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Extractos - Eckhart Tolle

Unidad de la vida

Unidad con toda la vida

Por Eckhart Tolle

POR debajo de la apariencia superficial, no solo todo está conectado con todo lo demás, sino también con la Fuente de toda vida, de la que procede. Hasta una piedra, y mucho más una flor o un pájaro, puede mostrarte el camino de regreso a Dios, a la Fuente, a ti mismo. Cuando los miras o los coges y los dejas ser sin imponerles una palabra o una etiqueta mental, surge en tu interior una sensación de reverencia, de maravilla. Su esencia se comunica en silencio contigo y te refleja tu propia esencia.

 

¿Por qué el ego representa papeles? A causa de una suposición no analizada, un error fundamental, un pensamiento inconsciente. Ese pensamiento es: No soy suficiente. Le siguen otros pensamientos inconscientes: Necesito representar un papel a fin de conseguir lo que necesito para ser plenamente yo; necesito conseguir más para poder ser más. Pero no puedes ser más de lo que eres, porque, por debajo de tu forma física y psicológica, eres uno con la vida misma, uno con el Ser. En la forma, eres y siempre serás inferior a algunos, superior a otros. En esencia, no eres inferior ni superior a nadie. La verdadera autoestima y la verdadera humildad surgen de esa comprensión. A los ojos del ego, la autoestima y la humildad son contradictorias. En realidad, son la misma cosa.

 

¿Podría existir un "Yo" separado de la vida, separado del Ser? Es totalmente imposible. Así que no existe eso de "mi vida". Yo no tengo una vida... Yo soy vida... Yo y la vida somos uno. No puede ser de otro modo. ¿Cómo voy a poder perder mi vida? ¿Cómo puedo perder algo que, para empezar, no tengo? ¿Cómo puedo perder algo que soy? Es imposible.

La Verdad es inseparable de lo que tú eres. Sí, tú eres la Verdad. El mismo Ser que tú eres es la Verdad. Jesús intentó expresarlo cuando dijo "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Estas palabras, si se entienden correctamente, son uno de los indicadores de la Verdad más poderosos y directos. Jesús habla del Yo Soy más íntimo, la identidad esencial de todo hombre y toda mujer; de hecho, de toda forma de vida. Habla de la vida que tú eres. Algunos místicos cristianos la han llamado el "Cristo interior"; los budistas la llaman "tu naturaleza búdica"; para los hindúes es Atman, el Dios que vive en tu interior. Cuando estás en contacto con esa dimensión que hay en tu interior ―y estar en contacto con ella es tu estado natural, no un logro milagroso―, todas tus acciones y relaciones reflejarán la unidad con toda la vida que sientes muy dentro de ti. Eso es amor.

 

Reconocer lo bueno que hay ya en tu vida es la base de toda abundancia.

La fuente de toda abundancia no está fuera de ti. Forma parte de quien eres. No obstante, empieza por reconocer y apreciar la abundancia de fuera, observa la plenitud de la vida a tu alrededor. El calor del sol en tu piel, el despliegue de magníficas flores a la puerta de una floristería, morder una fruta suculenta o dejarse empapar por la abundancia de agua que cae del cielo. La plenitud de la vida está ahí, a cada paso. Reconocer esa abundancia que te rodea despierta la abundancia latente en tu interior. Deja entonces que fluya hacia fuera. Cuando sonríes a un desconocido, hay un minúsculo flujo de energía hacia fuera. Te conviertes en dador. Pregúntate con frecuencia: "¿Qué puedo dar aquí? ¿Cómo puedo ser útil a esta persona, a esta situación?". No necesitas poseer nada para sentirte abundante, aunque si te sientes abundante de manera habitual, es casi seguro que te llegarán cosas. La abundancia solo llega a quienes ya la tienen.

 

El brote de árbol no quiere nada porque es uno con la totalidad, y la totalidad actúa a través de él. "Mirad los lirios del campo, cómo crecen ―dijo]Jesús―. Y no se afanan, ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos..." Podríamos decir que la totalidad ―la Vida― quiere que el brote se convierta en un árbol, pero el brote no se ve a sí mismo separado de la Vida ni quiere nada para sí mismo. Es uno con lo que la Vida quiere. Por eso no está preocupado ni agobiado. Y si tiene que morir prematuramente, muere sin problemas. Está tan rendido en la muerte como en la vida. Siente, aunque sea de manera nebulosa, que tiene sus raíces en el Ser, la Vida única, sin forma y eterna.

