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Medardo Rivera

Yo soy eso

Mis reflexiones sobre el Advaita

(La no-dualidad, el corazón de la verdad)

Por Medardo Rivera 14 de febrero de 2017 Versión PDF

Introducción

Estas reflexiones las escribo por las siguientes razones:

  1. He intentado poner de una manera didáctica y sencilla los temas más relevantes del Advaita;
  2. Estas reflexiones las escribo como un complemento a las charlas mantenidas con varios de mis amigos más allegados, a quienes les dedico.
  3. Tengo la pretensión de establecer un marco referencial para los sinceros buscadores de la verdad, permitiéndoles ahorrar mucho tiempo y esfuerzos, evitándoles caer en verdaderos "atascos" que demoren su avanzar como, por ejemplo, el ideal de "enderezar el mundo".
Nota: En algunas citas he intercalado algún comentario personal y lo he puesto entre corchetes; por ejemplo: Nosotros pensamos que oímos con nuestros oídos y que vemos con nuestros ojos, pero lo que realmente oye y ve es la eseidad [la consciencia de ser].

Capítulo 1: Las bases

Pregunta 1: ¿Qué es la búsqueda espiritual?
Respuesta: Es la necesidad vital de conocer la verdad acerca de, al menos, una de estas preguntas:

  1. ¿Cuál es mi verdadera esencia?;
  2. ¿Cómo llegué a existir?; y,
  3. ¿Qué hay después de la muerte?

Si no es una necesidad vital, no se trata de una búsqueda espiritual; es tan solo una simple curiosidad intelectual. El énfasis en el Advaita es encontrar una respuesta experimentable a la pregunta ¿cuál es mi verdadera esencia?; la respuesta a las otras es el complemento de ésta.

P 2: ¿Por qué no se incluye en las preguntas algo relacionado con Dios?
R: Porque resulta casi imposible tener un criterio común de lo que se entiende por "Dios", aún entre sus mismos seguidores o adoradores; no así con los aspectos planteados, ya que éstos son intrínsecos y asequibles a todos.

P 3: ¿No son estas las típicas preguntas que responde la religión?
R: Sí. Pero, por desgracia, la religión solo tiene las típicas respuestas que satisfacen únicamente la curiosidad intelectual.

P 4: ¿No es lo mismo la búsqueda espiritual que la religión?
R: No. Es como si pensáramos que el tener hambre es lo mismo que un curso de cocina de alguna región exótica; tampoco hay que pensar que saber preparar deliciosas y extraordinarias comidas es saber de dietética.

Nota: A veces, el estudio del "libro sagrado" de alguna religión puede despertar la búsqueda espiritual (o que, inducido por esta búsqueda, se llegue a estudiar algún libro sagrado) pero es un error común confundir lo uno con lo otro; el estudio de los libros sagrados o de las religiones se enmarca en el ámbito de la teología. Tal como se dice que "la música empieza donde terminan las palabras", a pesar de que el sonido musical es el generador de la palabra; así puede decirse que la búsqueda espiritual (como lo plantea el Advaita) empieza donde termina la religión, aunque esta búsqueda debería ser la base de toda religión que se precie de serlo.

P 5: ¿Hay algunas pautas o principios fundamentales que orientan el avance o la investigación en el Advaita?
R: Sí, éstos son:

  1. Lo existente no es sinónimo de lo real. Solo es real aquello que no cambia y está libre de la causalidad; es decir, solo es real lo absoluto, la inmutabilidad sin causa. Así, la búsqueda espiritual apunta hacia la búsqueda de lo real en cada ser.
  2. No hay nada que no pueda ser investigado, no hay dogmas ni misterios, pero todo lo que se investigue debe estar relacionado con uno mismo y con la búsqueda espiritual. Así, por ejemplo, la búsqueda de la paz mundial es un ideal muy noble, pero no es la búsqueda espiritual. Aferrarse a afirmaciones como "Dios todo lo puede", "De Dios no se puede decir nada", "Yo solo creo en…", etc. es, simplemente, negarse a investigar.
    Hasta una noble verdad como Lo mejor que se puede hacer acerca de la verdad es guardar silencio puede ser usada por alguien como "sabia justificación" a su pereza mental.
  3. Un concepto o una teoría, por más "científica" que sea, no es sino un intento de explicar un hecho o un evento, pero no es el hecho en sí; así, por ejemplo, la fórmula para calcular la fuerza gravitatoria no es dicha fuerza en sí, ni mucho menos el campo gravitatorio.
  4. Nada debe tomarse por verdad hasta que se haya experimentado por sí mismo; es decir, la experiencia de otra persona, por muy sublime que sea (la persona y/o la experiencia) no sirve de mucho; a lo sumo, para avivar nuestra búsqueda espiritual. Tampoco se debe tomar alguna cita de un libro sagrado o alguna creencia cultivada desde siempre como prueba de la verdad (las creencias son las malas hierbas en el jardín de la verdad; y el discernimiento, su jardinero).
  5. La verdad no deja de ser verdad porque tu "libro sagrado" no lo menciona o porque contradice o no concuerda con tus creencias y/o convicciones. Ya Wayne Dyer lo dijo: Tu nivel más alto de ignorancia es cuando rechazas algo de lo cual no sabes nada.
  6. Lo que tenga que esperar el estar muerto para ser conocido o experimentado, es una patraña.
  7. Hay que dejar de lado cualquier concepto o prejuicio que se tenga sobre lo que se está investigando, evitando ajustar las conclusiones o las experiencias a nuestras expectativas; esto es, debemos ser totalmente honestos con nosotros mismos.

Así, en el Advaita, todo conocimiento o experiencia debe pasar por el tamiz de estos principios fundamentales. (Buscad la verdad, y la verdad os hará libres).

