Extractos - Javier Alvarado
Una Introducción al Vedanta Advaita
Por Javier Alvarado ― Parte 4 de 4
8. La insustancialidad del "yo"
Advierte el Advaita que Eso que denominamos la Consciencia universal, "Yo soy", "Dios" o "Brahman", es un estado pasajero e impermanente que está siendo presenciado. O dicho en otros términos, que la Consciencia forma parte de la Dualidad; "Todas las experiencias que usted tiene en la meditación están confinadas al reino de la consciencia. La consciencia ha nacido y se irá. Usted es antes de ella" (Sri Nisargadatta, Semillas de Conciencia, p. 121). El estado «Yo soy» no es más que eso, un "estado" del Ser, algo que está siendo experimentado y que tarde o temprano desaparecerá. Ciertamente, como afirma Sri Nisargadatta, traer la mente a la sensación «yo soy» solo ayuda a apartar la mente de todo lo demás, pero incluso "Yo soy" es algo contingente (Yo Soy Eso, p. 304, y también Sri Ramana, Guru Vachaka Kovai verso 716). Más allá de la mente está el estado "Yo soy", libre de pensamientos, pero más allá de "Yo soy" hay el Yo soy libre de «yo soy» (Sri Nisargadatta, Antes de la Consciencia, p. 243).
Dado que el nirvana o el samâdhi implican la pérdida de la individualidad, la persistencia del "yo" y la Realización son incompatibles. Siendo la Realización un "estado" supraindividual, mientras permanezca el "yo" (la identificación a un cuerpomente), no acontecerá la paz o la "iluminación". Patañjali definía el estado de dhyâna (expresión que origina la palabra zen) como "una corriente de pensamiento unificado" (Yoga Sutras, III, 2) lo suficientemente sostenida como para "penetrar" más allá del velo de la mente y permanecer en el estado de consciencia libre de pensamientos. Samâdhi expresa otra "experiencia" o "estado" indescriptible en donde se trascienden las distinciones entre sujeto y objeto. Para la mayoría, tal estado podrá ser experimentado momentáneamente o a intervalos [manolaya] (7) . Solo una minoría señalada por la Gracia hará de ese estado una morada, es decir, una situación permanente [manonasa] (Sri Ramana Maharshi, Sea lo que usted es, p. 94).
Consecuentemente, el denominado "despertar espiritual" puede ser un espejismo de la consciencia si tal Realización implica la dualidad de un sujeto que busca realizar algo o de un sujeto realizado y un sujeto no realizado. Y no hay que olvidar que, como la llamada "Realización", "Iluminación" o "Comprensión" no es un proceso ni una experiencia que pueda tener lugar en el tiempo-espacio, si llevamos esta idea a sus últimas consecuencias, llegaremos a la conclusión de que la misma idea de "Liberación" o "Beatitud" es solo un concepto exclusivo del mundo de la consciencia. Más allá de la Consciencia no hay "Liberación" o "Realización", porque en la Unidad no cabe diferencia alguna entre un ser "iluminado" y un ser "no iluminado". Algunos maestros del Advaita enseñan que más allá de la Consciencia "todos estamos realizados", lo que equivale a decir igualmente que "nadie lo está", pues Allí no cabe distinción alguna. Cuando se acepta esa idea, finalmente, se comprende que nunca hubo nada que buscar ni nada que encontrar, pues nunca hubo nada perdido. Nadie necesita alcanzar lo Absoluto ni llegar al Ser, porque lo que pretendemos ya lo somos. No verlo es solo otro espejismo creado por la mente.
