Extractos - Jan Kersschot
La Liberación no es un premio
Por Jan KersschotNo hay una multiplicidad de existencias;
sólo aquello que Es tiene existencia propia.
— Bernadette Roberts
En la sociedad occidental, la mayoría de las definiciones sobre la felicidad se basan en la obtención de riqueza, respeto y amigos. Sin embargo, éstos no parecen proporcionar una felicidad duradera; como dijimos en el capítulo uno, la mayor parte de los buscadores se dan cuenta de que algo fundamental está faltando en sus vidas. El hábito de poseer más y más forma parte de esa creencia en la existencia de una entidad separada a la que hay que satisfacer todo el tiempo.
Al convertirnos en esclavos de nuestra personalidad buscamos una confirmación por parte del entorno en el que creemos vivir. En otras palabras, somos gobernados por un ego que necesita la aprobación del llamado mundo material. Pero ni siquiera la llamada vida religiosa puede garantizarnos la satisfacción definitiva, ni tampoco la filosofía puede responder a todas nuestras preguntas. Para satisfacer nuestras necesidades más elevadas creemos necesitar algo más. Como afirmamos antes, aún sentimos que falta algo: sabemos que existe una cualidad infinita en la vida y que nos la estamos perdiendo.
Muchos buscadores descubren que en la meditación hay momentos en los que nuestra personalidad parece haber desaparecido y sólo existe una inmensa y abierta vacuidad que nos hace sentir llenos de paz y rebosantes de vida. Pero una vez que acaba la meditación y se vuelve a la vida normal, ese espacio de paz interior parece no estar disponible ya. Los buscadores creen "haberlo encontrado", a través de la meditación pero al mismo tiempo están frustrados por "haberlo perdido" al acabar ésta. Como hemos señalado antes, esto lleva al dualismo de los dos mundos, de los dos aspectos de la vida: el espiritual y el mundano. Este dualismo continuará mientras el buscador no vea que el infinito está disponible en todo lugar y circunstancia, incluso cuando no hay meditación. Esta presencia está disponible en cualquier situación, pero cuando es reconocida por primera vez puede dar lugar a una experiencia muy intensa, extática o de gran paz: hay un impacto inicial que es muy reconocible. El peligro radica en que ahora el buscador empiece a perseguir este éxtasis del primer impacto. Nathan Gill escribe:
Aquello que es, ahora mismo, es perfecto. En cada momento el contenido de la conciencia es absolutamente perfecto y es justo como debería ser. (1)
Cuando vemos que nuestra naturaleza intrínseca no se limita a nuestra vida personal, sino que abarca todas las cosas, descubrimos una plenitud que no depende de unas determinadas circunstancias ni de un particular estado mental. Al ver que somos Una Conciencia Transparente, redescubrimos la forma más permanente de felicidad. Una felicidad inocente, como infantil, que no depende de nuestras circunstancias personales ni de nuestros sentimientos y pensamientos. Y nos quedamos inmersos en el asombro sin que haya ninguna referencia a cualquier tipo de persona como protagonista de la experiencia o de algún estado mental. Llegados a ese punto, no hay razón para el miedo o para la esperanza. Sólo existe la experiencia natural de ser sin ningún tipo de límite. Y no hace falta conseguir nada para descubrir Esto, no hace falta ir a ninguna parte; sólo hace falta eliminar algunas creencias que oscurecen la presencia radiante de nuestra vida. Tony Parsons escribe:
Ni siquiera tengo que esperar a que descienda la gracia. Porque yo ya soy, tú ya eres, él ya es la gracia permanente. (2)
Tal como mencionábamos anteriormente, el descubrimiento de esta liberación no garantiza el fin de todos nuestros sufrimientos, pero una vez que ha desaparecido el apego por nuestros contenidos mentales, el sufrimiento parece hacerse progresivamente más llevadero. Al descansar en la verdad de la presencia intemporal descubrimos que no hace falta hacer nada. Aún habrá problemas y sufrimientos pero éstos serán como olas que vienen y van; no serán experimentados como algo personal a lo que hay que enfrentarse porque ya no hay ninguna persona para hacerlo. Podríamos decir que ya no tenemos más problemas porque ya no hay una persona que diga "tengo problemas". La película sigue pues siendo la misma pero ahora tiene menos drama personal. Vemos que el ego con sus problemas no es más que un concepto pasajero. Como hemos repetido muchas veces, la verdadera Liberación no consiste en mejorar nuestro ego ni en cambiar el drama de nuestra vida, sino en el reconocimiento de nuestro verdadero Yo, en el redescubrimiento de la esencia del ser. Eso es todo. Chuck Hillig lo deja muy claro:
El drama a tu alrededor, sin embargo, continuará desarrollándose exactamente igual que ahora. En otras palabras, realmente no despertarás del sueño, sino que despertarás para el sueño. Pero en este despertar el Soñador tiene que desaparecer por completo. Si no lo hace, estarías simplemente cambiando un sueño llamado "antes-estaba-dormido" por otro llamado "¡pero-ahora-estoy-despierto!". Y aquí viene el colmo en ironía cósmica: El Ser que está "dormido" es el mismo Ser que está "despierto". Después de todo, sólo existe un único Ser. Una única Conciencia. Un único "Esto"... La fascinante capacidad de seducción del sueño queda patente en la sempiterna creencia de que, algún día (si el Soñador juega bien sus cartas cósmicas), se producirá un "despertar". Pero, en realidad, el llamado "Autobús de la Iluminación" que ha estado esperando nunca aparecerá. ¿Por qué no? Bien, al esperar que este acontecimiento futuro ocurra en algún momento sólo estará reforzando su creencia de que la Conciencia no se encuentra plenamente presente y disponible ahora mismo y aquí mismo. (3)
Cuando descubrimos que lo que siempre hemos querido está con nosotros ahora mismo y que podemos acceder a Ello sin volvernos espirituales ni especiales en ningún sentido, entonces podemos abandonar la búsqueda espiritual. Ningún esfuerzo, ninguna persecución ni búsqueda externa va a proporcionar una verdadera satisfacción o una completa liberación a ese "buscador que llevarnos dentro". La Liberación no es una recompensa que se nos da al final de un recorrido. Todos deseamos ese amor incondicional, todos creemos merecer esa unión con el infinito. Todos anhelamos ese Estado Original y algunos de nosotros queremos recuperarlo desesperadamente de una manera o de otra. El problema es que lo buscamos en la dirección equivocada. En sus intentos por encontrar la Liberación la mayoría de la gente busca algún tipo de energía superior, imita a uno de sus héroes espirituales o persigue un estado espiritual con poderes paranormales. Y cuando esos intentos fracasan (la triste realidad es que todo buscador fracasa en su intento por alcanzar la Liberación personal), el buscador lo que hace es proyectar esta Liberación hacia el futuro. La obtendrá cuando "esté listo". La otra posibilidad es que se abandone la búsqueda tras concluir que esta Liberación o sólo existe en los libros o está reservada a los santos, los bodhisattvas y los avataras.