Yolanda Hernández Díaz
De un yo separado a la conciencia de unidad
Por Yolanda Hernández 25 de octubre de 2019A la edad de 18 años, sin saberlo, me sentí llamada a vivir desde mi Ser esencial. En ese momento el camino que se me mostró fue el de una estructura religiosa de vida contemplativa. Permanecí ahí 21 años en los que fui creciendo como persona, no sin dificultades porque el entorno no ofrecía escapes y me tuve que enfrentar a mis heridas, inmadurez y limitaciones para aprender a convivir conmigo misma, con dios y con las demás.
A través del silencio, la soledad, la vida de oración, la convivencia y la ayuda de otras personas, fui creciendo en autoconocimiento, en interioridad y fraguándome como persona. Quizás el mayor aprendizaje fue soltar ese dios aprendido como creencia, un dios separado. Se daba en mí una ambivalencia: la creencia de un dios separado de mí, a la par que la certeza de sentirme habitada, de experimentar que dentro de mí ya tenía todo lo que necesitaba. Esto me creó dolor durante años porque mi cuerpo o persona me molestaba y sólo anhelaba vivir desde la Plenitud del Ser.
Llegó un momento en el que me sentí fortalecida interiormente y capaz de sostenerme sobre mis propios pies. Fue entonces cuando comprendí que para vivir desde el Ser que Soy y desde mis propias convicciones no necesitaba esa estructura y salí del monasterio.
El contraste con este mundo de tanto ruido, prisas y dispersión fue un shock. Inicié una nueva etapa allá por el año 2004. Comencé a escuchar y leer sobre No-dualidad y vivencia transpersonal a través de Enrique Martínez Lozano, Mónica Cavallé, Javier Melloni... y a practicar otro estilo de meditación: la de observar la mente, las emociones, querer y valorar a mi niña interior y estar dejándome Ser.
Experimentaba que la certeza de Ser siempre había estado ahí; que Soy Conciencia, Quietud, Atención; y tengo un cuerpo, emociones y pensamientos que son contenidos de la conciencia, objetos, pero no mi verdadera identidad. Sin embargo, era una comprensión intelectual que aún no había pasado a mi corazón, pues seguía viviendo mi cuerpo como un estorbo. Hace dos años se me dio la comprensión vivencial de la no-dualidad al escuchar el ejemplo de una hoja de papel: dos caras de un mismo folio, nosotros (lo humano) en la parte de lo manifestado, el Misterio, Testigo, Conciencia, en lo no manifestado. Eso no manifestado es el fondo que nos permite Ser, sin dejar de ser lo que somos. Todo es UNO manifestándose.
Soy la gota de agua integrando contorno y H2O. Vivir como don el mar que Soy, porque si me lo apropio, me vuelvo opaca y no dejo pasar la Luz ni hacia afuera ni hacia dentro. Presente en la Presencia.
Yolanda HernándezWeb: SilenciartEmeditaR, un espacio de meditación, encuentro, silencio