Extractos - Sri Nisargadatta Maharaj
El Conocimiento y la Realización del Sí Mismo
(Parte 2 de 4)
Por Sri Nisargadatta Maharaj Editado por Jean Dunn7. El Lila de Dios
El juego es natural a Dios, y nuestras experiencias son conocidas como el Lila (el juego) de Dios. Sin previo aviso, repentinamente tenemos un sabor de nuestro propio ser; a excepción de esta prueba del sabor, nosotros no tenemos ningún conocimiento de la naturaleza del Sí mismo. Pero entonces, incluso esta pizca de experiencia es ocultada de nosotros. Somos forzados a una serie de actividades y experiencias: que yo soy un homo sapiens, que yo soy un cuerpo, mi nombre es "fulano", ésta es mi religión, éste es mi deber, etc. Una acción sigue a otra, y no hay descanso de ellas, ningún escape; nosotros tenemos que verlas enteramente, trascenderlas. Esto continúa inevitablemente, hasta que, por ventura, todo ello pierde su encanto, y nosotros buscamos el tesoro espiritual.
Si se indaga sobre el propósito de todo esto, obtenemos diferentes historias de diferentes personas. Algunos pretenden que ello se debe a las acciones de millones de vidas pasadas ― pero nadie tiene la experiencia directa de estas vidas pasadas; es obvio que esto es una ficción.
Deslumbrados por las ingeniosas invenciones y descubrimientos de los científicos, algunos basan su interpretación en hechos empíricos y los ofrecen como explicaciones, pero el sabor de nuestro propio ser experimentado repentinamente no puede ser interpretado de esta manera. Cuando el mundo es llamado por la palabra Maya o ilusión, está condenado a ser miserable; cuando la misma cosa es llamada por las palabras "juego de Dios", ¡deviene grande! En realidad los hechos son lo que son. ¿Quién es el receptor de la elevada designación ― que confirma la inutilidad de la condena? ¿Quién es Él? ¿Qué nombre debemos dar-Le según la experiencia de primera mano?
Que nosotros tenemos experiencias es un hecho; otros nos hablan sobre sus experiencias, y nosotros recibimos información respecto a las relaciones, e instrucción en la realización de actividades, y organizamos nuestra conducta acordemente. Alguno de estos guías nos inician en lo que se dice que es el núcleo del Espíritu que mora dentro, pero eso resulta ser también un asunto transitorio. El conocimiento obtenido así no posee el núcleo experimental del sabor, y el iniciador mismo prueba ser parte de esa pizca; así pues ambos, él y su conocimiento se pierden para nosotros. Ahora somos libres de ir por nuestro propio camino, pero por falta del sabor necesario, esta auto-ayuda es igualmente impotente. Nosotros estamos donde estábamos.
¿Qué es lo que llamamos el Lila de Dios? ¿Cómo estamos relacionados con este Dios que juega, a quién vimos, hablamos, con quién tuvimos amistad y por quién sentimos intenso amor? A pesar de toda esta intimidad y afectuosidad, ¿cuál es nuestra relación con Él? Todas las experiencias anteriores con sus peculiaridades se han desvanecido. El Lila de Dios desaparece, junto con la pseudo-experiencia, con la llegada de la experiencia presente.
8. El Aspirante Espiritual, el Primer Momento de Felicidad y su Crecimiento Continuo
El primer momento, siempre esperado, fue el momento en que fui convencido de que yo no era un individuo. La idea de mi individualidad me había estado quemando hasta entonces. El sufrimiento abrasador estaba más allá de mi capacidad de soportar; pero no hay rastro de él ahora, yo ya no soy un individuo. No hay nada que limite mi ser ahora. La ansiedad y la tristeza siempre presentes se han desvanecido y ahora yo soy todo beatitud, puro conocimiento, pura consciencia.
Los tumores de innumerables deseos y pasiones eran simplemente insoportables, pero afortunadamente para mí, me agarré al himno de "Salve, Preceptor", y en su constante recitación, ¡todos los tumores de las pasiones se marchitaron como por obra de un hechizo mágico!
Yo soy siempre libre ahora. Yo soy todo felicidad, sin rencor, sin miedo. Esta beatífica forma consciente mía, ahora no conoce límites. Yo pertenezco a todos y todo es mío. El "todo" no son más que mis propias individuaciones, y éstas juntas constituyen mi beatífico ser. No hay nada como bueno o malo, ganancia o pérdida, alto o bajo, mío o no mío para mí. Nadie se opone a mí y yo no me opongo a nadie, puesto que no hay ningún otro que mí mismo. La felicidad se reclina sobre el lecho de la felicidad. El reposo mismo se ha convertido en felicidad.
No hay nada que yo deba o no deba hacer, pero mi actividad continúa por todas partes cada minuto. Amor e ira están divididos igualmente entre todo, como lo están el trabajo y el recreo. Mis características de inmensidad y majestad, mi energía pura, y mi todo, habiendo obtenido el núcleo de oro, reposan en la felicidad como el átomo de los átomos. Mi consciencia pura brilla con esplendor majestuoso.
