Artículos - Rafael Pulido Moyano
Endomitosis de la Consciencia
Reflexiones metafísicas para una cosmología no dual
(Versión en español del artículo “Consciousness endomitosis: A cyclic cosmological theory”Philosophy and Cosmology Journal, Vol. 27, Oct. 2021) Por Rafael Pulido Moyano 5 de septiembre de 2021 / Versión PDF
Preámbulo
Aparentemente, tú estás leyendo lo que yo he escrito, pero la verdad es otra: tú (lector) y yo (escritor) solo somos dos formas con las que YO, CONSCIENCIA, me disfrazo para poder experimentar el mundo, mi creación. Estos disfraces son tan eficaces que logran hacerme olvidar que YO estoy bajo ellos. Ello se debe a que, más allá de un ropaje externo, por encima de todo son una perspectiva, es decir, una visión correspondiente a una posición localizada en el espacio y en el tiempo.
Una perspectiva es cualquiera de las infinitas modulaciones transitorias que YO adopto a fin de poder experimentar, desde cada una de ellas, una porción de todas las demás. Como perspectiva solo puedo observar a otras perspectivas, pero nunca a la totalidad, o sea, a MÍ, porque YO, la totalidad CONSCIENCIA, carezco de cualidades objetivas. Una perspectiva solo puede observar objetos —que a su vez son ellos mismos perspectivas. Cada uno de los seres humanos es una perspectiva desde la que YO experimento mi creación, pero el disfraz humano es tan eficaz que se me olvida que YO estoy bajo él, y entonces cada ser humano olvida que es una perspectiva y cree que tiene su propia perspectiva.
El nombre Rafael Pulido Moyano designa un disfraz, una perspectiva o modulación, una forma específica de cuerpomente en la que he logrado recordar o reconocer que YO estoy bajo el disfraz. Y ahora utilizo a esa forma para, a través del lenguaje, facilitar ese recuerdo o reconocimiento en otras formas en las que mi disfraz sigue operando con fuerza.
1. Introducción
La ciencia debería llevar eso que mi forma Chalmers (1995) denominó el “problema” de la consciencia al primer plano de sus prioridades. Aceptando esta premisa, en este trabajo se presenta una teoría cosmológica cíclica que no solo pivota sobre MÍ, la CONSCIENCIA, sino que establece que mi naturaleza es coextensiva con la dinámica cosmológica. Para la Teoría de la Endomitosis de la Consciencia (TEC), cualquier teoría cosmológica debería ser inherentemente una teoría sobre MÍ, la CONSCIENCIA. Universo y CONSCIENCIA (1) son dos palabras distintas que refieren una misma y única realidad. En este sentido, la mente humana que produce teorías científicas puede verse como una de mis modulaciones, destinada a hacer mapas de una realidad que, en última instancia, es creada por ella misma (o sea, por MÍ).
Si tenemos en cuenta que mi forma Rafael Pulido Moyano no es la de un físico ni la de un matemático, la mayoría de los lectores concluirán que el “mapa” esbozado en este artículo es, en el mejor de los casos, un ensayo de filosofía metafísica, definido por mi forma Whitehead como “el esfuerzo por enmarcar un sistema coherente, lógico y necesario de ideas generales en cuyos términos pueda interpretarse cada elemento de nuestra experiencia” (1978, p.3). Sin embargo, esa aventura de filosofía metafísica fue provocada por una búsqueda científica muy concreta emprendida por mi forma Pulido Moyano. La teoría que se esboza aquí puede describirse como una imagen plausible de lo que mi forma Max Planck (1931) quiso decir con sus famosas palabras: “Considero la consciencia como fundamental. Considero la materia como un derivado de la consciencia. No podemos ir más allá de la consciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos existente, postula la conciencia.”