Conjuntamente con estos principios hay que tener presente las siguientes aclaraciones:

  • Consciencia, para el Advaita, es la capacidad de reconocer y comprender, y una sensación de presencia. En la vida cotidiana, lo que se reconoce y se comprende es una percepción y su correspondiente reacción (física y/o mental). Tres elementos son imprescindibles para que se manifieste la consciencia: la percepción provocada por un estímulo (externo o interno), la reacción (que puede ser un simple pensamiento o una emoción) y la sensación de presencia; esto es: lo conocido, el conocimiento y el conocedor, respectivamente.
  • Conocimiento no es sinónimo de comprensión o entendimiento. Se puede comprender perfectamente un concepto o una teoría sobre algo, pero solo se conoce aquello que ha sido experimentado por uno mismo; así, por ejemplo, se puede entender lo que es el comer o el beber, pero esa comprensión no es el acto ni la sensación de comer o de beber; como tampoco el hambre de uno se sacia por el hecho de ver comer a otro.
  • Todo lo agregado o adherido se desagrega o se desprende, y sus partes constituyentes vuelven a su estado inicial.
  • Lo infinito no es una referencia a un agregado interminable de cosas finitas, sino a la ausencia de límite y/o de forma.
  • Lo eterno no implica una interminable permanencia en el tiempo, ya que el tiempo es, intrínsecamente, la percepción de cambio que se evidencia en un "antes" y un "después" en lo observado o percibido y/o en el observador o percibidor; por ejemplo, frente a un objeto que permanece sin cambio, un observador percibe que dicho objeto "hoy" está igual que "antes"; en este caso, el cambio se ha dado solo en el observador. Así, pues, solo en lo inmutable no hay percepción del tiempo, y por eso solo lo inmutable es eterno.
  • En el Advaita, cuando se hace alude a "el Ser" no se refiere a un personaje, a un "alguien" o a un "ente", sino a la acción de ser o de existir; tal como "el jugar" no hace referencia a un jugador, sino a la acción de jugar.

P 6: ¿Sirve de algo el guiarse por algún libro espiritual o algún escrito sagrado?
R: No, porque se estaría contradiciendo algún principio fundamental del Advaita como los que ya se han señalado; sin embargo, a veces se hace referencia a alguna cita relacionada con el tema ya sea como una curiosidad, para establecer semejanzas, o para ampliar la comprensión de lo aludido en la cita.

Recuerde que el propósito de las escrituras es dirigir a la mente y, por lo general, se enfoca en un dios particular, el cual, para sus devotos, es el "único y verdadero". El estudio de un libro sagrado se enmarca en el ámbito de la teología, pero la búsqueda espiritual no se despierta ni se trasmite a través de proselitismo, prédicas, sermones, la imposición de un credo, o la visita o peregrinación a "lugares sagrados".

P 7: ¿Y es conveniente seguir las enseñanzas de algún maestro espiritual o gurú?
R: Si se tiene la suerte de encontrar a un ser realizado y, en su bondad, acepta guiarnos, definitivamente sí; pero eso es como encontrar una aguja en un pajar y, luego, sacarse la lotería. De todas maneras, si lo que enseña o predica algún maestro o gurú es coherente con su propia vida, y si tiene relación con la búsqueda espiritual, con uno mismo y con nuestra vida presente, hay que seguirle; pero poniendo a prueba cada una de sus enseñanzas.

Conviene recalcar que alcanzar la paz mundial (y aún la de uno mismo), el aliviar el hambre, el ayudar a los enfermos o a los pobres, el erradicar la ignorancia o algún vicio, etc. son ideales muy nobles (todas las obras de beneficio social lo son) pero no son la búsqueda espiritual; ni siquiera el trabajo para agradar y/o aplacar a los dioses y ganar sus bendiciones (que comúnmente se traducen en prosperidad, salud, longevidad), buscar la salvación, o el hacernos dignos huéspedes del paraíso cae en la categoría de la búsqueda espiritual. Y ni qué decir de trabajar para sociedades secretas, grupos esotéricos, logias, hermandades, o cofradías en donde se busca desarrollar asombrosos poderes psíquicos o contactarse con ángeles, arcángeles, seres de ultratumba, extraterrestres, etc., etc., etc. (Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad [es decir, la verdad les será esquiva])

Cuidado, no seamos "ciegos guiados por ciegos"; o, peor aún, "sumisos ingenuos guiados por fanáticos" que, unos y otros, nunca faltan en iglesias, templos, sinagogas, mezquitas, abadías, conventos, pagodas, etc. Actualmente, en nuestro medio, el negocio de quitarles a los feligreses el 10% de sus ingresos es muy bueno, ni siquiera paga impuestos; de allí la proliferación de iglesias y templos, y de su énfasis proselitista.

Capítulo 2: De lo concreto a lo abstracto

P 8: ¿Por dónde empezar?
R: Por lo que nos es más evidente: el cuerpo humano.

El cuerpo humano es un agregado de músculos, huesos, líquidos, nervios, etc. Es el mecanismo psico-motor con el cual interactuamos con nuestro entorno, permitiéndonos su percepción.

Un aspecto a resaltar es el hecho de que, comúnmente, el conocimiento de nuestro propio cuerpo se circunscribe a las partes que están a la vista y/o con las que podemos actuar; del resto desconocemos no solo su funcionamiento sino también su existencia. No hay que olvidar que el cuerpo también es el hábitat de un sinnúmero de seres microscópicos, con vida propia, que influyen en el funcionamiento del cuerpo.

P 9: ¿Qué es la vida?
R: Es el nombre de un proceso de transformación continua que, para los humanos, se inicia con la fecundación, y finaliza con la muerte; por lo general, durante este proceso el ser vivo se reproduce dando inicio a nuevas vidas. Al ser la esencia de la vida el cambio y la transformación, y el de la muerte la cesación de todo cambio o transformación, la esperanzadora "vida después de la muerte" o "vida eterna" es, por decir lo menos, una contradicción semántica (Solo lo inmutable es eterno); es similar a decir "el color de lo invisible". Así que, la vida eterna no encaja en la búsqueda espiritual. (Ver P 1).

P 10: ¿Qué es la mente?
R: La mente es todo lo implicado en el funcionamiento del cuerpo. Igual que ocurre con el cuerpo, solo percibimos los procesos más evidentes como pensar, razonar, sentir emociones, recordar, memorizar, etc.; así, por ejemplo, al caminar únicamente podemos percibir el movimiento de las extremidades, más no el proceso mental que esta acción implica.

