El Tao Te Ching de Lao Tzu
Introducción
Debido a las múltiples versiones existentes del bien conocido libro de Lao Tzu, el Tao Te Ching, he sentido que tenía que aportar mi propia versión con el ánimo de aclarar su mensaje primordial. Que duda cabe que será una versión interpretada más, pero espero sea bien aceptada.
Esta versión está basada principalmente en las de Stephen Mitchell y Samuel Wolpin. Otras versiones consultadas son las de Anne-Helene Suárez, León Wieger y Richard Wilhelm.
Mi propósito es alejarme de las expresiones arcaicas y el contexto remoto del lugar y la época, que oscurecen su mensaje y que, hoy día, parecen sin sentido, a fin de centrarme en el mensaje fundamental de la enseñanza. He procurado en lo posible respetar su forma original sentenciosa y el aroma taoísta que inunda los escritos de Lao Tzu.
Pedro DonaireEl Tao Te Ching de Lao Tzu
1
El Tao que puede nombrarse no es el verdadero Tao.
El Tao es indefinible. Cuando se nombra da origen a todas las cosas.
Si estás libre de deseo, comprendes el vacío. Atrapado en el deseo, sólo ves sus nombres.
Sin embargo, el vacío y los diferentes nombres brotan de una misma fuente.
A esta fuente le llamamos Tao, es el misterio del vacío, es la puerta a toda comprensión.
2
Cuando vemos lo bello, también vemos lo feo. Cuando vemos lo bueno, también vemos lo malo.
Ser y no-ser dependen uno del otro. El antes y el después dependen mutuamente.
Por eso, el maestro deja las cosas ir y venir, no las posee. Actúa, pero nada espera.
Cuando su obra termina, no se aferra a lo hecho, por eso perdura.
3
Si te aferras a un u otro personaje no podrás evitar la rivalidad.
Si sobrevaloras las posesiones comenzará la envidia y el impulso a apropiarse de lo ajeno
El maestro procura vaciar su mente al desprenderse de conocimientos superfluos y deseos.
Cultiva el no interferir y todo ocupará su lugar natural.
4
El Tao es como un pozo de agua que no se extingue por más que lo uses. Como un vacío infinito pleno de ilimitadas posibilidades.
Parece oculto, pero siempre está presente. Nada se sabe de su nacimiento. Es más antiguo que los dioses.
5
El Tao no toma partido. En él nacen tanto al bien como al mal.
El Tao se parece a un fuelle, vacío, pero de infinita capacidad. Cuanto más lo usas, más produce; pero cuanto más hablas de él, menos lo comprendes.
Mantente en silencio.
6
El Tao es como una gran madre, vacío, pero inagotable. En él nacen infinidad de seres y mundos.
Siempre está presente.
7
El Tao es infinito y eterno. Nunca nació, así que no puede morir.
Cuando el maestro se desprende de sí mismo, es uno con lo eterno.
8
Auténtica excelencia es la del agua, todo lo nutre sin pretenderlo.
Acepta los lugares inferiores que la mente desprecia sin perder su naturaleza, por eso es como el Tao.
Al pensar, permanece en la raíz. En lo que hagas, permanece siempre plenamente presente.
Cuando aceptas ser simplemente la fuente, sin compararte ni competir, todos te respetarán.
9
Llena tu cuenco hasta el borde y acabará rebosando. Persigue el dinero y la seguridad, y tu corazón no podrá liberarse de la inquietud.
Persigue la aprobación de los demás y serás su prisionero.
Haz tu tarea, después retírate.
Este es el camino.
10
Permanece atento en la unidad original y disuade a tu mente de su vagabundeo.
Si puedes distanciarte de tu propia mente se limpiarán los últimos vestigios de ilusión.
Deja que los eventos sigan su curso.
Crear y nutrir, tener sin poseer, actuar sin expectativas, dirigir sin controlar, este es el camino.
11
El agujero vacío de la rueda permite su movimiento. El vacío del recipiente hace útil a la vasija.
El hueco vacío de la casa es lo que la hace habitable.
Consideramos el ser de las cosas, pero es el vacío lo que usamos.
12
Los colores, sonidos y sabores embotan los sentidos.
Los pensamientos debilitan la mente.
El maestro observa el mundo, permitiendo a las cosas ir y venir.
Su atención permanece abierta y confiada.
13
Obtener éxito y favor es temer perderlos.
Honor y deshonor son fantasmas de la personalidad. Cuando no hay personalidad, ¿Qué hay que temer?
