Artículos - Francis Lucille
Diálogos con Francis Lucille
Francis Lucille Encuentro en Barcelona, 2012 (Selección II)Interlocutor: Yo quería preguntar... Comprendo muy bien cuando en la primera parte de las sesiones hacemos la meditación y los ejercicios de yoga guiados porque, de alguna forma, tenemos una experiencia directa de la presencia. Pero los diálogos, lo que estamos haciendo ahora, los vivo como algo muy alejado de esta experiencia directa, siento que se habla de una forma que me cuesta relacionar esto con lo que hacemos en la primera porte; no me estoy expresando muy bien pero es que es un poco difícil lo que quiero... Me gustaría que me ayudases a encontrar la actitud, cómo hacer para poder trabajar con los diálogos.
Francis Lucille: En aquello que hacemos cuando efectuamos las sesiones de aproximación por la sensación, podríamos decir que eso tampoco es un enfoque directo porque es un enfoque a través o por la sensación.
Podemos tener una aproximación por la sensación, otra aproximación por la percepción sensorial, y también una aproximación por el pensamiento. Durante estos diálogos es, sobre todo, el enfoque por el pensamiento. Aunque si tú te conectas al nivel de la sensación, verás que también está presente el enfoque por la sensación en los diálogos. Las tres vías están disponibles en cada instante y eres tú la que escoges una u otra según el momento.
Es un poco como si escuchas un trío en música, chelo, violín y viola. Puedes seguir el violín o seguir el chelo o seguir la viola y, en un momento dado, cambiar de un instrumento a otro. Los tres enfoques están disponibles en cada momento. Algunos prefieren el violín y otros el chelo, así que tenderán a escuchar más bien un instrumento que el otro. En general lo que se recomienda es desarrollar la posibilidad, la aptitud para escuchar todos los instrumentos. Quien lo enfoca a través del pensamiento es importante que también lo enfoque a través de la sensación y la percepción. Y para alguien que va a través de la sensación es importante que también lo haga a través del pensamiento, porque si no... En cierto sentido en ese viaje espiritual la sensación es el motor, y el pensamiento es la brújula y el mapa; y para llegar a buen puerto ambas son necesarias. Si al nivel de la sensación estamos en unidad pero a nivel mental hay conceptos de separación en los que creemos no podremos, en este caso, establecernos en la felicidad. Y recíprocamente.
Y vuelvo al principio de mi respuesta porque he dicho que ninguno de esos enfoques, de esas aproximaciones eran directos y que, por dicho motivo, no hay razón para privilegiar una sobre la otra. Y es justamente eso lo que estás haciendo implícitamente con tu pregunta, privilegiar una sobre las otras. Lo que venías a decir es: "Lo que hacíamos antes (la aproximación corporal) el acercamiento era directo, pero durante los diálogos con tantas palabras no es directo".
Una palabra o una frase que son recogidas por una consciencia completamente interesada y abierta en amor con la verdad, puede originar instantáneamente la visión directa. Las palabras son tan eficaces como los pensamientos a ese nivel, con la condición de que las palabras vengan de la presencia misma. Si las palabras provienen de la presencia tienen entonces el poder de llevarnos a la presencia. Pero para que esto se pueda producir es importante liberarnos de sistemas de creencias del tipo: "El pensamiento es inútil, el pensamiento es un obstáculo en la vía".
Hay muchas religiones y vías espirituales que han caído en ese obstáculo, en ese agujero. Incluso los maestros que enseñan que el pensamiento es un obstáculo, utilizan el pensamiento en su enseñanza. Así que si fueran coherentes con ellos mismos, cerrarían la boca. Si realmente piensan que el pensamiento no sirve para nada, entonces, ¿por qué abrir la boca? ¿Por qué hablar? Así que hay que desconfiar de toda enseñanza que diga que el pensamiento no sirve para nada pero que se está expresando a través de pensamientos. Hay algo ahí raro, que no...
Hay que ver todo para acercarse a la verdad, cuando se presenta el pensamiento, cuando se presenta la sensación, la percepción, todo. La cuestión de la elección ni se presenta, sobre todo cuando el propósito último es estar establecido en la paz dichosa. ¿Qué quiere decir estar establecido en la paz dichosa? El sabio Atmananda da una definición perfecta: "Estás establecido en la paz dichosa, en el Ser, cuando el pensamiento no te desestabiliza, cuando la sensación no te desestabiliza y cuando la percepción no te desestabiliza".