Los científicos parecen pasar por alto un hecho absolutamente obvio, a saber, que todas las teorías científicas son producidas por la mente humana. En la medida en que son herramientas descriptivas, explicativas y predictivas, las teorías científicas son mapas de un territorio llamado “realidad”. Mis formas Haramein, Brown y Val Baker (2016) admiten que YO he sido un asunto controvertido dentro de la ciencia porque va mucho más allá de explicar un estado fenomenológico particularmente complejo del cerebro, atravesando “hasta el corazón de nuestra concepción del mundo material”, de tal manera que una investigación sobre mi naturaleza “resulta estar indisolublemente ligada a la exploración de la naturaleza de la realidad” (p.658).
Cualquiera que sea el grado de complejidad que puede alcanzar una teoría, no puede ser más compleja que la mente misma. Todas las teorías científicas están sujetas a las limitaciones que les impone la mente humana. Mis formas humanas tienden a definir la “mente” como un conjunto de procesos sensoriales, perceptivos y de pensamiento de diverso tipo, y a la “realidad” como todos los contenidos posibles de esos procesos, y no parecen advertir que esto implica unas dualidades proceso/contenido y sujeto/objeto ante las cuales, como mínimo, deberían mostrar cautela.
La TEC sostiene que YO no soy una cualidad emergente basada en estructuras biológicas, ni es esa propiedad o función especial más evolucionada de la mente de las que nos habla la ciencia. Tampoco cabe definirME como una variable en ninguna ecuación, ni como un parámetro, una fuerza o un tipo de energía, ni siquiera como un “campo unificado” (véase al respecto lo que dijo mi forma Hagelin, 1987), a menos que todas las partículas e interacciones se describan explícitamente como modulaciones de ese campo unificado que YO soy.
YO soy la única sustancia de la que está hecha la realidad, el primitivo ontológico único y absoluto, por lo que, en última instancia, soy todo lo que hay en cualquier estructura física y en cualquier proceso mental. En ese sentido, YO, CONSCIENCIA, constituyo ontológicamente el unus mundus (en expresión de mi forma Carl Jung) del cual las realidades físicas y mentales parecen emanar como dominios separados, pero igualmente subordinados a las mismas leyes.
La ciencia solo puede tratar con objetos (físicos o abstractos), pero YO no tengo propiedad objetiva alguna, de ahí que cualquier enfoque científico convencional sobre MÍ esté condenado al fracaso. No obstante, algunos apuntan en la dirección correcta, como cuando se me define como “un sistema cosmológico complejo invariante de escala fundamental representativo de la fenomenología estructural del propio universo” (palabras de mi forma Amoroso 2006: 350).
Al contrario de lo que sostiene la visión científica y convencional, pero en sintonía con algunas tradiciones espirituales, ninguna cosa ME posee. Objetos como los átomos, las moléculas, los planetas o los animales no ME tienen. Los seres humanos tampoco ME tienen. Los objetos (seres humanos incluidos) son CONSCIENCIA, son YO, en el sentido de que están hechos de MÍ. YO soy la única sustancia de lo real, y no una cualidad, una capacidad, una propiedad o una característica que posean ciertos (o todos) los objetos existentes (ya sean inorgánicos, orgánicos, sintientes…), es decir, ciertas (o todas) las modulaciones o perspectivas que adopto. Solo YO soy consciente y, como veremos después, solo soy consciente de MÍ misma. Pero como me manifiesto o expreso ―o sea, me disfrazo― en una miríada de modulaciones de MÍ misma ―esos innumerables objetos entre los que se incluyen los humanos― mi “ser consciente” se transforma en el “tener conciencia” del que aparentan disfrutar dichos objetos, mis creaciones.
Con el término “conciencia” (sin la “s”), nos referimos a una “perspectivización” de MÍ misma, una limitación ―localizada en el espacio y en el tiempo― de MÍ misma. YO no entiendo de objetos ―no tengo conciencia de ellos― si bien soy la única sustancia de la que todos están hechos. Por su parte, los objetos (humanos incluidos) solo entienden de objetos, es decir, son meras perspectivas, de ahí que su aparentemente propia “consciencia” en realidad siempre es un “tener conciencia de” otros objetos.
