Jordi Casals Mendoza
“Tú no eres nadie”
Por Jordi Casals Mendoza 24 de junio de 2023Creer que somos un yo fijo y estable nos impide conocernos. Solo quien no sabe quién es se observa desde la actitud adecuada. Ver que hay muchos yoes distintos operando en nosotros nos permite darnos cuenta de que no somos ninguno de ellos. Como en el caso de mi amiga Ester, que solo se abrió a la espiritualidad cuando tomó conciencia de cómo funcionaba la identificación con los distintos yoes.
Ester era popular, con amigos, una buena casa… Pero se dio cuenta de que la mayor parte del tiempo estaba aburrida e insatisfecha. Un día, por casualidad, dio con un documental sobre los caminos de la meditación y la expansión de la conciencia. Empezó a investigar estos temas con entusiasmo y su vida cambió radicalmente. Cambió la fiesta nocturna por la meditación a las seis de la mañana y dejó el jamón serrano por el aguacate y el apio.
En el trabajo practicaba la escucha activa, y llevaba todo el día una sonrisa tratando de transmitir contento y paz. Leía Upanishad en los descansos y en su coche sonaban los bhajans más potentes del mercado espiritual. Le molestaban la negatividad y las críticas de los demás. Se apuntó a todo lo que sonaba místico o espiritual. Asistió a cursos y retiros en ashrams en la India. Su vida ahora sí tenía luz y foco. Tenía claro lo que debía hacer y una imagen mental de cómo hacerlo. Sabía qué cualidades debía desarrollar, qué traumas purificar y qué prácticas le ayudarían a alcanzar la iluminación, su nueva y elevada meta.
Todo parecía conducir hacia la felicidad, pero un sentimiento de superioridad se apoderaba de Ester. Creía que estaba logrando algo elevado, pero se iba dando cuenta de que seguían apareciendo los mismos conflictos. Bastó un día de comida con la familia para ver como se esfumaba la paz. Ester empezó a sentir desánimo, pues no había forma de escapar de la trampa del ego. Tanto camino recorrido, ¿para qué? ¿Para seguir atascada en lo mismo? Y así empezó a gestarse el relevo de yoes.
Reaparecieron el malestar y la ansiedad. Aunque ahora tenía más facilidad para gestionar los problemas y el sufrimiento, ella no se conformaba con esto. Volvía a apetecerle un bocadillo de jamón serrano y cuando un chico holandés le sonrío en la parada del autobús acabaron intercambiando teléfonos. Habían desaparecido los mantras y las oraciones. No quedaba ni siquiera el recuerdo de lo que era meditar.
En el trabajo ya no hay escucha activa, solo un jefe arrogante, un compañero insoportable y un montón de proveedores incompetentes con los que lidiar. Cada hora sigue haciendo un descanso, pero ahora es para leer revistas de interiorismo y ha descubierto el nuevo álbum de Rosalía. El fin de semana queda con amigas para cenar y salir de fiesta.
Al cabo de un tiempo, también en esta nueva etapa, aparecen la desilusión y la apatía. La fiesta ya no es fiesta, sino más bien un montón de gente vacía tratando de evadirse de sí misma. Como forma de escapar del hastío se da el relevo de patrón, y el yo espiritual retoma sus prácticas como si nada hubiera pasado. La máscara espiritual y la máscara mundana tienen deseos e intereses opuestos y se suceden la una a la otra constantemente.
No es que Ester sea una persona especialmente inestable, sino que, seamos o no conscientes de ello, en todos nosotros entran en juego un conjunto de múltiples yoes o personalidades distintas, cada una de ellas con características específicas, con formas de hacer diferentes.
Tal vez quieras tomar partido por uno de estos yoes, pero fracasarás en el intento, puesto que son efímeros y cambiantes. Pero de este fracaso surgirá la oportunidad de ver ― libre de identidad pasamos a contemplar el vaivén de yoes más como un baile que como una lucha, ya que no necesitamos ser un yo.
No se trata de potenciar uno y eliminar el otro, puesto que ninguno es mejor que el otro. Ambos son ego en movimiento ― ambos nacen de una carencia, de una sensación de separatividad o desconexión que trata de ser cubierta. Tan solo es una forma de procurarse bienestar. El camino del auto-descubrimiento consiste en aprender a observar y conocer más y mejor a los distintos yoes y entender que no somos ninguno de ellos.
Aquí empieza la verdadera espiritualidad, que está más allá de los yoes y de los comportamientos; que no está enfocada en el hacer, ni en el parecer, sino en lo esencial, en el ser y en desde donde se presencia la experiencia. A medida que aprendemos a observar a los yoes, abrimos espacio, expandimos conciencia, y así aflora el terreno de la verdadera desidentificación donde asentarnos y redescubrirnos. Cuando vemos que no somos ni podemos ser un yo, se inicia el camino de la autorrealización.
Referencias:
- Consuelo Martín. Upanisad, con los comentarios advaita de Sankara. Editorial Trotta (2009)