Nota: Hay que resaltar el hecho de que la mente no es algo que se añade al cuerpo, así como el "funcionamiento" no es algo extra que se añade en el montaje de un motor; el cuerpo y la mente son como dos caras de una misma moneda, el mecanismo psico-motor.

P 11: ¿Qué relación hay entre la mente y el cerebro?
R: No hay que equiparar al órgano con su función, la mente no es solo el accionar del cerebro. Se puede dar una confusión entre mente y cerebro porque el cerebro es el órgano que controla la mayor parte del funcionamiento del cuerpo pero, por ejemplo, en ciertos accidentes se puede observar que a pesar de estar dañada la mayor parte del cerebro, el resto del cuerpo sigue funcionando perfectamente, lo que implica que gran parte de su mente también lo está. Toda actividad corporal, por mínima que sea, revela alguna actividad de la mente.

Nota: Al ser el cuerpo y la mente como dos caras de una misma moneda, lo obvio es pensar que con la muerte del cuerpo también mueren los procesos mentales.

P 12: ¿Cómo se produce una percepción?
R: El proceso se inicia cuando el mecanismo psico-motor capta un estímulo, éste se trasforma en un impulso que viaja por los nervios y, dependiendo del tipo de estímulo, puede generarse una respuesta motora instintiva inmediata (como en un acto reflejo) o llegar hasta el centro cerebral correspondiente; a esta fase del proceso se lo llama "mente sensorial". Para la mayoría de los estímulos la facultad de comprensión genera los pensamientos correspondientes, de manera semejante a las olas que se forman en la superficie de un lago cuando es perturbada al lanzar un pedrusco.

Nota: Ininterrumpidamente el cuerpo está captando estímulos (externos o internos), de allí que la presencia permanente de un sinfín de pensamientos sea lo común en la vida cotidiana de la mayoría de los seres humanos. Por eso, para la meditación, una posición adecuada del cuerpo es un factor fundamental para minimizar la percepción de estímulos.

P 13: ¿La percepción es la consciencia?
R: No. Una percepción es solo la primera parte del proceso. Hay que recordar que son tres los elementos imprescindibles para que se manifieste la consciencia: lo conocido, el conocimiento y el conocedor. (Ver "consciencia" en P 5).

P 14: ¿Y qué es el intelecto?
R: El intelecto es el proceso por el cual los pensamientos provocados como reacción a las percepciones se organizan en conceptos o ideas; solo entonces se produce la comprensión. Siempre hay que recordar que el factor más importante para que se produzca la consciencia es la sensación de presencia. (Ver "consciencia" en P 5).

P 15: ¿La sensación de presencia es lo mismo que el ego?
R: No. El ego es la sensación de "ser el cuerpo" y/o el generador de su accionar (el "hacedor"), en tanto que la sensación de presencia es el "yo" que testifica lo que está ocurriendo con el cuerpo o la mente (algunos lo llaman "Alma", "Atman", o el "reflejo" del Espíritu). El aspecto más evidente de la sensación de presencia es la atención; sin la atención no hay percepción. La atención es como el conmutador que controla el flujo de la consciencia.

Nota: Se puede evidenciar el "yo" en el instante que despertamos de un sueño profundo y aún no abrimos los ojos, ni escuchamos algo, ni "sentimos" el cuerpo (dura solo unos instantes, pero lo suficiente para experimentarlo). También es posible tener un atisbo del "yo" cuando al hablar, por ejemplo, nos auto-escuchamos. El poder experimentar al "yo" es un paso importantísimo de la meditación; esto se logra con una técnica específica.

P 16: ¿Qué pasa luego de que se ha producido la comprensión?
R: En la mayoría de las percepciones se genera un pensamiento de rebote que estimula uno o varios centros cerebrales los cuales generan las acciones correspondientes. Pero cuando se trata de una reflexión o una investigación intelectual, la facultad de comprensión continúa trabajando con los pensamientos hasta establecer ideas o conceptos, entonces entra en escena el intelecto.

Si se trata de una investigación intelectual, se busca establecer o encontrar teorías y, por supuesto, la manera de llevarlas a su confirmación a través de la experiencia; pero cuando se trata de la búsqueda espiritual se debe ir más allá del intelecto, a través de la intuición, para tratar de encontrar lo real, lo inmutable que hay en nosotros; solo entonces se está en la vía a través de la cual, eventualmente, develaremos nuestra verdadera esencia.

A esto se debe que Sri Nisargadatta, tras explicar algo de la verdad espiritual, preguntaba al discípulo: ¿Has entendido? Cuando el discípulo contestaba "no", volvía a explicarlo de diferente manera, las veces que sean necesarias, hasta cuando contestaba "sí"; inmediatamente él exclamaba: ¡Ahora escúpelo! [es decir: ¡deja el concepto, rebasa la mente!].

Nota: Recordando su forma de indagar la verdad Sri Nisargadatta nos cuenta cómo él lo hacía: ¿Experimenté yo mi nacimiento y a mis padres? No, no lo hice. Así pues, lo rechacé. En el proceso comencé a investigar mi propia eseidad [en este caso, la consciencia de "ser alguien"]; era un estado temporal, de modo que lo he desechado.

Nota: Cuando develamos nuestra verdadera esencia se produce lo que se conoce como realización, iluminación o samadhi; en esa experiencia desaparece la "persona" o el "individuo" puesto que se rebasa la mente. Es en este estado, y solo en este, cuando lo conocido, el conocimiento y el conocedor se vuelven uno. (Ver "Lo existente no es sinónimo de lo real… " en P 5).

P 17: ¿Qué o quién alcanza la realización?
R: El que alcanza la realización no es ni el ego, ni el "yo", ni nadie porque no es "algo" que se alcanza, se agrega o se adhiere (lo que es, siempre fue; y lo que no es, nunca será); lo único que ocurre es que develamos lo que siempre ha sido nuestra verdadera esencia: el Ser (no un "alguien", sino una "acción de ser"), la Existencia (no un "ente", sino una "acción de existir"), Lo Absoluto ("la inmutabilidad sin causa") o, simplemente, el Espíritu.

