David Rodrigo
Oración, meditación y contemplación
Por David Rodrigo 26 de febrero de 2024Hay tres métodos aceptados universalmente a lo largo de la historia de la humanidad para alcanzar la sabiduría: la oración, la meditación y la contemplación. Métodos verificados por los sabios para que el aspirante logre ser maestro de estos tres aspectos de su propio ser que necesita ser capaz de liderar para realizar la Verdad, que es lo permanente, constante y omnipresente: mente, acción y habla.
Pero estos tres métodos conducen a estadios diferentes de experiencia de la realidad. Entiende cómo se practica cada uno y para qué.
La oración que te oprime y la que te expande
La oración, bien practicada, purifica el camino del alma, expande tu consciencia y hace que tu mente sea consciente de dimensiones más profundas de tu ser y de la vida.
La oración es una forma de despertar, evocar y transformar tu poder emocional. La oración constante transforma a los seres humanos. Pero no si es una burda petición egoísta a Dios.
Hay dos formas de oración, una te oprime y te hace pequeño, la otra te expande y te va acercando a la liberación.
La oración egocéntrica y egoísta es la inferior y limitante: “Oh Dios, dame esto, haz esto por mí, ayúdame a tener esto.”
Este tipo de oración no te lleva a trascender el fango de la confusión de tu ego, es decir, tu identificación con tu cuerpo-mente y sus posesiones y relaciones.
Cuando el aspirante comprende que la mundanalidad no le hace feliz, ve que la motivación de su oración no es correcta y trata de cambiarla. El verdadero aspirante busca la forma de orar más elevada: la oración centrada en Dios o en la Vida del universo.
La oración centrada en Dios/Vida da un gozo inmenso a la mente-corazón humano. Se le pide a Dios que te dé fuerza, sabiduría y habilidades para llevar a cabo tus tareas de forma eficaz y servir a otros sin egoísmo y a la vez entender el significado de la vida.
La oración centrada en Dios/Vida es como un arroyo que llora por encontrarse con el océano.
El individuo acepta a Dios en su vida como guía, líder y juez de sus acciones, pensamientos, emociones y habla.
La sinceridad, la honestidad y la pureza de corazón son los prerrequisitos para la oración elevada.
Esta oración expande la propia consciencia, mientras que la oración egocéntrica nos hace pequeños, mezquinos y egoístas.
La oración centrada en Dios/Vida es muy útil, pero tiene techo. Promueve la filosofía del dualismo, que cree que el hombre y Dios son distintos y permanecen distintos eternamente.
Su fe cree que el individuo es siempre un individuo y no hay unión con Dios, sólo cercanía a Dios. Incluso en el Cielo sigue habiendo diferenciación, clases, limitación, dependencia y causalidad. El Cielo no es la meta.
El dualismo debe entenderse como una etapa de la práctica sadhana que ofrece un camino que, a su debido tiempo de maduración, puede conducir, trascendiendo el propio camino, al reino superior del conocimiento y la experiencia directos, el de la unidad completa.
Meditación, la terapia suprema
El siguiente enfoque de la sadhana o método para alcanzar la sabiduría es más profundo y sistemático que la oración, y es adecuado para exploradores y yoguis: la meditación.
La meditación es un método interior en el que se realiza una investigación sistemática para obtener el conocimiento de las dimensiones más elevadas de uno mismo, de la vida y del Absoluto.
En esta práctica se cree que el ser humano habita en dos mundos: el mundo interior y el mundo exterior. Desarrollas con la meditación una profunda maestría de ti mismo para ser capaz de ir a la fuente misma de la vida y la consciencia en la cueva de tu corazón y desarrollar simultáneamente la capacidad de desempeñar tus tareas con destreza y con amor, sin egoísmo.
La meditación tiene por tanto dos aspectos que no pueden ser separados: Meditación en silencio y meditación en acción.
La meditación se basa en una profunda auto-maestría de los sentidos, los órganos de acción y la mente. Por ello, quien tiene la capacidad de meditar en silencio también tiene la habilidad de llevar a cabo sus tareas con destreza y sin egoísmo, con amor. “Yoga es maestría en la acción” (yogah karmasu kausalam), Bhagavad Gita, 2.50.
La relajación y la quietud, la respiración profunda y armoniosa, la retirada de los sentidos, calmar la mente consciente, ir más allá del subconsciente y, finalmente, alcanzar el estado más elevado de tranquilidad o samadhi ―reabsorción en el Ser― son los pasos sistemáticos que hay que seguir en la práctica de la meditación.
La meditación, tal como la enseña Patañjali en sus Yoga Sutras, es una práctica sistemática, científica y metódica, como subir una escalera y alcanzar finalmente el peldaño más alto: Samadhi. En ese estado supremo, que otorga serenidad en todas las condiciones, el individuo se une (Yoga) con la Realidad autoexistente.
No hay atajos. La meditación es una disciplina que debe practicarse con determinación, sinceridad, constancia, durante largo tiempo y de forma ininterrumpida si quieres transportarte del aspecto físico al más sutil de tu ser y, finalmente, a la Fuente de la Vida y la Luz, la Existencia infinita y la Consciencia pura, que reside en su Radical Glory en la cueva de tu corazón.
Cuando el método de la meditación es introducido correctamente, se observan resultados maravillosos. La meditación es la terapia suprema, mientras que todas las otras terapias son solo alivios temporales. En la terapia meditativa, el practicante camina hacia la confianza en sí mismo, el autoexamen, la autoverificación, el autoanálisis y la realización de sí mismo y de la vida.
“¿Cuántos días, meses o años debemos practicar?”, se preguntan los estudiantes modernos. Eso depende de la sinceridad, determinación, regularidad y concentración mental del aspirante.
La meditación es un estado mental más allá de las condiciones primarias de tiempo, espacio y causalidad.
El practicante normalmente debe aprender primero a liberarse de sus viejos hábitos y de las manchas de las impresiones mentales de sus actos pasados (samskaras) que crean obstáculos en su viaje interior. Esto se hace con la práctica de la meditación, la ética, la actitud correcta y la autodisciplina, que generan nuevos hábitos e impresiones que te conectan con tu luz, paz y fuerza interior.
La contemplación definitiva
El tercer enfoque de la sadhana o método para alcanzar la sabiduría, la contemplación, es practicado por unos pocos afortunados. Para la contemplación tenemos que entrenar nuestro poder de discernir (buddhi). Un discernimiento entrenado tiene razón pura, y ésta tiene un poder inmenso para llevarte a las puertas mismas de la Liberación absoluta.
Un discernimiento puro está desocupado de los impactos de las percepciones de multiplicidad que te traen los sentidos y la mente y se ocupa de Ser.
Para ello, primero el estudiante escucha (shravana) las escrituras (Bhagavad Gita, Upanishads, Yoga Sutras...) y las estudia con la guía de un maestro competente (manana “reflexión”), que ha adquirido un conocimiento directo y que es capaz de comprender las sutilezas de las enseñanzas de las escrituras y de los sabios.
Se alcanza entonces el tercer paso, la contemplación (nididhyasana). Es decir, asimilar el conocimiento que se ha adquirido y vivir de acuerdo con él.
La contemplación culmina por sí misma, a su debido tiempo, el que sea, en la realización directa, la visión directa del Ser Uno e inmutable en todo, sin partes, acción ni cambio. El Ser ―la Existencia misma, pura Consciencia constante― se revela a sí mismo. Tú Eres Sólo Eso. Todo Esto ―el universo entero, exterior e interior a tu mente― Es Sólo Eso.