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Extractos - Gonzalo Rodríguez-Fraile

Un nuevo paradigma

¿Un nuevo paradigma de la realidad?

Introducción: Un cambio de contexto

Por Gonzalo Rodríguez-Fraile

Este libro trata sobre la espiritualidad en la era de la globalización, la secularización y el materialismo reduccionista. Presenta el ideal de vivir conforme a la naturaleza espiritual del ser humano. Nace así de una inquietud fundamental que podría formularse de la siguiente manera: ¿cómo reconciliar los grandes avances científicos de nuestro tiempo con la búsqueda de una vida más plena, más feliz, más íntegra y trascendente? He intentado identificar puentes y puntos de contacto entre la visión científica del mundo y las grandes tradiciones espirituales (tanto occidentales como orientales) de la Humanidad. Parto así de una firme convicción, que late en prácticamente todas las secciones de esta obra: en la casi infinita variedad de tradiciones sapienciales producidas por la creatividad humana a lo largo de la historia existen unos elementos compartidos que nos revelan verdades profundas y útiles sobre el sentido de la vida y el papel del ser humano en el Universo.

Un nuevo paradigma de la realidad

No es, pues, una obra religiosa, ni de filosofía o teología; tampoco sobre ciencia, aunque de alguna forma toque cuestiones filosóficas, teológicas, religiosas y científicas. Y es que la espiritualidad atraviesa, como si de una espada se tratase, todas las dimensiones del ser humano: la religiosa, la política, la social, la moral, la familiar. Sin embargo, no exige una conexión definicional, pues no se identifica plenamente con ninguna de ellas. No espere el lector, por tanto, un tratado filosófico sistemático, o un libro científico, o una monografía sobre historia de las religiones. No ha sido mi intención escribir un libro académico, dirigido a doctos y especialistas, sino dejar que fluyera libremente mi propia experiencia personal, las opiniones que he ido cultivando a lo largo de los años y que ahora se encuentran ya maduras. Simplemente he querido poner por escrito, y de forma consistente, una serie de reflexiones, principios y argumentos que me han ayudado a progresar en el conocimiento de mí mismo y en la comprensión del mundo que nos rodea. Lógicamente, al no ser científico ni filósofo, el lector encontrará limitaciones en mis ideas y argumentos, pero creo que si contempla este libro con una mirada generosa y amplia descubrirá que no he pretendido elaborar una teoría metafísica sistemática, una ontología que integre distintas áreas del saber de modo preciso y articulado, sino valerme de grandes principios científicos, filosóficos y espirituales para intentar arrojar luz sobre cuestiones esenciales de lo humano, sobre preguntas que a todos nos asaltan, sobre dilemas a los que todos nos enfrentamos y que determinan en gran medida nuestro grado de felicidad en la siempre compleja e inescrutable existencia humana.

Además, la presente obra está escrita para cualquier persona, tenga creencias religiosas o no, y con independencia de la comunidad religiosa de la que forme parte. Se mencionará a grandes líderes religiosos, como Jesús o Buda, pero en su exclusiva dimensión espiritual, por su contribución a la espiritualidad, no por su contribución religiosa.

Considero que uno de los logros más importantes de las últimas décadas ha sido poder asistir a la extraordinaria expansión del conocimiento humano. Nuevas fronteras cósmicas, ondas gravitacionales, detalles cada vez más prolijos sobre la estructura de la materia en sus niveles más básicos, el estudio de la genética y de la epigenética, el desarrollo de las tecnologías de la comunicación… Estos hitos científicos sólo pueden generar una profunda admiración en quien los comprende. Sin embargo, las preguntas fundamentales siguen intactas. Y, más aún, cabe preguntarse: «¿Cuál es el sentido de esta nueva visión científica del Universo que emerge de la física y de la biología para el ser humano, que anhela conquistar la felicidad y otear nuevas posibilidades?»

En nuestra época, la abundancia de información empírica no siempre coexiste con una percepción más profunda de cómo todo se conecta con todo, de cómo los distintos niveles de complejidad de lo real tejen un inmenso lienzo en el que cada parte se halla vinculada inextricablemente con las demás, en un todo coherente y armonioso.

