David Rodrigo
La vida almada
Por David Rodrigo 30 de septiembre de 2024La vida es como ir en bici. Presta la atención justa para hacer con cuidado y habilidad, y aprende a gestionar tu mente-corazón de modo que dejes de ser un bidón de gasolina agujereado, escuches tu voz interior en la cueva de tu corazón y vivas sintiendo tu alma, la vida y la luz misma, dentro y fuera de tu cuerpo.
La vida es como ir en bici. Lo dominas perfectamente, por lo que no requiere apenas tu atención. Tu acción cotidiana también es a menudo así. Entonces, ¿qué haces con tu atención cuando vas en bici? Pensamos en las musarañas. Nuestra mente divaga, saltando frenéticamente de pensamiento en pensamiento, en un fluir de cosas unidas sin sentido por nuestro pensamiento, con el estímulo de las percepciones exteriores y el recuerdo en nuestra memoria. Y, con la mente, viaja siempre nuestro corazón, porque es en realidad mente-corazón, pensamiento-emoción, palabra-acción.
Así nos perdemos en un frenético deambular mental y emocional sin sentido, sin conclusión, sin otra causa más que los propios saltos de la mente, sin otra dirección más que la confusión.
Sin saber dónde queremos llegar con nuestras vidas ni, por tanto, qué hacer para lograrlo. Nos perdemos a nosotros mismos, nos malgastamos. Nuestra energía, atención, pensamiento, amor, emoción, motivación, pasión, fortaleza interior, luz, esfuerzo, palabra, acción… dispersos en un calidoscopio de cristales de colores rotos en constante movimiento disperso y sin sentido, sin alma ni dirección.
Una pérdida que nos convierte en peleles, en títeres de nuestro destino labrado con esfuerzo y sin sentido por nuestra confusión, y así creamos nuestra pérdida de ser y de vida.
Mira
Vivimos como bidones de gasolina agujerados, y quemamos al movernos.
Una pena, con solución. Mira.
La vida cotidiana efectivamente es como ir en bici, no requiere de mucha de tu atención. Ya sabes ir en bici, fluye casi por sí mismo el pedalear por el mismo camino, con sus cuestas y llanos, como también en realidad tu vida cotidiana. Prueba.
Haz lo que tienes que hacer en tu vida diaria, prestando la atención justa y necesaria para hacerlo bien, con cariño y destreza. Observa que, haciendo con la justa atención tu actividad cotidiana, te sobra mucha atención, amor y poder. Ahora, no lo pierdas. “Yoga es maestría en la acción” (Bhagavad Gita, 2.50).
No dejes que tu mente se arrastre a las musarañas siguiendo la percepción de los sentidos y el vitral roto de la iglesia polvorienta de tu memoria, tus impresiones mentales, activas, latentes o subconscientes y potenciales.
¿Cómo?
Simplemente, primero, estate atento y observa el proceso cognitivo:
Una percepción estimula un pensamiento-emoción en tu mente-corazón, según lo que ya tienes ahí, almacenado en tu mente, fruto de tus anteriores percepciones, pensamientos, emociones, valores, acciones y experiencias. Y tú te apegas a ese pensamiento-emoción de tal modo que en ese momento eres ese pensamiento-emoción. En la práctica, no en la realidad, pero en la realidad sentida, vivida, te conviertes en aquello donde va tu mente-corazón.
Y lo que eres, el pensamiento-emoción, cambia a una velocidad vertiginosa. Y así constantemente, en vigilia y en sueño. ¡Menos mal que hay un tercer estado de experiencia ordinaria cada día, el de sueño profundo, donde nuestra mente duerme! ¡Si no sería bastante insoportable, la vida así!
Ahora, decide: «Yo no quiero desperdiciar más así mi vida, mi sentir y mi potencial y mis lagunas, mi luz y mi sombra. Quiero vivir siendo yo y seguir mi sentido vital, el dictado de mi corazón, de mi alma; y no el ruido de la sociedad ni el de mi mente descontrolada, mi corazón agitado.»
En tu vida, faltas tú
Tu pobre mente-corazón no es mala. Puede que te haga sufrir, pero solo porque ella sufre, porque no estás tú. En tu vida, faltas tú. Tu mente sufre su duelo porque anda descarrillada, huérfana de dirección, de su guía: Tu intelecto puro, tu voz interior, tu intuición, tu poder de discernimiento, la parte más elevada de tu campo mental.
Aprende a conectar con tu intelecto puro, tu voz interior, en la cueva de tu corazón. Aprende y conecta. Concéntrate y medita, en la respiración armonizadora (diafragmática, tranquila, profunda, equilibrada), en la cueva de tu corazón, sintiendo la presencia ahí del sentir en calma de tu alma.