Esta bendita experiencia (la realización) acaba con ese sentido de "yo", que es el soporte del ego, haciéndose evidente que todo lo que percibo no es mi verdadera esencia ―no soy Yo― (así como todo lo que el ojo ve no es el mismísimo ojo); es como la gota de agua "dándose cuenta" de que es una con la profunda y eterna quietud del mar, al que por su inmensidad no ve, y no con la superficial y efímera inquietud de las olas (Yo y mi Padre somos uno). A partir de esa experiencia es posible "mirar lo falso como falso" y el hombre deviene un sabio.

Nota: ¡La pregunta ¿Cuál es mi verdadera esencia? ha sido respondida! (Cuando este ‘yo’ muera, sabré quién soy)

A propósito de la experiencia de la realización Sri Nisargadatta dice:

Yo no tengo necesidad de ir a ninguna parte para ver la fuente de la sensación ‘siendo’, y ella no viene de ninguna parte ni va a ninguna parte… Si yo le dijera a usted que usted tiene que ir a la fuente, si yo le digo a usted que usted tiene que descubrir de dónde viene esta sensación ‘siendo’, yo me pregunto desde dónde hará usted ese viaje y quién será quien lo haga. ¿Conoce usted la región entre usted y la sensación ‘siendo’? ¿Y cuál ‘usted’ hará ese viaje? ¿Cuál ‘usted’ descubrirá de dónde viene esta sensación ‘siendo’? Yo no le veo a usted como alguien viajando y descubriendo ni por dentro ni por fuera. Todo eso es palabrerío de [buscadores] espirituales ansiosos de experiencias [extrasensoriales].

P 18: ¿La vida no es lo mismo que la existencia?
R: No. "Vida" es solo el nombre del proceso de transformación continua que se inicia con el nacimiento y finaliza con la muerte; la "existencia" es lo inmutable, Lo Absoluto, sin principio ni fin. Aunque la vida emana de la existencia, la existencia no tiene vida; al igual que la luz emana del sol, pero alguien situado en el sol no la podría ver por cuanto todos los fotones se alejan del sol. Nosotros no somos la vida, somos la existencia; son los cuerpos los que manifiestan el proceso que se llama vida, por eso nacen y mueren. (Ver P 9)

Nota: Un leve atisbo de nuestra verdadera esencia se manifiesta en el grado de "lucidez" que se va haciendo más evidente en los estados más profundos de meditación, y que se va "opacando" conforme se retorna a la vida cotidiana (suena a "la caída de Lucifer", ¿verdad?). Pero esto nada tiene que ver con el ejercicio de visualizar una luz en el entrecejo que se va agrandando hasta que nos imaginamos que lo abarca todo y nosotros nos fundimos en ella; y menos aún con el siempre fallido e inútil esfuerzo de "poner la mente en blanco", porque algo así no existe. Lo que sí es posible es enfocar la atención en un solo pensamiento o estímulo.

P 19: ¿Para el Advaita la consciencia es solo un proceso mental?
R: No exactamente, puesto que existe un estado que se conoce como samadhi en el cual lo conocido, el conocimiento y el conocedor se unifican. (Ver "consciencia" en P 5 y nota de P 16).

P 20: ¿Y qué hay con la "expansión de la consciencia" que se busca con la meditación?
R: Un primer problema surge con las varias acepciones de la palabra "consciencia" y, luego, con lo que signifique "expansión de la consciencia". A más de lo que se ha definido como consciencia para el Advaita, otras acepciones comunes son:

  • Responsabilidad: Juanito es un padre muy consciente.
  • Juez moral: Evita dice que, para su consciencia, no hizo nada malo.
  • Estado de relax: Beatriz duerme muy bien porque tiene su consciencia tranquila.
  • Comprensión: Don Sergio era consciente de lo que estaba firmando.
  • Conocimiento: Después de la charla soy más consciente del problema.
  • Auto-control: Don Paz tuvo tal furia que perdió la consciencia y actuó como un loco.
  • Auto-conocimiento: Del golpe que se dio al caer, Luisita perdió la consciencia.
  • Estado mental: Joel bebió hasta perder la consciencia.
  • Voz interior: Cuando tengas duda, escucha la voz de tu consciencia.
  • Dar todo de sí: Se ve que este trabajo lo hiciste a consciencia.
  • Estado evolutivo: La consciencia de la humanidad aún se aferra a la época de las cavernas.
  • Atributo divino: Dios percibe cada átomo del universo con su consciencia cósmica.
  • Lo Absoluto: Cuando se ha trascendido todo lo único que queda es la consciencia pura.

La pregunta del millón es: ¿cuál de estas consciencias es la que se "expande", y cómo lo hace?

P 21: ¿Entonces, según el Advaita, qué le ocurre a la consciencia en la meditación?
R: En la meditación están involucradas varias técnicas que hacen posible suprimir o bloquear la percepción de los estímulos (no la consciencia) permitiendo que el meditador pueda enfocar la atención en aspectos más sutiles de su propio ser interior, tal como con una lupa se puede concentrar los rayos de luz permitiendo la observación de detalles no perceptibles a simple vista, o la concentración de los rayos de luz solar en un solo punto para provocar un calor intenso; en estos casos, lo pertinente sería decir que la consciencia se "enfoca" o se "concentra"; mas no que se "expande".

Nota: Si no tiene claro que la búsqueda espiritual es exclusivamente una indagación en el ser interior para encontrar su verdadera esencia, sus pies no están en el camino correcto; y si no ha aprendido cómo suprimir o bloquear la percepción de los estímulos (externos o internos) para enfocar su atención en aspectos más sutiles de su propio ser interior, no ha dado ni siquiera el primer paso.

P 22: ¿Al boquear el flujo de la consciencia, no se produce un estado de inconsciencia?
R: En la meditación no se "bloquea" la consciencia, sino únicamente la percepción de estímulos (externos o internos); la inconsciencia puede darse en el sueño profundo, por efecto de un golpe, por la irrupción de alguna droga en el organismo, etc., pero nunca en una auténtica meditación.