Esta visión integradora, que se afana en desentrañar el hilo sutilísimo que todo lo conecta, debe permitirnos trascender los detalles para elevarnos a un plano de reflexión más amplio y filosófico. Este libro intenta situarse en ese plano de reflexión más universal y más integrador, sin renunciar a una búsqueda de sentido que nos proyecta a la esfera del razonamiento ético: no sólo de cómo son las cosas, sino de cómo pueden ser para hacernos más felices y para mostrarnos cómo todo se vincula con todo, y cómo los descubrimientos sobre la estructura física del Universo no pueden ser ajenos a las inquietudes más profundas del hombre, que al fin y al cabo es parte del Universo y fruto de la evolución orgánica de la materia. Materia y consciencia, en definitiva, no pueden oponerse, porque remiten a una misma realidad, a un nivel más profundo de comprensión.

En consonancia con estas reflexiones, es conveniente señalar que al hacer referencia a la ciencia estoy aludiendo al concepto de ciencia en su sentido amplio, como “conocimiento válido” (reminiscente de la acepción etimológica más genuina del término latino “scientia”) y no sólo en el de ciencia empírico-analítica, porque algunas de las realidades tratadas en el presente libro no son experimentables hoy en día. Esto se verá con más detalle en el capítulo octavo de la primera parte de este libro, que trata sobre el problema de la verificación. A modo de ejemplo, es preciso señalar que cuando invoco el concepto de “leyes universales” no hago sino referirme a las leyes que rigen la evolución de la consciencia; a los patrones y regularidades que aparecen en el desarrollo de la consciencia, reveladores, a mi juicio, de las propiedades esenciales de este proceso.

¿Cuál es entonces la metodología que he empleado en este libro? Las ciencias y la filosofía parten de la razón. Es su gran instrumento. La razón sigue reglas lógicas, leyes de inferencia que nos permiten transitar de una premisa a una consecuencia de acuerdo con cánones inexorables. La razón no hace sino organizar las evidencias empíricas disponibles de manera articulada. Sin embargo, otras esferas de la actividad humana, como el arte y la espiritualidad, se inspiran más en la intuición que en la razón. La imaginación se proyecta a lo desconocido. Más que en la lógica, se basa en la analogía, donde la mente pasa directamente de A a C sin transitar necesariamente por B. La lógica nos ofrece consecuencias seguras, resultados ciertos e irrefutables; la analogía, fundamento de la imaginación, sólo nos ofrece resultados probables y discutibles. Somos imaginativos por naturaleza. En nosotros coexisten la lógica y la analogía, y del vigor y la destreza con que se integren surgen algunas de las conquistas más notables de la especie humana. La imaginación, la intuición, la captación directa e inmediata de un contenido sin que discurra a través de un proceso argumentativo y secuencial, también desvela grandes y profundas posibilidades de la mente humana, sin las que —quizás— algunas de nuestras mayores creaciones científicas y artísticas jamás se habrían producido. Este libro aúna, por tanto, lógica e imaginación, razón y proyección, el dato cuidadosamente analizado con una perspectiva sintética que no puede ofrecer certezas, evidencias incontestables, sino opciones probables. Por ello es una gran exhortación a quien lo lea; junto a datos contrastados de la ciencia y de la historia, el lector encontrará ofertas, sugerencias, reflexiones que a mí me han ayudado y que me veo en la obligación de compartir con quien pueda estar interesado en ellas. Por supuesto, los itinerarios individuales difieren considerablemente, y es siempre difícil intentar extraer reglas universales basadas en experiencias particulares. Por eso este libro es, ante todo, una propuesta; pertenece más al ámbito del arte y de la espiritualidad —donde el sujeto se expresa libremente— que al terreno de la ciencia y de la filosofía, disciplinas que ante todo buscan razones objetivas, despojadas todo lo posible de las trazas de subjetividad que definen la esencia más genuina de la creación artística y de la búsqueda espiritual. Y, sin embargo, junto a este impulso artístico y espiritual, no he querido renunciar a integrar datos fundamentales de la ciencia y de la filosofía.