Observa el mundo con confianza y el mundo confiará en ti.
14
No puedes verlo, escucharlo ni asirlo. No es brillante ni oscuro.
Innombrable. Retorna siempre a la nada. Sin forma, incluye todas las formas.
No tiene comienzo ni final.
No puedes conocerlo, sólo puedes serlo, simplemente date cuenta de tu verdadera naturaleza.
Esta es la senda del Tao.
15
Los antiguos maestros eran de sabiduría profunda y sutil.
En su apariencia eran cautelosos, siempre alertas, receptivos y claros, como el agua.
Si te encuentras con el agua turbia, puedes aguardar que el fango se repose y volverá a ser clara.
El maestro no aspira a la plenitud, nada espera, solo está presente y abierto al mundo.
16
Vacía tu mente de toda creencia. Que tu corazón esté en paz.
Observa la profusión de seres, observa que todo ser separado retorna a la serena fuente común.
Si no conoces la fuente, tropiezas con la confusión y el sufrimiento.
Cuando lo sabes, te vuelves desinteresado, de corazón cálido, como el de una abuela, y digno como un rey.
Inmerso en el Tao puedes afrontar la vida tal como viene, sin temor a la muerte.
17
Cuando la mente dirige bien, apenas se percibe su existencia.
Si este dirigir es amado, resulta tolerable. Es peor si es temido. Y aún peor, si es despreciado.
Si no estás abierto, se pierde la confianza.
Cuando el maestro concluye su tarea, el pensamiento suele decir: «lo hice solo.»
18
Cuando se olvida el Tao, aparece la querencia por la moral y la bondad.
Tras ellas surge la astuta inteligencia.
Cuando no hay paz en la familia se valoran los lazos familiares. Cuando el país se haya en el caos se valoran los personajes leales.
19
Desecha la santidad y la erudición, y se vive más feliz. Descartada la moralidad y la justicia, se actuará en lo correcto.
Desecha el provecho y las posesiones y no habrá necesidad de apropiarse de lo ajeno.
Si estas tres cosas no son suficientes, realiza el Tao y deja que las cosas sigan su curso.
20
Deja las creencias y finalizarán tus problemas.
¿Qué diferencia hay entre bueno y malo? ¿Hay que temer lo que todos temen?
Mientras los demás se alteran, yo permanezco despreocupado e inexpresivo.
Mientras los demás buscan bienes, yo no poseo nada, sin rumbo y sin hogar.
Parezco un idiota, mi mente está vacía. Mientras unos brillan y son agudos, yo soy oscuro.
A la deriva como una ola, viajo sin propósito, como el viento.
Soy distinto a los demás. Mi alimento son las raíces del Tao.
21
El maestro mantiene siempre su mente en el Tao.
Su mente es una con la Fuente, ya que no se aferra a idea alguna.
El Tao es misterioso e insondable, pero en su naturaleza vive la confianza.
Antes de todos los tiempos, el Tao es.
Observo en mi interior y veo cómo surge la creación de las cosas.
22
Si quieres ser todo, acepta ser parte.
Si quieres ser pleno, acepta estar vacío. Si quieres renacer, acepta morir.
El maestro abraza el Tao, y el vacío se convierte en su modelo.
Como nada tiene que demostrar, la mente confía en él. Como ni él mismo sabe quién es, la mente en él se ve reflejada.
Los antiguos maestros decían: «Si lo quieres todo, abandónalo todo», y no eran palabras vanas.
Cuando sientes el Tao, vives su naturaleza.
23
Expresar silencio es natural.
Cada cosa tiene su momento, cuando sopla el viento, sólo hay viento, cuando llueve, sólo hay lluvia. Las nubes van y vienen, pero de nuevo brilla el sol.
Si te abres al Tao, eres uno con el Tao. Si te abres a la pérdida, eres uno con la pérdida.
Siente la naturaleza del Tao y confía en su capacidad de respuesta.
24
Quien se alza de puntillas, no se yergue firmemente. Quien mantiene imposturas brillantes, no puede ver su propia luz.
Quien se define a sí mismo no puede saber quién es realmente.
Quien somete a los demás no tiene poder sobre sí mismo.
Desde la visión del Tao, estas son tareas vanas que destruyen la armonía de la vida.
25
Antes de nacer el universo, hay algo sin forma, sereno y vacío.
Inmutable, infinito y eternamente presente. Es la madre del universo. A falta de un nombre mejor lo llamo Tao.
