Extractos - J. Sithamparanathan
La ciencia y la espiritualidad convergen
Introducción a la Filosofía de la Existencia (Parte 1)
Por J. SithamparanathanEste libro (La Filosofía de la Existencia en Ramana Maharshi y la Ciencia Moderna) se dirige a dos grupos de lectores. En el primer grupo están aquellos de educación occidental que, desilusionados por el materialismo y sintiendo vagamente que hay algo más allá, van en busca de una filosofía de vida que les ofrezca una visión de la verdadera realidad, y que al mismo tiempo esté en armonía con los descubrimientos de la ciencia. En el segundo grupo están aquellos con educación oriental que, a pesar de ser los herederos de esta filosofía, han tendido a rechazar su precioso legado bajo la suposición errónea de que es inconsistente con el racionalismo y las pruebas científicas.
En este libro se exploran los paralelismos y los puntos de convergencia entre la nueva visión del mundo de la ciencia moderna, por una parte, y los principales que han sido mantenidos por la mayoría de las filosofías orientales, por otra. Ha habido otros libros con el mismo propósito. El rasgo singular que diferencia a éste es que los puntos de convergencia se establecen sobre el trasfondo de las enseñanzas de Sri Ramana Maharshi, el mayor sabio de los últimos tiempos.
La Filosofía espiritual oriental, especialmente tal como la enseñó Sri Ramana Maharshi, no entra en conflicto con las doctrinas esenciales de ninguna otra religión. Se espera que después de leer este libro, los lectores, independientemente de su religión, busquen y disciernan los significados esotéricos de sus creencias; es decir, su significado profundo. Al hacerlo, los "caparazones" externos que están determinados por diversas tradiciones históricas y culturales, hasta ahora atesorados pero tendentes a dividir, no se confundirán con la esencia de su religión. Los lectores llegarán a las enseñanzas esenciales que forman el terreno común subyacente a todas las religiones. Cuando se reconoce la unidad de todas las religiones, las aportaciones de las diferentes confesiones contribuyen a enriquecer la diversidad religiosa, no a la discordancia.
Desde mediados del siglo XVIII, los éxitos de la ciencia occidental han hecho que se vea investida de un aura de verdad e infalibilidad. Esta actitud, que surgió en los países occidentales desarrollados, se ha extendido ahora a las clases altas, educadas e influyentes de los países en desarrollo. Al mismo tiempo, las filosofías orientales han sido denigradas por considerarlas irrelevantes para la vida práctica. Se dice que la ciencia ha demolido dichas filosofías, reduciéndolas a especulaciones supersticiosas o sin fundamento.
La física es la base de todas las ciencias naturales, puesto que su objetivo, desde el primer periodo de la filosofía griega, en torno al siglo VI a.C., ha sido descubrir la "fisis" o naturaleza esencial de las cosas. En contraste con la teología occidental, éste también ha sido el objetivo central de la mayor parte del pensamiento espiritual oriental. Por tanto, para quienes buscan la verdad con relación a la naturaleza esencial del mundo, es profundamente significativo que, lejos de demoler las enseñanzas de las filosofías espirituales orientales, los recientes avances de la física tienden a confirmarlas y sustentarlas en términos científicos. Esto revela que el pensamiento espiritual oriental está más cerca de la verdad del universo que las teorías de la ciencia clásica.
El primer capítulo de este libro presenta una breve visión general del desarrollo histórico de la física. Los capítulos siguientes ofrecen exploraciones pormenorizadas de los conceptos revolucionarios surgidos de la física moderna. Todos ellos tienden a minar las ideas asociadas con la sabiduría científica convencional y han dirigido la visión científica del mundo en la dirección de las filosofías espirituales orientales. La filosofía occidental, que ha proporcionado la base filosófica de la física clásica, ya no proporciona la base filosófica de la ciencia moderna. Ahora las filosofías espirituales orientales forman la base filosófica de la física.