Por tanto, espero que el lector comprenda que en este libro he querido ofrecer interpretaciones verosímiles, no completamente demostradas, a medio camino entre la razón y la imaginación, pero que pueden ayudar a muchas personas a encontrar un sentido a su existencia y a alcanzar esa meta tan ansiada que es la felicidad. Los lectores de mentalidad científico-racionalista pensarán que me he dejado llevar por un exceso de entusiasmo en las capacidades humanas; que toda felicidad es, como decía Freud, episódica y pasajera, e imposible de conquistar por completo; que somos el producto de un cerebro evolucionado y que no es legítimo buscar un significado más trascendente a un mero accidente cósmico. Yo no puedo creer en estas tesis. Considero, de hecho, que la propia ciencia no responde categóricamente a muchas de las cuestiones que el ser humano se plantea, sino que las deja abiertas. No creo que la ciencia demuestre que somos el fruto del azar y de la contingencia cósmica. Es más: creo que también proporciona argumentos poderosos para pensar que existe un sentido universal, más sutil y profundo, más trascendente y abarcador. Pues creo, como Kepler, que «el principal propósito de toda las investigaciones sobre el mundo exterior debe ser descubrir el orden y la armonía racionales que han sido impuestos por Dios y que Él nos ha revelado en el lenguaje de las matemáticas».

Como, en general, existe una moral común a toda la Humanidad —por ejemplo, matar no es “espiritual” en China, ni en Honolulu, ni en Londres—, existe también una espiritualidad común para Occidente y Oriente, que traspasa todo tipo de barreras cuando uno se abre a lo trascendente. Este libro pretende unir, no separar; ayudar a la Humanidad a elevar su nivel de consciencia, para vivir una existencia de mayor calidad en conformidad con su dimensión espiritual.

Aunque no sea de temática religiosa, la presente obra habla del Absoluto, de la belleza de la creación evolutiva y de la gratitud que debe sentir el ser humano por formar parte del Universo. Se presenta a un Absoluto trascendente e inmanente, personal e impersonal al mismo tiempo, cuya presencia en el Universo es real. No se pretende crear una nueva dogmática, sino más bien ver hacia dónde apuntan algunos de los nuevos conocimientos. En este sentido, la presente obra puede resultar algo ecléctica, pues trata sobre distintos asuntos que no pueden ser explicados en profundidad en un solo libro.

En su primera parte, el propósito de este libro consiste en describir brevemente qué dicen actualmente algunos de los principales pensadores de la ciencia y la filosofía acerca de la realidad, y cómo esta nueva visión del mundo parece estar convergiendo con lo que la sabiduría perenne de la Humanidad ha afirmado a lo largo de la historia.

Este libro también tiene el objetivo, que se desarrollará en su segunda parte, de tratar de entender lo que puede suponer para los humanos la exposición a este nuevo conocimiento, y cuáles son los cambios en el interior de uno mismo que cualquiera puede llevar a cabo a la luz de esta información.

La presente obra se puede leer en cualquier orden. Depende de qué parte del cerebro se quiera usar primero: las personas con mente analítica (uso predominante del hemisferio izquierdo) podrían leer primero la Parte I, y si sintonizan con ella, continuar con la Parte II. Por otro lado, las personas de mente más intuitiva podrían preferir comenzar por la Parte II, y si sintonizan con ella, continuar con la Parte I para encuadrar mejor la comprensión adquirida, o para encontrar herramientas con las que explicarla a otros que busquen la misma información.

En definitiva, las cosas hay que verificarlas interna y externamente. Así se construye la sabiduría integral. La verificación interna es ilimitada, no así la externa; esta progresa a través de niveles de conocimiento y se ve limitada por la tecnología disponible en cada momento —ya que se investigan realidades no perceptibles por los sentidos humanos, por lo que se necesitan dispositivos de gran energía—, por el paradigma mental desde el que se diseña la investigación, y por las realidades investigadas. La ciencia y la lógica son susceptibles de ser confirmadas, y son definibles y objetivas. En cambio, la espiritualidad es subjetiva y experiencial, aunque también se puede confirmar. No es posible probar la verdad espiritual a través de la lógica lineal, pero se pueden verificar sus resultados. La investigación de la consciencia se ocupa de los dominios lineales y no lineales, y sirve de puente entre ellos. Todo en la vida se puede describir desde dos enfoques distintos: lineal frente a no lineal, o sea, ciencia frente a espíritu.

