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Nacho Bañeras

Spinoza y la no-dualidad

Por Nacho Bañeras 10 de junio de 2023
Nacho Bañeras

Spinoza representa cuatro hitos que lo convierten en una referencia filosófica indiscutible, especialmente para aquella tradición filosófica que se inserta en una concepción no-dual de la realidad. Estos cuatro hitos se resumen en: la unidad cuerpo-mente, la primacía de la dimensión afectiva, el cuestionamiento del sujeto y el reencuentro con la Alegría interna, el Contento, que implica el desvelamiento de la propia Naturaleza divina.

Entrelazando estas temáticas, podemos, finalmente, señalar que su importancia no sólo se debe a que mediante estos cuatro temas se convierte en un filósofo novedoso, creativo y radical, sino que su visión, si bien asimilable a la de los estoicos es más profunda. Y lo es porque se adentra en el desarrollo y entrecruzamiento (1) de las disciplinas de esta escuela, la Lógica, la Ética y la Física con una mirada no-dual (2). Gracias a ello, destaca la Alegría como aquella tonalidad que resuena bajo las múltiples manifestaciones de una Realidad, única e infinita, denominada Dios, Naturaleza o Substancia, convertida en el valor supremo y descrita como una libre autodeterminación.

El más alto bien consiste en el conocimiento de la unión que hay entre la mente humana y la Naturaleza toda. Este es el fin que yo me propongo: alcanzar ese conocimiento para mí mismo y tratar de que la mayor parte de las gentes alcancen también ese conocimiento. En otros términos, es parte de mi felicidad, ayudar a los demás a comprender el destino, siquiera tanto como yo lo he logrado. (TRE)

Dos son los motivos que interpelan y empujan a Spinoza a desarrollar toda su obra, sustentada en su experiencia como observador. En primer lugar, constata y denuncia la frugalidad y vacío de todo aquello que persigue la gente para hacer efectiva una idea errónea de felicidad. En segundo lugar, la percepción de que aún sabiendo lo que es el bien o lo conveniente, todos acabamos haciendo lo contrario, constituyendo esta observación, una clara afrenta a la historia de la filosofía que, pese a sus recomendaciones y morales, no es capaz de solucionar dicha contradicción y que quizás muestre, no sólo su incapacidad, sino también un error que hace falta enmendar. Por ello, aunque Dios y la libertad, como dos caras de una misma moneda, son los temas principales, Spinoza transita por diversas temáticas protagonistas del debate filosófico tradicional: el origen del mal, la dualidad, la unidad o multiplicidad del Ser, el sufrimiento humano o la política. Además, su obra debe ser entendida, recordemos, como un compendio total que entrelaza la Física, la Lógica y la Ética de tal forma que no pueden ser entendidas una sin la otra.

Muy resumidamente, Spinoza muestra un sendero desde el que recuperar nuestra felicidad o, en sus propias palabras, la Beatitud. Es decir, para él, el camino filosófico consiste en alcanzar la unión con Dios. Por ello, la Beatitud es entendida como lo que literalmente significa, estar pleno de bienes, estar en Dios. La Beatitud adviene como aquel estado de unidad con la realidad al desvelarse y desasirse del falso prejuicio de creerse separado de ella. No es una unión de dos sustancias diferentes, sino la constatación, gracias al trabajo corporal e intelectual, de compartir y ser la misma y única Naturaleza.

Desvelar y denunciar la identidad con la que generalmente nos caracterizamos, la idea de ser un sujeto independiente, que con Descartes y toda la Modernidad empieza a acelerarse, es sólo una muestra de su valiente y enorme capacidad de revelación, acrecentada si se tiene en cuenta que aquello a lo que realmente apunta es a señalar que sólo existe una única substancia, Dios, la Naturaleza o la Conciencia.

Lo que convierte a Spinoza, una vez más, en novedoso es el camino que traza para llegar a ello, pues da un espacio relevante a lo corporal. Efectivamente, aunque pueda parecer que el tema del cuerpo o la corporalidad no sea el tema principal de su interés, señalará lo corporal como un elemento a tener en cuenta, no sólo no despreciándolo, sino equiparándolo a la propia alma y caracterizándolo como una manifestación más de la naturaleza divina. A ambos, alma y cuerpo, les dedica la segunda parte de la Ética.

Finalmente, el Contento, un afecto con causa propia, es la expresión máxima de esta reivindicación pues muestra cómo, desde la escucha corporal, aparece una vibración que nos permite adentrarnos en lo que hoy denominamos experiencia mística y que para Spinoza llanamente consiste en recuperar nuestra verdadera y única Naturaleza.

Notas:
  1. El conjunto de definiciones, axiomas, proposiciones, demostraciones y corolarios delimitan un espacio geométrico, es decir, constituido gracias a sus propios elementos, sin que jamás la significación de cada uno de los conceptos utilizados sea exterior a su utilización en el orden del texto. ALLENDESALAZAR, M. Spinoza. Filosofía, pasiones y política. Ed. Alianza, Madrid, 1988, p. 38.
  2. Nos parece limitado el concepto monista para la filosofía spinoziana ya que generalmente se entiende por tal la defensa de una única dimensión, sea la corporal/material o la inmaterial/idea, rechazando una o la otra. Para Spinoza no hay una elección de una dimensión respecto a otra, sino la identificación de una con la otra.