Emilio J. Gómez
La luz de la Conciencia pura
Por Emilio J. Gómez 5 julio 2019Versión PDF"Mirar y ver, he ahí el milagro"
Plutarco
La Conciencia pura que todos somos proyecta su iridiscente luz hasta alcanzar el cielo y los cuatro puntos cardinales de la Tierra. Todo lo contiene, sin embargo no es el contenido. La luz de la Conciencia pura ilumina el mundo, pero no es el mundo. Cuando la mente se proyecta en el mundo exterior o en el interior emergen objetos y contenidos. El psiquismo se identifica, apareciendo un sutil velo que termina por opacar la iridiscente luz de la Conciencia pura hasta que finalmente y sólo en apariencia deja de brillar con todo su esplendor.
Debido a la proyección e identificación sobre las diferentes superposiciones que aparecen en el ilusorio sueño de la vida y la muerte, emerge un sufrimiento que parece inevitable. No obstante, en la luz de la Conciencia pura, allí donde todos somos uno y lo mismo, el sueño desaparece y nadie puede morir porque nunca nadie ha llegado a nacer. Ciertamente en el transcurso de la existencia puede haber un sufrimiento inevitable, quizás fruto del velo de la ignorancia. Pero también un sufrimiento innecesario, nacido de la proyección e identificación.
Tal identificación se origina en primer lugar con la idea del cuerpo, para más tarde adherirse al ego y la personalidad. A través del "yo", lo "mío" y el "me" la ficticia individualidad usurpa el lugar a la esencia, opacando la luz de la Conciencia pura al identificarse con el rol que el individuo representa en la vida cotidiana, junto a todas aquellas cosas que, en el delirio del sueño imagina ser, "apropiándose" de todo lo que mira, pero no ve: esposa, marido, hijos, casa, coche, trabajo, amante, libros, creencias, ideas, emociones… Un sueño como otro cualquiera.
Para liberarse del sufrimiento innecesario que la identificación genera es preciso despertar del sueño. Despertar del sueño es saberse ser la luz de la Conciencia pura que todo lo contiene. Así de simple. Mirar y ser capaz de ver el mundo sin la sombra de la identificación. Así pues, no te creas nada, incluido a ti mismo, puesto que tú, aquello que imaginas y te crees ser, es la mayor ficción. Tu mente te engaña, mientras que tu ego cabalga a lomos de un soberbio caballo llamado "Falaz".
Sin embargo, cuando te das cuenta del sueño es porque has despertado. Por esto mismo, permítasenos insistir: no te creas nada; ni siquiera este artículo. Mejor, descubre por ti mismo la luz de la Conciencia pura que eres y descubrirás cómo esa misma luz la somos todos. A partir de ese momento sobreviene la liberación que solo concede aquella comprensión que emerge al sentirse libre de la innecesaria carga que hasta este momento has tenido que soportar ― tú mismo.
Emilio J. Gómez es profesor de Yoga y coordina "Silencio Interior – Escuela de Silencio".
Es también autor del libro: Silencio Interior - Ensayo sobre meditación.
www.silenciointerior.net