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Artículos - Rupert Spira

Contemplando la naturaleza de la experiencia

Una entrevista con Rupert Spira (Parte 1 de 2)

Por Paula Marvelly Junio 2010
Rupert Spira

P. ¿Podrías dar una breve biografía de tu vida hasta la edad de 16 años.

Provengo de una gran familia entrañable. Mis padres eran amables y cariñosos y dieron todo lo que pudieron, de muy distintas formas, a sus hijos. Mi infancia fue esencialmente feliz y libre. Mis padres se separaron cuando yo tenía seis años y viví con mi madre en Hampshire. Sin embargo, también veía mucho a mi padre. Mi madre es excéntrica, artística y tiene un profundo interés en las cosas espirituales; y mi padre es más mesurado y convencional. Aprendí mucho de ambos.

P. Has dicho que a los 16 años comenzaste a meditar. ¿Hubo algo específico ―un acontecimiento tal vez― que precipitó una cosa así?

A la edad de 15 años estaba desencantado con la vida hacia la que mi formación científica me estaba preparando. En la misma época vi una exposición de la obra de Michael Cardew, que agitó mi imaginación más allá de todo lo que previamente había encontrado. También comencé a leer a Rumi y Shankaracharya que despertaron en mí el sentido de una nueva posibilidad completamente.

P. Dices que empezaste a leer a Rumi, Gurdjieff, Ouspensky, Krishnamurti, Ramana Maharshi, Nisargadatta Maharaj y Shankaracharya, entre otros.

De alguna manera, tenía la profunda intuición de que lo que estaba leyendo era cierto. Sus palabras resonaban profundamente dentro de mí y encendieron un intenso deseo de saber por mí mismo de lo que estaban hablando.

P. Has dicho que querías hacer una carrera de ciencias, pero que sentías que ese no era el camino correcto a seguir. ¿Por qué era así? ¿Qué había en la ciencia que no te gustaba?

No fue tanto un rechazo de la ciencia sino una atracción por el arte. El arte parecía comprometer todo mi ser, no sólo mi intelecto. Sentía que el arte me proporcionaba los medios para explorar y expresar los reinos más profundos de la experiencia de una manera que la ciencia no podía.

P. Fuiste a la escuela de arte. ¿Hubo alguna disciplina en particular que te inspiró ―alfarería y cerámica probablemente― y por qué?

Primero vi la obra de Michael Cardew y, más tarde, piezas de las primeras tradiciones cerámicas de China, Corea, Japón y Persia. En esa momento mi respuesta fue instintiva e inarticulada, sólo un inconfundible "Sí" desde el fondo de mi ser. Estos objetos eran como condensaciones de la inteligencia, el Amor y la Belleza. Me pasaba horas en los museos mirándolos. A veces sentía que mi cuerpo se disolvía frente de ellos. Era exactamente la misma experiencia que tuve muchos años más tarde con mi maestro en satsang.

P. Usted pasó varios años en la Sociedad de Estudios, creada por el Dr. Francis Roles, bajo la guía de Su Santidad Shantananda Saraswati, el Shankaracharya del Norte. ¿Qué filosofía/enseñanza aprendió allí y de qué le sirvió?

Cuando llegué a La Sociedad de Estudios los últimos remanentes de la enseñanza de Ouspensky estaban cediendo el paso en favor del Advaita Vedanta de Shankaracharya, que se consideraba que había sido la fuente de las enseñanzas de Ouspensky.

Me sumergí en la enseñanza y también aprendí los Movimientos de Gurdjieff y el Giro de Mevleví (Derviches giradores) ― hermosas prácticas contemplativas de movimiento. Estas enseñanzas fueron mi hogar ― yo vivía en ellas y ellas vivían en mí.