En el sueño profundo la consciencia solo está "durmiente". Es el "ser consciente de nuestra existencia" y no los sentidos lo que, al despertar, nos permite tener la certeza de que hemos tenido un sueño profundo; en este caso, "he despertado" es la sensación básica con la que se inicia la percepción del mundo. Así pues, la existencia sustenta a la consciencia, la consciencia sustenta al "yo", y el "yo" sustenta al "ego".

Sri Nisargadatta dice:

Lo que ha nacido debe morir. Solo lo no-nacido es inmortal. Encuentra aquello que nunca duerme y nunca despierta, cuyo pálido reflejo es nuestro sentido de ‘yo’.

Capítulo 3: De lo abstracto a lo concreto

P 23: ¿De dónde proviene la existencia?
R: La existencia es única e incausada, es Lo Absoluto; no proviene de ninguna parte; siempre ha sido, es, y seguirá siendo lo que es. Lo único que se puede inferir es que inmanente a ella está la "consciencia de existir" y el espacio, como la luz y el calor lo están al fuego; es por eso que no necesitamos de ninguna comprensión o prueba de nuestra propia existencia, ni de alguien o algo que nos lo ratifique.

P 24: ¿Quién creó al mundo?
R: Para contestar a esta pregunta se debe aclarar qué entendemos por mundo, universo, cosmos y espacio, que no son sinónimos; así:

  1. Espacio, es "el contenedor" del universo;
  2. Universo, es lo que está contenido en el espacio;
  3. Cosmos, es la manera ordenada que tiene el universo; y,
  4. Mundo, es la relación que cada uno tiene con su entorno; esto es, su manera particular de percibir una porción del universo, y de reaccionar ante dicha percepción; por eso es tan particular para cada uno, así como cambiante y relativo.

Dice Sri Nisargadatta:

Lo que se crea es el conocimiento de existir; el individuo asume que este conocimiento le pertenece… Todo lo que es observado en el mundo manifiesto es su propio Sí mismo… Todas las criaturas, el mundo y el Brahma son solo el resultado de su eseidad [su "consciencia de ser alguien" o "Yo"; sin la cual su mundo desaparecería].

P 25: ¿Y quién creó el universo?
R: Hay que recalcar que en el acto de crear está implícita la idea de un creador, que es lo que se está sugiriendo en la pregunta. Pero, según las últimas investigaciones, el universo (lo que está contenido en el espacio) se auto-creó o apareció en el Big-Bang; así pues, no fue necesaria la intervención de "alguien" creando (o haciendo que aparezca) a voluntad el universo.

P 26: ¿Y quién o qué produjo el Big-Bang y por qué ocurrió?
R: No es necesario que alguien o algo provoque el Big-Bang; y tampoco es necesario un motivo o un propósito para ello como lo sugiere la pregunta. El Big-Bang es parte de la propia dinámica del espacio. Si alguien hubiese provocado el Big-Bang necesariamente ese "alguien" hubiese tenido que estar fuera del espacio (¿en dónde?), lo cual es un contrasentido puesto que solo hay un espacio; lo que sí puede darse es el aparecimiento de muchos universos, mas no el de muchos espacios.

P 27: ¿Entonces el universo surgió de la "nada"?
R: Para responder a esta pregunta es necesario aclarar que "nada" no es sinónimo de "vacío": "nada" es la ausencia de todo, incluido el espacio; y, "vacío", la ausencia de materia. En el "vacío" hay una porción de espacio donde no hay materia, pero se evidencia la existencia de formidables cantidades de energía.

Como ha sido demostrado por la teoría de la Relatividad, el espacio es "elástico" y la materia es un "empaquetamiento" de la energía. Siendo así, es posible suponer que en el Big-Bang se dio inicio a un "estiramiento" espectacular del espacio, no de la materia (y que continua hasta hoy) haciendo que la energía adopte las formas de "empaquetamiento" que actualmente vemos en forma radiación, fuerza y materia; y también provocando la dinámica que vivifica nuestro universo con sus mundos, sus cosas, sus seres y sus tragedias.

Nota: Observando una porción del espacio infinitamente grande (donde caben los cúmulos de cúmulos de galaxias) o una infinitamente pequeña (donde se encuentran los componentes más diminutos de las partículas sub-atómicas) uno se asombra de su similitud; lo que ocurre es que, en esas circunstancias, lo que se está observando es la estructura del espacio, que es la misma en cualquier parte o porción que se la mire.

P 28: ¿La sensación de presencia es la existencia?
R: No. La existencia es lo único real y allí no hay ninguna presencia, individualidad o un "alguien"; lo único que se puede inferir es que la "consciencia de existir" y el espacio son intrínsecos a la existencia, así como la luz y el calor lo son al fuego.

P 29: ¿Dios y Espíritu no son lo mismo?
R: Para la mayoría de las religiones, Dios y Espíritu (Lo Absoluto) son sinónimos; pero para el Advaita, no. Dios no es un ser (o "ente") con voluntad y propósito que creó el universo, sino aquella "consciencia de existir" intrínseca a la existencia; por eso en las escrituras hindúes se dice que Parambrahma (es decir, lo que está antes que Brahma o Dios) es lo único real, en referencia a la existencia, a Lo Absoluto.

Como para la mente del común de los seres es sumamente difícil, y hasta imposible, comprender al espacio y a esta "consciencia de existir" intrínsecos a la existencia (muy pocos seres tienen esa capacidad) los teólogos, haciendo que enmudezca la razón y que hable libremente la imaginación, prefieren pensar en un "universo" y en un "Dios" o "Brahma" como separados de la existencia. Este es el inicio de la idea de la dualidad Dios-Universo común a casi todas las religiones, y de un sinfín de credos, dogmas, doctrinas y más cuerpos teológicos que intentan "explicar" la creación y el devenir del universo; y, algunas, hasta vienen con un "plan de salvación" incluido para enmendar lo que se salió de control. Se paga un precio muy alto por esta simplificación: Se ha pretendido saciar la búsqueda espiritual con teología (algo así como pretender llegar a ser un científico solo a través de la lectura de novelas de ciencia ficción); a esto en nuestro medio se conoce como "dar gato por liebre". (Ver nota de P 21).

