Libros - Rafael Redondo
ser la propia luz
más allá de linajes y maestros, de escuelas y creencias
Nacer es más, bastante más, que el hecho fisiológico de salir del seno materno. Este libro es una ayuda para clarificar qué es nacer, porque su autor considera ―y vive muy seriamente en sí tal consideración― que estamos en este planeta para nacer plenamente en cada instante; que la vida sí tiene un sentido: ampliar la luz de la conciencia que en germen nos fue dada. Y regalarla.
Rafa Redondo se toma muy en serio su oficio de comunicador de lo que ve: le va la vida en re-velar la Vida, en facilitar el despertar de la borrachera en que ―suicidamente― la sociedad occidental, amedrentada y sumisa al Dios Mercado, se halla sumida. De ahí que machaconamente advierta, aclare y convoque a la lucidez del lector para que en cada instante tome buena nota de lo que supone vivir sin apartarse un ápice de la conciencia de "ser la propia luz".
Desde su experiencia de guía, apercibe con énfasis sobre la diferencia existente entre vivir embriagado y vivir lúcido. Y nos pone constantemente en guardia para no apartarnos del Camino, haciéndonos ver tanto el poderío interior de la Luz como los obstáculos en que podemos tropezar para reconocerla.
Destaca en estas páginas la original visión de lo que es un verdadero maestro, de la inmadurez con que se ha mitificado esa figura asiática entre nosotros; también de lo que es la mayoría de edad que nos hace autónomos y fraternos. Es una obra valiente donde se denuncia que aterrizar en lo real no equivale a mirar para otra parte ante el actual azote de una economía que asesina a los más pobres, e invita al meditante a transformarse a sí mismo transformando el mundo. "Ser la propia luz" es un libro escrito desde la resurrección, un libro revolucionario.
Rafael Redondo Barba (Bilbao, 1941) es autor de nueve libros y numerosos artículos científicos. Escritor, conferenciante y columnista de diversos periódicos, desarrolla su principal actividad en el País Vasco. Es pionero en implantar la meditación Zen dentro de un programa de Terapias Alternativas, dependiente del Servicio de Psiquiatría del Hospital Civil de Bilbao. En mayo de 2004 fue reconocido Maestro Zen por Willigis Jäger. Desde entonces, abandonada voluntariamente la docencia universitaria, su actividad se ha centrado en enseñar el camino del Zen.
Más información
Detalles del libro:
- Título: SER LA PROPIA LUZ
- Subtítulo: Más allá de linajes y maestros, de escuelas y creencias
- Autor: Rafael Redondo
- Editorial: Desclée De Brouwer
- Año de edición: Septiembre 2015
Prólogo de Enrique Martínez Lozano
Rafa es un hombre entrañable y apasionado. Y lo es porque ha aprendido a "quitarse de en medio". Porque ―como él mismo ha escrito― "en cuanto te quitas de en medio, Eso aparece". Y Eso es ternura y pasión, aceptación y compromiso, paz y rebeldía, ecuanimidad y denuncia..., compasión y sabiduría, en un abrazo no-dual capaz de integrar los opuestos, que ―mal que le pese a nuestra mente― no son sino aspectos complementarios de la Realidad una.
En esta ocasión nos regala "algo muy im-personal", fruto de su andadura, de su trabajo de despojo ―desapego o desidentificación del yo―, de sus sentadas matinales, de su aprendizaje cotidiano... Como él mismo confiesa: "Hablo de algo que sé por mí mismo y que he aprendido en mis carnes. Desaparecer como ente aislado equivale al despuntar de la Unidad. Detrás de las emociones dolorosas con sus vaivenes está el respaldo rocoso del Testigo infinito. Lo sé".
Se requiere mucha limpieza interior y mucha humildad para decir ― "lo sé", sin tener que disfrazarlo de un modo erudito o esconderlo detrás de citas que parecieran confirmarlo. Es la humildad característica de quien se reconoce y se vive como cauce limpio por el que la Vida, sencillamente, fluye y se expresa.