P. Después de dejar la escuela de arte, trabajaste como artista para ganarte la vida. Dices que creías que la Belleza estaba vinculada a la espiritualidad y que era una manera de poder traer ese concepto a la vida. Me recuerda los versos de Keats:

"La Belleza es verdad y la verdad Belleza"
Esto es todo lo que sabes en la tierra, y todo lo que necesitas saber.

¿Podrías extenderte sobre esto?

Nuestra experiencia aparentemente objetiva consiste en pensamientos, sensaciones y percepciones, es decir, la mente, el cuerpo y el mundo. Cuando la Conciencia "toma la forma" del pensar, parece ser un pensamiento. Cuando "toma la forma" del sentir, parece ser un cuerpo y cuando "toma la forma" del percibir, parece ser un objeto, otros o el mundo.

Cuando el pensar termina, la parte aparentemente objetiva (el pensamiento) desaparece, pero su sustancia, la Conciencia, permanece. En ese momento sin tiempo (sin tiempo porque la mente no está presente) la Conciencia se conoce a sí misma tal como es, sin mediación de la aparente objetividad del pensamiento. Esta experiencia se conoce como Comprensión.

Cuando el sentir termina, la parte aparentemente objetiva (la sensación o cuerpo) desaparece, pero su sustancia, la Conciencia, permanece, conociéndose a sí mima como Amor o Felicidad.

Y cando el percibir termina, el objeto, los otros o el mundo desaparecen, pero su sustancia, la Conciencia, permanece, conociéndose a sí misma tal como es, una vez quitado el velo de la apariencia de los objetos. Esta es la experiencia conocida como la Belleza.

En otras palabras, la Comprensión, el Amor, la Felicidad y la Belleza son todos nombres diferentes para una misma experiencia, la presencia de la Conciencia, el conocimiento de nuestro propio Ser.

Los senderos a través de la Comprensión y el Amor (los senderos del Jñana y el Bhakti) están bien documentados, pero el sendero a través de la percepción se conoce menos. El sendero de la percepción o la Vía de la Belleza es el camino del artista. Es un sendero a través del cual se hace evidente, y el medio a través del cual se expresa, que la sustancia de todas las percepciones está hecha de Conciencia.

Aunque todos los objetos aparentes están hechos de Conciencia, no es, en un nivel relativo, la función de todos los objetos revelar esto. Por ejemplo, el propósito de un caldero es hervir agua, no revelar la verdadera naturaleza de la experiencia. Sin embargo, hay una categoría de objetos, que son hechos específicamente con la intención de revelar la verdadera naturaleza de la experiencia y tal objeto es lo que llamamos una obra de arte.

La función de una obra de arte no es simplemente señalar algo, sino en realidad revelar la verdadera naturaleza de la experiencia. Como decía Cezanne, "darnos una muestra de la eternidad".

Al igual que las palabras de la enseñanza, tales objetos vienen impregnados con su origen, el silencio y el amor del que proceden y, como tales, son tremendamente poderosos. Así, la Belleza es la experiencia a través de la cual llegamos a conocer y sentir que todas las cosas aparentes están hechas de eso que las conoce.

Keats tenía razón. "La Belleza es verdad y la verdad Belleza". La experiencia de la Verdad y la Belleza son una y la misma experiencia.

"Esto es todo lo que sabes en la tierra". La mente (que es la expresión de la Verdad) y el mundo (que es la expresión de la Belleza) son uno. Es decir, el "conocedor" aparente y lo aparentemente "conocido" son uno. Ya sea que lo reconozcamos o no, esta es siempre nuestra experiencia. Es, como dice Keats, "todo lo que sabes en la tierra" ― el conocimiento de nuestro propio Ser en y como todas las cosas aparentes.

"Y todo lo que necesitas saber". Sí, este conocimiento por sí solo, si se considera profundamente y se hace propio y posteriormente se aplica a todas las circunstancias, es todo lo que se necesita para llevar una vida sana, feliz y Amorosa.

¡Keats era bastante más económico con sus palabras que yo!

