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Extractos - J. Sithamparanathan

La Enseñanza del Maharshi

Introducción a la Filosofía de la Existencia (Parte 2)

Por J. Sithamparanathan
Ramana Maharshi
Sri Ramana Maharshi

La esencia de la enseñanza del Maharshi es que la mente humana es el principal obstáculo para realizar la verdad o la realidad. Por tanto, debe ser trascendida si uno quiere llegar a la verdad. Buscar la verdad con la ayuda de la mente es como buscar la ayuda de un ladrón para recuperar lo robado. Esta analogía es apta, puesto que, según el Maharshi, la mente es la que ha "robado" o nos ha quitado la conciencia de nuestra verdadera naturaleza y de la naturaleza del mundo. Curiosamente, la ciencia ahora corrobora esta enseñanza al haber llegado a la conclusión de que todos los conceptos son meramente constructos mentales; son mapas, no son el territorio; lo que percibimos es meramente una impresión sensorial de la realidad, y la mente nunca puede llegar a la realidad que subyace al universo percibido.

Otra razón para seleccionar las enseñanzas de Ramana Maharshi como la mejor presentación de las filosofías espirituales orientales es que constituye una exposición clara y sin concesiones de la comprensión mística directa de un sabio del siglo XX, registrada con sus propias palabras. Al ser tan reciente, no ha habido tiempo para que se produzcan las inevitables distorsiones y tergiversaciones de una enseñanza original o revelación, que tienden a ocurrir como resultado de la interpretación y reinterpretación a cargo de sucesivas generaciones de eruditos, clérigos y filósofos. Por estas razones, la esencia de su contenido se acerca mucho a los Upanishads, la filosofía perenne y fuente de casi todas las demás filosofías espirituales orientales.

La exposición que hace el Maharshi de su comprensión mística de la realidad está vinculada muy de cerca con una disciplina espiritual que él denominó "autoindagación". Si se practica con resolución y concentración, la autoindagación nos garantiza la misma comprensión mística que él disfrutó de la naturaleza esencial de la verdad o realidad absoluta que subyace al universo. Aquí hay un paralelismo cercano con las enseñanzas de la ciencia natural, que empieza enseñando al alumno los hechos derivados de la investigación, y después el procedimiento experimental por el que podrá verificarlos por sí mismo. Para el Maharshi, la comprensión intelectual de su filosofía ―la expresión verbal de sus comprensiones sobre la naturaleza de la realidad― sólo era necesaria para convencerse de que apuntaba en la dirección de la verdad absoluta. A partir de ahí, todo esfuerzo debía ir dirigido a adquirir personalmente la experiencia mística de la verdad.

Cualquiera puede practicar la disciplina espiritual prescrita por el Maharshi, siempre que sus actuales creencias con respecto al mundo sean consideradas más como una visión tentativa que como un dogma rígido, y que uno sea flexible, humilde y esté dispuesto a introducir los cambios que hayan quedado demostrados. Ésta es la actitud científica, que ha llevado a la ciencia hacia la verdad que está detrás de la Naturaleza. La ciencia ha estado dispuesta a abandonar en cada etapa de su progreso conceptos que antes consideraba sacrosantos. Tal actitud mental es un prerrequisito igualmente esencial para cualquiera que busque la verdad última o la realidad que está detrás de todos los seres y del mundo físico.

En la exploración de los puntos de convergencia entre la ciencia moderna y la filosofía espiritual oriental, el método empleado en este libro (capítulos 2 a 7) es el de presentar, en relación con cada punto de convergencia, algunas enseñanzas seleccionadas del Maharshi. Dichas enseñanzas están tomadas principalmente de dos libros: Talks with Sri Ramana Maharshi (Conversaciones con Sri Ramana Maharshi) y The Garland of Guru Sayings (Guru Vachaka Kovai). En el primer libro se registraron fielmente las conversaciones entre el Maharshi y los discípulos. A fin de hacerlas más breves, muchas de las citas de este libro representan versiones abreviadas de lo que realmente se grabó, pero el significado no ha sido alterado. En cada cita se da el número de la charla para que, en caso de duda, sea posible verificar su corrección. Esto impide que se produzcan distorsiones en la presentación de su filosofía y de sus enseñanzas.

