Extractos - Steve Taylor
Extracto de la introducción
Solía creer que el despertar espiritual era algo fuera de lo común, un estado extremadamente raro que resultaba prácticamente imposible de alcanzar, a no ser que uno estuviese dispuesto a convertirse en un ermitaño y pasarse décadas meditando durante un buen número de horas al día en silencio y soledad. Pensaba que en toda la historia probablemente tan solo una pequeña cantidad de seres humanos habían despertado; es decir, que habían alcanzado un estado permanente de paz interior, de plenitud y totalidad, con un sentido de conexión o de unidad con el mundo que los rodeaba y un deseo desinteresado de amar y de ayudar a sus semejantes. Ciertamente, nunca había conocido a nadie así, y tampoco lo esperaba ―al menos no en esta vida―. Huelga decir que tampoco me consideraba a mí mismo como alguien que hubiese despertado.
Asociaba el despertar espiritual con las tradiciones orientales, como el budismo y el hinduismo. Para mí, el término iluminación evocaba imágenes de monjes con la cabeza afeitada y túnicas rojas, o de gurús de larga barba rodeados de flores y de devotos postrados ante ellos. Daba por hecho que si en la actualidad existiesen personas que hubiesen despertado espiritualmente, la mayoría de ellas tendrían que estar en la India o, quizá, en el Tíbet o en China. Después de todo, de ahí provienen las tradiciones espirituales más puras e influyentes y los textos espirituales más profundos del mundo, como los Upanishads y el Tao Te King.
En comparación, como ciudadano de Europa occidental, mi propia cultura parecía un desierto espiritual. Me gustaba leer sobre los místicos cristianos, y estaba claro que algunos de ellos habían estado despiertos a nivel espiritual (o, al menos, que habían tenido vislumbres de dicho estado), pero la religión cristiana en sí misma parecía estar demasiado cargada de creencias y de conceptos como para poder servir de marco o de base para el despertar espiritual. El paradigma de la felicidad propio de mi cultura estaba basado en tener un buen nivel académico en el colegio y, posteriormente, en la universidad, conseguir un trabajo bien remunerado y con buenas perspectivas de futuro y comprar una casa bonita y agradable en la que uno pudiera entretenerse viendo la tele rodeado de posesiones y de comodidades. Todo en la vida giraba en torno a los logros y al entretenimiento, a los bienes materiales y la diversión. Pensaba que, si quería encontrar a personas despiertas o iluminadas, indudablemente tendría que ir a Oriente.
Estaba equivocado. Este libro describe cómo llegué a comprender que el despertar espiritual es mucho más común de lo que pensamos y que no es algo que le suceda tan solo a los sabios orientales, sino también a personas aparentemente comunes y corrientes provenientes de muy distintos ámbitos y condiciones sociales. También describe cómo, tras una serie de encuentros con personas despiertas normales, comencé a estudiar el tema del despertar espiritual como psicólogo.
Este estudio comenzó con mi disertación de licenciatura, después con mi tesis doctoral y posteriormente con las investigaciones que realicé como profesor universitario. Comencé a buscar a personas que hubiesen sufrido este cambio hacia un estado de ser más elevado, más expansivo y armonioso.
En un primer momento, para la disertación de mi licenciatura, traté de localizar a personas que hubiesen vivido esta transformación después de haber pasado por un trauma o un sufrimiento intenso. Me sorprendió lo fácil que fue encontrar casos así, y, después de la publicación de mi investigación inicial, muchas otras personas se pusieron en contacto conmigo para compartir experiencias similares. Entonces decidí ampliar mi investigación para incluir también casos de despertar espiritual que no estuviesen específicamente relacionados con el trauma y el sufrimiento, lo que me llevó a investigar otros tipos de despertar ― personas que habían pasado por un despertar gradual a lo largo de años o incluso décadas de estudio o de prácticas espirituales y un pequeño número de personas que simplemente parecían estar despiertos de manera natural, es decir, individuos que han estado despiertos desde que tienen uso de razón, sin tener que haber hecho ningún esfuerzo especial para ello y sin haber pasado por ninguna experiencia transformadora.