Puedes utilizar la herramienta del mantra que te ayuda a conectar y de la visualización de una forma luminosa ―la que te encaje más― ahí, en la cámara más secreta, íntima y profunda de tu ser (en la cueva de tu corazón o en el tercer ojo).
Luz y vida
Ahí estás en tu paz interior, en tu luz y en tu vida. Ahí estás en el centro de la vida y de la luz en ti. La luz y la vida dentro y fuera de tu cuerpo es la misma. Por tanto, ahí, en la cueva de tu corazón, estás conectado contigo, con tu luz, con tu vida, y con la vida y la luz mismas.
El mundo nos ofrece herramientas de luz que disipan la confusión. Entre otras, la luz de las escrituras que no son de nadie, que brotan del conocimiento mismo, para mostrar y demostrar el camino y el objetivo final, como, en estas tradiciones yóguicas clásicas, Bhagavad Gita, Yoga Sutras, Upanishads, etc.
Las terapias, psicología, filosofías y el área del crecimiento personal modernos carecen a menudo de esta comprensión de las dimensiones más profundas de uno mismo y de la vida. Adolecen por tanto a menudo de dirección y práctica de armonización completas del ser humano y de su relación con los demás y con la vida, sin separación.
Desconocen a menudo que tu ser interior, el centro de la luz (consciencia, conocimiento) y la vida en ti, es la misma naturaleza ―luz, vida― que fuera de tu cuerpo. Y, al desconocerlo, el trabajo de estas terapias, psicología, filosofías y crecimiento personal se limita a menudo a cuidar a la mente-corazón heridos, al ego.
Este cuidado es imprescindible para poder reconocerse mejor y crecer en tu nivel de consciencia. Pero, cuando la mente-corazón está curándose, se siente algo más segura y tranquila, debe efectivamente expandirse.
La separación radical
Al no disponer de este conocimiento de las dimensiones más profundas del ser humano y de la vida, muchas terapias, psicología, filosofías y crecimiento personal en ocasiones acaban fortificando al ego, levantando más murallas a tu ser. Y esta separación radical de ti contigo, de ti con la vida, es la causa de todo dolor y mal.
Ahora, concéntrate en la cueva de tu corazón ―tu razón pura― y desde ahí, sin estímulos externos de la sociedad ni internos de tus impresiones mentales, sintiéndote, establece un diálogo interior, que es lo más sincero, auténtico, profundo, abierto y sin límites que podemos tener, el diálogo divino, sublime.
Un diálogo donde tu mente abandona su fluir de dispersión y sin sentido siguiendo a los sentidos y a sus impresiones mentales y acude a su guía, tu intelecto puro, para que efectivamente le guíe.
El encuentro íntimo
Tu mente acude con sinceridad, con su corazón en la mano, a ese encuentro con tu intelecto puro, en tu cámara más secreta, la cueva de tu corazón.
La entrega real no suele suceder tan espontáneamente. Pero, finalmente, tu mente tendrá que entregarse a su guía, tu intelecto puro. A su debido tiempo, después de ir mucho el cántaro a la fuente, tu mente-corazón a su manantial.
Tu intelecto puro siempre te guiará bien. Solo tienes que ofrecerle tu mente-corazón, llevando tu mente a él, escuchar sin juzgar su indicación libre, pura y sabia, recordar su dirección y seguirla, con valentía, concentración y armonía, ordenando tu vida exterior para hacer real el consejo de tu voz interior, de tu maestro interior, de tu ser.
Tu razón o intelecto puro, tu voz interior, tu intuición, siempre está en lo cierto, porque es pura, es decir, no está afectada por los estímulos dispersos, cambiantes, contradictorios, efímeros y esclavos de condiciones de tus impresiones mentales.
Tu intelecto puro es el reflejo de la luz misma, del centro de la luz y la vida en ti, de tu Ser. Y aquel ilumina tu mente y la guía para aclararte y entenderte a ti, a tu vida, al mundo y a la vida, y ser y vivir desde tu paz, armonía y satisfacción interior.
Apertura infinita
Para llevar conscientemente tu mente a tu intelecto puro necesitas por tanto aprender y practicar:
― Concentración y meditación ahí, en tu intelecto puro (en la cueva de tu corazón), y:
― Establecer un diálogo interior constante y sincero de tu mente con tu intelecto puro, escuchar a tu voz interior, ordenar tu vida exterior para seguir las indicaciones de tu intelecto. Y esto se hace constantemente en tu deambular por la vida que así cobra tu sentido, no de ego en cuidado y fortificado, aislado, sino de persona elevando su nivel de consciencia de sí misma y de la vida en una apertura al infinito, sin límites ni condiciones.
Todo ello se aprende y se practica.
Tendrás que alimentar tu fuerza de voluntad, tu fortaleza interior, para lograr valentía, determinación y efectivamente hacer. Tu fortaleza interior la alimentas con tu claridad, amor, pasión, atención y esfuerzo, que surgen del trabajo conjunto de tu intelecto puro y tu mente: «Yo quiero hacer esto. Tengo que hacerlo. Voy a hacerlo. Porque, de lo contrario, alimento mi creación de automiseria y dolor y lo escupo a mi entorno y a mis personas queridas.»
Cuando aprendas a ir a la cueva de tu corazón (tu intelecto puro, tu voz interior), a escucharla, estate atento también a los pensamientos de continuar con tu hábito limitante anterior. Cuando estás en la claridad y la paz de tu intelecto puro ―que sabes que es tu intelecto puro precisamente por tu claridad y tu paz interior―, prevé lo que pensarás cuando, en la situación de seguir el hábito, tu mente cansada y oscura quiera seguir su fluir limitante, porque es más cómodo y fácil repetir ―aunque sea lo insatisfactorio―, que esforzarse por cambiar. Y así vivimos instalados en el lamento, la queja, el error, la culpabilidad, las disculpas y la repetición de lo mismo.
Capaz
Ahora, como al estar en claridad y paz prevés esta inercia de oscuridad y estancamiento, estarás atento y preparado para no sucumbir a los convincentes argumentos de tu mente que quiere languidecer ante el hábito que has decidido no seguir: «¡No pasa nada! ¡Qué más da! ¿Por qué tanto esfuerzo? Hay que fluir con la vida… No puedo. No soy capaz. No es para mí.»
Cuando no sucumbas y pases el envite, como una adicción, te sentirás bien, capaz, potente. Estás nutriendo y fortaleciendo tu fuerza interior. Cuando regrese la inercia lánguida de la mente débil, oscura y tóxica, de nuevo, atenta y a vencerla desde tu intelecto puro, claro, amable pero fuerte y férreo.
Así, con estas victorias continuadas en la batalla de tu vida, en el campo de tu mente, pronto ―cuestión de varios meses― generas hábitos nuevos de luz y vida y tu fortaleza interior se hará cada vez más concentrada y poderosa, capaz de todo. No estás perdiendo energía, claridad, emoción y poder, como un depósito de gasolina agujereado. Sino que estás aprovechando los maravillosos instrumentos del ser humano ―la mente-corazón, el intelecto puro― y la belleza y la luz que también nos ofrece la vida como inspiración para efectivamente entender, hacer, crecer y ver, ser.
Aprender a sentir
Es normal que caigas de nuevo en el hábito oscuro, en el pozo inerte, y repetidamente. Sé consciente, perdónate, trátate con cariño pero con autoliderazgo, maestría y dirección, toma fuerzas y entra de nuevo, inmediatamente, al ruedo de la lucha mental, que es la única batalla verdadera en la vida. Con uno mismo, nuestros hábitos de ignorancia, ego, confusión, miedo, culpabilidad, apegos, deseos sedientos, ira…
No se trata de dejar de sentir, sino de aprender a sentir. Tu mente-corazón es como un barco en alta mar: no puedes evitar el oleaje pero sí aprender a navegar para no hundirte.
Observa la causa de tus emociones descontroladas: la carencia y la ignorancia.
Enamórate del Conocimiento sin reservas, de la Existencia misma, de la Verdad, la libertad, la paz, la plenitud, del palpitar de tu alma en tu corazón.
En cuanto analices y hagas frente a esos hábitos oscuros, de carencia e inercia, desde la paz y la luz de tu intelecto puro, la oscuridad del miedo se desvanece, transformas tus hábitos de modo que estos dejan de obstaculizarte en tu sentir más profundo y real de la vida en ti mismo como en todo.
Aprende a vivir sintiendo tu alma, vive tu vida almada. Donde la cueva de tu corazón te lleve en la bicicleta de tu cuerpo y el recorrido de tu vida. Aprende a ir con tu mente a tu intelecto puro y con éste al manantial eterno de vida, luz, belleza, dicha, paz y plenitud: tu ser en tu cuerpo, la vida misma y su consciencia (conocimiento sin reservas) dentro y fuera de tu cuerpo-mente.
El ser humano puede hacerlo: «Quiero hacerlo, puedo hacerlo, tengo que hacerlo, voy a hacerlo.»