Fluye dentro, a través y fuera de todo, y retorna a su origen.
El Tao, el universo, la tierra, son modelos a seguir para el hombre.
El hombre sigue a la tierra. La tierra sigue al universo. El universo sigue al Tao.
El Tao es.
26
En la quietud descansa todo movimiento.
Así, el maestro viaja siempre con la atención en lo que siente su corazón.
Aunque las perspectivas sean buenas no se deja arrastrar por ellas.
Si dejas que la inquietud te impulse, pierdes el contacto con la Fuente.
27
El buen viajero no deja huellas ni está empeñado en llegar a ninguna parte.
El maestro no rechaza a nadie y está abierto a todas las situaciones. Sabe ver desde la fuente, en medio de las aparentes circunstancias.
Si comprendes esto, no te perderás en el mundo. Este es el gran secreto.
28
Conocer el lado masculino, sin descartar lo femenino, es mantenerse en el mundo. Como un recién nacido, sigues el juego sin abandonar el Tao.
El mundo se forma a partir del vacío, como los utensilios a partir de la madera del tronco.
El maestro conoce los utensilios, pero permanece en el tronco.
29
Intentar mejorar el mundo es ir contra su naturaleza, su devenir es sagrado. Si lo tratas como un objeto, lo pierdes.
Hay un tiempo para estar delante y otro para estar detrás. Igual que un tiempo de bonanza y otro de peligro.
El maestro ve las cosas como son, sin intentar controlarlas. Deja que sigan su propio curso y reside en el Tao.
30
Para sentir la armonía con el Tao no se utilizan las armas ni se fuerza un resultado. La violencia no es deseable, porque siempre tornará sobre uno mismo de una u otra forma.
El maestro hace lo que debe hacer y después se va, sin jactancia. Controlar los eventos no es seguir la naturaleza del Tao.
Puesto que se acepta a sí mismo, y no necesita la aprobación de otros, el mundo entero lo acepta.
31
Las armas son las herramientas del miedo y la violencia, nadie mínimamente honesto debería usarlas.
Sólo si la paz ha sido alterada y, en la más extrema necesidad, han de utilizarse, nunca regocijarse en la victoria. La paz es el valor más elevado.
Entrar en batalla es como si se asistiera a un funeral.
32
El Tao no puede ser percibido ni aprehendido. Cuando la mente puede sentir el Tao todo está en armonía.
Cuando abundan los nombres y las formas, las diferencias aparecen cada vez más groseras. Con saber detenerse a tiempo se pueden evitar los peligros.
Todo desemboca finalmente en el Tao, como los ríos confluyen en el mar.
33
Conocer a otros es inteligencia, conocerse a sí mismo es sabiduría.
Quien es maestro de otros es fuerte. Ser maestro de uno mismo es realmente poderoso.
Comprender que tienes suficiente es la auténtica riqueza. Si permaneces consciente y abrazas la muerte, sin perecer, renaces para siempre.
34
Por doquier fluye el gran Tao, todo nace de él. Nutre infinidad de mundos, pero a ninguno se aferra.
Porque da cobijo a todos sin imponer nada ni ufanarse por ello. Por eso es verdaderamente grande.
35
Quien siente el Tao puede caminar sin peligro. Percibe la armonía universal a través de sí mismo.
Los estímulos gratificantes hacen que la gente se entretenga y disfrute, mientras que las señales del Tao parecen monótonas.
Cuando lo buscas no puedes percibirlo. Pero cuando lo practicas, es inagotable.
36
Para que algo decrezca, antes tuvo su expansión. Antes de recibir es necesario dar.
Esto puede llamarse percepción de la naturaleza de las cosas.
la flexibilidad vence a la rigidez. Que tus actos permanezcan en el misterio, sin muestra de pretensión.
37
El Tao no actúa, pero a través de él todo se hace. Si la mente descansara en él, todo se transformaría a su ritmo natural.
En quietud y armonía se está libre de deseo. Si no hay deseo todo halla su camino, todo está en paz.
38
El maestro no se aferra a una imagen virtuosa del Tao. Quien se deja engañar por ella, su propio anhelo no le permitirá descansar en la Fuente.
Quien sigue el Tao no se esfuerza por hacer, sabe que todo está en perfecto orden. Quien no sigue el Tao nunca tiene suficiente con lo que hace.
Cuando el Tao se pierde, aparecen los propósitos y la bondad. Cuando la bondad se pierde, aparece la aspiración de la moralidad. Cuando la moralidad se pierde, aparece el interés por el ritual.
