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Extractos - Emma Vázquez

Meditating Mountain

Tu destino es este momento

Por Emma Vázquez

Cuando Comprendí que «yo» no tenía libre albedrío, que lo de «lograr mis sueños» no era más que un sueño…, que no era autora de nada sino vehículo de todo, que lo que era en Realidad era la Vida siéndose a través del organismo-cuerpo-mente llamado Emma, que no había nada (absolutamente nada) que pudiese decidir, controlar ni elegir, entonces tuve una sensación de «menuda mierda» porque no iba a intervenir en nada de todo aquello que me iba a suceder.

Si estaba destinada a ser una asesina, lo iba a ser independientemente de «mí».
Si estaba destinada a enfermar, lo iba a estar independientemente de «mí».
Si estaba destinada a no volver a tener nunca más pareja, no la iba a tener independientemente de «mí».
Si estaba destinada a suicidarme, lo iba a hacer independientemente de «mí».

Por una parte, dejas de sentirte responsable de «lo que sea» porque «tú» no decides nada. Jamás lo has hecho. Hay una liberación. Ha sido esa creencia falsa de autoría la que me hizo pensar que «yo» era alguien separado de la Vida que en Realidad Soy y que podía actuar por mi cuenta. Que podía cambiarme. Que podía mejorarme. Que podía iluminarme. Que podía elegir mis pensamientos, mis emociones. Mi destino… Que podía hacer de este mundo un mundo mejor. Con más Luz. Con más Compasión. Con más paz. Con más «bien». Con más Amor.

Y ésa es la otra parte. La parte en la que Sabes que no puedes hacer nada por cambiar lo que no te gusta. Ni de ti ni de ese mundo que, en ocasiones, te pesa tanto.

«Menuda mierda. Casi hubiera preferido no Comprender, no Darme Cuenta de lo que me he dado cuenta para al menos poder seguir soñando despierta. O dormida, pero soñando».

Porque soñar es precioso. Tener ilusiones es precioso. Sentir que «tú» puedes cambiar las cosas es precioso. Tener objetivos es precioso. Tener un propósito es precioso. Te llena de vida. Te empuja. Te levanta. Y cuando Comprendes, cuando Ves, cuando te Das Cuenta, todo eso te es arrebatado de un plumazo.

Ya no puedes tener objetivos ni metas. No aparecen. No surgen. Intentas volver atrás, pero ya no puedes porque tu Comprensión se ha quedado para no irse. Intentas disfrazarte de la de antes, pero ni siquiera encuentras qué máscara ponerte. Porque ya no hay. Porque ha desaparecido de tu faz.

Poco a poco, esa sensación se va diluyendo en el día a día. Y te das cuenta de que, aunque no vas a poder intervenir en «tu» vida porque no existe una vida tuya sino una Vida Global que se mueve en bloque, que se percibe como separada en millones de vidas individuales, ¡todo es un misterio! Te das cuenta de que no tienes ni idea de lo que la Vida va a SER a través de ti. Y eso hace que la vida sea mágica. Y una sorpresa constante.

Tu única certeza es que existes. Y sólo eres consciente de lo que AHORA te está sucediendo. Ya está. Todo lo demás es un fluir de la Vida en ti. Piensas, sientes, experimentas y eres, a la vez, testigo de todo ello gracias a la consciencia.

Es como si de repente un personaje de una película se da cuenta de que no es real y de que no tiene libre albedrío para cambiar de personaje ni para elegir el guion. Pero el personaje no sabe el final de la película. Ni el cómo continuará. No sabe lo que está escrito. No sabe los acontecimientos que le sucederán. Todo es nuevo en todo momento.

Y, ¿sabes qué es lo más curioso? ¡Que siempre ha sido así! ¡Nunca lo hemos sabido! La creencia de autoría te da la sensación de seguridad y de control, pero ¡no es real! Nunca lo fue, así que en Realidad no cambia nada. Todo sigue igual que antes, pero con la certeza de que no eliges, decides ni controlas nada. NADA. Que simplemente eres una ola a la deriva de lo que la Vida derive… en «ti».

Sigues igual de viva porque eres VIDA. Te sigues enamorando de las miradas, de las voces, de los bailes, de las sonrisas, de las lunas, de los sabores, de los silencios, de las melodías, de los amaneceres, de las caricias, de los olores. Te das cuenta de que nada cambia, aunque todo en «ti» lo haya hecho.

Y sigues respirando. Y sigues teniendo sed. Y sigues jugando. Y sigues desapareciendo en orgasmos. Y sigues SINTIENDO. Porque Vivir es Sentir. Y Sentir no es algo que se haga con la mente, con la Comprensión, sino con ese Corazón que hace de la Humanidad un regalo de Dios…

¿Mi destino? Mi destino es lo que soy en cada Instante. Ya sea en forma de tristeza, de alegría, de vacío, de plenitud, de soledad, de honestidad, de impotencia, de frustración, de éxtasis, de cabreo, de felicidad o de perdición.

No hay un destino mejor que otro. No hay un destino peor que otro. Tu destino es este momento. Tu destino es la Vida que está viviéndose a través de tu cuerpo-mente en este momento. Como éxito o como fracaso. Como placer o como dolor.

Así que SIEMPRE estás cumpliendo tu destino, te guste o no. Porque no hay otro lugar donde el destino, donde la Vida se pueda vivir y dar más que Aquí y Ahora.

No hay necesidad de buscar lo que ya eres. No hay necesidad de demostrarte a ti ni a nadie que eres merecedora de vivir pues tú eres la Vida misma. Y sólo por eso y por nada más eres Sagrada tanto por tus sonrisas como por tus lágrimas.

No eres responsable ni de tu sufrimiento ni de tu felicidad porque ninguna de las dos las has provocado «tú».

No eres responsable de tu destino. Eres el Destino.
Y algunos pensarán: ¡Pues menuda mierda de destino!
Y para algunos será así. Para otros, lo contrario. Para los dos «Es lo Que Es».

¿Y qué Es? Los dos la misma Vida viviéndose en formas distintas «porque sí». Los dos el mismo Mar. Los dos el mismo DIOS jugando «contigo» (que es consigo) a la humanidad.

Fuente: Emma Vázquez. Si son rosas, florecerán