Los grandes artistas del pasado, de quienes Keats era uno, fueron tal vez los vehículos a través de los cuales este conocimiento fue comunicado con más fuerza en nuestra cultura, pero no es su única procedencia.

Este conocimiento experiencial de la verdadera naturaleza de la experiencia es de hecho conocido por todos, pero a veces parece ser olvidado. Sin embargo, nunca está lejos de la superficie, e incluso en la cultura popular ―la música, la moda, etc.― vemos este mismo anhelo por el Amor, la Belleza y la Felicidad, todos los cuales son simplemente variaciones de nuestro anhelo de volver a la verdadera naturaleza de nuestro más íntimo ser.

Cuando este Amor, Belleza y Felicidad son aparentemente velados por la aparición de la entidad "yo", gritan aún más fuerte. A nuestro alrededor, en nuestra cultura oímos estos "llantos de amor" buscando totalmente desesperados en el lugar equivocado aquello que yace en su corazón.

P. En cuanto a mí, yo asistí a la escuela hermana de la Sociedad de Estudios, llamada Escuela de Ciencias Económicas, donde también se exultaba a la Belleza. Ya que estoy de acuerdo en que la Belleza es un medio por el cual el corazón puede abrirse, me pregunto si hay exclusión de otras partes de la vida que no son muy bellas. A nivel del día a día, el culto a la perfección física es efectivamente una distorsión de las actitudes de las personas hacia su propio cuerpo y al de otras personas y que causan un gran sufrimiento. Como mujer, me siento siempre juzgada por mi apariencia física.

El culto a la perfección física es un reflejo pálido y una interpretación errónea de nuestro conocimiento innato de la Belleza. Cuando nos olvidamos de la presencia de la Conciencia, la Belleza es relegada a la condición de un objeto, de la misma manera que cuando la Conciencia está aparentemente olvidada, el yo, el otro, el objeto y el mundo parecen ser la realidad.

Si la Belleza se considera como una propiedad de los objetos, entonces se considera también su opuesto, la fealdad. Incluso en algunas expresiones del advaita contemporáneo esto es veces mal entendido y, en estas expresiones de la enseñanza, la Belleza es relegada a una experiencia objetiva que se considera sólo como una más "apariencia en la Conciencia".

Pero no lo es. La Belleza es otro nombre para la Conciencia, el conocimiento de nuestro propio Ser.

De igual modo, cuando amamos a otro, es verdaderamente el Sí mismo en el "otro" lo que es amado. Y es el Sí mismo el que ama. Es decir, el Sí mismo es el amante y el amado. En otras palabras, es el Amor mismo, sin más. Eso es lo que el Amor es ― la ausencia del aparente otro. Todos conocemos esa experiencia de disolvernos en el Amor. Todo lo que nos mantiene separados y aparte se disuelve y esa disolución, incluso en el lenguaje común, se conoce como Amor. Por supuesto, cuando la mente regresa, se apropia de la experiencia no-objetiva e intemporal del Amor y crea de ella al "amante" y al "amado" ¡y luego se pregunta por qué la experiencia misma del Amor ha parecido desaparecer!

Por lo tanto, la Belleza y el Amor son una y la misma experiencia. Es sólo en nuestra cultura donde esto ha sido pasado por alto y han sido reducidos a objetos. El culto a la perfección física a la que te refieres brota de este malentendido, aunque todavía hay una llama de reconocimiento de la verdadera naturaleza de la Belleza y el Amor que arde en su corazón.

Shakespeare lo sabía bien: "Todas las cosas parecen, pero no pueden Ser. La belleza se jacta pero no es Ella".

Todas las cosas parecen tener una existencia propia, separada e independiente de la Conciencia, pero no es así. La "Eseidad" de un objeto aparente pertenece únicamente a la Conciencia.

"La belleza se jacta", es decir, la belleza (con una "b" pequeña) que parece pertenecer al objeto "se jacta", pretende ser la cosa real, llama la atención sobre el objeto, "pero no es Ella", es decir, no es Ella, el verdadero Amor de nuestros corazones, la Belleza misma sin objeto.