El ritual es la cáscara del sentir auténtico y el comienzo del desorden.
Por eso el maestro atiende a lo esencial y no a las formas.
No se apropia de los pensamientos. Habita y acepta la realidad, dejando que las creencias se disipen.
39
En armonía con la naturaleza del Tao, la diversidad de las formas se perpetúan en interminable renovación.
Cuando la soberbia del hombre interfiere con la naturaleza del Tao, la diversidad de formas pierden el equilibrio.
El maestro contempla la totalidad y sabe que, la humildad nace al morir la soberbia, por eso acepta el modelo del Tao.
40
El retorno es el movimiento principal del Tao.
La flexibilidad es su modo de actuar.
Todo nace del ser. El ser nace de la nada.
41
Cuando el sabio conoce del Tao, comienza a vivirlo. Cuando un hombre mediocre conoce del Tao, tiene sus dudas o se ríe a carcajadas.
Si no se riera no sería el Tao.
Por eso se dice que, para el Tao, todos los opuestos juegan perfectamente su papel.
El Tao no es posible conocerlo. Pero sin él nada sería posible conocer. Es el alimento de la existencia.
42
Del Tao nace su aspecto manifestado, la unidad. De esa manera, el Tao y la unidad parece que son dos. Así van naciendo todas las cosas.
Del aspecto femenino surge el masculino. Cuando se encuentran todo adquiere armonía.
La mente teme a la soledad, pero el maestro la abraza, comprende que ambos son uno en el funcionar del universo.
43
El agua horada la piedra. El vacío sustenta la materia más dura.
De ahí la enseñanza de la no-acción. Enseñar sin palabras, realizar sin esfuerzo.
Este es el camino.
44
Fama o integridad, dinero o felicidad, éxito o fracaso, ¿Qué es más valioso? El apego a estos valores marca tu sufrimiento.
Si tu felicidad depende de tus posesiones nunca estarás feliz contigo mismo.
Cuando comprendes que nada falta, el mundo entero te pertenece.
45
La verdadera perfección parece imperfecta, pero siempre está presente.
La verdadera sabiduría parece vacía simpleza, mas su presencia es plenitud.
El maestro permite que las cosas sucedan. Se quita de en medio y deja que el Tao hable por sí solo.
46
Cuando se está en armonía con el Tao, se vive productivo y en paz.
Cuando se olvida el Tao, todo resulta desafiante y malgastas energía en tu defensa.
No hay mayor error que el miedo y el inquieto deseo por otras situaciones.
Quien acepta lo que tiene, siempre tendrá suficiente.
47
Sin salir de casa puedes conocer el mundo. Sin mirar por tu ventana, puedes ver la naturaleza del cielo.
Cuanto más conocimientos, más elucubraciones, y menos comprendes. El maestro conoce sin elucubrar, observa y actúa sin interferir.
48
Buscando conocimiento cada día se añade más. Practicando el Tao cada día se pierde más.
Cuanto menos fuerzas las cosas, antes se llega al no esfuerzo. Cuanto menos interfieres, menos queda por hacer.
Es de sabios dejar que las cosas sigan su curso.
49
El maestro no se apropia de ningún pensamiento, Conoce los vericuetos de la mente y sabe actuar con claridad y confianza.
50
El maestro vive en el absoluto presente, sin nada a lo que aferrarse.
No hay creencias en su mente ni resistencias en su cuerpo. No hay un elucubrar de sus acciones, éstas fluyen desde el centro de su ser.
El maestro camina sin temor al que dirán y sus agudos dientes, esas batallas no le afectan. No tiene miedo a morir.
51
Todas las cosas nacen y son una expresión del Tao. Los seres surgen a la existencia acordes a su naturaleza y son guiados sin interferir.
Por eso se dice que, el Tao es la naturaleza misma de las cosas.
52
Al principio era el Tao. Todo surge de él y a él todo retorna. Cuando reconozcas su rastro síguelo hasta la fuente.
Emitiendo juicios tu mente se turbará. Libérate de emitir juicios y no te dejes arrastrar por la erudición ni los sentidos, tu corazón hallará paz.
Usa tu propia luz para volver a la fuente. Siente el Tao.
53
El Tao es simple. Observa el momento en que se pierde la armonía y permanece consciente en el Tao.
La especulación, la irresponsabilidad y el latrocinio no es permanecer en el Tao.
54
Tú eres quien habita en la raíz del Tao. Tú eres quien abraza el Tao.
Cuando el Tao está presente en tu vida, eres auténtico.
No preguntes si es verdad. Observa en tu naturaleza interior.
55
Quien está en armonía con la Fuente es como un niño recién nacido, se agarra con firmeza a la vida.
El maestro permite que todo vaya y venga sin esfuerzo, sin desear otras cosas. Nunca espera un resultado.
No pierde energía aferrando creencias. Es uno con el Tao.
56
El que sabe no habla. El que habla no sabe.
El Tao es tu identidad primordial, nada más. Nunca puede ser alcanzado ni dañado por las palabras, siempre está ahí.
57
En el mundo se gana con las destrezas, en la existencia sin tener metas ni interferir en ella.
Cuantas más normas impongas a la mente, menos virtuosa será. Cuanto más equipada, menos segura estará.
Cuanta más astucia y erudición, más tretas y confusión aparecerán.
Por eso el maestro practica la paz. No adoctrina, no interfiere. Sin ambiciones la vida es más simple.
58
Así como reconoces tu entendimiento del mundo, así el mundo te responde.
Cuanto más afán de poder y más altos ideales, más bajos los resultados.
Trata de hacer feliz a los demás y estarás cultivando la miseria.
Enseña la moral a los demás y estarás cultivando la arrogancia.
Sabiendo esto, el maestro acepta la realidad tal como es, y actúa sin imponer su voluntad.
Es recto, pero flexible. Radiante, pero de serena presencia.
59
La señal de un hombre moderado es que no se aferra a sus ideas.
Tolerante, firme y flexible, como un árbol al viento, consciente de todo, la vida ocurre y te lleva por su camino.
El no apegarse a las cosas y estar desinteresado, Te permite estar más disponible a la vida.
60
Sentir el Tao es simple, no necesitas aspavientos.
Mantente consciente sintiendo el Tao y las funestas creencias no tendrán poder sobre ti, podrás apartarte fácilmente de su trayecto.
61
Cuando vives consciente en el Tao te vuelves como el mar, todos los ríos confluyen en su seno.
Sentir el Tao te permite cultivar la humildad necesaria para seguir el camino.
Admitir errores permite corregirlos. El sabio considera a los demás como sus más valiosos maestros.
Si sientes consciente tu naturaleza, nutres la quietud y no te entrometes en asuntos ajenos, así es la verdadera enseñanza.
62
El Tao es la fuente de todas las cosas, el tesoro del buen hombre y el refugio del mediocre.
No es una posesión, así que olvida los méritos y ganar respeto con bellas palabras y buenas obras, el Tao nadie puede adquirirlo.
Por eso, cuando se avecina un cambio en la vida, no le ofrezcas tu riqueza o destreza, sino tu profundo vivir de la Fuente.
Los antiguos maestros eran uno con el Tao, no querían buscarlo sino vivirlo, y en él, encontraban su camino.
63
Actúa sin esfuerzo, sin interferir con las cosas. Saborear lo que tienes, percibir lo simple dentro de lo complicado, es signo de sabiduría.
El maestro afronta las cosas difíciles mediante pequeños actos.
Cuando hay dificultades se detiene y las acepta. No se aferra a su comodidad, así los problemas dejan de ser problemas.
64
Pon atención a las cosas pequeñas y observa que estén en orden antes de que se desarrollen. Un gran viaje comienza con el primer paso.
Si te aferras a las cosas, pierdes la totalidad. Si lo fuerzas a su culminación, no dejas que la naturaleza actúe, y te extravías.
Por eso el maestro actúa dejando las cosas seguir su curso. Permanece presente y en calma, nada tiene que ganar ni perder.
Lo único que tiene en cuenta es la realización del Tao y saber que la naturaleza cuida de todo.
65
Los antiguos maestros no intentaban educar a la mente, sólo enseñaban a no depender del intelecto.
No se puede enseñar a quien cree que ya tiene las respuestas.
Quien sabe que no sabe, encuentra su propio camino. Para entender la mente evita la astucia.
Lo más claro es lo más simple. Pleno en una vida ordinaria, se muestra a la mente el camino de retorno a su verdadera naturaleza.
66
Dado que el mar yace más bajo, todos los ríos fluyen al mar. A la humildad le ocurre algo similar, por eso es tan poderosa.
Para entender la mente debes situarte por debajo de ella. Para guiarla debes saber situarte detrás.