La física moderna ha desarrollado una visión del mundo que considera el universo corno una unidad indivisible e indiferenciada; una danza de energía. Ya no se considera el universo como un sistema mecánico, regulado y compuesto por componentes separados, sólidos e independientes, tal como consideraba la física clásica. Entre los nuevos conceptos que han emergido en la física moderna, produciendo un cambio revolucionario en la visión científica del mundo, están los siguientes: la descripción de la materia como pautas de energía dinámica, más que pequeñas partículas inanimadas, sólidas e indestructibles; la equivalencia de energía y materia a causa de su origen común en estas pautas de energía dinámica, y la naturaleza ilusoria del espacio, del tiempo, de la causación y de los opuestos desde el punto de vista de la realidad multidimensional que subyace al universo. Lo que tal vez sea aún más significativo, y lleve la visión científica del mundo aún más cerca de las filosofías espirituales orientales, son los recientes descubrimientos de que, como el universo es una red de relaciones que incluyen al observador, es imposible lograr una descripción objetiva de la naturaleza; que todos los conceptos son creaciones de la mente humana, guiada por la percepción sensorial, y por tanto son trascendidos cuando se va más allá de ella; que la materia no existe como tal, y sólo muestra tendencias a existir; y que la verdadera base del universo es un vacío o un campo ilimitado de energía desde el que se materializan las partículas que constituyen los fenómenos materiales, y en el que posteriormente vuelven a desaparecer. Las formas se consideran meras manifestaciones de un principio "Conciencia-Energía" cósmico. Esto es casi idéntico a la posición de la mayoría de las filosofías espirituales orientales, que mantienen que todas las cosas, seres y eventos son transitorios, manifestaciones cambiantes e ilusorias de una unidad y realidad subyacente cuya naturaleza es "Existencia-Conciencia".
En Oriente existen diversas filosofías espirituales. La ciencia moderna muestra una convergencia más clara con aquellas que postulan una unidad indivisible, indiferenciada e inmanifestada como única realidad, y que consideran la diversidad de las formas percibidas como meras manifestaciones ilusorias de dicha realidad. En estas filosofías espirituales, el conocimiento experimental de la realidad no-manifestada se categoriza como un conocimiento superior o absoluto, mientras que el conocimiento de la pluralidad manifestada ―el conocimiento en el sentido habitual del término― se considera un conocimiento relativo o inferior. Un ejemplo destacado de esta filosofía son los Upanishads, que contienen los principios filosóficos de las antiguas escrituras sagradas indias, los Vedas; el Vedanta Advaita, que es una filosofía no-dualista más reciente, sistematizada y desarrollada por el gran filósofo indio Sankara; el Avatamsaka Sutra, un producto del genio religioso indio; el budismo Mahayana, desarrollado por los sabios Ashvaghosha y Nagarjuna; la escuela china de budismo Hua-yen, que es la interpretación del Avatamsaka Sutra a la luz de la filosofía china; la filosofía taoísta china, y el budismo zen, que combina el misticismo de la India con la naturalidad y espontaneidad del taoísmo y el pragmatismo confuciano.
No obstante, en este libro se ha preferido la filosofía espiritual intemporal de Oriente tal como la expuso Sri Ramana Maharshi. Según la visión del Maharshi, la preocupación por la doctrina y la especulación filosófica en realidad va en detrimento del buscador de la verdad por dos razones. La primera es que la realidad o verdad del universo es tal que la mente humana nunca puede llegar a comprenderla. Sólo puede ser conocida a través de la experiencia intuitiva directa. La segunda es que quedarse atascado en la doctrina y en los argumentos filosóficos distrae al buscador de la verdadera tarea de experimentarla directamente. Por tanto, la exposición del Maharshí está caracterizada por un mínimo de especulación filosófica compleja y confusa destinada a satisfacer la mente inquisitiva. En cambio, ofrece al buscador una exposición simple, autorizada e íntegra de su comprensión mística directa sobre la naturaleza de la realidad última. Y también es científico en su planteamiento, puesto que describe y desarrolla métodos directos y menos directos a través de los cuales es posible experimentar la verdad de estas comprensiones. Si sus propuestas se escuchan, se aceptan hipotéticamente ―como hacemos con los hechos científicamente pendientes de demostración― y se reflexiona sobre ellas, lanzan al buscador a un camino que le lleva a experimentar la verdad por sí mismo. No obstante, buena parte de la filosofía espiritual y religiosa ―tanto en Oriente como en Occidente― es una interpretación diluida o degradada de la verdadera comprensión mística o revelación, diseñada por mentes para satisfacer a la mente. Si bien el verdadero propósito de las filosofías debe ser el de tender un puente que ayude al buscador sincero a cruzar desde la creencia en la falsedad superficial de las apariencias del mundo hacia su verdad subyacente, la mayoría de ellas tienden a degenerar en dogma o doctrina. En lugar de ayudar al buscador a cruzar de la ilusión a la realidad, construyen una casa sobre el puente para que él la admire y viva en ella.