Los dominios de la consciencia ordinaria (lineales), tienen que ver con la forma, la secuencia lógica y la percepción, que separa, divide y establece categorías. Este tipo de percepción y su lenguaje permiten realizar predicciones relativamente acertadas. Cuando los acontecimientos caen fuera de lo predecible, los datos se suelen ignorar como ruido de fondo o caos. La debilidad subyacente de este dominio es que proyecta los mecanismos mentales de la cognición sobre un Universo objetivo que existe con independencia del observador; es el mundo de los efectos y de la interacción de fuerzas. Este dominio no consigue reconocer el crucial sustrato de subjetividad, que es la base de toda experiencia y observación. Su pretendida objetividad descansa sobre la subjetividad. El mero hecho de afirmar que la objetividad existe es ya una afirmación subjetiva; es el dominio de todo lo conceptual, mental y sensorial (física, filosofía, matemáticas, teología etc.).

En contraste con el mundo tangible y visible, existe el dominio infinito y “omniabarcante” que se denomina no lineal. La ciencia ha comenzado a abordarlo recientemente a través del estudio de la consciencia, la teoría del caos y la dinámica no lineal. La vida entera en su esencia es no lineal, no mensurable y no definible; es puramente subjetiva. El dominio no lineal es el de la capacidad de experimentar, sin la cual no tendría valor alguno el conocimiento. Hasta ahora, la ciencia lo había ignorado como algo menor, y lo había relegado al estudio de la filosofía, la teología o el misticismo. Sin embargo, el mundo del poder y de la creación (o emergencia) se halla en los dominios no lineales, que pueden dar lugar a la forma a través del ejercicio de la voluntad, la cual, a su vez, dispone de la capacidad de activar posibilidades y opciones. Lo no lineal es el mundo del espíritu, lo que no tiene dualidad; es la experiencia mística y la inspiración creativa, que no está condicionada por los conceptos aprendidos.

Lo lineal esta contenido dentro de lo no lineal. No son dos reinos diferentes, sino un único reino visto desde dos perspectivas distintas. Se puede hablar de específico frente a holístico; de dualidad frente a no dualidad; de visible frente a invisible; de definición frente a significado; de fuerza frente a poder; de duradero frente a eterno; de localización frente a no localización; de cualidad frente a esencia; de saber “acerca de” frente a ser; de material frente a espiritual; de ilusión frente a realidad; de eso “o” lo otro frente a eso “y” lo otro; de dividido frente a unido y de finito frente a infinito. En resumen, de César frente a Dios.

Toda información ha de ser interpretada por el receptor en un contexto determinado. Así es como se interioriza y posteriormente se experimenta. La nueva visión del mundo, o Nuevo Paradigma, amplía el contexto en la mente humana, lo cual permitirá a las personas comprender más profundamente la filosofía ancestral, redefinir el propósito de la vida y, sobre todo, cambiar la propia intención, que es el motor de todo progreso evolutivo. Así pues, el entendimiento no surge simplemente de examinar los datos, sino de hacerlo en un determinado contexto. Al cambiar éste, las explicaciones intelectuales del anterior ya no encajan.

La realidad es siempre interpretada. Todos los conceptos mentales son provisionales por naturaleza. Ser consciente de esa limitación es una cualidad necesaria para la sabiduría. Ésta posee un componente de humildad y otro de flexibilidad; ve todo conocimiento como provisional y sujeto a modificación, no sólo en su significado, sino también en su valor. Se podría definir la sabiduría con una fórmula matemática: sabiduría = conocimiento + Amor o, mejor dicho, conocimiento “en” Amor.

Un paradigma es un contexto generalizado, un punto de vista. También puede significar “campo general”. Un paradigma, por lo tanto, determina de antemano el rango de posibles experiencias o descubrimientos, y es un factor sobre el que la consciencia ordinaria no tiene conocimiento.

Un paradigma es como las “gafas” que se usan para “ver” el mundo. Este libro tiene la intención de ayudar a las personas a cambiar los cristales de esas gafas, para que puedan ver qué ocurriría al hacerlo.

Debido a los descubrimientos recientes, hoy es posible mantenerse dentro de la lógica y la racionalidad y al mismo tiempo comprender las realidades espirituales, sustentadas en múltiples verificaciones. El Nuevo Paradigma ha expandido el contexto existente para incluir las realidades científicas y espirituales al mismo tiempo, en vez de unas u otras. La expansión de paradigma siempre facilita la resolución de conflictos.

Como se verá más adelante, todo lo que existe es un “holón” (una totalidad/parte), y un paradigma también lo es. Como tal, está sujeto a las propiedades de los holones. Una de ellas es la de trascender e incluir; no trascender y disociar, porque esto provocaría una patología. Así pues, todo nuevo paradigma debe trascender e incluir el anterior, y no sólo negarlo.

La mayoría de los seres humanos estamos “afiliados” a un paradigma determinado, y suponemos que nuestra propia percepción/experiencia representa la realidad. Abrirse a una nueva forma de pensar y de entender la vida supone una mala noticia y una buena: la mala es que puede asustar, puesto que hacerlo implica abandonar la seguridad de lo “conocido”; la buena es que cuando este nuevo paradigma de la realidad se comprende y se verifica, es sorprendente cuán rápido puede transformar las vidas de las personas.

En definitiva, más que un nuevo paradigma en sentido estricto y literal, lo que el lector encontrará aquí son orientaciones de cómo romper con los paradigmas establecidos y forjar su propio paradigma, un paradigma que le ayude a captar dimensiones más profundas de la realidad y a elevarse espiritual y éticamente hacia una consciencia más cabal e integradora. La intención no es otra que la de ayudar a los seres humanos a adquirir consciencia de su valor, su dignidad y sus posibilidades. La realidad desborda todos los conceptos humanos. En palabras del eminente matemático suizo Leonhard Euler: «Las obras del Creador sobrepasan infinitamente las producciones de la habilidad humana» (Carta del 2 de diciembre de 1760). En este libro, más que exponer una teoría como tal, deseo inspirar, exhortar a reflexionar y a ver cómo las enseñanzas de la ciencia, de la filosofía y de las grandes tradiciones espirituales pueden ayudarnos a mejorar, crecer y progresar.

La nueva ciencia ve un diseño inteligente en todo el Universo. La física cuántica ha revolucionado el conocimiento sobre la realidad. Todos los científicos son conscientes en la actualidad de los “enigmas” cuánticos, pero no todos están de acuerdo en cuanto a la forma de interpretarlos. En este libro se ofrece una interpretación que puede llegar a explicarlos. Ésta se basa en la idea de la “ciencia dentro de la consciencia”. Pues la consciencia no es sólo uno de los misterios más profundos del conocimiento, sino el atributo más desconcertante del ser humano. Sin consciencia no lograríamos percatarnos de la realidad que nos rodea y de nuestra propia existencia. Sin consciencia no habría florecido la creatividad humana. No es de extrañar que el biólogo británico Sir Julian Huxley, primer director general de la UNESCO, escribiera las siguientes palabras: «Como resultado de mil millones de años de evolución, el Universo se está haciendo consciente de sí mismo, capaz de entender algo de su historia pasada y de su posible futuro». En mi opinión, lo que contemplamos es una consciencia que evoluciona, una mente que progresa para entender y amar más. A lo largo del presente trabajo se hará evidente cómo esta interpretación es la que más se asemeja a la visión de la realidad que han ofrecido tanto la sabiduría perenne de la Humanidad, como las enseñanzas de las grandes Maestros espirituales a través de la historia.

Ya decía Jung que Freud y otros muchos pensadores de su tiempo no habían podido librarse del materialismo científico imperante en su época, por lo que intentaron esclarecer toda creación espiritual compleja con arreglo a una imagen mecanicista del Universo.

En estos últimos tiempos es posible decir mucho más, y desde una perspectiva más novedosa que la que hasta ahora ha podido ofrecer la cultura existente. Ahora bien, es necesario advertir que lo que aquí se presenta podrá parecer, posiblemente, más ciencia-ficción que ciencia. Al menos es lo que me pareció, como autor, cuando mi mente comenzó a abrirse a alguna de estas ideas, que, sin embargo, me trajeron paz incluso antes de poder verificarlas.

