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Extractos - Alan Watts

Zen tree

Un poco de historia zen

Por Alan Watts

Permíteme explicarte algunas cosas sobre el zen como fenómeno histórico. El zen es una subdivisión del budismo mahayana, una escuela cuyo objetivo es alcanzar la naturaleza búdica en este mundo, es decir, sin tener que renunciar a la vida familiar y yendo a meditar a solas en las montañas. En otras palabras, el zen proviene de un estilo budista que no concibe la vida cotidiana como un enredo, sino que acepta que uno pueda convertirse en Buda a mitad de su vida. Así pues, la gran personalidad en el budismo mahayana es el bodhisattva, aquel que ya ha alcanzado el nirvana, pero que decide volver una y otra vez a la vida bajo diversas formas para ayudar a los demás.

Así pues, tenemos que el zen es el budismo mahayana hindú traducido al chino, lo que significa que está profundamente influenciado por el taoísmo y el confucianismo. Los orígenes del zen se remontan alrededor del año 414 e. c. cuando Kumarajiva, un gran erudito hindú, se propuso dirigir la traducción de los sutras budistas al chino. Kumarajiva y su equipo de traductores promovieron la iluminación como un suceso repentino; es decir, el despertar ocurre instantáneamente como un suceso de todo o nada. Como en esta analogía, cuando el fondo del cubo se desprende, se desprende toda el agua.

Bodhidharma, el primer patriarca zen, llegó a China más tarde. El segundo patriarca, llamado Eka, fue un general del ejército retirado. Sosan fue el tercer patriarca y el autor del Hsin-Hsin Ming, un maravilloso resumen del budismo en verso. Luego vino Doshin, quien, según dicen, alcanzó la iluminación con tan sólo catorce años, y luego Konin, quien desarrolló de principio a fin las enseñanzas de la Montaña del Este. Finalmente llegó el sexto patriarca, Eno (más conocido por su nombre chino Huineng), considerado como el verdadero fundador del zen chino, el hombre que lo sintetizó todo y el maestro que realmente fusionó el zen con las costumbres chinas.

Huineng escribió el Sutra del Estrado, un sutra que cualquier estudiante zen debería leer, y pronunció también una frase muy famosa: "No creas que vas a lograr la Budeidad sentándote todo el día con la mente en blanco". Eso era lo que los discípulos de aquella época creían; estaban convencidos de que la mejor forma de contemplar consistía en permanecer lo más quieto posible. Sin embargo, y de acuerdo a las enseñanzas, actuar de esa manera te convierte en un Buda de piedra y no en un ser vivo. A un Buda de piedra le puedes golpear en la cabeza con una roca o hacerle pedazos, que seguirá sin sentir absolutamente nada, y ése no es el objetivo. Aquellas personas que piensan que para despertar es necesario actuar sin corazón y prescindir de los sentimientos (hasta tal punto de no poder ni desquiciarte ni sentirte molesto o deprimido), no lo han comprendido bien. Eno (es decir, Huineng) decía lo siguiente: "Si ese es tu ideal de iluminación, bien podrías ser un trozo de madera o un bloque de piedra".

Lo que esto significa es que tu mente real es imperturbable. Cuando agitas tu mano en el aire no dejas ni una sola huella, y cuando el agua refleja la imagen de los gansos, el reflejo no se cristaliza para siempre. Por lo tanto, para conseguir una mente pura en el zen (aunque "mente clara" sería una mejor traducción), tu mente no debe aferrarse a nada. Simplemente fluyes con la vida sin guardar rencores ni quedarte atrapado en el pasado. La vida fluye constantemente (ése es el Tao), y tú, quieras o no, fluirás con ella. Somos como personas en una corriente que podemos nadar a contracorriente si queremos, pero con eso sólo conseguiremos agotarnos mientras el agua nos empujará de todos modos hacia delante. Sin embargo, si nadamos en la misma dirección que la corriente, estaremos nadando con toda su fuerza. Por supuesto, lo difícil para muchos de nosotros es descubrir hacia dónde va la corriente.

Eno murió en 713 e.c., dejando atrás a cinco grandes discípulos que difundieron esas mismas enseñanzas. Pero a medida que el tiempo pasaba, esos cinco discípulos tuvieron sus propios discípulos, y esos discípulos tuvieron también sus discípulos, y así sucesivamente, y eso originó en el zen las llamadas "escuelas" (algunas desaparecieron y otras siguen abiertas a día de hoy). Actualmente hay dos formas de zen: el rinzai y el soto, cada uno con un énfasis diferente. La escuela Soto se caracterizan por tener un enfoque más sosegado, mientras que en la escuela Rinzai son más audaces, y son mayoritariamente los rinzai los que utilizan la práctica del kôan.

El período comprendido entre la muerte de Eno y el 1000 e. c. es considerado como la edad de oro del zen. Tras este período, el zen fue debilitándose en China y se combinó con la alquimia taoísta y otras formas de budismo, más concretamente aquellas que acentuaban los siddhis (poderes sobrenaturales). Pero eso se aleja completamente de la visión del zen. No obstante, una variedad muy poderosa de zen llegó a Japón con Eisai en 1191 e.c. y Dogen alrededor de 1227 e.c. Pero antes de todo esto (es decir, en la edad de oro), la práctica principal del zen chino no consistía en sentarse, sino en caminar. Los monjes zen eran grandes viajeros que caminaban kilómetros y kilómetros por todo tipo de terreno mientras visitaban templos, cuya finalidad era encontrar maestros que pudieran iluminarlos.

En japonés se le llama satori, en mandarín wu y en cantonés hoing, y significa "el despertar". De la misma manera, el bodhi en sánscrito alude al despertar de la ilusión de ser un ego separado y atrapado bajo nuestra propia piel. En otras palabras, descubres que eres el universo entero y lo descubres así, de repente, provocando que tu sentido común dé un vuelco y quede totalmente patas arriba (lo cual representa un shock para ti). Todo sigue igual que antes, pero ahora que sabes quién eres lo percibes de forma completamente diferente. ¿De qué diablos te preocupabas antes? ¿A qué venía todo ese alboroto y todo ese escándalo? Como ves, todo formaba parte de un juego. Desde una perspectiva todo es jaleo, follones y más follones, pero cuando despiertas, descubres que todo este jaleo no eras tú, sino todo o eso. Y tú eres eso, y eso es eso, y todo es eso, y eso da lugar a todas las cosas que suceden.