P. Durante este periodo de tu vida, dices que tenías un modelo de la verdad y también tenías una vida que vivir (relaciones, tener una familia, ganarse la vida, etc.). Efectivamente, había división entre ellos. ¿Puedes ampliar esto?

Mis modelos eran los grandes sabios de otras épocas y culturas extranjeras, como Ramana Maharshi, Nisargadatta y Rumi y por un momento confundí las expresiones culturales de su comprensión de la verdad misma.

Consideraba que tenía que alejarme del mundo para acceder a esta verdad. Esta actitud es venerada en algunas de las enseñanzas tradicionales. Para muchos de nosotros, la creencia y la sensación de que es el "yo", el cuerpo/mente que conoce el mundo, es inicialmente reemplazada por la comprensión experiencial de que el "yo" es la Conciencia atestiguadora que es consciente del cuerpo/mente/mundo.

Para ver esto con claridad, puede ser necesario colocar temporalmente al cuerpo/mente/mundo a una distancia aparente, por así decirlo, con el fin de establecer experimentalmente que somos el testigo y no lo atestiguado. Para muchas personas, y yo era una, esta posición del testigo es un paso importante para establecer la presencia y la primacía de la Conciencia.

Esta posición es venerada en algunas tradiciones monásticas donde el mundo e incluso el cuerpo son negados a fin de centrarse en la presencia de la Conciencia.

Sin embargo, en esta posición, todavía hay una presunción sutil de dualidad entre el "yo" percibidor de la Conciencia y el objeto percibido, el otro o el mundo. Esta distinción a veces se disuelve naturalmente con el tiempo o puede disolverse como consecuencia de una posterior exploración de la experiencia. De cualquier modo, el resultado es la completa saturación del cuerpo/mente/mundo con la Conciencia (de hecho, siempre ha sido así, pero ahora se conoce y se siente que es así) en la que el cuerpo, la mente y el mundo ya no se cree ni se siente que sean peligrosos o amenazantes y pueden volver a ser plenamente aceptados.

P. ¿Por qué te fuiste de la Sociedad de Estudios? Mencionas que sentías que algo te faltaba.

Sí, todavía había una distancia. Yo no podía hacer completamente mía la enseñanza, por así decirlo.

P. Y luego te encontraste con Francis Lucille. ¿Cómo te ayudó?

Algo acerca de nuestro encuentro dejó en claro que lo que yo soy está siempre presente y no tiene límites ni ubicación. Como efecto secundario de este descubrimiento, el "yo" que estaba buscando ayuda se encontró que era inexistente.

P. ¿Dirías que estás auto-realizado o iluminado, a falta de una expresión mejor?

Tanto la respuesta "Sí", como la respuesta "No", supondría la presencia de alguien que puede o no estar iluminado. En ausencia de ese alguien, sólo la Luz que ilumina todas las cosas aparentes permanece. En realidad, no "permanece" en el tiempo. Hay la realización de que es la realidad siempre presente de toda la experiencia. Es experiencia.

P. ¿Qué significa ser auto-realizado o iluminado?

Estas palabras se pueden utilizar con diferentes significados. Los significados que yo utilizo son los siguientes:

Ser iluminado significa conocerse a sí mismo como Conciencia y saber que esta Conciencia es omnipresente y no tiene límites ni ubicación. Ser auto-realizado significa pensar, sentir y actuar de acuerdo con esa comprensión experiencial.

La iluminación es instantánea aunque puede no ser inmediata. La auto-realización requiere tiempo aparente e implica la disolución gradual de los viejos hábitos de pensar, sentir, actuar y relacionarse en nombre de una entidad separada y, como resultado, la reestructuración de la mente, el cuerpo y el mundo con la comprensión experiencial de nuestro yo, la Conciencia, como el único testigo y sustancia de todas las cosas aparentes.