En suma; no hay individuos realizados, pues siendo la denominada Realización, Liberación o Gnosis de orden supraindividual, lo que caracteriza a tal evento es la ausencia del mismo sentido de individualidad. No hay individuos liberados porque "el Realizado" ha dejado de creerse un individuo, ha comprendido y verificado no solo que no hay individuos con consciencia ni Consciencia que se manifiesta mediante individuos (Nisargadatta, Yo Soy Eso, p. 218), sino Nada, pura ilusión o espejismo. Por eso el despertar es la realización de que no hay nadie que despierte. En suma, en la medida en que la "Realización" implica la superación de la individualidad, no puede haber un "yo" que pueda reivindicar ese "estado". Afirmar "yo estoy realizado" es una contradicción en los términos dado que la "Liberación" es un estado "supraindividual" más allá del "yo". Y por eso mismo, en un tal estado transpersonal, no cabe hablar de experiencia de Dios o experiencia de la Consciencia.
9. ¿Qué hay más allá de la consciencia?
¿Quién presencia la Consciencia? Erróneamente suponemos que la Consciencia es el estado final o el no-estado más allá de todo estado condicionado en el que la consciencia está observando a la consciencia. Lo cierto es que «yo soy», el "espíritu", "Dios"... no es la Realidad Suprema porque se encuentra limitado al tiempo (Sri Nisargadatta, Semillas de Conciencia, 24). Por el contrario, la "yo soidad" forma parte del espejismo universal. Ahora bien, debe quedar claro que no estamos ante una forma de panteísmo o inmanentismo, pues aunque Dios está en la cosas, las cosas no son Dios. Brahma contiene y penetra la manifestación, pero es distinto de ella, pues "todos los seres están en mí y yo no estoy en ellos... Mi ser soporta los seres sin que esté en ellos" (Bhagavad Gita 9, 4-5). Ciertamente, se afirma que el Dios que pueda llamarse Dios, no es un verdadero Dios aunque se le apliquen atributos tales como omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia, dado que seguiremos estando en el mundo dual de los conceptos; hay Dios porque hay Creación; sin Creación, no hay Dios. Bien... y sin embargo... ¿qué hay más allá de la dualidad?, ¿qué o quien había antes de la Creación?...
La Consciencia es el deseo de «ser» que quiere perpetuarse. Su cualidad es el deseo de vivir y mantenerse creando las condiciones adecuadas para proseguir su actividad en el mundo. De hecho, la felicidad supuestamente más alta (sat-chit-ananda) es una forma de felicidad superior que, sin embargo, no es permanente; es solo un estado de la consciencia. Sat-chit-ananda, ser-consciencia-beatitud es, en efecto, un estado de felicidad que, no obstante, sigue siendo un "estado" sujeto al tiempo-espacio, es decir, está siendo sostenido o presenciado por "alguien" mientras haya un cuerpo a disposición de la Consciencia Única. La llamada Realización, en consecuencia, no tiene nada que ver con la Consciencia por muy Única o Universal que sea. Se parece más bien a un estado neutro sin cualidad ni forma, un estado de no-mente, donde la supuesta individualidad es permanentemente cero, Nada (Sri Nisargadatta, ¿Que es Eso que estás buscando?, p. 94).
Por tanto, a la pregunta ¿hay una realidad superior a la consciencia?, el vedanta Advaita contesta afirmativamente; más allá de la consciencia está Parabrahman, lo Absoluto. Pero como lo Absoluto está más allá de toda experiencia, no puede ser concebido ni explicado por la mente; "Lo Absoluto no puede ser experimentado. No es un asunto objetivo. Toda manifestación, todo funcionamiento, toda presenciación, sólo puede tener lugar en la dualidad. Bien es cierto que sujeto y objeto aunque parecen ser dos, no son dos; son las dos puntas de la misma cosa" (Sri Nisargadatta, Antes de la Consciencia, p. 161). O como diría el esoterismo chino; "El Tao del que puede hablarse no es el verdadero Tao".
Para solventar tal problema conceptual, el Advaita distingue entre consciencia y presenciación. La consciencia pertenece al mundo de la dualidad y, por tanto, del "ego". Toda aspiración a la autoconsciencia no es más que una modalidad refinada del deseo de obtener algo y, por tanto, es una artimaña sutil del ego. La consciencia es, en última instancia, consciencia de la dualidad, mientras que en la presenciación no hay ninguna dualidad. Por contra, cuando la mente o "ego" está ausente, se produce la Presenciación. Se trata de un estado de no-dualidad en el que no hay nadie que sea consciente. Es el estado original antes de la aparición de la consciencia.
Ahora bien, ¿quién presencia en la presenciación? Afirmar que "yo presencio" supone que "yo soy consciente de experimentar que presencio" lo que resulta contradictorio dado que en la Presenciación no hay ningún "yo". Ciertamente, para presenciar, debe haber alguien y algo que presenciar y, por tanto, seguimos en el mundo de la dualidad; presenciador-presenciado-acto de presenciar. No obstante, a falta de una expresión mejor, convencionalmente se utiliza la palabra "Presenciar" para hacer referencia al Supremo Estado, al estado original, sin comienzo ni fin, inmutable y sin causa. A tal "estado" se le denomina Parabrahman, más allá de Brahman o más allá de "Yo soy". Como concesión pedagógica, algunos sabios han definido el estado natural de presenciación o auto-conocimiento no-dual como el "cuarto estado" (turiya) para señalar que está más allá de los tres estados ordinarios de vigilia, sueño con sueños y sueño profundo. Así, turiya es el que presencia a los tres estados. Sin embargo, cabría preguntar ¿quién presencia turiya? La mente puede imaginar otro testigo superior que trascienda el cuarto estado (turiyatita, literalmente, más allá del cuarto). Pero tales conceptualizaciones, tan del gusto de la mente, son interminables porque, siguiendo ese camino, siempre habrá un nivel superior de presenciación. Y lo cierto es que denominarlo el estado sin estados, el estado más allá de los estados o el cuarto estado (turiya) no deja de ser un absurdo pues, en rigor, como es anterior o superior a la mente, no puede ser descrito ni experimentado; uno sólo puede ser-Lo. Incluso, como matiza Sri Nisargadatta, ni siquiera se puede Ser-Lo en ese estado, porque se trata más bien de un estado que no es (Sri Nisargadatta, Antes de la Consciencia, p. 72).
Si no hay nada que presenciar ni nadie que presencie, ni hay nadie que reivindique o se atribuya acción alguna, ¿deja de haber experiencias? No. La presenciación deviene un estado neutro en el que parece registrarse la presencia o la ausencia de experiencia, pero como no hay un "alguien" que se atribuya la acción de experimentar, toda acción deviene impersonal. Ahondando en las diferencias entre consciencia y presenciación Sri Nisargadatta explica que "no hay consciencia sin presenciación, pero puede haber presenciación sin consciencia (como acontece en el sueño profundo). La presenciación es absoluta, la consciencia es relativa. La consciencia es parcial y cambiante, la presenciación es total, sin cambio, calma y silente. La presenciación no es del tiempo. El tiempo existe solo en la consciencia. El Parabrahman no tiene comienzo ni fin, mientras que la consciencia tiene un comienzo y un fin. Lo Absoluto, la Presenciación, es el principio sustentador de la consciencia" (Sri Nisargadatta, Semillas de Conciencia, p. 135). La presenciación no se logra con esfuerzo ni atención, porque ello implica un movimiento en el nivel de la mente. Como mucho, estaremos pensando que practicamos el hecho de presenciar, en cuyo caso, será la mente la que piensa que presencia... pero entonces, habremos vuelto a las redes de Mâyâ.
Dicho esto, el vedantín avezado sabe que por mucho que afilemos los conceptos, éstos no pueden dar de sí lo suficiente como para definir claramente el asunto de que se habla. En rigor el concepto "Presenciación" no deja de ser una concesión pedagógica para facilitar la comprensión de algo imposible de experimentar y que no refleja, ni de lejos, la Naturaleza real del Ser. De hecho, más que "Presencia", nuestra auténtica Realidad vendría definida más rigurosamente como "Ausencia" en el bien entendido que esa Nada no es inerte.