Un nuevo paradigma debería integrar utilizando los tres modos de adquirir conocimiento disponibles para el alma: conocimiento trascendente, conocimiento racional y ciencia. Esta integración debe también reconocer el orden jerárquico de estos tres “ojos” —no se puede reducir el superior en el inferior— y sus ámbitos de aplicación para eludir errores categoriales.

Quizás la mejor manera de aprovechar el presente libro es procurar que la mente del lector ni acepte ni deje de aceptar las ideas contenidas en el mismo, sino que se abra una ventana “hipotética” en la mente que manifieste: «Si todo lo que aquí se dice fuese cierto, ¿cómo cambiaría mi vida y mi actitud ante las cosas?». A partir de ese punto sólo quedaría un último trabajo, más fácil de realizar: verificar el grado de verdad de las ideas expuestas.

Por razones de simplicidad, se utilizarán en este libro algunas escalas numéricas. El lector debe saber que cuando se tratan temas como la energía, las ondas energéticas y diferentes frecuencias vibratorias, cualquier división numérica artificial y sus subdivisiones se hacen mucho más sutiles. Los expertos pueden dividir los niveles de consciencia en cuatro, en cuarenta o en cuatrocientos, en función de lo precisos que quieran ser en la descripción de sus diferencias. Lo importante es el concepto subyacente. Por ejemplo, la vibración no es otra cosa que la cualidad de nuestra facultad perceptiva, no en el sentido puramente sensorial, sino en el más estrechamente asociado al concepto de “intellectus” (que viene del latín intus-legere, “leer en el interior”). Por tanto, la vibración no ha de interpretarse en el sentido puramente físico y mecánico (como el número de oscilaciones por segundos), sino desde una perspectiva más metafórica y analógica.

Por otro lado, siempre hay que tener en cuenta que “el mapa no es el territorio”; con esto se quiere decir que conocer el concepto no es lo mismo que experimentarlo.

Es imposible desarrollar con detalle todos los temas que se tratan en esta obra. Su propósito es más bien ofrecer algunas pinceladas sobre temas importantes, para intentar hacer una síntesis de muchas de las disciplinas del saber actual. Este trabajo de síntesis tiene todavía mucho camino por delante.

Podría ser el objeto de un segundo libro explorar más en detalle cómo se pueden integrar mejor algunas de las ideas que aquí se presentan.

A continuación se presenta un breve recorrido por los capítulos de la Parte I y II del libro, de manera que el lector pueda dirigir su atención a lo que más le interese.

PARTE I

El primer capítulo trata sobre el fundamento científico del Nuevo Paradigma.

En el epígrafe 1.1 se hace un pequeño repaso a la evolución de la física, comenzando por la física clásica (mecanicista) hasta llegar a una concepción cosmológica abierta a la espiritualidad y la teoría de cuerdas actual. Se verá cómo muchos científicos conciben en la actualidad un Universo multidimensional, en el que cada dimensión representa una frecuencia vibratoria diferente y, seguramente, también un mundo diferente, no susceptible de ser percibido por nuestros sentidos.

El epígrafe 1.2 se detiene un poco más en la visión científica actual sobre la realidad y explica que todo lo que existe está compuesto de energía “in-formada”. Se habla acerca de la primacía de la consciencia en la manifestación del mundo de la forma, y se describe en qué consiste la posibilidad de llevar a cabo una ciencia dentro de la Consciencia. También se describe un Universo con inteligencia y propósito.

En el epígrafe 1.3 se analiza una de las más recientes líneas de investigación científica que trata de determinar si el Universo es holográfico, con todas las implicaciones que ello traería consigo.

En el epígrafe 1.4 se describe el efecto del observador en la física cuántica, y se explica cómo no es posible separar la realidad material de la Consciencia que la observa y la causa.

En el epígrafe 1.5 se explica el concepto de causalidad descendente, y se verá cómo el mundo tridimensional es un mundo de efectos y no de causa y efecto. Se expondrá en este apartado que la causa de todo lo que se manifiesta recae en las dimensiones no visibles que tienen mayor frecuencia vibratoria y, por tanto, pueden contener más información. De esta idea se deriva otra muy poderosa: todo lo que ocurre es perfecto y necesario, o no ocurriría. También se podrá ver cómo todo lo que ocurre está alineado con el propósito universal.

El capítulo 2 trata de la nueva visión integral del ser humano.