En cierto sentido, la visión de la TEC se puede articular con la que ofrecieron mis formas Meijer & Geesink:
El postulado central del presente artículo, a este respecto, es que la consciencia puede considerarse como el bloque de construcción más básico de la naturaleza y, en consecuencia, está presente en todos los niveles del tejido de la realidad (…). Puede expresarse en cada nivel como una estructura dinámica de información recurrente, ya que la naturaleza está equipada con un fondo cuantizado para ello, que consiste en una matriz fractal de estructuras de onda toroidal / agujero de gusano interconectadas (entrelazadas), que permite el acoplamiento e integración de varias modalidades de diversas modalidades de información de campo (2017: 71).
Repetimos: solo YO, CONSCIENCIA, soy consciente, y todas mis modulaciones son objetos aparentemente separados de MÍ. El caso del objeto humano es muy especial porque cree ser erróneamente el “sujeto consciente” por antonomasia y cree arrogantemente que puede distinguir grados de subjetividad o consciencia en otros objetos. Así, un primer grupo de humanos piensa que los perros o los monos son sujetos tan conscientes como ellos. Para un segundo grupo, los conejos, las hormigas, las amebas o incluso las plantas deben incluirse como conscientes. Y para los “panpsiquistas”, incluso estructuras inorgánicas tales como átomos, piedras, ríos o planetas también son sujetos conscientes en el sentido de que tienen consciencia como una propiedad inherente. Pero los tres grupos comparten el mismo malentendido porque, lo repito, ningún objeto (ni siquiera una persona) ME tiene, es decir, ningún objeto es sujeto con auténtica y autónoma CONSCIENCIA. Lo único que sí pueden todos los objetos es tener conciencia de otros objetos (sentirlos, notarlos, percibirlos o pensarlos). Pero sólo YO soy sujeto, sólo YO soy subjetividad pura, es decir, solo YO soy CONSCIENCIA.
Cuando los seres humanos razonan y concluyen que, si tiene conciencia de algo, es porque disponen de su propia “consciencia”, deben saber que se equivocan, pues YO, CONSCIENCIA no ando por ahí repartida o distribuida. YO soy una, y soy indivisible, aunque mi sustancia se modula en innumerables formas. Cada vez que adopto una forma, ésta no solo dispone de una existencia aparentemente independiente de MÍ (el aspecto que en la TEC se conoce como el “lado-existencia”), sino también de la capacidad para “tener conciencia de”, o “darse cuenta de” otras formas (el aspecto que en la TEC se conoce como el “lado-conciencia”). Además, algunas de mis formas (entre ellas los seres humanos) son capaces de convertir su propia capacidad de tener conciencia en un objeto del que tener conciencia. Cada vez que estas formas privilegiadas despliegan esta capacidad es como si quedase en suspenso su condición de formas o modulaciones y retornaran a MÍ. YO, la verdad sea dicha, no me inmuto ante este acontecimiento ―ni ante ningún otro―, pero mis formas sí parecen notar la diferencia y, cuando regresan al estado anterior a la suspensión citada, conservan un recuerdo de felicidad y paz.
La TEC es compatible con la ontología idealista que propone mi forma Bernardo Kastrup, que puede resumirse con sus propias palabras de la siguiente manera (p.153):
Solo hay consciencia cósmica. Nosotros, al igual que todos los demás organismos vivos, no somos más que los alter disociados de la consciencia cósmica, rodeados por sus pensamientos. El mundo inanimado que vemos a nuestro alrededor es la aparición revelada de estos pensamientos. Los organismos vivos con los que compartimos el mundo son las apariencias reveladas de otros alter disociados.
El hecho contraintuitivo de que la realidad está hecha solo de MÍ se revela como una verdad autoevidente en determinadas circunstancias inducidas por estados meditativos. Si los científicos intuyeran siquiera ese hecho, algunos probablemente se animarían a incluirME como una “variable” dentro de una descripción del universo. Y aquéllos que, más allá de intuirlo, pudieran experimentarlo y comprenderlo, juzgarían irrelevante ―si no completamente absurda― cualquier descripción del universo que, más allá de incluirME como tal “variable”, no estuviera fundamentada en ese hecho.