10. La "experiencia" de la presenciación es la experiencia de la nada.
Algunas personas tienen una imagen bastante pintoresca de lo que es un sabio iluminado o un "realizado", circunstancia que se explica en la proliferación de falsos "maestros" y de "gurús" impostores que se aprovechan de la buena fe de buscadores ingenuos. Es lamentable el espectáculo de esos falsos profetas, verdaderos ego-saurios, que solo buscan alimentar con la adulación su propio espejismo. El mismo culto a la individualidad que exigen es ya una prueba palmaria de su hipocresía. De entrada hay que indicar que un jnani (comprensor de su naturaleza real) no se vanagloria de ello pues, si está más allá de la dualidad, ¿ante qué otro "alguien" podría presumir?
¿Cómo es un jnani? Mientras que el individuo común se identifica con el cuerpo-mente y es feliz o infeliz según cambian los acontecimientos diarios, el jnani solo presencia ecuanimemente sin estar interesado individualmente en lo que acontece. Mientras el mundo del hombre corriente está hecho de sueños y nada permanece, el mundo del jnani es real y nada cambia. Para el jnani, los tres estados de vigilia, sueños con sueños y sueño profundo son todos ellos un mero sueño. El mismo samadhi no es más que un tipo de sueño. Explica el Ribhu Gita que "Al que es de una sola naturaleza, el Sí mismo en paz, vacío del pensamiento de que algo sea separado, a ese tal que no tiene absolutamente nada, se le llama un jivanmukta (liberado en vida). Nada de todo esto es mío. Yo no tengo ningún mérito. Yo no tengo ningún demérito. Yo no tengo ningún cuerpo. Yo no tengo nada auspicioso. Yo no tengo nada que ver. Para mí no hay ningún linaje, para mí no hay ninguna raza, para mí no hay ningún conocimiento. Para mí no hay ninguna existencia. Para mí no hay ningún nacimiento. Para mí no hay ningún envejecimiento. Para mí no hay ninguna fama. Para mí no hay ninguna filosofía. Para mí no existe ninguna vejez. Para mí no existe ninguna infancia. Para mí no existe ninguna muerte" (Ribhu Gita, p. 77-85). Ante tal descripción, se entiende la razón de que la "experiencia" de la presenciación pueda compararse a la experiencia de la Nada.
Ahora bien, mientras que en el pensamiento occidental los términos "vacío" y "nada" tienen un carácter negativo, en el pensamiento oriental presentan una dimensión positiva. Esto es así porque en Occidente se adopta el punto de vista antropológico, es decir, del hombre considerado como centro del universo, mientras que en Oriente se adopta el punto de vista metafísico; Creación y criaturas son apariencias dentro de lo Único que es Realidad; el "yo" aislado e independiente no solo no existe sino que no comprender tal espejismo provoca grandes frustraciones. Desde esta óptica, el vacío o la nada oriental (aunque también en algunas órdenes monásticas occidentales existe un concepto trascendente de la "nada") se define como la ausencia de un "ego" o "yo" que sea experimentable como algo real y que se arrogue la autoría de sus actos. Es decir, para la mente individual, cuya naturaleza está edificada sobre la apropiación de recuerdos personales y expectativas de futuro que le proporcionen una cómoda y falsa sensación de identidad personal, cualquier estado supraindividual o transpersonal en el que la experiencia no pueda ser referida a un individuo, es considerado como Vacío o Nada. Es más, sin recuerdos ni proyectos de futuro, privada la mente de su alimento, supuestamente acabaría por fenecer de inanición. Para el individuo, la Nada es la muerte... pero la muerte del "ego". Ahora bien, ¿es el Vacío o Nada la última Realidad? Más claramente ¿consisto yo en vacío?, ¿soy yo el vacío? Evidentemente, no. El vacío es presenciado (8) . Pero seguimos jugando con los conceptos si no asumimos que esa Presencia es, más rigurosamente, Ausencia.
