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José Miguel Ruiz Valls

Camino a la Nada

Por José Miguel Ruiz Valls 12 de mayo de 2016
Jose Miguel

Puede parecer una perogrullada decir que todo caminante ha pensado la ruta y el destino antes de iniciar cualquier andadura (Cuando quiero comprar pan, sé dónde está la panadería y las calles que tengo que atravesar para llegar a ella)... Pero puede que nos llevemos una sorpresa si nos preguntamos ¿Qué es el camino espiritual?... ¿Adónde lleva?

Si la respuesta es "al cielo" (o a algún tipo de "paraíso"), algo falla, pues estamos dando por hecho que no estamos en él, y por tanto, que estamos en el "infierno". El miedo que nos produce tal intuición nos induce a fabricar tiempo "para llegar al otro lado", y es entonces cuando entendemos que camino y tiempo son sinónimos. Imaginamos que estamos en un sitio (El planeta Tierra) y hemos de ascender hasta otro (El Cielo), pero la experiencia nos dice que, en toda nuestra vida, no nos hemos elevado ni un centímetro... ¿Cómo gestionamos esto?... Pues imaginando que, tras la muerte, se producirá ese "desplazamiento", de una manera que no se puede comprender... ¡Y eso es lo que nos convierte en creyentes!... Tenemos que creer en la existencia de un "transportista" misterioso; tenemos que tener esperanza, o sea, permanecer en el infierno, esperando el rescate.

Hace falta desesperar para entender que no hay ningún "mundo superior"... Pero entonces, ¿Para qué sirve, si es que sirve para algo, el camino espiritual?

Vivimos en el reino de la mente, del tiempo, de la ilusión; y deseamos vivir en el reino de la consciencia, de la eternidad, de la realidad. Pero debemos entender que se trata de estados mentales y que pasar de uno a otro no significa cambiar de espacio ni de tiempo sino, tan solo, cambiar la manera de percibir. Se trata de entender que TODO está bien, que no podría estar de otra manera, que somos nosotros lo que elegimos estar mal, percibir mal. En el espacio-tiempo nos sentimos imperfectos porque la percepción del tiempo nos hace sentir efímeros y la percepción del espacio nos hace sentir pequeños. En la eternidad, en el ahora, nos sentimos perfectos porque desaparecen tales límites espacio-temporales. Por tanto, no hay que hacer nada para "ser eternos" pues ya lo somos... ¿Acaso se puede tener la experiencia de no-ser?

No hay pues obligación de caminar al "más allá" (De hecho, ni siquiera existe como posibilidad). Si acaso, es el "más allá" (Lo desconocido, lo misterioso) lo que va viniendo ininterrumpidamente. El único camino, por tanto, que también podemos llamar la vía del conocimiento, tan sólo sirve para el "más acá", y su única virtualidad es eliminar el tiempo, y con ello el sufrimiento, pero en todo caso, seamos consciente de hacerlo o no, llegaremos al mismo "sitio", porque ya estamos en él.

Se trata de entender que, para llegar a la nada no hay que hacer nada, pues la nada no es un lugar ni tampoco un momento... La nada es el alivio que surge espontáneamente cuando nos desapegamos; cuando no damos a ningún objeto, tampoco a nosotros, ninguna importancia.

© José Miguel Ruiz Valls, 2016