P. ¿Por qué yo no estoy auto-realizada/iluminada?

Debido a esa misma pregunta. Con esa pregunta supones que eres una entidad distinta y separada de la luz de la Conciencia. Esta suposición se conoce como la "persona" o la "entidad separada" y parece velar el Amor y la Felicidad que son inherentes a la Conciencia ― el conocimiento de su propio Ser.

Este aparente velo de la Felicidad es sinónimo de la búsqueda de la iluminación o de la sensación de no estar iluminado. Esa búsqueda es lo que la entidad separada es, no lo que hace.

Una vez que nos hemos imaginado a nosotros mismos siendo esa entidad, la búsqueda de la Felicidad en los objetos de la mente, el cuerpo y el mundo es inevitable. Si creemos y sentimos que somos esa entidad y creemos al mismo tiempo que no estamos buscando, simplemente nos estamos engañando a nosotros mismos. Simplemente hemos enterrado el sutil rechazo del ahora, que es otro nombre para la búsqueda, bajo una nueva creencia en la no-dualidad.

Sin embargo, tarde o temprano esta búsqueda termina, en la mayoría de los casos, como resultado del sufrimiento y de la indagación. En este punto, es posible, por decirlo así, dar la vuelta y cuestionar al mismísimo "alguien" que está en la búsqueda sólo para descubrir que era totalmente inexistente. En su lugar, donde esperamos encontrar al sujeto del "yo" separado, encontramos al "yo" de la Conciencia.

Es inevitable que la búsqueda hasta este punto parece haber sido llevada a cabo por la entidad separada que creemos y sentimos que somos. Sin embargo, incluso si provisionalmente acreditamos la entidad aparentemente separada con esta actividad, no hace más que esto. De hecho, en realidad ni siquiera hace esto. ¿Qué puede hacer una entidad inexistente? Sin embargo, debemos tener cuidado con la adquisición de la creencia de que "no hay nada que hacer" mientras el sentimiento de separación esté todavía presente.

P. ¿Cómo se logra la auto-realización/iluminación?

Para poder pensar que la iluminación puede ser lograda, primero tenemos que creer que se ha perdido. Una vez que se cree que la iluminación se ha perdido nosotros, por definición, nos consideraremos una entidad separada en una búsqueda inevitable por la felicidad. Esta búsqueda gira entorno a la entidad separada que creemos ser, y que siente que es infeliz. Por lo tanto, en tal caso, lo mejor que podemos hacer es volvernos hacia este yo infeliz que anhela la Felicidad. Cuando nos volvemos hacia este "yo" que íntimamente sabemos que somos, no encontramos una entidad separada. Encontramos Conciencia, Presencia. Y ¿qué es eso que encuentra Conciencia? La Conciencia es lo único presente "ahí", capaz de ser consciente de la Conciencia.

Simultáneamente con este auto-reconocimiento viene el reconocimiento de que la Conciencia está, en realidad, siempre sólo conociendo su propio Sí mismo y en este punto podemos verdaderamente decir que nunca hay ignorancia.

Sin embargo, hasta que este reconocimiento haya tenido lugar sería más honesto reconocer que nos sentimos como una persona en una búsqueda inevitable de la Felicidad. Como esta persona aparente nosotros nos volvemos, por así decirlo, hacia la fuente de nuestro ser y, como una polilla que vuela hacia la llama nosotros, esta entidad imaginaria, parecemos disolvernos en ella.

Sólo entonces nos damos cuenta de que desde el principio nunca hubo una entidad. Entonces es claro que no había nadie que se volviera hacia la fuente de su ser. Siempre había sólo Presencia, aparentemente velada a sí misma con la creencia en la separación y aparentemente desvelada con el reconocimiento de su verdadera naturaleza, pero nunca, en realidad, ni por un momento sabiendo o siendo distinta de su propio Sí mismo.