En el epígrafe 2.1 se ofrece la nueva visión del ser humano como un ser espiritual en evolución. Se expondrán argumentos según los cuales el ser humano es un ser espiritual que está experimentando un crecimiento en los mundos físicos, y no un ser físico teniendo una experiencia espiritual. Se hablará también sobre los cuatro cuerpos o filtros que utiliza el alma para interactuar con la realidad. Del mismo modo, se examinarán los tres archivos que contienen la información en el ser humano, y las diferencias entre ellos.

El capítulo 3 versa sobre los niveles de consciencia. En este punto converge todo lo dicho hasta el momento, y es una de las claves a tener en cuenta en el crecimiento personal.

En el epígrafe 3.1 se introduce un concepto novedoso y muy importante para la investigación científica: el de los niveles de consciencia. El nivel de consciencia es un campo de atracción energética que determina la propia visión de la vida y los propios comportamientos. Se presentarán algunas escalas descriptivas de tales niveles, y se estudiarán sus características. También se comentarán algunas de las herramientas disponibles para ascender por esos niveles. Se verá cómo el conocimiento de los niveles de consciencia sirve para mejorar la comprensión de los problemas individuales y sociales, y de qué manera ayuda a distinguir las causas primarias de las secundarias.

En el epígrafe 3.2 se analiza la correlación directa entre el nivel de consciencia y la experiencia interna de felicidad.

El epígrafe 3.3 ofrece una descripción detallada de los niveles de consciencia que están situados por encima de los niveles racionales, y se comenta cómo cambia la realidad cuando es percibida desde esos niveles. Se hará un análisis del salto cuántico entre lo lineal y lo no lineal, entre la razón y el Amor.

En el epígrafe 3.4 se describe la manifestación del comportamiento humano a través de los distintos niveles de consciencia. Para ello se han elegido dos temas que resultan de interés para casi todas las personas: el trabajo profesional y el sexo. Se verá cómo es el comportamiento humano en estos dos ámbitos, dependiendo del nivel de consciencia que se haya alcanzado.

En el epígrafe 3.5 se estudian las distintas líneas de desarrollo, y cómo el nivel de consciencia es la “nota media” de todas ellas. Se observará cómo estas líneas son relativamente independientes, pero también que todas se desarrollan de forma “holárquica”.

El capítulo 4 realiza un recorrido por la progresión “holárquica” de una de las líneas del desarrollo, la cognitiva. Se verá en él cómo va avanzando, tanto en el individuo como en la sociedad, y cómo pasa por los niveles arcaico, mágico, mítico, racional, de la visión lógica y, finalmente, por los cuatro niveles místicos subsiguientes.

En el capítulo 5 se habla sobre las tres formas amplias de manifestación de la consciencia en los reinos animal y humano. Se describirán la consciencia simple (reino animal) y las dos grandes posibilidades de la manifestación de la consciencia en el reino humano: la consciencia del yo y la consciencia cósmica o mística.

En el capítulo 6 se estudia la filosofía integral, y también la naturaleza “holónica” de la realidad. Se expondrá en él cómo los cuatro cuadrantes de toda manifestación pueden acabar con la visión reduccionista de la realidad. También se verá si es necesario o no contar con un cierto desarrollo psicológico antes de pretender el desarrollo espiritual.

En el capítulo 7 se analiza la diferencia entre la espiritualidad y la religión desde este nuevo paradigma, y la diferente función de cada una de ellas. Se observará en qué consiste la diferencia entre la actividad de “traducción” y la de “transformación” de la realidad. También se verá la oportunidad que tanto la nueva ciencia como la conciencia mística ofrecen para lograr una mayor convergencia entre las distintas creencias religiosas existentes en el mundo actual.

Por último, el capítulo 8 trata acerca de la verificación, de los tres “ojos” diferentes de que disponen las personas para investigar la realidad, y de cómo impedir que se cometan más errores categoriales en la investigación del conocimiento.

PARTE II

Introducción

Cuando se empieza a comprender la dirección de las últimas investigaciones en muchas disciplinas del saber actual, y simultáneamente se investigan las enseñanzas de los místicos, tanto de Oriente como de Occidente, a lo largo de la historia, una nueva visión de la realidad comienza a formarse en la mente.