Una nueva paradoja: somos ―al mismo tiempo― el cauce y la Vida. O la Vida que ha tomado la forma de ―que ha querido vivirse como― esta persona concreta. Cuando lo vemos, todo se vuelve luz. Y, con la luz, amor.
Rafa lo sabe por experiencia: "Es liberador y hermoso vivir en la Nada, siendo Nadie, libre de toda imagen, incluida la propia; libre de toda opinión o idea, incluida asimismo la idea de la Nada y de Nadie".
Más allá de las peripecias vitales de cada cual ―o, quizás mejor, dentro de ellas―, la sabiduría radica en el descubrimiento de que "la experiencia del Ser es un derecho de nacimiento, un patrimonio de la Humanidad". La ignorancia es reductora: confunde nuestra personalidad con nuestra identidad, lo que tenemos con lo que somos. A partir de ese momento, el ego campa a sus anchas y la existencia se convierte en pura egocentración, que alimenta la confusión y el sufrimiento, a la vez que colorea todos los ámbitos humanos, desde las relaciones interpersonales hasta las internacionales, desde la economía a la política, desde la cultura a la religión.
Frente a tanto engaño institucionalizado y asumido como si fuera parte incluso del "sentido común", Rafa nos despierta, denunciando de paso la instrumentalización que el sistema está haciendo de la meditación en general ―incluido el mindfulness― y del zen en particular. La meditación ―advierte― no es la "práctica relajante" asumida por el neoliberalismo: no se puede oprimir y liberar a la vez, adormilar y despertar al mismo tiempo. La auténtica práctica meditativa ―subraya―, lejos de aislarnos, pulveriza, vacía, nuestro narcisismo; nos hace cada vez más disponibles ante el dolor de todo ser viviente sin distinción.
Solo hay una cosa que aprender ― a ser. Pero, al aprenderlo, el yo desaparece. Porque, como han advertido los sabios, el conocimiento de sí conduce al olvido de sí. Y se "olvida" el yo ―deja de percibirse como nuestra verdadera identidad― porque hemos descubierto lo que somos: aquella Consciencia una (Presencia, Vacío, Plenitud, Vida, Dios...), compartida con todos los seres, que nos reclama constantemente desde dentro en forma de anhelo, que experimentamos sin mediaciones como pura sensación de ser y que nos otorga la única seguridad que nos sostiene: la certeza de ser. Es su voz la que tenemos que escuchar ―nos sigue recordando Rafa, con el tierno humor que admiramos en él quienes le conocemos―, porque "el infinito no precisa cursillos especiales dirigidos por gurús".
Al conectar con lo que somos, es cuando todo empieza a iluminarse, y así percibimos ―repito las expresiones de Rafa― que todo es gracia; que no se puede no amar ("Quien practica el zen y no ama no hace verdadero zen"); que el vivir en sí es un gozo sin objeto; y que no hay revolución sin revolucionarse.
Es claro que toda esta sabiduría nace del Silencio. Es necesario acallar los ruidos mentales para poder ver con claridad. Cuando esto se consigue, seguimos viendo lo mismo que antes, pero de un modo radicalmente transformado. Precisamente porque es "discípulo del Silencio", Rafa puede regalarnos estas palabras de Sabiduría.
¿Por dónde empezar? Me atrevería a decirlo de este modo: escucha tu propio anhelo ―tu "maestro interior"―, practica la atención consciente y dedica tiempo al silencio. Y lo resumiría en una palabra que a Rafa le gusta mucho y que se repite constantemente en su escrito: "cuida el instante". Le gusta por su etimología. El instante es aquello que "nos insta" y, por eso, nos despierta:
Insta el instante a estar del todo atento;
incendia los relojes, y, desnudo
de las alas del tiempo, observa mudo
las raíces del viento en movimiento.* * *
Vivo ―más bien me vive― el sacramento
del instante.
Porque, al final, eso es lo que la sabiduría nos enseña: no a vivir, sino a dejarnos vivir, a permitir que, en todo momento, la Vida se viva en nosotros.
Enrique Martínez Lozano
Teruel, marzo 2015