De esta manera, no se sentirá oprimida ni manipulada. Debido a que el maestro no compite con nadie, nadie compite con él.
67
Unos dicen que mi enseñanza es absurda, otros, que no es práctica. Pero quienes lo viven encuentran el sentido profundo de la vida.
Sólo hay tres tesoros que guardo: simplicidad, paciencia y comprensión.
La simplicidad de pensamiento y acción, te retorna a la fuente del ser.
La paciencia en las relaciones, armoniza con el modo de ser de las cosas. Y la comprensión que reconcilia a todos los seres del mundo.
68
El mejor guerrero quiere a su oponente en su mejor forma. El mejor negociante sirve con su actividad al bien común.
Encarnar la no-competición significa afrontar tu actividad con espíritu de juego.
Ser como niños es estar en armonía con el Tao.
69
Se dice que, "la mejor batalla es la que no se inicia". Esto es avanzar sin emplear las armas.
Un gran error es subestimar a la mente. La subestimas cuando piensas que es malvada. Así destruyes tus tres tesoros y te enfrentas a ti mismo.
Ten en cuenta que, siempre que dos fuerzas se oponen vence quien sabe ceder.
70
El Tao es fácil de comprender y practicar. Pero las palabras de tu intelecto se quedan cortas y, si intentas practicarlo con palabras, fracasas.
Suelta la presa de tus significados.
Conocer el Tao es observar con atención el sentir de tu corazón.
71
La arrogancia de poseer conocimientos es una enfermedad.
El maestro no posee conocimientos ni la vanidad de poseerlos. Sabe lo que ignora, por eso vive verdaderamente en plenitud.
72
Cuando se pierde el sentido natural de las cosas, se busca el sentido de las reglas. Al no confiar en uno mismo, se depende de la autoridad.
Por eso, el maestro procura no hacer gala de erudición para que la mente no se confunda.
Puesto que enseña sin marcar objetivos, la mente no tiene nada que aprender, el maestro sabe de sus límites.
73
El Tao siempre está en paz. Responde en silencio a través del sentir de su corazón.
Como el tejido que compone el universo, nada se le escapa.
74
Si todo cambia, de nada vale aferrarse a lo superficial. Y si no temes morir, no te importarán tanto las posesiones que tanto valoras.
En el afán de controlar tu vida estás usando herramientas que no sabes usar, y lo más probable es que se vuelvan contra ti.
75
Si la tensión es excesiva la mente necesita alivio. Si tu control interfiere demasiado la mente se ve amenazada y pierde su espíritu.
No actúes en contra de la mente. Confía y deja que haga sus tareas.
76
Los humanos nacen suaves y blandos, cuando mueren son rígidos y duros.
Las plantas nacen flexibles y tiernas, pero muertas, son quebradizas y secas.
Así pues, es mejor ser suave y adaptable, te hace un discípulo de la vida.
77
Cuando actúa en el mundo, el Tao sabe cómo equilibrar los opuestos.
Controlar y emplear la fuerza para proteger tu poder va en contra de la naturaleza del Tao.
Equilibra las cosas.
El maestro sabe sentir el camino, porque no acapara posesiones.
Actúa sin expectativas, no se atribuye ningún mérito. No es mejor que nadie ni lo pretende.
78
El agua es ejemplo de suavidad y adaptabilidad. Sin embargo, puede disolver lo duro y lo rígido.
Esto es verdad, pero pocos lo ponen en práctica.
Por eso el maestro permanece sereno ante el sufrimiento. Así la deriva emocional no puede penetrar en su corazón.
Renunciar a esta atención, es la mejor ayuda para la mente.
Las verdaderas palabras parecen paradojas.
79
Culpar a otros o las circunstancias por tu fracaso, no te da la oportunidad de enmendar el camino.
Por eso el maestro cumple sus compromisos y enmienda sus errores. Hace lo que tiene que hacer y nada exige de nadie.
80
Cuando se vive de acuerdo al Tao, los métodos y técnicas están de sobra. Y no hay ningún interés en conocer otros lugares.
Cuando la vida diaria se disfruta, no hay necesidad de nada más.
Si la satisfacción es plena puedes vivir hasta el final de tus días sin más deseos que la propia realización.
81
Las palabras verdaderas no son elocuentes, las palabras elocuentes no son verdaderas. Es sabio quien no precisa implantar su opinión.
El maestro no tiene posesiones, cuanto más ofrece a los demás, más grande es su riqueza.
El Tao nutre porque no fuerza condiciones ni quiere controlar a nadie.