A menudo hay gente que dice: "¡Uf! Tú piensas mucho, yo no pienso". ¡Esos son los que más piensan! Si hubiera una máquina que poniéndole electrodos en la cabeza mostrase en una pantalla lo que piensan, en la pantalla veríamos: "¡Oh! El bolso ése tan bonito. ¡Ah! Mira ese par de zapatos. ¡Qué coche tan espléndido! ¡Qué chico tan guapo!" O estos problemas o estos miedos. ¡Solo pensamientos! Pensamientos, una densidad de pensamientos mayor que el treinta y uno de diciembre en la Puerta del Sol.
Voy a decir una verdad: Los únicos que no piensan son los cadáveres. Los otros piensan tanto que no hay espacio para que se den cuenta de que piensan. Y entonces dicen: "Yo no pienso". La diferencia con los intelectuales que piensan, es que estos lo hacen de una manera organizada, con orden.
I: Entonces cuando hablamos de la consciencia, y se dicen muchos conceptos, se construye una idea de lo que es la consciencia. Quizás vuelvo a hacer un poco la pregunto de antes, pero para mí este concepto lo veo como bastante alejado de mi experiencia, de lo que haya podido sentir o de lo que a veces percibo como consciencia. ¿Qué actitud me puede ayudar a comprender?
FL: Lo primero de todo dices, y es muy justo lo que dices, que la palabra no es la cosa, el concepto de consciencia no es la consciencia. También dices que aquí hablamos mucho de la consciencia, lo cual es cierto, y que cuando hablamos de la consciencia formamos conceptos e imágenes que no son necesariamente la cosa. Ahora bien, cuando digo: La consciencia es eso que escucha estas palabras en este momento. En ese momento, ¿hay un concepto o hay una experiencia?
I: Creo que hay una experiencia.
FL: Entonces es diferente. Así que, de la misma manera que las palabras pueden alejarnos de la experiencia, las palabras que utilizamos pueden también llevarnos a la experiencia. Cuando digo: La consciencia es aquello que oye estas palabras en este momento. Esto que digo son palabras: La, consciencia, es, aquello... doce palabras; pero estas palabras apuntan a una experiencia.
Es como un taxi que te lleva a una fiesta, las palabras son el taxi pero cuando llegas a la fiesta dejas el taxi. Aquí es lo mismo, las palabras que apuntan a la consciencia te llevan a la experiencia, pero después abandonas las palabras. Son útiles en el sentido de que te llevan a la experiencia.
Ahora que has escuchado cuando Francis ha dicho: "La consciencia es aquello que oye estas palabras en este momento". Y tú has comprendido eso de forma experimental, cuando eso ha sucedido, la palabra consciencia ha sido ligada a una experiencia en ti. Y una vez que la palabra ha sido ligada a la experiencia de la consciencia entonces la palabra conserva el poder de religarte a la experiencia tantas veces como sea necesario, porque has comprendido el sentido de la palabra. Y una vez que hemos comprendido el sentido de una palabra, el sentido es una experiencia. Así que entonces la palabra formada de sonido te lleva a la experiencia, la palabra se convierte en un mantra. Un mantra es un conjunto de sonidos que te llevan a una experiencia.
Así que la palabra consciencia es uno de los mejores mantras para los occidentales. Una vez que uno ha comprendido que la consciencia no es algo ahí encima de una nube, sino que la consciencia es aquello que escucha estas palabras en este momento mismo. Y es eso lo que explica la atmósfera particular que hay en un satsang. Es una atmósfera muy diferente de la que hay en una fiesta, en un mitin político, en una reunión sindical o una reunión de trabajo. Hay un perfume muy distinto. ¿De dónde viene el perfume? Viene de que las palabras que utilizamos: Consciencia, Yo, etc. En tanto que las comprendemos nos llevan a la experiencia a la que apuntan. Son como taxis, como vehículos que nos llevan allá. Nos llevan a la flor, y cuando estamos próximos a la flor olemos el perfume.
Barcelona, 12 de enero de 2012Interlocutor: Mi pregunta concierne al deseo y la dicha. En un cierto momento en la vida hay una especie de desnudarse, una renuncia que se opera sola, pero es algo que puede ser desestabilizante porque puede parecer indiferencia. Recuerdo que hace dos años me dijiste: "Deja caer todos tus cacharros". Y hay veces que todos esos cachivaches me producen deseo y felicidad y eso concierne a lo que decías de la justicia, de la ignorancia, hay una especie de recrearse. Y al ir hacía Dios... No sé muy bien cómo explicarlo, pero en ese dejar, en ese abandono, ¿qué es esa dicha divina que recibimos, que nos llega?
Francis Lucille: Que llega en esta búsqueda quieres decir o...
I: Si en el soltar hay un momento en el que no podemos reconocer qué es la dicha, no hay nada que se sostenga.