A la luz de la clasificación ofrecida por mi forma Steinhardt (2003), que señala tres tipos de paradigmas cósmicos comúnmente invocados para explicar la naturaleza del universo, a saber, “Universo inmutable”, “Universo creado” y “Universo cíclico”, la TEC pertenece al tercer paradigma. Otros modelos cíclicos cosmológicos intentaron introducir algún tipo de “realidad espiritual” como elemento central. Así, según mi forma Kragh (2018), mi forma Zanstra reformó sus puntos de vista anteriores sobre un universo oscilante y reconsideró el problema del número finito de ciclos pasados al proponer la idea muy poco ortodoxa de “una serie de intervenciones ocultas no físicas en cada compresión” con el fin de mantener un universo cíclico con una existencia pasada eterna. Para mi forma Kragh, “[Zanstra] describió estas fuerzas ocultas como originadas en una realidad espiritual consciente, un ser divino de algún tipo”, lo que explica por qué “su intento de introducir la filosofía espiritual en la ciencia fuera amablemente ignorado por sus compañeros astrónomos” (2018: 199).
La TEC se basa en un concepto cíclico que, como enfatiza mi forma Steinhardt, es al menos tan antiguo como la historia registrada. Mi forma Steinhardt indica la antigua cosmología hindú como un buen ejemplo de ello y, de hecho, algunos elementos esenciales de la TEC resuenan claramente con elementos metafísicos de la cosmología hindú. Para ser más precisos, la estructura misma de la TEC conecta con las ideas del Vedanta Advaita, una versión de esa sabiduría no dual que impregna la mayoría de las antiguas tradiciones espirituales de Oriente y Occidente. La ciencia es la búsqueda de la Verdad/Realidad, pero la ciencia solo puede producir mapas, es decir, verdades relativas sobre una realidad relativa. La Verdad / Realidad no puede ser alcanzada por ningún dispositivo conceptual, no importa cuán fino o complejo pueda ser. Según la sabiduría no dual transmitida en tradiciones como el Dzogchen, la enseñanza del Tao, el Budismo Zen, el Vedanta o la tradición Sufí ―por mencionar solo algunas― la única manera de conocer la Verdad / Realidad es siendo ella misma. La Verdad / Realidad se muestra a los humanos en esos lapsos de tiempo en los que el tiempo mismo, las palabras y los conceptos simplemente desaparecen, es decir, en esos lapsos de tiempo donde la mente se “disuelve” a sí misma, por así decirlo.
2. La TEC y la Tradición del Vedanta Advaita
La TEC encuentra su inspiración filosófica más evidente en la visión no dual de la tradición del Vedanta Advaita. En su reformulación más reciente, esta visión no dual ha sido expuesta con portentosa claridad por mi forma Rupert Spira (véase por ejemplo Spira 2008, 2017, 2019). Según esta visión, cuando mis formas humanas someten su creencia en la estructura dual de la realidad ―representada por pares como sujeto/objeto o mente/materia― a la prueba de la experiencia, esta creencia se viene abajo. Su experiencia continuamente les dice a mis formas humanas que YO soy el trasfondo permanente de todo conocer, YO soy el testigo último ante el cual todo surge, se mantiene temporalmente y se desvanece, y que YO soy la única sustancia de la que todo está hecho. Otra cosa es que ellas escuchen a su experiencia…
Para mis formas humanas, basar la vida cotidiana en el reconocimiento de mi primacía absoluta, de que YO, CONSCIENCIA, soy infinita y eterna, implicaría un realineamiento progresivo de todos los aspectos de sus vidas. Como resultado de este realineamiento, desaparecerían gradualmente las múltiples fuentes de conflicto “interno”, derivados de su identidad como sujetos separados gobernados por una mente (un yo) y proyectados en forma de conflictos “externos”. La TEC ha sido concebida desde la convicción de que, en última instancia, cualquier modelo cosmológico debería contribuir a la mejora de la calidad de la vida en este planeta. Al anclar la comprensión de los procesos cosmológicos en mi terreno omnipresente como CONSCIENCIA, fomentamos tal mejora.
