Carmen Romero
Una percepción directa de lo no-dual
Por Carmen Romero 14 de noviembre de 2018Ayer estaba en un parque practicando meditación, respirando. Tenía los ojos cerrados y ponía la atención en los sonidos que había a mi alrededor. Sólo en los sonidos. "Me" di cuenta de cómo ante un estímulo la mente automáticamente buscaba en su fondo para catalogar lo que escuchaba. Sonido-trino-pájaro... y enseguida... tipo de pájaro-mirlo. Rápida, instantáneamente. Quizás a la vez que el sonido, la mente que percibe busca en su memoria la etiqueta con la que clasificar aquello que percibe. En realidad no es nada que un yo haga, es algo que surge sólo, sin que "nadie" intervenga. Pero hablaré de Yo para que sea más fácil entenderlo.
En un momento, detrás de mí surgió un sonido que se desplazaba por detrás de donde "yo" me encontraba, de izquierda a derecha. La mente empezó a buscar en su almacén un modo de catalogar aquello que percibía, pero no pudo, no lo encontró, porque no lo conocía. Así que sólo hubo silencio y atención expectante... y "me" di cuenta de que sólo existía ese sonido. Sólo existió un sonido que se desplazó de izquierda a derecha por detrás de mi... nada más. En "mi" pantalla mental sólo existía un sonido... el objeto que lo producía no existía. De hecho no existió. El sonido existió porque la mente lo catalogó como sonido, pero la cosa que lo generaba, en ese momento y en mi mente, no existió. Sólo hubo un sonido que apareció y desapareció en la conciencia, y la conciencia de ello. Parece que sólo admitimos como existente aquello que la mente es capaz de identificar. Sólo identificamos como real aquello que se percibe. Y sólo toma existencia aquello que la mente reconoce, cataloga y clasifica.
Sólo existe aquello que percibimos y sólo en el instante en que lo percibimos. Lo percibido y la conciencia de la percepción surgen a la vez en el mismo lugar y en el mismo instante. No existe un yo que perciba, porque el concepto "yo" es sólo una percepción más que surge de la conciencia. El yo emerge a la vez que la conciencia que lo percibe. Como todo. Y ni siquiera surgen a la vez, son una misma cosa. La conciencia que percibe y lo percibido son una misma cosa.
Si según nos cuentan los Maestros budistas todo está en el depósito de la conciencia en forma de semilla, podemos decir que todo existe en potencia en ese depósito, aunque no esté manifestado. Podríamos decir que sólo damos por real aquello que se manifiesta, se percibe y PODEMOS IDENTIFICAR. Osea que de algún modo, seleccionamos lo que percibimos para crear lo que vivimos. Pero todo Es en potencia porque somos un TODO y podríamos decir que todo existe en potencia en nuestra conciencia-almacén (de la que el concepto Yo forma parte). Pero si sólo tomamos como real aquello que la mente es capaz de identificar, podríamos decir que sólo podemos percibir aquello que estamos preparados para percibir y que al parecer es sólo aquello que ya conocemos de algún modo. Como si la capacidad "nuestra" de percepción de la realidad o de creación de esa realidad, (creación si tenemos en cuenta que lo percibido es manifestado a la vez que percibido) está limitada y los límites estuvieran "escritos" dentro de esa consciencia que se manifiesta.
Pero además, estoy "aquí" en este banco y el sonido que "yo" percibo surge "allí". Pero el objeto de percepción y el sujeto que lo percibe surgen a la vez y son una misma cosa..., así que el concepto espacio parece ser sólo otra percepción de la mente. Osea que el sonido del pájaro que está en el árbol y la "mente" que esta en "mi" y que lo percibe surgen a la vez, en el mismo instante y en el mismo lugar, en un solo punto. Aquí y ahora. Esos conceptos de espacio y de "mi mente que está aquí y percibe" y de que "el pájaro está allí" son los que nos sitúan en la perspectiva dual. Todo surge en el mismo instante de conciencia. Parecería que en realidad sólo hay un instante de conciencia y percepción. Todo aquello que se manifiesta sólo es un instante de conciencia. TODO. Conceptos como espacio, tiempo, peso, forma, solidez, sólo son conceptos almacenados en la mente que surgen en ese instante de conciencia cuando se percibe el objeto de percepción que surge en la misma conciencia y que toma existencia en ese mismo instante.
Por eso hay un todo en cada una de las partes. Porque en realidad no hay partes. Sólo existe un todo que ni siquiera es un todo. Es un punto de Conciencia desde el que todo el universo conocido se manifiesta. Un punto de conciencia. La creación en un solo punto de conciencia. En realidad, la vacuidad más absoluta. Algo que surge por sí mismo, perfectamente sincronizado, organizado, planificado, donde los mundos se generan, donde los seres vivos nacen y crecen y mueren.
Yo no puedo decir lo que hay detrás de todo esto, claro, sólo puedo decir lo que intuyo y lo que creo que todos podemos sentir si nos abrimos, y es que detrás de toda esa magia hay una fuerza increíblemente poderosa en la que toda la maravillosa creación no es nada, pero que nos está dotando de un plano de realidad en el que poder existir, crecer, desarrollarnos y evolucionar.
Si nos paramos a pensarlo y somos un poco conscientes de cómo funciona la mente, podemos ver que sin darnos cuenta, al ser el todo y parte del todo, al ser aquí seres conscientes... cada uno de nosotros creamos este maravilloso universo dual en el que nos matamos, nos pegamos, corremos, amamos, reímos y sufrimos. Somos los pequeños-grandes creadores de este maravilloso mundo que nosotros mismos estamos aniquilando. Así que esta mujer que escribe, este Yo, que sólo es Consciencia que se manifiesta a cada instante, se plantea "No parece que como especie, todavía, seamos muy capaces de amar aquello que nos es ajeno, pero ¿podríamos aprender a amar todo aquello que percibimos como ajeno si fuéramos capaces de entender que cada cosa que percibimos es nuestra propia creación? Cada instante que percibimos, cada instante en que lo que Es surge, nuestra "pequeña" mente crea aquello que es percibido por nuestro yo. Estos pequeños cuerpos están dotados de la capacidad creadora infinita de la mente No-Dual y la evolución nos llevará a ir ampliando la consciencia hasta que percibamos que sólo somos mente No-Dual, esencia creadora. No podemos permitirnos, como especie encarnada, seguir haciendo lo que hacemos en el planeta y en el cosmos cuando se nos ha dado el don sublime de crear. La mente sólo evoluciona si se dirige al Amor y si así lo hacemos, como especie podremos crear sociedades hermosas, armónicas. Pero antes parecería que hemos de aprender a Amar, no sólo aquello que nos gusta, sino cada pequeña cosa que se manifiesta, incluyéndonos a nosotros mismos.
No somos un yo viviendo una vida. Ni siquiera estamos siendo vividos por la vida. Somos la vida que se vive a sí misma. Y visto así, desde esa perspectiva absoluta, todo está bien, no hay nada que cambiar. Porque a la vida, al amor creador que es esa vida nadie puede enmendarle la plana. Solo somos pequeños átomos instantáneos en esa vida y ni siquiera eso. Pero por alguna razón que quizás nunca entendamos, la vida nos pide amar. Nos pide aprender a amar. Amar es una lección que antes o después hemos de aprender. Y esto no es algo que alguien se esté inventando, es algo que la vida nos requiere y que todos podemos percibir si nos abrimos un poquito. (Parece que sólo somos felices cuando amamos sinceramente. Será por algo.)