 49, 4) puede estabilizarse. Por eso se dice que la consciencia Chakhman tiene dos modalidades; es fluida como el agua, pero puede ser retenida o fijada cuando adquiere la forma de la nieve.

Muchas técnicas de meditación de los cabalistas se basan en la recitación de lemas tipo mantra o de frases con especial carga simbólica. Al igual que en la tradición hindú, esa técnica tiene como objetivo liberar la mente del flujo mental que impide estabilizarse en la paz y sosiego necesarios para alcanzar un estado de atención silente.

La búsqueda de versículos o salmos bíblicos especialmente adecuados para los distintos estadios de la meditación encontró en las visiones de Ezequiel o en las oraciones de Moisés o del rey David su mayor inspiración. Por ejemplo, la recitación de aquellos versículos del relato de la Merkava que describen la visión o contemplación de Ezequiel se consideraban especialmente idóneos para llevar a la persona a un estado místico; “El día cinco del mes cuarto del año treinta, estaba yo entre los cautivos, junto al río Quebar, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones divinas” (Ezequiel 1, 1). Curiosamente, en el original hebreo este versículo y otros que siguen a continuación contiene 72 letras, lo que le confiere una significación especial (Ezequiel 1, 4 ó 26). En el libro del Éxodo (14, 19-21), hay tres versículos que también contienen exactamente 72 letras cada uno. De estos tres versículos deriva el Nombre de los Setenta y dos, y esto juega un importante papel en la meditación y simbología cabalística (los 72 peldaños de la escala de Jacob, los 72 ángeles que por ella suben y bajan; las 72 marcas signacula que se sacan de los 72 versículos del Psalterio, etc).

Igualmente, según el Midrash, los once Salmos que van del 90 al 100 se consideran oraciones pronunciadas por el propio Moisés para alcanzar la Iluminación porque “Moisés dijo estos once Salmos en la técnica de la profecía”. Por tanto, un místico que recitara esas mismas oraciones con la disposición y actitud adecuadas podría contemplar Ruach Ha-Kodesh. Con el mismo fin, los cabalistas recitaban los Salmos que el rey David había pronunciado para alcanzar la Iluminación [8].

Existen en la Cábala tres conceptos que expresan la idea de meditar y que se refieren a aspectos o etapas muy precisas de la meditación. Primeramente, la meditación Hagah que consiste en la repetición monótona de un sonido o frase para debilitar la estática mental y que es previa o preparatoria para otros tipos de meditación superior como la forma Siyach que es una suerte de autoindagación o examen de conciencia, o la meditación Shasha que se caracteriza por el ensimismamiento o arrobo interior y finalmente, la meditación denominada Hitbonenut que es la comprensión de uno mismo a través de la contemplación. (*)

* Para una explicación más detallada de estas etapas de meditación, consultar el libro: Historia de los métodos de meditación no dual.

Temas de meditación

Con el transcurso del tiempo, los maestros de la Cábala han ido elaborando diferentes temas o imágenes de origen bíblico para facilitar la meditación. Ello obedecía no tanto a la vanidad de incorporar algún elemento original o personal al método heredado de sus maestros, como a la necesidad de facilitar y adaptar la enseñanza al que la escucha y enriquecerla con nuevos matices compatibles con el núcleo esencial. El elemento común de todos los temas objeto de meditación es la azarosa búsqueda espiritual en la que el místico, habiéndose despojado de su falso ego, accede a la visión del rostro de Dios, el regreso al Paraíso perdido o al descubrimiento del Nombre secreto de Dios.

Entre los temas de meditación más extendidos, destacan la meditación sobre el Templo de Salomón, la búsqueda del Nombre Secreto de Dios, la ascensión al Cielo en la Merkava o carro de Ezequiel o en los diez Nombres o atributos de Dios bajo la forma de las diez Sefirot que representan el proceso de la Creación o árbol de la Vida. (*)

* Para una explicación más detallada de estos temas de meditación consultar el libro: Historia de los métodos de meditación no dual.