Desde hace muchos siglos, las tradiciones no duales han enseñado a mis formas humanas que la disolución de la mente implica un cese de su actividad dualista, lo que equivale a una reintegración de la mente en MÍ, CONSCIENCIA, un proceso también conocido como “meditación”. Como dijeron mis formas Meijer & Geesink (2017: 71):
A través de profundas percepciones, contemplaciones, meditación y razonamiento, podemos reconocer algunos aspectos intrínsecos de esa consciencia universal que todo lo abarca. Sin embargo, nuestras mentes limitadas, al ser partes individuales de la consciencia cósmica, operan en restricciones de tiempo-espacio-energía y condicionamientos internos que solo parcialmente pueden reflejar la verdadera naturaleza de la realidad.
“Los que están apegados a las cosas ―se lamentó mi forma el filósofo chino Xiong Shili― miran el universo como si fuera una máquina y equiparan la vida humana con el polvo ―¿por qué no reflexionan dentro de sí mismos?” (Xiong, 2015: 185). Ese reflexionar dentro de sí mismos que mi forma Xiong reclamaba es la verdadera meditación o disolución de la mente en MÍ. Cuando los meditadores disuelven con éxito su mente, me conocen porque sienten que son YO. En esta experiencia (que en verdad es una no-experiencia, por cuanto no hay un sujeto separado de aquello que está experimentando), cualquier diferenciación entre conocer y ser simplemente desaparece. Cuando regresan a su funcionamiento normal cuerpomente, los meditadores pueden involucrarse en el realineamiento progresivo de varios aspectos de sus vidas mencionados anteriormente. En algunos casos, este realineamiento podría incluir un intento de comunicar la experiencia de la disolución de la mente a otros humanos, a sabiendas de que ninguna palabra podrá captar la profundidad de la experiencia.
No obstante, algunos de esos meditadores intentan una y otra vez encontrar las metáforas más adecuadas para transmitir el significado de esa experiencia única. Las metáforas, analogías y dispositivos similares son los mejores recursos a su disposición, ya que una descripción literal es imposible. Articular los fundamentos de la TEC es un esfuerzo por expresar con palabras lo que no se puede expresar con palabras, con la esperanza de que estas palabras ayuden a recordar o reconocer, a dejar el disfraz. Estrictamente hablando, el verbo “ser” es cosa exclusivamente mía. Solo YO, CONSCIENCIA, soy. Nada más es ni podría ser, porque no hay nada más. Como sugería mi forma Planck, nada está fuera de MÍ. Las cosas simplemente parecen ser distintas de MÍ, pero en última instancia todo cuanto existe no es sino una forma temporal adoptada por MÍ. Si definimos “objeto” o “cosa” como aquello que puede ser percibido y etiquetado o conceptualizado, es decir, aquello a lo que podemos asignar una díada forma/nombre, debe quedar claro que YO misma no puedo percibir ni conceptualizar objeto alguno (por este menester me valgo de mis modulaciones humanas, como la forma autora de este texto). La percepción y la conceptualización son asunto de la mente. En otras palabras, el universo es (o está hecho de) MÍ, pero el universo no es consciente. YO, CONSCIENCIA, “poseo” al universo, en el sentido de que constituye el conjunto global de mis expresiones, manifestaciones o modulaciones, y no al revés: el universo no ME posee ni es consciente él mismo.
