Extractos - Michael James
La Naturaleza de la Mente
Parte 2: El poder ilusorio de la mente
Por Michael JamesTan pronto como la mente surge, tanto en el estado de vigilia como en el estado de sueño con sueños, nos imaginamos ser un cuerpo, y a través de los cinco sentidos de ese cuerpo, vemos un mundo, que imaginamos que está separado de nosotros. Por lo tanto, puesto que todas las formas de conocimiento dualista, y todas las formas de actividad, vienen a la existencia solo cuando la mente surge, el surgimiento de la mente oscurece nuestro estado de ser natural; apacible, feliz e inactivo, en el que experimentamos solo el conocimiento no-dual de nuestro sí mismo real, «yo soy».
Puesto que la apariencia de este mundo en el estado de vigilia, o de cualquier otro mundo en un sueño, está causada solo por el surgimiento de la mente, no podemos experimentar el estado de auto-conocimiento verdadero, apacible y no-dual, mientras percibamos este mundo. Por lo tanto, en el párrafo tercero de Nan Yar? Sri Ramana dice:
Si [nuestra] mente, que es la causa de todo conocimiento [dualista, relativo u objetivo] y de toda actividad, se sumerge [deviene quieta, desaparece o cesa de existir], [nuestra] percepción del mundo cesa. Lo mismo que el conocimiento de la cuerda, que es la base [que subyace a y soporta la apariencia de la serpiente], no surge a no ser que el conocimiento de la serpiente imaginaria cese, svarupa-darsana [el verdadero conocimiento experimental de nuestra naturaleza esencial o sí mismo real], que es la base [que subyace a y soporta la apariencia del mundo], no surge a no ser que [nuestra] percepción del mundo, que es una imaginación [o fabricación] cese.
El mundo y todo lo demás que conocemos ―excepto el sí mismo real, la consciencia no-dual de nuestro ser esencial «yo soy»― es meramente una ficción de nuestra imaginación, una fabricación o ilusión creada por la mente, que es el poder de maya, nuestro poder de imaginación ilusorio y auto-engañoso. Por lo tanto, en el párrafo siete de Nan Yar? Sri Ramana dice:
Eso que existe realmente es solo atma-svarupa [nuestro sí mismo real]. El mundo, el alma y Dios [que son los tres elementos básicos de la existencia finita] son imaginaciones [o fabricaciones] en él [en nuestro sí mismo real], lo mismo que la plata [imaginaria] [que vemos] en una concha. Estos tres [elementos básicos de relatividad o dualidad] aparecen al mismo tiempo [tal como cuando despertamos del sueño profundo] y desaparecen al mismo tiempo [tal como cuando nos sumergimos en el sueño profundo]. Solo [nuestra] svarupa [nuestra «propia forma» o sí mismo real] es el mundo; solo [nuestra] svarupa es «yo» [la consciencia que aparece como nuestro sí mismo individual, la mente o alma]; solo [nuestra] svarupa es Dios; todo es siva-svarupa [nuestro sí mismo real, que es siva, la única realidad absoluta y verdaderamente existente].
Puesto que nuestro sí mismo individual o alma, y el mundo y Dios (es decir, Dios como una entidad separada) que aparecen junto con él, son todos meras imaginaciones sobreimpuestas en la única realidad fundamental, que es nuestro sí mismo real, su apariencia nos impide experimentar esa realidad como ella es, es decir, como nuestro ser absolutamente inactivo, no-dual y auto-consciente. Por lo tanto, no podemos experimentar la naturaleza verdadera de nuestro sí mismo real a no ser que dejemos de imaginar la existencia de una forma tal de dualidad o relatividad.
Cualquier mundo que podamos percibir no es nada sino una serie de imágenes mentales o pensamientos que formamos en la mente por nuestro poder de imaginación. Por lo tanto, puesto que el mundo no es nada sino nuestros propios pensamientos, y puesto que la raíz de todos los pensamientos es el pensamiento primario «yo soy este cuerpo», la apariencia del mundo, que incluye la apariencia del cuerpo que tomamos erróneamente por nosotros, oscurece el conocimiento verdadero de nosotros ―la consciencia no-dual de nuestro ser esencial, «yo soy».
Cuando la mente aparece, el mundo aparece
Cuando [nosotros] escudriñamos la forma de [nuestra] mente sin olvido, [descubrimos que] no hay ninguna tal cosa como la «mente» [separada o distinta de nuestro sí mismo real]. Para todos, ésta es la vía directa [el medio directo de experimentar el auto-conocimiento verdadero].
No somos nada sino consciencia pura y absoluta ―no consciencia de algo distinto de nosotros, sino solo consciencia de nuestro ser esencial, que experimentamos siempre como «yo soy». Cuando imaginamos que somos conscientes de algo distinto de «yo soy», parecemos ser la mente, una consciencia separada que conoce objetos. Pero cuando examinemos esta consciencia que parece conocer otras cosas que a sí misma, ella se disolverá y desaparecerá, y lo que queda es solo nuestra verdadera consciencia de ser no-dual, debido a que no hay verdaderamente ninguna cosa tal como la «mente» distinta de la auto-consciencia fundamental y esencial «yo soy».
Cuando la mente aparece, el mundo aparece junto con ella. La apariencia del mundo depende de la apariencia de la mente. Pero la mente no puede subsistir sola sin un mundo. Siempre que la mente aparece, lo hace aferrándose a un cuerpo físico, que toma erróneamente por ella misma. El cuerpo que tomamos erróneamente por nosotros es una parte del mundo, pero debido a nuestra identificación de ese cuerpo particular como «yo», creamos una distinción artificial entre lo que imaginamos ser nosotros y lo que imaginamos ser otro que nosotros.
Esta distinción falsa es creada por la mente, pero sin ella, la mente no puede subsistir. Aunque el mundo es su propia creación imaginaria, la mente no puede imaginar un mundo sin imaginarse a sí misma simultáneamente como un cuerpo particular en ese mundo.
Por esto es por lo que en el párrafo cuarto de Nan Yar? Sri Ramana dice, «[Nuestra] mente solo subsiste combinándose siempre con un objeto grosero [un cuerpo físico]; solitariamente no subsiste». Ésta es nuestra experiencia tanto en la vigilia como en el sueño con sueños. Nunca experimentamos la mente sin sentirnos como un cuerpo particular en un mundo aparentemente objetivo. Por lo tanto, Sri Ramana a menudo describía la mente como la consciencia «yo soy este cuerpo», para lo cual él usaba a veces el término tradicional sánscrito dehatma buddhi, que significa literalmente «sentido cuerpo-sí mismo», es decir, el sentido, el sentimiento, pensamiento o imaginación de que nuestro cuerpo es nosotros. Él también dice que la mente es lo que es llamado el sukshma sarira o «cuerpo sutil», debido a que ella es la semilla o forma sutil de todos los cuerpos físicos imaginarios que crea por su poder de imaginación y toma erróneamente por ella misma.
Nuestro imaginar que un cuerpo particular es «yo», es el prerrequisito para nuestra percepción del mundo, debido a que es a través de los cinco sentidos del cuerpo, que imaginamos ser nosotros, como percibimos el mundo. Como dice Sri Ramana, este mundo es proyectado por la mente, y en el proceso de esta proyección, los cinco sentidos de nuestro cuerpo funcionan como las lentes en un proyector de cine. Aunque sentimos que percibimos el mundo a través de nuestros cinco sentidos, de hecho no solo lo percibimos sino que también lo proyectamos a través de nuestros sentidos.
Lo mismo que pensar es un proceso doble de formar y experimentar pensamientos en la mente, así también la percepción es un proceso doble de proyectar y experimentar el mundo. Formar un pensamiento y experimentarlo, no son dos acciones separadas, sino solo dos aspectos inseparables del único proceso de pensar. Similarmente, proyectar objetos externos y experimentarlos, no son dos acciones separadas, sino solo dos aspectos inseparables del único proceso de percepción.
El pensamiento y la percepción, son ambos procesos de la imaginación. La única diferencia entre ellos es que reconocemos que los pensamientos que pensamos existen solo en la mente, mientras que imaginamos que el mundo que percibimos existe fuera de la mente. Sin embargo, esta distinción no es real, sino que existe solo en nuestra imaginación.
En un sueño, imaginamos que el mundo que percibimos en ese tiempo existe fuera de la mente, pero cuando despertamos reconocemos que de hecho existía solo dentro de la mente. El mundo que percibimos ahora en este supuesto estado de vigilia, es experimentado por nosotros exactamente de la misma manera que experimentábamos ese otro mundo en nuestro sueño, de modo que no tenemos ninguna razón válida o adecuada para suponer que no es meramente una ficción de nuestra imaginación, lo mismo que lo era el otro mundo.
Tanto en la vigilia como en el sueño con sueños, experimentamos primero un cuerpo, que tomamos erróneamente por nosotros, y entonces, a través de los cinco sentidos de ese cuerpo, experimentamos un mundo que parece existir fuera de nosotros. Siempre que experimentamos un cuerpo como nosotros y un mundo como existente fuera de nosotros, ya sea en la vigilia o en el sueño con sueños, esa experiencia nos parece real. Solo después de despertar de un sueño, somos capaces de reconocer sin la más mínima duda que era solo una ficción de nuestra imaginación, una proyección de la mente.
En un sueño, el cuerpo que tomamos erróneamente como nosotros, es una proyección de la mente. Cuando comenzamos a soñar, la primera cosa que hacemos es imaginar simultáneamente un cuerpo y engañarnos experimentando ese cuerpo como nosotros. Sin este engaño auto-inducido de que un cuerpo imaginario es nosotros, no podríamos experimentar el mundo imaginario que percibimos en ese tiempo. Toda vez que percibimos un mundo, siempre lo hacemos desde dentro de los confines de un cuerpo particular, que sentimos ser nosotros.