Se espera que esta presentación de las enseñanzas del Maharshi anime a reflexionar sobre ellas en el contexto de su convergencia con los hallazgos de la ciencia moderna. Con la reflexión repetida se irán revelando significados más esotéricos o profundos de las citas más crípticas. Es como si estos significados sutiles sólo emergieran cuando el buscador está preparado para recibirlos. El principal propósito de este libro es el promover tal reflexión, de modo que pueda finalmente conducir a una firme convicción intuitiva de su verdad.

A falta de tal convicción, es poco probable que aquellos que se aferran rígidamente al (ahora trasnochado) estilo científico cartesiano y "compartimentalizador" permitan que la filosofía influya en sus vidas, y que les abra a lo que debería ser el propósito más elevado de nuestra existencia: la práctica de una disciplina espiritual que nos conduzca a la experiencia directa de la Realidad una que está detrás de todas las cosas, seres y actividades del universo. Si la ciencia es la búsqueda de la realidad última, la búsqueda de la experiencia de la realidad última es una empresa más científica, en el verdadero sentido de la palabra, que buena parte de lo que hoy pasa por ser investigación "científica", cuya naturaleza está más acorde con el desarrollo tecnológico al servicio de los objetivos más superficiales y bajos de la humanidad.

La naturaleza humana tiene dos aspectos, a saber: el lado espiritual, más sutil, y el lado físico, más grosero y material. De ahí el dicho: "No sólo de pan vive el hombre". La completa aceptación de la visión del mundo que propone la ciencia "clásica" y el consecuente rechazo de toda filosofía espiritual ―sobre la base de que ha sido desbancada por la ciencia― ha hecho que a lo largo de los dos últimos siglos el aspecto espiritual de la existencia haya quedado casi completamente eclipsado por el aspecto físico. Al llamar nuestra atención sobre el aspecto espiritual sutil de la existencia individual y colectiva, y al hacer hincapié en la naturaleza más fundamental de lo espiritual con respecto a lo denso y material ―en términos adecuados para nuestra era científica actual―, la filosofía del Maharshi nos ayuda a conseguir un equilibrio adecuado entre ambos aspectos de nuestra naturaleza. Se nos permite vivir tanto en el mundo más fundamental e interno del espíritu como en el mundo material externo. Habitando y estando anclados en el primero (es decir, en nuestra verdadera naturaleza espiritual), adquirimos la sabiduría para vivir y actuar en el segundo en paz, armonía y serenidad.

La filosofía del Maharshi es de valor para nosotros a dos niveles. En el superior, ofrece a quienes tienen una naturaleza espiritual más desarrollada y anhelan sinceramente la verdad, una filosofía espiritual y un camino que les llevará a la experiencia intuitiva directa de la Verdad o de la Realidad. En el inferior, ofrece principios y valores para aquellos que únicamente desean llevar una vida más feliz, armoniosa y serena al nivel mundano de la existencia material. Señalando que todos los opuestos (incluyendo correcto y equivocado, bien y mal) no son entidades diferenciadas, sino aspectos complementarlos de la misma realidad última, la filosofía no-dual del Maharshi define la conducta correcta no como una mera evitación de la equivocación y del mal, sino como el giro de la propia mente hacia dentro para que podamos aproximarnos, y más adelante habitar permanentemente, en nuestra propia verdad y perfecta naturaleza. El mandamiento de Cristo: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", es una expresión de esta filosofía espiritual.

La filosofía también nos proporciona una base racional para liberarnos del miedo, de los deseos y de las pasiones. Como declara que todos los seres y el universo son uno con el eterno e Infinito Ser-Conciencia que es la única realidad, y que es inmanente en ellos, no puede haber "otro" que haya de ser temido o deseado. La aceptación del principio de la "no-dualidad" nos capacita, por tanto, para ver todos los objetos y sucesos de la vida mundana con ecuanimidad. De ahí el otro aforismo de Cristo: "Buscad la verdad y la verdad os hará libres".

Como nuestro mayor amor está dirigido hacia nosotros mismos, la doctrina de la no-dualidad ―de que todos los seres son, en esencia, el Ser uno― nos proporciona una base racional para sentir amor y compasión hacia todos los demás seres. Éste es el significado más profundo o esotérico del mandamiento de Cristo: "Ama al prójimo como a ti mismo". No somos individuos y seres separados. Sólo hay un Ser eterno e infinito que es inmortal en todos.