El por qué y el cómo la consciencia devino consciente de sí misma es evidente ahora. La experiencia del mundo no es ya del mundo como tal, sino que es el florecimiento del principio consciente mismo, Dios, ¿y qué es eso? Es conocimiento puro, primordial, forma consciente, la consciencia "yo" primordial que es capaz de asumir cualquier forma que desee; se la denomina Dios. El mundo, como la expresión divina, no es para ningún beneficio ni pérdida; es el flujo natural, puro y simple de la consciencia beatífica. No hay distinciones entre Dios y devoto, ni entre Brahman y Maya. El que ha meditado sobre la felicidad y la paz es, él mismo, el océano de paz y felicidad. Gloria a la verdad eterna, al Sad-Guru, el Supremo Sí mismo.
9. El Devoto y las Bendiciones de Dios
El Bhakta (devoto) vierte su devoción y moldea su conducta en todos los respectos de acuerdo con la voluntad de Dios. A su vez, encuentra que Dios está complacido con él, y esto, su convicción, le acerca más a Dios y su amor y amistad por Él crecen cada vez más. El proceso de entrega a la voluntad de Dios en todos los aspectos resulta en Sus bendiciones.
El que es bendecido por Dios es un alma dichosa. Al estar en paz consigo mismo, mira a los objetos de goce con perfecta indiferencia. Está contento con lo que tiene y es feliz al ver a otros felices. Si una persona cree que está bendecida por Dios y sigue siendo infeliz, es mejor que abandone este engaño y se esfuerce por la gracia anhelada con sinceridad y honestidad.
La plenitud y el favor divinos no se juzgan por los objetos de los sentidos, sino por el contento interno. Ésta es verdaderamente la bendición de Dios.
10. La Vida Unitiva
Yo he visto ahora a quien deseaba ver tan ardientemente, yo me he encontrado a mí mismo. El encuentro requiere una preparación extremadamente difícil y elaborada.
Yo anhelaba ver al más amado. Era imposible pasarse sin ello, y yo estaba seguro de morir si no lo veía. Incluso con la más íntima sinceridad de todo mi ser, yo no era capaz de descubrirlo, y la situación era insoportable. Sin embargo, con amor y determinación, ardor y coraje, comencé mi viaje. Tuve que pasar por diferentes etapas y lugares en la tarea.
Aunque era bastante hábil, ello no me confería la cognición, al comienzo. Pero he aquí que yo lo he visto hoy. Estaba seguro, pero justo al momento siguiente sentía que quizás no era ello. Siempre que lo veía yo estaba atento a observarlo agudamente, pero no conociendo su naturaleza con certeza, no podía decidir. Yo no podía estar seguro de que era mi Amado, el centro de mi ser. Siendo un experto en el arte del maquillaje, ello me eludía con un rápido cambio de forma antes de que yo pudiera llegar a una conclusión. Éstas eran las visiones de diversas Encarnaciones de Rishis y Santos, visiones internas en el proceso de Dhyana y Dharana, y visiones externas del estado de vigilia ocasionales de los siddhis, tales como el poder de profecía, clarividencia, clariaudiencia, y el poder de curar enfermedades normalmente incurables, etc. Algunos estaban anhelantes de servirme, tener fe en mí y honrarme, y esto me llevo a creer que yo lo había visto seguro; aquí está su habilidad para imaginar mentiras. Es tan hábil en el arte de cambiar de forma, cualidad y conocimiento, que el intelecto no sabe dónde está, por no decir nada de la penetración en su naturaleza.
Pero, ¿qué es este milagro? ¡Maravilla de maravillas! El destello, curiosamente resplandeciente, ¡esplendor majestuoso! Pero, ¿dónde está? Desapareció en un parpadeo antes de que yo pudiera aprehenderlo. No, no podía saberse nada sobre lo que me aconteció a mí o al relámpago. No podría decir si el destello extremadamente veloz y los medios de mi reconocimiento fueron uno y el mismo o diferentes. En el brillo del milagro del destello todo el orden cósmico se experimenta directamente. El contacto es inmensamente interesante. La experiencia del destello le hace a uno sentir que debería ser así de sabroso siempre; ésta es la sensación característica de la experiencia cósmica. Pero en el intento mismo de capturar el destello incandescente para un entendimiento básico, uno lo pierde.
Es extremadamente difícil llegar a la raíz de la energía cósmica, ese perfecto experto en asumir una infinita variedad de formas. La consciencia que debe ser aprehendida y el poder de concentración son uno y lo mismo. Siendo polimorfa por naturaleza, no puede ser encerrada en ninguna forma definida ni nombre ni lugar, como por ejemplo, las experiencias internas de Dhyana yogui. En el primer caso, la atención del meditador es el silencio completo, éste se transforma en luz, la luz asume la forma del espacio, y el espacio a su vez se convierte en movimiento. Éste se transforma en aire, y el aire en fuego, el fuego se convierte en agua, y el agua en tierra. Finalmente, la tierra se convierte en el mundo de cosas orgánicas e inorgánicas. El agua de la lluvia toma la forma de la savia en los granos y vegetales, cuya esencia suministra alimento y energía. Esta energía toma la forma de conocimiento, coraje, valor, sagacidad, etc. El proceso sin-miembros continúa. Ni la forma, ni el nombre, ni la cualidad son perdurables. Nada es permanente o concluyente.