Meditar en la Nada

En los textos bíblicos se desarrolla claramente la idea de que Dios no puede ser conocido porque está más allá de cualquier comprensión especulativa. No es posible alcanzar un conocimiento religioso o racional de Dios ni siquiera con la contemplación toda vez que ésta solo puede proporcionar la experiencia de la no separatividad, es decir, de lo que no soy y, por via remotionis, de la verificación intuitiva de lo que soy en Dios. Por eso, ninguno de los Nombres de Dios se refiere al Creador en Sí Mismo sino a las cualidades o atributos mediante los que Dios se manifiesta en la creación. Esto se personifica en que el primer Nombre de Dios que aparece en el Génesis, Elohim, es una palabra plural, una pluralidad de fuerzas.

Entonces ¿cómo referirse a ese Deus absconditus, Absoluto e ilimitado que representa la Perfección o Totalidad Absolutas en la que no hay distinción, ni separación? Para responder a ese enigma, Isaac el ciego retomó el concepto Ain Sof (literalmente, sinfin). Ain Sof no es un nombre de Dios sino un mero concepto utilitario que expresa el ocultamiento y reconocimiento de que no hay palabras que puedan describir o definir a Dios. No obstante, algunos cabalistas posteriores tendieron a objetivizar Ain Sof transformándolo en un Nombre de Dios del que emana [9] o se crea Ayin (la Nada). Esa Nada es una barrera intelectual que impide el paso a todo hombre que pretende conocer racionalmente a Dios. Por ello, para otras corrientes cabalistas Dios, que es Ain Sof para Sí Mismo, recibe el nombre de Ayin (Nada) en relación a su primera auto-revelación.

La Cábala define los estados del Ser como un Ayin, es decir, Nada. Igualmente, al considerarse que la Creación (Beriyah) consiste en crear algo de la Nada, se deduce que el mundo que ha originado Beriyah, o sea, el mundo de Atzilut, es esa Nada. Por eso en Job 28,12 se dice que “la Sabiduría (Chokhmah) nace de la Nada (Ayin)”. También en Job 26, 7 se dice que “Él extiende el norte sobre el Caos, cuelga la tierra sobre la Nada (Belimah)”, haciendo referencia a la inanidad o espejismo de la Creación. La palabra Beli-mah deriva de Beli, que significa “sin”, y Mah, que significa “algo”. Es decir, Beli-mah significa “sin cosa alguna” o “nada”. Otra etimología la hace derivar de la raíz Balam, que significa “embridar”. Entonces Belimah sería lo “inabordable”, aquello que no puede ser descrito, en suma, lo “inefable”. De hecho, Keter, la Sefirah suprema, es denominada también mediante la palabra Ayin, que significa “nada”, siendo entonces Ain Sof (del que emana Keter) un principio o concepto metafísico más inabordable aún. Ain Sof literalmente es sin-fin, es decir, Infinito, la Nada última:

Ain Sof: Fin de la Nada o Nada última
Atzilut; Nada
Beriyah; creación de la Nada

Hay determinadas prácticas meditativas que tienen por objeto aquietar gradualmente la mente para permanecer en la conciencia Chakhmah. Una de ellas consiste en acercarse a la idea del Infinito; “Un canto por gradas desde las profundidades te llamo, oh Dios” (Salmos 130, 1). Puede imaginarse la infinitud de tiempo pasado, hace días, años, siglos, ciclos más grandes. O el tiempo futuro en medida indefinida. Puede aplicarse la idea de infinito al espacio; a una calle, una ciudad, un país, un planeta, un sistema solar, la galaxia... o el recorrido inverso; una mano, una célula, un átomo, un electrón y así hasta las partículas más pequeñas. También puede imaginarse el bien infinito y el mal infinito, o la belleza infinita y la fealdad infinita. Se verá que en este tipo de ejercicios predomina la Consciencia Chakhmah, es decir, el pensamiento puro o intuición, dado que tales ideas no pueden ser verbalizadas. Igual sucede cuando se trata de imaginar el Absoluto, o la idea de Ain Sof, o el universo antes de la Creación, o un número antes del cero; el pensamiento Binah o verbal, no puede captar tales conceptos.