La aceptación de la visión mística del Maharshi de que el universo y todos los seres que contiene son manifestaciones de una totalidad orgánica, indivisible y armoniosa también echa por tierra nuestro sentido de la individualidad, y la noción arrogante y engañosa de que podemos determinar el curso de los acontecimientos. Racionaliza la fe impuesta por la mayoría de las religiones orientales de que un poder divino, inmanente en el universo, opera a través de nosotros. Consecuentemente, la rendición al poder divino es suprema sabiduría. Cristo nos enseñó a tener una fe similar en la guía y el poder divinos cuando dijo que "ni siquiera un pájaro cae al suelo sin que intervenga la voluntad divina; que los cabellos de tu cabeza están contados, y que no deberíamos planificar para el mañana." Los recientes avances de la física (presentados en el capítulo 7) ahora nos proporcionan una base científica para esta visión. La rendición no es fatalismo, sino que está basada en una realidad, percibida de manera similar por los místicos y los físicos.

La filosofía del Maharshi declara que nuestra verdadera naturaleza es inmortal, infinita y perfecta; que nuestro sentido de la mortalidad, la finitud y la imperfección son engaños nacidos de la identificación con el ego o el sentido de individualidad, y que dichos engaños pueden ser superados trascendiendo su causa (el ego ilusorio). Sólo en la medida que permitimos que el ego ―el pensamiento "yo"― gobierne nuestras vidas, nos alejamos de nuestra verdadera naturaleza divina. Nuestra verdadera naturaleza es la dicha íntegra de la Conciencia Pura. Nos alienamos de esta realidad dichosa y perfecta que verdaderamente somos, y nos perdemos en los placeres y dolores pasajeros de un mundo ilusorio. Pero el Maharshi nos muestra un camino por el que podemos, incluso en esta vida, recuperar y habitar en nuestra verdadera naturaleza como Existencia-Conciencia-Dicha. No cabe duda de que esta filosofía tiene un atractivo mayor, y ofrece más esperanza y propósito a la humanidad, que cualquier visión del mundo que considere nuestra verdadera naturaleza como mortal, finita e imperfecta. Nos provee una base racional para considerar la trascendencia del ego como uno de los objetivos más elevados de la vida.

Por esta razón, la filosofía del Maharshi detalla la naturaleza del ego; su forma expandida, la mente, y el método para superar ambos. La mente finita que mira hacia fuera, nacida del ego y formada por pensamientos, es un velo que enmascara y oculta de nosotros nuestra verdadera naturaleza inmortal, infinita y perfecta. Como la mente crece en la atención hacia su propia creación, el mundo, el Maharshi nos lleva a enfocar la atención o la conciencia hacia dentro, lejos de los apegos del mundo. Tal vez éste sea el significado esotérico de la declaración de Cristo: "Ponte detrás de mi, Satán". Al no recibir atención, el control del ego pierde fuerza y finalmente desaparece. Una vez que ha desaparecido, se revela nuestra naturaleza divina. El Maharshi ofrece la disciplina de la "autoindagación" como el medio más directo de superar el ego, e indica racional y científicamente por qué sólo ella puede conducir directamente al éxito. No denigró ninguna de las otras disciplinas espirituales, pero explicó por qué no son más que pasos en el camino, que finalmente deben conducir a una vía de autoindagación.

El Maharshi aceptó el camino de la devoción a un Dios personal antropomórfico ―en el que hacen hincapié las religiones dualistas―, considerándolo adecuado para aquellos cuyo temperamento les impide seguir el camino directo de la autoindagación. Pero en su filosofía, la devoción significa aspirar a la rendición total de la propia individualidad, no la mera adoración y el servicio al Dios de nuestra fe en una relación permanente sujeto-objeto. La ausencia de expresiones claras de no-dualidad en estas religiones no es, en sí misma, una gran desventaja, puesto que el camino devocional conduce a la unión mística. Desde este punto de vista, la gracia divina ―que no involucra ningún esfuerzo personal― funde el alma en el Uno, el Absoluto Informe. El desafortunado fallo de estas religiones es la ignorancia, o la negación directa, de la posibilidad de la no-dualidad y su corolario: la posibilidad de que el ser humano alcance la perfección. Pero Cristo mismo proclamó esta posibilidad.

"Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto."