Artículos - OM C. Parkin
El mito de la iluminación
Una entrevista con OM C. Parkin - por Christian SalvesenEn esta conversación se exponen los mayores conceptos erróneos sobre la iluminación. OM habla de la distinción entre experiencias de despertar e iluminación, que a menudo se meten en el mismo saco. Lo esencial es distinguir si se trata de una experiencia fugaz y efímera o de un estado duradero y permanente.
A partir de su amplia experiencia, nos habla de su propio proceso de despertar. Nombra varios escollos en los que caen repetidamente los buscadores espirituales en su búsqueda.
Extracto del libro:
OM, el tema de esta entrevista es la iluminación. Muchos hablan o escriben como si la hubieran experimentado, pero sólo pocos se declaran inequívocamente iluminados. A ti, ¿qué experiencia te permite hablar de la iluminación?
La primera experiencia vino, de forma inesperada, tras un accidente de coche que ocurrió el 6 de agosto de 1990. Durante dos días, estuve clínicamente muerto. Durante aquel ‘tiempo’ en el que, para mí, no había ni tiempo ni espacio, experimenté la verdad de mí mismo como consciencia ilimitada, que es consciente de sí misma. Cuando, a continuación, en la consciencia volvieron a aparecer imágenes, pensamientos, sentimientos y el cuerpo físico, se produjo una especie de shock. Comprendí que todo esto no es real, dado que aparece en lo que YO SOY. Así que, en cierto modo, puedo decir que, en el momento del despertar, nada cambió excepto que reconocí que aquello que llamamos el mundo y la vida únicamente se proyecta en la consciencia. Tomarlo por real, ésta es la ilusión en la que se encuentran todos los seres humanos. Aquella primera experiencia sacudió todo lo que había creído sobre mí mismo y el mundo. Pocas semanas después de mi despertar, me vi conducido a mi última maestra. Su nombre es Gangaji. Antes no la conocía y tampoco sabía nada de la tradición en la que hablaba de la iluminación. En su satsang hablaba justamente de aquella realidad absoluta que yo estaba experimentando de forma incondicional.
En algunos niveles, sin embargo, se reconstituían las estructuras de la ilusión en mí. Aunque no hubiera ninguna identificación con el cuerpo y los sentimientos, seguían apareciendo pensamientos-yo, había una identificación inadvertida con pensamientos-yo, por lo cual llegué a un estado intermedio en el que me veía como observador que percibe el mundo como un espectáculo vacío.
En aquel estado que, mirado desde fuera, parecía un estado de inconsciencia, ¿tuviste alguna experiencia de consciencia interior?
En la consciencia no había yo, y no se localizaba ni en el interior ni en el exterior. Se había interrumpido la dualidad entre un sujeto y los objetos percibidos por el sujeto. Lo que queda al disolverse esta dualidad, esto es la realidad.
Si en ese estado no hay yo, entonces ¿cómo puedo saber ‘yo’ que ‘yo’ me encuentro en ese estado? ¿Eso se parece a dormir sin soñar? ¿O es la vigilia más absoluta? ¿De qué tipo es esa consciencia?
La vigilia, con frecuencia, se confunde con la consciencia que uno tiene durante el día. Esta consciencia, sin embargo, la califico más bien de sueño. Cuando los seres humanos se despiertan por las mañanas, en realidad se duermen. Entran en el trance cotidiano en el que este mundo gana en realidad, realidad en la que niegan el origen del que nace todo en cada momento. Los seres humanos buscan estados, pero la iluminación no es ningún estado. Un estado es transitorio.
¿Se podría decir que la iluminación es un estado particular que no es transitorio sino eterno?
Sí, y ese estado es aquel del que despiertan todos los demás. Cuando a Poonjaji se le preguntó qué era la iluminación, respondió con una palabra: «Conocimiento». Este puro conocimiento transciende cualquier estado, tanto el estar bien como el estar mal, la rabia al igual que la alegría, lo positivo al igual que lo negativo.
En los círculos espirituales hay muchas creencias supersticiosas con respecto a la iluminación y en esta entrevista me gustaría aclarar este ‘trauma colectivo en torno a la iluminación’. Muchos creen que la iluminación es un estado que excluye otros estados, pensando en la felicidad como un sentimiento. Por supuesto que es posible que experimentes felicidad, por ejemplo al estar con un maestro. Luego, cuando este estado desaparece, la gente cree que ha perdido la iluminación. La iluminación no está limitada a un estado. Este es el error en el que caen muchas personas en su realización. Estar en este error supone una limitación que, de todas maneras, ya le es inherente al término mismo de la iluminación, ya que la iluminación sugiere que también hay un opuesto: el oscurecimiento. En este sentido, este término está limitado y no apunta a la última verdad, que los maestros zen también describen como ordinariedad.
Entonces, ¿es la iluminación un nivel de consciencia que subyace en los distintos estados de alegría y sufrimiento y al que, en este momento, no tengo acceso directo?
Lo paradójico es que tú seas perfectamente consciente de este nivel. La cuestión es: ¿Quién o qué es consciente de todo lo que aparece en este momento? No se puede negar que hay alguien que es consciente de todos los fenómenos u objetos. Pero estos objetos son transitorios y como Ramana, el maestro de Poonjaji, resaltaba repetidamente: «No vale la pena quedarse con lo transitorio. Quien busca la felicidad en lo transitorio, permanecerá irremediablemente infeliz.»
¿Hay algún punto de partida en concreto desde el cual yo pueda alcanzar ahora el ámbito de lo eterno? La atención que se dirige a un objeto o en este momento hacia ti, ¿es esta misma atención consciencia iluminada cuando se dirige al interior, sin objeto?
Es la misma consciencia que es consciente de los objetos y de sí misma. El problema consiste en que la atención se dirige hacia el exterior y se apega compulsivamente a los objetos. Con ello, no sólo me refiero al mundo exterior sino incluso al interior. Los sentimientos, las sensaciones físicas, las imágenes y los pensamientos son igualmente objetos. Ramana tiene el mérito de haber descubierto el núcleo de este apego al mundo exterior e interior: es el pensamiento-yo.
El pensamiento-yo inconsciente crea la ilusión de la dualidad. Incluso en las técnicas tradicionales de meditación en las que observo pensamientos, sentimientos, etc. se mantiene la dualidad entre un sujeto y un objeto. En cambio, Ramana acuñó el valioso término de la auto-indagación sobre la que también mi maestro Poonjaji opina que es «el camino más rápido a la iluminación». No hay ningún método que conduzca a la iluminación, porque cualquier medio es utilizado por la mente. Esa mente es como un ladrón disfrazado de policía que pretende atrapar al ladrón. Es siempre la misma mente. ¡La mente nunca puede extinguirse a sí misma! Aunque una técnica pueda ayudar a enfocar la mente o a llevarla a un estado de relativa calma, que facilite la auto-indagación, no consigue que la mente desaparezca. Sólo se refina y se desplaza a otro nivel. Entonces muchos creen: «¡Lo tengo!» Bien es verdad que el esfuerzo, ciertas técnicas y prácticas empleadas en el camino espiritual me puedan llevar hasta el borde del abismo. La caída, sin embargo, la realización del SER, no ocurre por el esfuerzo sino por lo que a mí me gustaría llamar gracia.
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