Es difícil negociar con la experiencia sentida del iluminado espiritualmente. Esto puede significar, o que está más allá de nuestra capacidad alcanzarla, o que está más allá de alcance; sin embargo uno debe continuar con concentración. La identidad del "yo" como el milagro en el proceso del destello deslumbrante, y el "ego" de la consciencia empírica anterior a la experiencia, debe ser establecido firmemente en Dhyana Yoga (meditación). ¿Es el alma saturada espiritualmente la misma que la experiencia o está incluso más allá de eso? No hay ninguna dualidad para la experiencia que uno tiene en el proceso de Dhyana Yoga. En la fase iluminada incluso los órganos de los sentidos están inmersos en la meditación del adepto espiritual, puesto que los órganos de los sentidos y los cinco elementos son uno y lo mismo en el núcleo. Los elementos materiales, la materia sutil y la consciencia, las tres cualidades, Satva, Rajas y Tamas, y las tres fuentes de conocimiento, a saber, la percepción, la inferencia y el testimonio fueron vistas, están siendo vistas y ¡he aquí! que ellas no están ahí.
Las características de la originación, la preservación y la destrucción vienen bajo el Dhyana Yoga mismo. La actividad de Prakriti en todas sus formas, manifestada e inmanifestada, y la consciencia de Purusha están también incluidas en él. En el proceso de Dhyana Yoga, los ocho chakras son activados al mismo tiempo y son experimentados como tales. Todos éstos, en una experiencia única y unitiva, yo constituyo la contemplación. La meditación, la consciencia, y la experiencia son solo una única unidad.
El Dhyana Yoga es la actividad suprema de la vida. La concentración es la cosa central en la experiencia.
La transformación del Dhyana Yoga en Mama [sic] Yoga es un proceso difícil. Solo en la consumación de este proceso el Atman es conocido con certeza. Mientras que el Dhyana Yoga no se transforma completamente en Jñana Yoga, no hay conocimiento del Sí mismo. La prueba de Dhyana es el conocimiento, luego le sigue la dualidad del conocimiento y el Atman. En el conocimiento experimental, hay una carrera entre el conocimiento como Sí mismo y el Sí mismo como Sí mismo. Pero en el samadhi profundo hay una comprensión entre la contemplación y el Sí mismo. Esto resulta en la realización de la felicidad. La felicidad se transforma en suprema beatitud y el Sí mismo es absorbido en el Espíritu supremo. El conocimiento en sí mismo, la contemplación en sí misma, la Maya primordial, Dios, el estado Absoluto y el latido primordial son todos una única experiencia del Sí mismo. El Ser siempre querido y deseado se realiza aquí.
Antes de esto, en el proceso de obtención de los siddhis incidentales al Dhyana Yoga, manan experiencias en la forma de artes, amor y memorias de vidas pasadas en diferentes regiones tales como Patala, Swarga y Kailas. En algunos casos uno tiene un sabor de diferentes siddhis y Avataras y de una serie de encuentros con otros en distintas regiones. Hay experiencias de ser el Brahma de la región Satya, el Shiva de Kailas, y el Vishnu de Vaikuntha desde tiempos inmemoriales. De nuevo, hay diferentes fases en las sensaciones del yogui, lo mejor y lo peor, y los panoramas inacabables, ni agradable ni duraderos; y estos atributos inevitables del Dhyana Yoga deben continuar hasta que se transforma en Jñana Yoga; es decir, hasta la transición desde el estado de samadhi Sanprajuata (mente silente en meditación) al estado de samadhi Asamprajuata (estado de consciencia alterado, mente silente y alerta). Hasta entonces no hay realización del Sí mismo. Pero, por otra parte, si en el proceso de esta transición se conoce la naturaleza de esta fase del Dhyana Yoga, la realización del Sí mismo es automática.
Todas las experiencias y visiones que surgen del Dhyana Yoga son transitorias. En la contemplación, hay una infinita variedad de fases y de formas, y ninguna de ellas es duradera. Lo que quiera que se tome como útil y grande y concluyente se desvanece en un instante y una nueva forma toma su lugar para ceder lugar a la siguiente. Ese conocimiento del que todas las variedades dimanan en experiencias, tales como la tierra, el agua, el fuego, el aire, el éter y sus diversas especificaciones, es él mismo inestable. Comenzando desde la meditación, el alma contemplativa, habiendo experimentado un sabor de vidas anteriores, se transforma más adelante en la Maya primordial, la energía original, y la divinidad, e incluso en las características del supremo Sí mismo por el poder de la meditación; y todo esto durante un instante y entonces desaparece. Aquí está lo que se llama Kala, la liquidación final de la individualidad. Es aquí donde se compensa la separación de sí misma y se encuentra a sí misma con certeza espiritual, para no perderse nunca de nuevo. El Paramatman imperecedero, indisoluble, y eterno brilla (en adelante) con perfección más allá del alcance de la experiencia empírica.