 

Cuando sufres una pérdida trágica, puedes resistir o puedes rendirte. Algunas personas se vuelven amargadas o muy resentidas; otras se vuelven compasivas, sabias y afectuosas. La resistencia es una contracción interior, un endurecimiento de la concha del ego. Estás cerrado. Rendirse significa aceptación interior de lo que es. Estás abierto a la vida.

Cuando te rindes interiormente, cuando cedes, se abre una nueva dimensión de la conciencia. Si la acción es posible o necesaria, tu acción estará en consonancia con el todo y apoyada por la inteligencia creativa, la conciencia no condicionada. Entonces, las circunstancias y la gente se vuelven amables, cooperativas. Ocurren coincidencias. Si no es posible la acción, descansas en la paz y quietud interior que llega con la rendición. Descansas en Dios.

 

Cuando dejo de confundir quién Soy con una forma temporal del "yo", la dimensión de lo ilimitado y lo eterno ―Dios― puede manifestarse a través de "mí" y guiarme a "mí". También me libera de la dependencia de la forma. Pero un reconocimiento puramente intelectual, creer que "yo no soy esta forma", no sirve de nada. La pregunta fundamental es: ¿Puedo sentir en este momento la presencia del espacio interior? Y eso en realidad significa: ¿Puedo sentir mi propia Presencia, o más bien la Presencia que Soy Yo?

Pregúntate: "Soy consciente no solo de lo que está ocurriendo en este momento, sino también del Ahora mismo, como el espacio interior vivo e intemporal en el que ocurre todo?".

 

Si lo que quieres de verdad es paz, elegirás la paz. Si la paz te importara más que ninguna otra cosa y si de verdad supieras que eres espíritu, y no un pequeño yo, te mantendrías no reactivo y absolutamente alerta al enfrentarte a personas o situaciones desafiantes. Aceptarás inmediatamente la situación y así te harás uno con ella, en lugar de separarte de ella. Entonces, de tu estado de alerta surgirá una respuesta. Y el que responde es quien tú eres (la conciencia), no quien crees que eres (un pequeño yo). Será poderosa y eficaz y no convertirá en enemigo a ninguna persona ni situación.

 

Ser uno con lo que es, uno con el momento presente, no significa que ya no inicies cambios o que seas incapaz de entrar en acción. Pero la motivación para la acción viene de un nivel más profundo, no de los deseos o miedos del ego. La sintonía interior con el momento presente abre tu conciencia y la sintoniza con el todo, del que el momento presente forma parte integral. Entonces el todo, la totalidad de la vida, actúa a través de ti.

 

La vida te proporcionará la experiencia más útil para la evolución de tu conciencia. ¿Cómo sabes que esta es la experiencia que necesitas? Porque esta es la experiencia que estás teniendo en este momento.

¿Cómo estar en paz ahora? Haciendo las paces con el momento presente. El momento presente es el campo en el que se desarrolla el juego de la vida. No puede ocurrir en ningún otro momento. Una vez que hayas hecho las paces con el momento presente, mira lo que ocurre, lo que puedes hacer o decidir hacer, o más bien lo que la vida hace por medio de ti.

Hay cuatro palabras que transmiten el secreto del arte de vivir, el secreto de todo éxito y felicidad: Uno Con La Vida. Ser uno con la vida es ser uno con el Ahora. Entonces te das cuenta de que tú no vives tu vida, sino que la vida te vive a ti. La vida es el bailarín y tú eres el baile.

Dios es la Vida Única que hay en las incontables formas de vida y más allá de ellas. El amor implica dualidad: amante y amado, sujeto y objeto... Así pues, el amor es el reconocimiento de la unidad en el mundo de la dualidad. Esto es el nacimiento de Dios en el mundo de la forma. El amor hace al mundo menos mundano, menos denso, más transparente a la dimensión divina, la luz de la conciencia misma.