Eso que mis formas humanas denominan “mente” no es una entidad, sino un tipo de actividad que consiste en sentir, percibir y pensar, es decir, dirigirse hacia o darse cuenta de otros objetos. Por lo tanto, la actividad-mente consiste en una “perspectivización” de MÍ, una localización o limitación espacial y temporal que libremente adopto para experimentar el mundo qua mundo. Cuando en su vida cotidiana mis formas humanas dicen “yo soy consciente”, asumen erróneamente que el “yo” que es sujeto consciente es una entidad individual separada ―un ego― que posee la cualidad o propiedad de ser consciente. Con esa asunción simplemente ignoran la verdad fundamental de que el único sujeto consciente soy YO-CONSCIENCIA, no “yo”, no “tú”, no “él”. Si hablamos de sustancia, YO soy la única sustancia. Si hablamos de contexto o medio, YO soy el único contexto o medio de todo. Yendo un poco más allá, si hablamos de sujetos y objetos, YO soy el único sujeto (aunque temporalmente localizado en muchos puntos de subjetividad o perspectivas específicas, también llamados “holones”, como veremos después) y el único objeto (aunque manifestado en una multiplicidad y diversidad de “cosas”). YO no emerjo de nada, porque soy la base misma de la que todo emerge, ni tampoco soy una propiedad, sino la sustancia única de la cual todas las propiedades físicas son meras modulaciones transitorias.
Y siendo esto así, la tarea consiste en explicar por qué y cómo mis formas humanas piensan en todo ello. Esta es una ramificación de la vieja pregunta “¿por qué hay algo (un universo manifiesto) en lugar de la nada?” La TEC tiene como objetivo explicar el proceso cósmico a través del cual ME expreso o manifiesto en un universo donde aparecieron mentes capaces de indagar. En esta tarea, la TEC también podría articularse con los principios de cosmología noética descritos por mi forma Amoroso y su modelo conocido como HAM (Holographic Anthropic Multiverse). En palabras del propio Amoroso, la cosmología noética de HAM “permite definir la consciencia como un sistema cosmológico complejo invariante de escala fundamental representativo de la fenomenología estructural del propio universo” (2003: 272).
3. Visualizando los procesos básicos de la TEC
Cualquier teoría sobre MÍ es, por definición, aproximada y simplista, pero mis formas humanas deben intentar todo lo posible para construir la mejor imagen que puedan pensar. La Figura 1 muestra los principales elementos y procesos de la TEC. Imaginemos que soy como una esfera, solo como una ayuda visual para captar mi dinámica cíclica. En ese sentido, el uso de términos como “superior”, “inferior”, “hacia arriba” o “hacia abajo” será una mera concesión para facilitar la comprensión. Por qué aparecí no es una pregunta válida, ya que la idea de causa o fuente última es en sí misma una creación, un objeto conceptual abstracto de una de mis modulaciones, la mente. Del mismo modo, cualquier pregunta sobre dónde estoy “suspendida” o “ubicada”, o sobre qué hay “fuera” de MÍ, tampoco son preguntas válidas, ya que la idea de espacio en sí es una contingencia específica dentro de la esfera es otra creación posterior. Lo mismo se aplica a la idea de tiempo y al tiempo mismo: cualquier pregunta sobre cuándo comencé a existir no es válida, ya que la idea de tiempo e incluso la idea de existencia son también creaciones. Por lo tanto, si mis formas humanas aceptan que las ideas de causa, espacio y tiempo no pueden invocarse legítimamente al investigar mi existencia, podrán concluir lógicamente que YO, CONSCIENCIA, soy eterna e infinita, es decir, no causada y más allá del tiempo y el espacio. Antes de desarrollar una argumentación más profunda sobre los elementos y procesos de la TEC, veamos una descripción general de ellos.
Ya sabemos que, en la TEC, el pronombre “YO” se utiliza para designarme, y soy concebida como una esfera con dos hemisferios. La dinámica que parezco seguir a escala cósmica consta de cuatro procesos, indicados por números pares en la Figura 1 (#2, #4a, #4b y #6), y tres singularidades, indicadas por números impares (#1, #3 y #5). Mientras que los procesos #6 y #2 son consecutivos (una endomitosis comienza justo cuando ha terminado una reversión de la endomitosis) los procesos #4a (evolución del universo visible) y #4b (crecimiento de agujeros negros) son paralelos. A su vez, los procesos #4a, #4b y #6 comienzan simultáneamente. En la TEC se identifican tres puntos de transición entre procesos o singularidades:
- Entre la reversión de la endomitosis (proceso # 6) y la endomitosis (proceso #2), hay un punto de transición o singularidad llamada Escisión primigenia de la CONSCIENCIA (#1).