Es el apego a un nombre y a una forma lo que alimenta el miedo. Pero tras un proceso de desapego, yo soy nada, y la nada no tiene miedo de nada. Por el contrario, quien se apega a todo tiene miedo de la Nada porque teme perder su mundo hecho de apropiación y porque cuando una cosa toca la Nada, deviene nada. Si la "nada" asusta es que todavía hay "alguien" que puede asustarse. Pero lo cierto es que "No hay nunca nada. Ni siquiera existe «solo uno», ni tampoco «esto». No hay nada dentro, nada fuera; no hay nada en absoluto. Ni siquiera hay en absoluto ninguna dualidad. No hay ninguna creación. No hay nada que haya de verse, ningún conocimiento, ningún cuerpo separado, ni nada como ser un comprensor, ni ninguna transmigración" (Ribhu Gita, p. 270-271). Sin "ego" la "nada" se vuelve "Todo".
11. Una "experiencia" cotidiana de la nada; el sueño profundo
En el Vedanta Advaita el sueño profundo es un estado con enorme valor pedagógico. Por supuesto que tal estado no es solo consustancial al hecho de dormir. Por el contrario, en innumerables momentos del día (estado de vigilia) la consciencia se ensimisma y desaparece momentáneamente el sentido de individualidad. Es el caso, por ejemplo, de situaciones tan simples como pasear, escuchar música, cocinar, etc. en las que, a veces, nuestro ensimismamiento nos lleva a un estado de paz no interrumpida por pensamiento alguno y del que salimos una vez recuperamos el sentido de individualidad. De hecho, el sueño profundo despierto (o vigilia en sueño profundo) se considera el estado del sabio o realizado (jnani) porque convierte en compatibles la consciencia del estado de vigilia y la quietud del sueño profundo o, incluso, más allá de la vigilia (atijagrat) o más allá del sueño profundo (atisushupti) (Sri Ramana Maharshi, Conversaciones II, p. 337). Es evidente que no soy consciente del cuerpo o del mundo durante el sueño profundo, pero no puedo afirmar que yo deje de existir. Por tanto, puedo concluir que no hay ningún individuo o consciencia «yo soy» en el sueño profundo (M. James, La felicidad y el arte de ser, p. 140). Por tanto, como un vacío en la memoria no es necesariamente un vacío en la consciencia, el sueño profundo puede consistir en un estado de consciencia supraindividual (o mejor dicho, presenciación) en el que desaparecemos como individuos y nos vemos liberados de recuerdos. Ahora bien, dado que somos lo que sustenta y, a la vez, está más allá de los tres estados, eso significa que el Sí Mismo no consiste en consciencia. En efecto, nadie puede negar que seguimos siendo o existiendo en el sueño profundo a pesar de que esta forma de consciencia individual que conoce objetos no exista como tal en dicho estado. Aunque dejemos de tener recuerdos en el estado de sueño profundo, sin embargo seguimos siendo-existiendo e, incluso, podemos afirmar que, tras despertar del sueño profundo, aunque no tengamos ningún recuerdo, no obstante sí experimentamos la paz y descanso de haber dormido profundamente y de no haber conocido nada mientras dormíamos; "En el sueño profundo todos los seres vivos se funden en Brahman y gozan de felicidad. Esa misma felicidad suprema puede disfrutarse por siempre cuando una persona realiza su identidad con Brahman" (Sri Sankaracharya, Dieciocho Tratados Advaita, p. 118-119). Hay una continuidad del Ser en los tres estados aunque no haya continuidad del individuo y los objetos (M. James, La felicidad y el arte de ser, p. 147).
En definitiva, como explicaba René Guenón, nuestra verdadera naturaleza es ese Cuarto "estado sin estados" (Turiya o Chaturtha) puro y sin mácula, homegéneo, idéntico a sí mismo, que es incomprensible (porque comprende todo), que es inmutable (porque es no actuante), que es impensable (porque no se reviste de forma alguna), y que es indescriptible (porque no tiene atribución o determinación particular).
Solo Eso, Âtmâ, el Sí Mismo, es quien sostiene o atraviesa los estados como un hilo que ensarta las cuentas de un collar. No somos los estados, sino quien presencia, da vida o alienta los estados.
Tú eres Eso (Tat tvam asi).