Nota: No hay que confundir "dualidad" con "pares de opuestos". Dualidad es la diferenciación entre "fenómeno" (el efecto, lo visible, lo manifestado) y el "noúmeno" (la causa, lo que no se puede ver, lo inmanifestado) entre los que se da una relación de continuidad (por ejemplo, la luz y el electromagnetismo; o la materia y la energía); en tanto que "pares de opuestos" son los extremos visibles de un mismo fenómeno, los cuales son relativos y solo denotan un cambio de afectación en su percepción: rico-pobre, respecto las posesiones o al dinero; frío-calor, a la temperatura; nacimiento-muerte, al proceso que llamamos vida; etc.

P 30: ¿Por qué nos fascina la idea de un Dios creando al universo?
R: Como ya se dijo, no es posible comprender Lo Absoluto por medio del intelecto; por eso es necesario presentar los elementos abstractos en términos asequibles a la mente común recurriendo a la metáfora o al símil. Lo que se infiere de la pregunta es que, para el común de los humanos, no es fácil concebir que haya "algo" sin que también haya "alguien" que lo haya hecho; y, tratándose del universo, resulta cómodo pensar en un Dios como su creador, aunque éste no sea el caso. (Ver P 27). (Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño).

P 31: ¿Entonces Dios no existe?
R: El Dios que enseñan la mayoría de religiones, en realidad, es un "hombre deificado" en el que se han magnificado todas las virtudes y se han minimizado casi todos los defectos. Con ese Dios hay que mantener buenas relaciones so pena de despertar sus celos y su ira, defectos que muy convenientemente son recalcados por líderes religiosos para su beneficio (son los que saben cómo "aplacar" la ira de Dios, así perpetúan su estatus ―como seres o pueblos "escogidos"― y mantienen el control ―o lo imponen― sobre sus congéneres).

Dios existe, sí, pero no como un "ser" o un "ente" separado ―con voluntad y propósito―, sino como la "consciencia de existir" inmanente a Lo Absoluto y a cada uno de nosotros.

P 32: ¿Y, entonces, quién hace "funcionar" al mundo?
R: Recordando que "mundo" es la relación que cada uno tiene con su entorno (esto es, su manera particular de percibir una porción del universo y de reaccionar ante dicha percepción) es lógico pensar que cada quien hace "funcionar" su propio mundo, o simplemente lo percibe a su manera. (Los problemas los pone el mundo, el sufrimiento lo pone cada uno).

P 33: ¿Y quién hace "funcionar" al universo?
R: No hay una "voluntad" ni un "propósito" en el aparecimiento del universo ni en su funcionamiento; el universo, habiéndose originado por la expansión del espacio, funciona por sí mismo, desde los componentes elementales de las partículas subatómicas hasta los cúmulos de cúmulos de galaxias, pasando por los seres vivos. (Ver P 27).

P 34: ¿El hombre, al hacer uso de su libre albedrío, no ejerce su voluntad?
R: Albedrío no es sinónimo de voluntad ni de libertad: albedrío es la facultad de obrar por reflexión, mientras que voluntad es la facultad de hacer o no hacer algo. Si tomamos en cuenta que libre es lo que no tiene obstáculos, vemos que "libre albedrío" es una contradicción semántica; es como si se dijese "el agua es libre de correr por este canal". Por otro lado, se sabe que desde que se inicia una acción corporal hasta que se es consciente de la misma pasa un pequeñísimo tiempo; es decir, la acción se inicia antes de que se tome consciencia de la misma.

Con esta aclaración vemos que "libre albedrío" y "voluntad" son simples figuras retóricas. Pero, cuidado, esto no es determinismo ya que no hay algo así como un pre-establecimiento de los hechos impuesto por alguna divinidad; pues, como se ha dicho, no hay ni una voluntad ni un propósito en la creación del universo (Ver P 33). Simplemente, como lo dijo el señor Buda: Los eventos ocurren, las acciones se realizan; mas, no hay un hacedor individual de éstas.

P 35: ¿Cómo entender que "Dios creó al hombre a su imagen y semejanza"?
R: Esta afirmación es común a muchas religiones; con ésta idea lo que se quiere resaltar es la similitud entre "la existencia", el "yo" y el "mecanismo psico-motor" ―a escala humana― con "Lo Absoluto", "Dios" y el "Universo" ―a escala cósmica―, respectivamente. Por la misma razón se dice, de manera metafórica, que el Universo es el cuerpo de Dios al que lo percibe con su "Consciencia cósmica" (Esto en el cristianismo se concibe como la "La Trinidad").

P 36: ¿Cómo se puede "conocer" a Dios?
R: Puesto que la idea de Dios está influenciada por las creencias de cada uno, el conocimiento de nuestra verdadera esencia es la manera más directa y segura para conocer la verdad acerca de Dios (la "consciencia de existir" intrínseca a la existencia), y nuestro equipo psico-motor es el laboratorio ideal para esa búsqueda trascendental; sin embargo, hay que recalcar que solo es real Lo Absoluto, la inmutabilidad sin causa. (Ver P 17 y nota de P 21).

Capítulo 4: Reflexiones adicionales

P 37: ¿Existe el karma?
R: En el universo todo está relacionado. Así, el vuelo de una mariposa en Japón puede afectar al clima de la Amazonía; y ni qué decir de las acciones de los seres humanos. La idea común de karma como la acumulación de premios y/o de castigos debido a las acciones realizadas (sin acceso a un inventario) está íntimamente relacionada con la idea de un Dios al que le quedan los celos y la ira (como ya se explicó) y también con la idea de "perfeccionamiento" del alma; pero no hay que olvidar que nuestra verdadera esencia es Lo Absoluto, la inmutabilidad sin causa, y allí no caben ganancias ni pérdidas, ni acumulación de méritos o detrimentos.