Por consiguiente, nuestra percepción de cualquier mundo, es dependiente de imaginarnos ser un cuerpo en ese mundo, que a su vez es dependiente de la mente, la consciencia finita que se imagina ser ese cuerpo. Por lo tanto, en los versos 5, 6 y 7 de Ulladu Narpadu Sri Ramana dice:
[Nuestro] cuerpo [es] una forma [compuesta] de cinco envolturas [las pancha kosas o cinco adjuntos que cubren y oscurecen aparentemente la consciencia de nuestro sí mismo real cuando imaginamos que cualquiera de ellos es nosotros]. Por lo tanto, las cinco [«envolturas» o adjuntos] están incluidas en el término «cuerpo». Sin [algún tipo de] cuerpo, ¿hay [alguna cosa tal como un] mundo? Di, habiendo dejado [todo tipo de] cuerpo, ¿hay [alguna] persona que haya visto [este o cualquier otro] mundo?
El mundo no [es] nada más que una forma [compuesta] de cinco [tipos de] percepción sensorial [visión, sonido, olor, sabor y tacto]. Esos cinco [tipos de] percepción sensorial son objetos [conocidos] por [nuestros] cinco órganos de los sentidos. Puesto que solo [nuestra] mente conoce el mundo a través de [estos] cinco órganos de los sentidos, di, sin [nuestra] mente, ¿hay [alguna cosa tal como un] mundo?
Aunque el mundo y [nuestra] mente surgen y se sumergen como uno, [es decir, juntos y simultáneamente], el mundo brilla [o es conocido solo] por [nuestra] mente. Solo eso [nuestro sí mismo real] que brilla sin aparecer ni desaparecer [nunca] como el espacio [o base] para la aparición y desaparición del mundo y de [nuestra] mente, [es] porul [la sustancia, esencia o realidad absoluta verdadera], que es el todo [la totalidad infinita de todo lo que es].
La realidad detrás de la mente, el cuerpo y el mundo
Cualquier mundo aparece o es conocido solo cuando la mente le presta atención. En nuestro presente estado de vigilia, este mundo aparece debido a que la mente le presta atención, mientras que en el sueño con sueños aparece algún otro mundo debido a que en ese tiempo la mente le está prestando atención. Por lo tanto, la mente no depende de la apariencia de ningún mundo particular, mientras que la apariencia de cualquier mundo particular depende de la mente.
Aunque el mundo y la mente aparecen y desaparecen, subyacente a su aparición y desaparición hay una realidad que no aparece ni desaparece. Esa realidad es nuestro sí mismo real ―la consciencia esencial no-dual de nuestro ser, que experimentamos siempre como «yo soy». Tanto en la vigilia como en el sueño con sueños, la mente aparece junto con un mundo, mientras que en el sueño profundo, la mente y todos los mundos desaparecen. Sin embargo, en estos tres estados continuamos experimentándonos como «yo soy».
Puesto que la auto-consciencia esencial ―nuestro conocimiento de que somos― persiste incluso en la ausencia de la mente, es claramente más real que la mente. Puesto que trasciende todas las limitaciones que son experimentadas por la mente, no está limitada de ninguna manera, y, por consiguiente, es a la vez infinita y absoluta. Es la única realidad permanente, y, por consiguiente, es la verdadera sustancia que aparece como la mente, nuestro cuerpo, este mundo y todas las otras cosas.
Por lo tanto, refiriéndose a la auto-consciencia básica «yo soy», que experimentamos continuamente, Sri Ramana concluye el verso 7 expresando su propia experiencia trascendental del auto-conocimiento verdadero:
... Solo eso que brilla sin aparecer ni desaparecer [nunca] como el espacio [o base] para la aparición y desaparición del mundo y de [nuestra] mente, [es] porul [la sustancia, esencia o realidad absoluta verdadera], que es el todo [la totalidad infinita de todo lo que es].
Lo mismo que una cuerda parece ser una serpiente sin dejar de ser nunca una cuerda, así la auto-consciencia no-dual «yo soy», que es la única realidad absoluta, aparece como la mente y toda la dualidad experimentada por la mente sin dejar de ser nunca lo que realmente es.
Sri Ramana resume la verdad que él expresa en los tres versos anteriores de Ulladu Narpadu en el verso 99 de Guru Vachaka Kovai:
[Este o cualquier otro] mundo, no existe sin [un] cuerpo [correspondiente] [que imaginamos ser nosotros], [ese] cuerpo no existe en ningún tiempo sin [nuestra] mente, [nuestra] mente no existe en ningún tiempo sin [nuestra] consciencia [esencial], y [nuestra] consciencia [esencial] no existe en ningún tiempo sin [nuestro] ser [verdadero] [nuestra realidad o «soy»-dad].