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Libros - Aitzol Zunzunegi Etxeberria

El salto cuántico espiritual
La metamorfosis de la oruga en mariposa

El salto cuántico espiritual

En un universo indeterminista como este, es posible revertir situaciones extremadamente complejas: creando, creyendo y asumiendo tener un poder absoluto para cambiar las cosas.

El salto cuántico espiritual obedece a un anhelo genuino de libertad, de emancipación y de transformación radical.

El símil de la oruga y la mariposa ilustra de manera perfecta el “tránsito” en nuestro proceso de individuación.


Aitzol Zunzunegi Etxeberria (24-06-1980), Es técnico de mantenimiento. Tras La alegría sin causa, esta es su segunda incursión en la narrativa espiritual.
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Detalles del libro:
  • Nº de páginas: 78
  • Encuadernación: Rústica
  • Formato: 14 x 21,5
  • ISBN: 978-8418149641

Comentario del Autor

“Mi yo más profundo no es mi ego, sino Dios”.

Esta afirmación que sustenta el siguiente apartado, es la clave para entender que: 

  1. No hay separación entre la divinidad y nosotros.
  2. La realidad la sustenta el Poder Superior.
  3. Somos conducidos por la vida, amparados por aquello que está en la base de la realidad.

     Por lo tanto, afrontar las circunstancias desde la serenidad, sabiendo que estamos “protegidos”, a pesar de sobrellevar con dificultad ciertas vicisitudes, es de vital importancia no únicamente porque la anterior comprensión así lo indique.
     De hecho, es una certeza que tendremos, si es que somos empujados al abismo y somos, a la vez, capaces de dar el salto que nos adentre en el reino de lo posible ilimitado.
     No estamos solos, parece decirnos la Naturaleza.
     Y, realmente, ¿existe alguna diferencia entre la Naturaleza y Dios? Desde un punto de vista panteísta, alcanzaremos la comprensión de que no existen diferencias entre aquello que simboliza a la Madre (Naturaleza) y aquello que simboliza al Padre (Dios).

 

     ¿Tratamos de quitar el velo a lo que se nos muestra o, simplemente, imitamos el proceso creativo de la Naturaleza?
     Situémonos en esa doble tesitura en la que, por una parte, desvelamos lo cotidiano y por otro, nos mimetizamos con los movimientos de la creación divina.
     Esto es, tratemos de dar el salto adentrándonos en la crisálida para salir de ella.
     En el siguiente capítulo, analizaremos el redescubrir de un nuevo paradigma, que es aquel que se le presenta a la “oruga” tras salir del atolladero.
     Convertida en mariposa, a medida que descubre nuevas capacidades innatas en ella, se despoja de viejas ataduras. Indudablemente, el tránsito resulta doloroso, ahora bien, es sumamente satisfactorio.
     La noche oscura no es más que el acontecimiento que da paso a la metamorfosis.
     Convertida en mariposa, esta vez sí, transciende sus limitaciones y con ellas, su destino.

 

     Obrar desde la simplicidad del ser, en un actuar sin forzar, en esa unión con lo divino... tal es el emanar de la Naturaleza.
     El Uno siempre presente e inefable, sustento de la realidad, es aquello que lo impregna todo.
     Nuestra ausencia de voluntad y de deseos terrenales, harán que abracemos aquello que conforma lo celestial.
     Lo mundano y cotidiano conforman lo sagrado. El lugar que ocupamos, no es más que un santuario.
     Todo es sagrado, parece decirnos la naturaleza. Y en esa actitud reverencial permaneceremos.
     Ahora bien, si es necesario dar el salto, lo daremos. Conscientes de que otras realidades son posibles y de que nuevos horizontes se pueden abrir paso.
     La realidad ES. No hay adjetivos que la describan.
     Ahora bien, ¿cómo definir a la totalidad?
     Puedes llamarla Bien, Bondad, Amor o lo que sea.

     Tal es la naturaleza del Uno.