Sri Nisargadatta dice al respecto:

Para la totalidad del universo no hay cuestión de ganancia o pérdida. Él [el universo] tiene lugar, todo entero, en el ámbito sin dimensiones de esta sensación siendo [esto es: la existencia, la "consciencia de existir"]; solamente cuando la identificación con el cuerpo está presente la cuestión de ganancia o pérdida surge.

P 38: ¿Existe la reencarnación?
R: Según la idea que se ha divulgado de la reencarnación, el alma no desaparece cuando el cuerpo muere sino que, luego de un período de descanso, ingresa en un nuevo cuerpo y aparecen nuevamente en el escenario de la vida en circunstancias acordes al karma que se haya acumulado en vidas previas; esto se da una y otra vez con el propósito de ir purificándose hasta que el alma sea digna de estar en la presencia de Dios. Aquí caben las siguientes reflexiones:

  1. Lo Absoluto o, simplemente, el espíritu es "la inmutabilidad sin causa", y es la única realidad, el origen de todo; del Absoluto se originan el "yo" y el "ego" que son un soporte fundamental para el funcionamiento del mecanismo psico-motor humano. Es como la energía que está en una represa (lo absoluto) que se convierte en energía eléctrica (el yo) la que, a su vez, se trasforma en luz (el ego) al pasar por una bombilla (el cuerpo).
  2. Un craso error es el concebir al "ego" y al "yo" como "entes" con existencia propia; es como si considerásemos que la luz que emite una bombilla y la electricidad que lo hace posible fueran algo estático (esto es, que los mismos fotones y los mismos electrones estuvieran como "empaquetados" o "congelados") durante toda la vida de una bombilla, y no un flujo permanente de partículas. (recordemos: vemos el mismo río, pero no la misma agua).
  3. Como consecuencia del error anterior, se piensa que el "ego" y/o el "yo" sobreviven a la muerte del cuerpo. Este error es como si se creyera que al quebrarse la bombilla su "paquete" de luz y electricidad continuara existiendo en alguna parte.
  4. Completando la secuencia de errores, se cree que el "ego" y/o el "yo" ingresan en un nuevo cuerpo y aparecen nuevamente en el escenario de la vida. Volviendo al símil anterior, sería como si creyéramos que el "paquete" de luz y electricidad que sobrevivió a la bombilla desechada ingresara en una nueva al momento de remplazarla. Lo cierto es que con la muerte del cuerpo, el "ego", el "yo" y su "mundo" también desaparecen; solo queda la verdadera esencia: el Ser (no un "ente", sino una "acción de existir"). Así, pues, no es el Ser sino el mundo el que viene y va en los sucesivos "nacimientos" y "muertes".
  5. Finalmente, el error más craso es el creer que el "ego" y/o el "yo" (tan queridos, que los protegemos a capa y espada encapsulándolos en cuerpos astrales y/o causales) se van a volver puros y se van a unir a Dios. En el símil propuesto, esto sería como si esperáramos que, como resultado de tanto cambiar las bombillas según se vayan deteriorando, el "paquete" de luz y electricidad se va a ir "purificando" hasta que pueda volver a la represa en donde está el generador que lo originó.

Lo cierto es que, así como el mundo onírico (el que aparece cuando soñamos) viene y se va cada vez que se sueña y se despierta, respectivamente, sin que sea afectado el soñador; así también, es el mundo (la manera particular de percibir una porción del universo, lo que incluye al "ego" y al "yo") el cual es "proyectado" una y otra vez, con sus variantes correspondientes, en el telón de la existencia, sin que éste sea afectado durante la proyección ni cuando ésta termina. (En este símil el telón equivaldría a la existencia; la película proyectada, al mundo; el rayo de luz que hace posible la proyección, al "yo"; nuestro actor favorito, al "ego"; y su imagen ―la del actor en escena―, al cuerpo).

P 39: ¿Pero en el Bhagavad Guita el Señor Krishna no está afirmando la reencarnación?
R: Antes que nada conviene recordar que el Bhagavad Guita y otros libros sagrados son alegorías o metáforas de las verdades espirituales (Ver P 29). Una de las referencias a las que alude la pregunta se encuentra en el Cap. II: 12 y 13 que dice:

No es cierto que tú o Yo o estos otros miembros de la realeza nunca antes nos hayamos encarnado. ¡Y jamás en el futuro ninguno de nosotros cesará de existir!
Así como, en la morada corporal, el Ser encarnado atraviesa por las etapas de niñez, juventud y vejez, así es también el paso a otro cuerpo; ese momento no perturba a los sabios
.

La cita se aclara con el significado insertado entre corchetes; así:

No es cierto que tú o Yo [la existencia ―la "acción de existir"―] o estos otros miembros de la realeza [las facultades que muestra un ser viviente] nunca antes nos hayamos encarnado [han aparecido]. ¡Y jamás en el futuro ninguno de nosotros cesará de existir! [Siempre aparecerán].
Así como, en la morada corporal, el Ser encarnado [el "yo" como testigo] atraviesa por las etapas de niñez, juventud y vejez [cambia según las diversas etapas de la vida], así es también el paso a otro cuerpo [de una generación a otra]; ese momento [El nacimiento y/o la muerte] no perturba a los sabios
[aquellos que se identifican con la única realidad].

Parafraseando la cita, se puede decir:

No es cierto que la existencia ―la "acción de existir"― o las facultades que muestra un ser vivo nunca antes hayan aparecido. ¡Y siempre aparecerán en todo ser viviente!
Acorde con el cuerpo, el "yo" como testigo cambia según las diversas etapas de la vida, así es también el paso de la vida de una generación a otra; el nacimiento y/o la muerte no perturban a aquellos que se identifican con la única realidad, lo Inmutable, Lo Absoluto.

P 40: ¿Y qué se puede decir respecto a los valores morales, el bien y el mal?
R: Lo primero que hay que aclarar es que los valores morales, el bien y el mal no son categorías absolutas, sino relativas; cambian de una sociedad a otra, de una circunstancia a otra, de una época a otra, y son dadas o impuestas por la religión y/o por la sociedad. En la práctica, se califica como bueno aquello que se ajusta a nuestros deseos o expectativas (personales o grupales) aunque eso mismo vaya en desmedro de otros seres o el ambiente.