A partir de ese punto, el trabajo consiste en comenzar a vivir la propia existencia de acuerdo con el nuevo contexto y el nuevo conocimiento. Lo que supone un reto es cómo empezar a practicar con esa visión novedosa, y cuáles son los cambios internos que hay que afrontar. Es posible dejarse guiar por el maestro interior; otra posibilidad es aprender de otros que ya han avanzado por este camino.

En este sentido, yo mismo tuve la fortuna de lograr el acceso a información de distintas fuentes; pero especialmente a una de carácter extraordinario: la proporcionada por Gerardo Schmedling en sus talleres de Magia del Amor. Se trata de la información más completa y mejor estructurada que he sido capaz de encontrar hasta la fecha. He podido comprobar en mí y en muchas otras personas, cómo esta información facilita enormemente el entrenamiento y, por tanto, el crecimiento.

La información que encontrará el lector en esta segunda parte del libro está basada fundamentalmente en esa fuente, en otras semejantes y en mi experiencia personal. Cuando me expuse a esas enseñanzas, mi mente ya había comprendido todo lo que se explica en la Parte I y, por ello, pude comprobar rápidamente su relevancia y su perfecto encaje con el Nuevo Paradigma que está emergiendo sobre la naturaleza de la realidad.

En la Parte II se presentan los siguientes contenidos:

En el capítulo 1 se habla sobre las Leyes Universales. Éstas son los principios inmutables que rigen el funcionamiento universal y determinan la manifestación. Se describirán estas leyes por orden jerárquico. Nada puede ocurrir fuera de la Ley, por lo que el conocimiento sobre ellas es clave para el crecimiento.

En el capítulo 2 se describe el funcionamiento de estas leyes en la vida cotidiana, y se proporcionan algunas claves para reconocer su presencia.

En el capítulo 3 se ofrece una visión del Universo multidimensional y se explica la función de la Gracia en el crecimiento. También se analiza la cuestión de los “milagros” y la propia actuación dentro del nuevo paradigma.

En el capítulo 4 se verá cómo todo lo que ocurre es perfecto y necesario desde el punto de vista del alma, aunque no le parezca lo mismo al ego. Se intenta desarrollar la “ciencia” de la “Aceptología” para lograr la paz interior.

En el capítulo 5 se analiza el cambio de pensamiento que es posible afrontar a la luz de la nueva información. Se habla en este capítulo de la desmaterialización del pensamiento, de la identificación personal con el ego o con el alma, y de la capacidad del ser humano para colocarse como testigo y no como sujeto del propio pensamiento. También se analiza cómo la nueva comprensión sobre los niveles de consciencia resulta de ayuda en la resolución de las dificultades personales y sociales.

El capítulo 6 aborda el tema fundamental de la autorresponsabilidad en el desarrollo, a través de la ciencia de “asumir”. Se intentará definir qué es la vida y qué es la muerte. Se verá que la muerte no existe como tal, que sólo es un cambio de experiencia. Se definirán también el destino y la misión que toda persona trae a las experiencias físicas.

El capítulo 7 aborda el tema de las relaciones humanas vistas desde las Leyes Universales. Se intentará analizar en él las causas de los problemas en las relaciones humanas, así como ofrecer algunas soluciones a estas cuestiones.

En el capítulo 8 se habla sobre la abundancia, y acerca de los valores internos que es necesario desarrollar para acceder a ella. Se verá que la abundancia es la característica natural en el Universo, y cómo trascender ciertos bloqueos internos que dificultan experimentarla.

En el capítulo 9 se analiza el servicio como acción y como información. Veremos cuál es el entrenamiento adecuado para el servicio y analizaremos el problema de la idoneidad personal a la luz de las nuevas herramientas, para no cometer los errores del pasado y no confundir disposición con idoneidad.

En el capítulo 10 se toca el tema de la práctica espiritual integral en el nuevo paradigma. Se verá que el crecimiento se apoya en tres pilares: información correcta, entrenamiento en la información y manejo de la energía vital.

En el capítulo 11 se verá la diferencia entre saber acerca de Dios y la realización personal de Dios.

En el capítulo 12 se discute si es necesario o no tener un Maestro que ayude en el proceso.