Sobre este particular, una de las más poderosas herramientas del místico y más difíciles de utilizar [10] es la meditación en la Nada porque cuando el meditador se niega a sí mismo y se ve como nada o vacío, su ser puede abrirse más fácilmente a Dios y volverse receptivo a las influencias espirituales. Como dice el Talmud, la persona debe “hacerse a sí misma como si no existiera”. Para el contemplativo, una de las finalidades de la meditación en la Nada es verificar, es decir, experimentar por vía de la contemplación, la ilusión de toda separatividad y que la supuesta diversidad de formas y modos de existencia individual no es otra cosa que mera apariencia, dado que la única realidad es indivisa y Una. Por eso está escrito; «Escucha, Israel, YHWH, nuestro Dios, YHWH es Uno» (Deuteronomio, 6, 4). Judah Albotini (1452-1519) recogiendo las enseñanzas de Abulafia y Maimónides, explicaba que ciertos tipos de meditación perseguían “nulificar todas las facultades para permitir que el intelecto oculto emerja” [11]. La anulación del ego-universo (Nada) podía facilitar la emergencia de la presencia de Dios (Todo, Infinito).

Desde el punto de vista de la práctica meditativa, la “intuición” de Ain Sof, que implica la experiencia de la nadidad del yo, puede realizarse por medio de la concentración en la reordenación de las letras de la palabra «nada» dado que la palabra hebrea que significa «yo», ani (alef, nun, iod), una vez permutada significa «nada», ain (alef, iod, nun) [12]. Algunos cabalistas recomiendan referirse a la nada absoluta como “lo que se ve detrás de la cabeza”, dado que no hay visión en la nuca. Otra forma consiste en seguir incansablemente los pensamientos hasta su fuente o guarida cortando el flujo mental y estabilizarse en el estado de vacío de pensamiento, es decir, la conciencia Chakhmah (por eso es llamada “nada” en relación con el pensamiento consciente o Binah).

Se llega así al secreto de los secretos; el hombre en cuanto hombre es nada porque Ein Od Milvado, “No hay nada más que Dios” (Deut. 4, 25); “la verdadera realidad de nuestra existencia es Ain Sof, Infinito, y así el sentido del yo separado que todos tenemos, la noción de que “tu” y “yo” somos almas individuales separadas del resto del universo, en último término no es cierto. El yo es una ilusión, un espejismo” [13].

Notas:
  1. Moshe Idel, Kabbalah; New Perspectives, New Haven-Londres, 1988, pp.75-111 sobre las técnicas meditativas y extáticas. Las principales obras de A. Kaplan se han citado anteriormente, y en ellas nos basamos para buena parte de este trabajo. En concreto para esta cuestión vid. Meditación y Cábala, cit., pp 11 y 122.
  2. A estos efectos, el Talmud distingue, de un lado, entre los Salmos recitados por el rey David después de haber alcanzado Ruach Ha-Kodesh, que son los que se inician con la frase: “De David, un Salmo” (LeDavid Mizmor) y, de otro lado, los Salmos que se inician con “Un Salmo de David” (Mizmor LeDavid), que son los invocados para alcanzar la Iluminación. Según ésto, al menos dieciocho Salmos fueron compuestos específicamente para alcanzar el más alto estado de contemplación.
  3. La doctrina de la creación ex nihilo era salvada argumentando que la emanación de Dios se efectúa dentro de Dios mismo. Así, todo el proceso de la Creación de las Sefirot era inmanente a Dios mismo, lo que implicaba que la Divinidad, siendo Una o Única, hacía de la Creación mera Nada; de ahí que las Sefirot sean belimah (de la nada).
  4. “Entre los senderos de la meditación clásica, el más difícil es el de la meditación no dirigida. En él se debe limpiar la mente por completo de todo pensamiento y sensación, tanto física como espiritual. En este nivel, todo lo que se experimenta es una nada absoluta... es uno de los métodos más peligrosos y no debería intentarse salvo bajo la guía de un maestro”, A. Kaplan, Meditación y Cábala, cit., p. 31.
  5. Citado por A. Kaplan, Meditación y Cábala, cit., p. 127.
  6. P. Beserman, cit. p. 54.
  7. J. Michaelson, Todo es Dios, cit. , p. 11.
Fuente: Javier Alvarado. Historia de los métodos de meditación no dual (Sanz y Torres, 2012)