Aitzol Zunzunegi Etxeberria
El Logos Providente
Por Aitzol Zunzunegi Etxeberria“Si ahondas en el fondo de tu alma es aquello que te vas a encontrar: El Logos Providente.”
Ciertamente, no deja de ser paradójico que el sustrato de la realidad y nuestro yo profundo, sean exactamente lo mismo: la expresión del Logos Providente.
Muchas de las manifestaciones del Ser o del alma humana, están en connivencia con este Logos. Los estoicos y Heráclito hacían referencia al Logos Universal, que lejos de ser una creencia superada, para aquellos que mantienen intacta esa intuición no dual, no es más que una evidencia innegable.
De hecho, puede ser que todas las religiones y tradiciones sapienciales no hagan más que alusión a esta intuición primordial de diversas formas.
En Occidente podemos entender lo que supone este Logos aludiendo a textos como las “Meditaciones” de Marco Aurelio o fragmentos que nos ha legado el propio Heráclito. Lo cierto es que, la experiencia del Logos Universal es una realidad que habremos de vivenciar y tomar conciencia de ella.
Desde una perspectiva aristotélica el logos tiene que ver más con la lógica que con una intuición insoslayable. Nada más lejos de la realidad.
Es ese legado aristotélico, tal vez, el que puede que haya oscurecido o velado esa intuición primigenia.
Pero para eso estamos, para salir de las sombras de un pensar “estrictamente o extremadamente común” que nos ha acompañado durante siglos y del que habremos de ir desprendiéndonos poco a poco.
El Logos Universal es la Ley que guía todo acontecer. El destino que impera sin limitaciones, como decían los estoicos, no es más que la prueba de ese Logos Providente.
Y en decir sí a ese Logos, en aceptar el destino sin la necesidad de resignarse a él, asumiendo que “Todo es Gracia”, es la manera con la que habremos de aceptar y, como no, amar nuestro destino (“amor fati”).
Porque hay algo que nos transciende y está más allá de toda subjetividad, aquello que define el propio devenir.
El Logos es una apertura hacia lo Absoluto.
Y en el abismo que experimentamos cuando nos hallamos ante el Logos Providente encontraremos el sentido, la vía, el sendero… en definitiva, el Tao, que es aquello de lo que uno no puede desviarse.
Occidente y Oriente van de la mano. Una vez más.
Ese diálogo intercultural es el que posibilita que encontremos el Uno en lo múltiple y, a su vez, lo múltiple en el Uno.
Diferentes formas de llamar a diferentes intuiciones no duales pero que nos llevan a ahondar en el fondo de la realidad. Que no es más que el fondo de nuestra propia alma.
“Conócete y conocerás el Universo y a los Dioses” alude el proverbio del templo de Delfos. Esa es la verdadera finalidad. Y en ese desvelar e hilar nos encontramos frente al Logos Providente.
Heráclito lo sabía. Lo sabían los estoicos también, lo sabemos nosotros que no es poco. Lo saben en otras latitudes también.
Diferentes bifurcaciones que nos llevan a un mismo sendero: el conocimiento del Uno.