FL: Hay dos formas de abandono. Hay un abandonar artificial que encontramos en las vías progresivas de renunciación. Uno hace el sacrificio de su vida sexual, de las posesiones materiales, sacrifica los placeres, martiriza su cuerpo, ¡qué se yo! Pero es con el propósito, en cierto sentido, de obtener algo a cambio. Es una especie de negociación, de mercadeo. Es como si uno pudiera comprar el amor o comprar a Dios, pero Dios no es una prostituta. Dios se ofrece, se da, no se vende, es por eso que esos caminos, esas vías, son muy duros, muy tortuosos.
El segundo abandono es un abandono natural y espontáneo. ¿Y por qué abandonamos algo de manera espontánea? Porque hemos reconocido la ausencia de valor. ¿Y por qué reconocemos la ausencia de valor de una cosa? Porque encontramos otra cosa que tiene más valor.
Por ejemplo, tenemos un coche con una carga de plomo, que tiene un cierto valor. Imagínate, los amortiguadores están bajos y el coche ya no puede más y, de repente, te encuentras con alguien que te da oro por el plomo. No tienes problema alguno para descargar el plomo, no es que renuncies al plomo, es una renuncia completamente natural. Aquí es la misma cosa.
La renuncia natural viene de la luz del Ser, de la presencia que comienza a aparecer en los intersticios, en los huecos de la experiencia fenoménica. Una vez que uno ha empezado a girarse hacia la fuente, en el interior de uno, empieza a recibir la luz. Y la luz que manaba de los objetos, que nos hacía desearlos, los objetos en cierto sentido son espejos, la luz reflejada por los objetos no tiene la intensidad de la luz directa que emana de la fuente. Es como el plomo comparado con el oro.
I: Pero puedes decir que la idea del despertar es también abandonar, este objeto...
FL: El despertar no es importante, es la experiencia, la compresión. Lo que es importante es el Ser, la experiencia de aquello que somos, el reencuentro.
Así esta renuncia es natural y los objetos son vistos como pálidos comparados con lo que ahora atrae nuestra atención y nuestro interés: El amor por lo divino, el amor por el Ser, entonces se opera un abandono natural por los objetos. El abandono último es la muerte espiritual, es la aceptación de la muerte. Puesto que si uno acepta morir automáticamente lo abandona absolutamente todo, sus conceptos, sus posesiones, su cuerpo, sus creencias, la creencia de Jesús, de Buda, de la Virgen.
Y a continuación, después de un período de desapego natural, los objetos empiezan a verse de una manera diferente, como emanando de la fuente, como siendo ángeles, en cierto sentido enviados por la fuente. Así renovamos con los objetos un diálogo, pero es un diálogo distinto porque es un diálogo con ángeles no un diálogo con objetos para utilizarlos con un propósito personal. Entramos en el mundo de la celebración, en el tantra se dice "en el mundo de las energías divinas". Es realmente el mundo del gozo de sí mismo, del gozo de las energías, las energías divinas. Todo es visto como una emanación del Ser.
Lo que hay que entender, para volver otra vez a tu pregunta, es que esa fase en la que uno pierde el interés por las cosas y que puede parecer como neutra y sin color; los objetos aparecen sin color ni relieve únicamente porque empezamos a percibir una luz más potente. Así que aquello que se interpreta como una depresión, un cruzar el desierto, una falta de entusiasmo o de interés, no es de hecho esto, es simplemente que el entusiasmo o el interés se ha reconcentrado hacia la luz.
I: Francis, ¿es que es concebible mayor dicha que todo eso que acabas de describir últimamente? De percibir esa luz divina, comprender que todos pertenecemos a ese Ser. ¿Cómo podemos entender que eso es no tener que esperar nada? Que si eso es nuestra naturaleza misma, si eso es sumergirnos en esa unidad del Ser, ¿puede haber mayor dicha que eso?
FL: En el mundo de los objetos tenemos alegrías relativas; esta felicidad está a este nivel, esta dicha está a este otro nivel, y esta otra a este nivel. En el mundo de los objetos no tenemos idea alguna de una dicha absoluta. Nos parece imposible, si alguien nos hablara de una felicidad absoluta pensaríamos que deben ser fenómenos de serotonina en el cerebro.
Y, sin embargo, para aquellos que la han conocido hay una felicidad absoluta. Y la felicidad absoluta es aquello que se revela cuando morimos en el Ser.
I: Es una pregunta de "por qué", porque no sé formularla de otra manera. ¿Por qué tenemos tanto miedo de morir en el Ser cuando es lo que estamos buscando?
FL: No hay ningún buen motivo, solo hay motivos estúpidos. Pero después de dar muchas vueltas alrededor de la llama, la mariposa nocturna acaba quemándose. La mariposa se vuelve más y más valiente, y vuela cada vez más cerca y más cerca de la llama hasta que un día... ¡Puf!
Barcelona, 12 de enero de 2012