La gran mayoría de las personas que entrevisté no son maestros espirituales y no se ven a sí mismas como parte de ninguna tradición o religión espiritual en particular. Tienen trabajos convencionales y nunca han estado vinculadas a tradiciones o prácticas espirituales (por lo que, en muchos casos, al principio se sentían confusas respecto a qué era lo que les había sucedido). En parte, fue debido a esto por lo que comencé a desligar el concepto de despertar del ámbito de las tradiciones religiosas, e incluso de las simplemente espirituales. Comencé a concebirlo como un estado particular de la mente y del ser que, si bien podía ser interpretado en función de los dogmas y conceptos de aquellas, no tenía por qué pertenecer necesariamente a ese medio.
A lo largo de la historia, lo más habitual ha sido que este salto al estado despierto tuviese lugar en individuos que formaban parte de alguna tradición espiritual o de alguna religión, por lo que comúnmente ha sido interpretado en los términos propios de dichas tradiciones. Si aquel en quien se daba el despertar era un monje budista, el cambio era descrito como bodhi, o «iluminación»; si se trataba de un hindú podía llamarse moksha (libertad) o sahaja samadhi (unidad continua o permanente); en el caso de un sufí se describía como baqa, o «permanecer en Dios»; y si se trataba de un cristiano podía llamarse deificación o unión con Dios. Sin embargo, el estado despierto también se puede dar ―y, según mis propias investigaciones, es lo más frecuente― fuera del contexto de estas religiones, de modo que no tiene por qué ser interpretado en términos religiosos o espirituales.
Cada tradición espiritual explica e interpreta este cambio de forma diferente y pone el acento en distintos aspectos. Es como si nos ofreciesen diferentes vistas del mismo paisaje, cada una de las cuales amplía, filtra y selecciona ciertas características y deja otras más olvidadas. Pero cuando esta transformación se produce en individuos ajenos al ámbito de las tradiciones espirituales ―es decir, en personas que no han recibido una educación particularmente espiritual, por lo que carecen de un marco conceptual con el que interpretarla― es como si nos dieran una visión del paisaje en sí, en su totalidad, en un estado mucho más desnudo, auténtico y carente de estructura.
A través de mis investigaciones como psicólogo he tratado de identificar las características de esta transformación, las diferentes formas en que puede darse y las razones por las que tiene lugar. ¿Cuáles son los desencadenantes o las causas del despertar? ¿Por qué les ocurre a algunas personas y no a otras? ¿Qué es lo que sucede realmente dentro del ser o de la psique cuando alguien despierta? ¿De qué manera aquellos que han despertado experimentan el mundo de forma distinta a los demás? ¿Cómo se ven afectadas sus relaciones, sus valores o sus objetivos en la vida? ¿Cómo se relaciona el estado despierto con nuestra especie en su conjunto y con la evolución global de la consciencia?
Estos son algunos de los temas principales que trataré a lo largo de este libro. Pero antes que nada me gustaría intentar disipar parte de la confusión que existe en torno a la iluminación, en parte porque ha sido interpretada de muy diversas maneras por maestros de diferentes tradiciones. En muchas ocasiones, términos como iluminación o expresiones como despertar espiritual tienen distintos significados para diferentes personas. Si les preguntáramos a cien maestros espirituales cuál es su definición de dichos conceptos, lo más probable es que obtuviésemos cien respuestas diferentes. Muchas personas sienten un impulso hacia el despertar, pero debido a esta confusión general no están seguros de hacia dónde se dirigen, hacia dónde deberían encaminar sus pasos. Espero ser capaz de disipar parte de esta confusión identificando claramente las características propias del estado despierto y definiendo con exactitud lo que significa vivir en dicho estado.
Steve Taylor es autor de varias obras sobre espiritualidad y psicología, entre las que destacan La Caída, Salir de la oscuridad y Creando el tiempo. También ha publicado The Calm Center, un libro de refexiones espirituales poéticas.
Es profesor de psicología en la Universidad de Leeds Beckett, en el Reino Unido, y desde el 2011 aparece anualmente en la lista de «las 100 personas vivas más influyentes a nivel espiritual» de la revista Mind, Body, Spirit. /.. más información