- Entre la endomitosis (proceso #2) y los procesos evolutivos (#4a y #4b), hay un punto de transición o singularidad llamada Big Bang (#3).
- Entre los procesos evolutivos (# 4a y # 4b) y la reversión de la endomitosis (proceso #6), hay un punto de transición o singularidad llamada Big Crunch (#5)
Cada nuevo ciclo cosmológico comienza con la ocurrencia de dos singularidades simultáneas: Big Bang y Big Crunch. Describamos brevemente estos siete componentes básicos de la TEC (cuatro procesos y tres singularidades):
- La singularidad #1 es la escisión primigenia de la CONSCIENCIA en virtud de la cual “YO” me transformo en la cuerda “YO-SOY-CONSCIENTE-de que-YO-SOY-CONSCIENTE”. La TEC la denomina “cuerda” para facilitar metafóricamente la identificación de dos “hebras” en ella. Mantendremos en adelante la negrita para indicar la “hebra” o lado izquierdo de la cuerda, también llamado mi “lado-conciencia” o “lado-sujeto”, distinguiéndolo de la “hebra” o lado derecho, mi “lado-existencia” o “lado-objeto”.
- El proceso #2 es la endomitosis. Consiste en la endorreplicación iterativa de la cuerda “YO-SOY-CONSCIENTE-de que-YO-SOY-CONSCIENTE”.
- La singularidad #3 es el Big Bang, con el que se pone fin a la endomitosis. En el Big Bang, el océano de cuerdas de conciencia/existencia endorreplicadas resultantes de la endomitosis (un océano de aproximadamente 10100 cuerdas) “cruzan” el ecuador celeste de la esfera y se transforman en estructuras de Espacio / Tiempo/ Energía / Masa (en adelante, Es/T/En/M). Es decir, con cada Big Bang, las cuerdas de conciencia/existencia se transforman en unas configuraciones tetrádicas a las que la TEC denomina “holones”.
- Los procesos #4a y # 4b corresponden a lo que convencionalmente mis formas humanas conocen como evolución. El Big Bang es el punto de partida de la evolución, definida por la TEC como el proceso (#4a) a través del cual esas estructuras tetrádicas o configuraciones Es/T/En/M, conocidas como “holones”, buscan recuperar su grado máximo de entropía (el que poseían como cuerdas, antes del Big Bang). Para la TEC, todos los holones se dirigen inevitablemente a su colapso en un agujero negro. En este sentido, la evolución es un viaje de regreso mediado por la fusión progresiva de agujeros negros (#4b).
- La singularidad #5 o Big Crunch es la unificación final de un único agujero negro supermasivo. A lo largo del proceso #4b, los agujeros negros individuales crecieron absorbiendo materia o fusionándose con otros agujeros negros. La masa y la energía cesan con su absorción por los agujeros negros, pero el tiempo y el espacio se mantienen vivos en la medida en que haya dos o más agujeros negros en el universo. Finalmente, cuando solo queda un único agujero negro, el tiempo y el espacio también cesan. El Big Crunch produce un océano de cuerdas “YO-SOY-CONSCIENTE-de que-YO-SOY-CONSCIENTE” que atraviesan el ecuador celeste de la esfera “hacia abajo”.
- El proceso # 6 es la reversión de la endomitosis, a través de la cual el océano de cuerdas de conciencia/existencia resultante del Big Crunch colapsa progresivamente su estructura diádica. Es decir, cada una de las cuerdas “YO-SOY-CONSCIENTE-de que-YO-SOY-CONSCIENTE” se reintegra en “YO-SOY-CONSCIENTE” (disolviendo así la mitad derecha de la cuerda). Paso a paso, tras 10100 reintegraciones de ese tipo, se llega a una última cuerda y a la disolución de ésta en mi “YO” original.
Una vez realizada esta descripción general del modelo, procedemos a una argumentación más detallada para cada singularidad y proceso.