En la sabiduría popular se concibe al bien y al mal asociándolos a aquellos actos que están influenciados por sus respectivos adalides (dioses y demonios) en constante lucha por la supremacía absoluta, y se espera que, al final, triunfe el bien y que el mal sea desterrado para siempre; esta concepción es parte del imaginario de los teólogos (Ver P 29). Pero un análisis más minucioso e imparcial revela que ningún acto es absolutamente bueno o absolutamente malo, llevándonos a la conclusión de que el bien y el mal coexisten como las dos caras de una misma moneda, y que solo percibimos el aspecto que nos afecta. Lo cierto es que, para eliminar el mal, también hay que eliminar el bien.

Nota: No se puede desconocer que, desde que tiene uso de razón, el hombre común actúa bajo su identificación como ego (condición conocida en algunas religiones como "pecado original") por lo que la vida le lleva a enfrentar duros reveses; así, eventualmente, se cansará de ser una víctima de sus propios errores y se rebelará; entonces despertará a la búsqueda espiritual y, a través de ésta, si tiene éxito, trascenderá el bien y el mal. (Ver P 18 y nota de P 21).

P 41: ¿Qué beneficio hay en la búsqueda espiritual?
R: Sri Nisargadatta contesta:

Si usted espera algunos beneficios de su búsqueda ―materiales, mentales o espirituales― ha fallado el tiro. La Verdad no da ninguna ventaja. No le da a usted ninguna posición más alta, ningún poder sobre los demás; todo lo que usted obtiene es la Verdad y la liberación de lo falso.

"La liberación de lo falso" o "el mirar lo falso como falso" es como el darse cuenta de que lo que parecía ser una serpiente, en realidad, solo es un pedazo de soga. A esta condición algunos textos se refieren como "el estado sin retorno"; esto es, nunca más se caerá en el engaño.

P 42: ¿Cuáles son los mayores obstáculos en la búsqueda espiritual y cómo se puede superarlos?
R: Solo hay un obstáculo, a saber: la ignorancia; pero esta se presenta en muchos aspectos tales como:

  1. La impresión de que el mundo permanece mientras que es el "yo" (o el alma) quien "entra y sale" de él con el nacimiento y la muerte, respectivamente. Este error se produce por la comparación de la muerte con el sueño profundo, que con el despertar se vuelve a percibir el mismo mundo que teníamos antes de dormir.
    Si comparamos la vida con un sueño con ensueños, en una primera noche sueño que soy un tipo "X"; y en una segunda, soy un tipo "Y". De ninguna manera puedo decir que el mundo de mi primer sueño es el mismo que el mundo de mi segundo sueño; y tampoco que el tipo "Y" del segundo sueño es la reencarnación del tipo "X" del primer sueño.
  2. La identificación con el cuerpo; esto es, el creer que "el Ser" es el cuerpo. Esto se supera cuando nos percatamos de que su funcionamiento es automático, y de que muchas de sus funciones las ignoramos completamente. Si estoy buscando mi Realidad, algo de lo cual estar seguro, ¿Cómo puedo ser algo que no conozco ni tengo acceso?
  3. La identificación con los procesos psico-mentales; esto es, el creer que "el Ser" es el despliegue de procesos mentales tales como los pensamientos, las emociones, las creencias, etc. Si estoy buscando mi esencia, ¿cómo puedo ser algo tan efímero y cambiante?
  4. La errónea percepción de tener "libre albedrío" y de ser el "hacedor" de cuanto el mecanismo psico-motor hace. Si la percepción de una acción del mecanismo psico-motor es posterior al inicio de la misma, ¿cómo puede ser una acción libre? Así yo solo soy el presenciador.
  5. La idea de que el "yo" (o el alma) tiene alguna forma, tal vez como una réplica muy sutil del cuerpo, y que va a alguna parte cuando el cuerpo muere; más aún, se cree que lo que le pase a mi alma le acontece a mi esencia (igual que en el vudú se piensa que lo que le suceda al muñeco que me representa le sucederá a mi cuerpo). En todo caso, si esto fuera verdad, más importancia tiene saber qué pasa conmigo, con mi esencia, mientras mi alma "se va".
  6. El miedo a que con mi búsqueda esté haciendo algo equivocado o metiéndome "donde no me corresponde" y con ello despierte el enojo de Dios o alguna divinidad al verse "desplazado" a un segundo plano. Este miedo está en nuestro inconsciente porque nos lo grabaron desde el vientre de nuestra madre, como un "resorte", para mantenernos sumisos y evitar cualquier indagación de la verdad; este miedo es alimentado de forma permanente con nuestra renuencia a abandonar lo que no somos y a aceptar nuestra verdadera esencia.
  7. El temor de disolverse, perderse o "ser nada" (y, obviamente, no encontrar a nadie) si dejo de identificarme como el "yo". Este temor nace del confundir la existencia con la vida; este error es el último y el más difícil de erradicar. Si lo que realmente se busca es la verdad, cualquiera sea ésta y a cualquier precio, ¿cuál es el problema que ésta no sea como nos lo imaginamos?
  8. La incertidumbre de no saber cómo continuará la vida luego de conocer la verdad. Esta es la gran paradoja humana: deseamos ansiosamente la libertad, pero tenemos miedo a ser libres.

Aplicando las técnicas de meditación apropiadas se debe ir superando, paso a paso, cada uno de estos obstáculos, en el orden presentado.

La siguiente cita de Ramana Maharshi me parece ideal para finalizar este sucinto resumen, a modo de reflexión, sobre el Advaita:

No hay misterio más grande que el siguiente: que siendo nosotros mismo la Realidad [la existencia, lo Absoluto] intentemos alcanzar la Realidad. Creemos que hay algo que ata nuestra Realidad y que tiene que ser destruido antes de que la Realidad pueda alcanzarse. Esto es ridículo. Un día amanecerá en el que tú mismo [como Realidad] te reirás de tu esfuerzo. Aquello [la Realidad] que ha de estar el día que tenga lugar esa risa, también está ahora.

Bibliografia recomendada:

© Medardo Rivera, 2016