Extractos - José Díez Faixat
Siendo nada, soy todo
Por José Díez FaixatEstás dormido. Sueñas. Imaginas, por ejemplo, que caminas junto a unos amigos por una senda que atraviesa un frondoso bosque, en ascenso hacia una colina donde luce el sol.
Observa. Es tu mente la que crea la escena completa de tu sueño ―cada uno de los caminantes, el conjunto de árboles, el estrecho sendero y la cima iluminada―, y, sin embargo, tú te identificas sólo con uno de los personajes y consideras como ajeno todo lo demás. ¿Por qué estableces esa diferenciación en el paisaje único de tu mente? ¿No podría estar sucediendo algo parecido en nuestro estado de vigilia? ¿No es posible que nos estemos identificando con un personaje limitado, desgajado de su entorno, y que nuestra verdadera identidad sea la de una "mente" más profunda que está "soñando" ahora la totalidad del mundo?
En este libro intentaremos investigar el tema de la identidad, planteando una propuesta teórica concreta y cotejándola con las vivencias universales de los sabios de la tradición perenne. Para el desarrollo de nuestra propuesta, partiremos básicamente de las conclusiones generales de nuestro anterior trabajo sobre el ritmo de la evolución, evitando en lo posible insistir en la enumeración de datos y la especificación de comprobaciones, y remitiendo al lector interesado en los detalles a la consulta del libro Entre la evolución y la eternidad.
En ese trabajo se planteaba un esquema global sobre los procesos del universo que trataba de integrar tanto los grandes hallazgos de la ciencia reciente en el mundo "exterior", como las lúcidas intuiciones de las tradiciones místicas en el mundo "interior". Este esquema ―como luego veremos― consistía, básicamente, en una dinámica espiral de despliegue y repliegue, entre un fundamento misterioso e inefable y el universo espacio-temporal que conocemos. Se proponía, pues, que los ámbitos de la ciencia y de la mística, lejos de ser antagónicos e irreconciliables, podían ser integrados de forma dinámica y mutuamente enriquecedora. Desde esta perspectiva, ni la mística conducía a la huida del mundo, ni la ciencia estaba abocada a desencantar la naturaleza.
No es, en absoluto, el propósito de estas páginas elaborar un mero esquema teórico atrincherado en el terreno del intelecto racional. Se pretende, más bien, exponer las líneas básicas de una emergente visión de la realidad que, lejos de enfrentarse al mundo del espíritu, apunta, por el contrario, hacia su fecunda reconciliación. No se trata tampoco, por supuesto, de demostrar desde la razón la existencia de niveles superiores en el ámbito de la conciencia, sino, simplemente, de sugerir su posibilidad, con vistas a invitar al lector a abrirse a lo desconocido e investigar vivencialmente, más allá de las estrechas paredes de la mente racional, en el vasto espacio de la lucidez transpersonal.
La visión que tiene el ser humano de sí mismo, dentro del enfoque de la cultura occidental en estos últimos siglos, es la de una entidad separada de su entorno y autónoma en sus decisiones, es decir, circunscrita dentro de los límites de su cuerpo y de su mente. El "sentido común" no nos permite siquiera poner en duda esta "evidencia" cotidiana. Nuestra identidad ―ya lo indica nuestro carnet― está localizada de forma muy precisa en el tiempo y en el espacio. Hemos nacido en un momento y en un lugar determinados, y moriremos, a buen seguro, en un instante y sitio muy concretos. Antes nada y después nada. Y esto ha sido todo. ¿O estaremos "soñando"?
Desarrollaremos nuestra propuesta acerca de la identidad en tres capítulos. En el primero ―¿Qué es esto?―, comenzaremos con un breve resumen de nuestra hipótesis evolutiva, y, a continuación, expondremos las conclusiones generales que se desprenden de ella, en el marco de una visión del mundo dinámica y no dualista, que trasciende tanto el materialismo como el espiritualismo. En el segundo ―¿Quién soy yo?― aplicaremos esa perspectiva no dual al ámbito específico del individuo humano, tratando de bosquejar los puntos clave que pueden aportar alguna luz sobre el misterio de nuestra identidad última. Y en el tercero ―Y ahora, ¿qué?― , invitaremos al lector a comprobar vivencialmente nuestra propuesta, indicando una posible pauta a seguir que facilite su investigación, y, finalmente, esbozaremos los rasgos esenciales que caracterizan la experiencia definitiva de la iluminación integral.
Resumiendo. Plantearemos una visión dinámica y no dual de la realidad. Desde esa perspectiva, observaremos el paisaje que se divisa en torno a la identidad humana. Y, para terminar, sugeriremos una posible senda para investigar vivencialmente lo anteriormente expuesto. Tal vez, al final, podamos descubrir que la realidad, nuestra propia realidad, es mucho más fascinante de lo que jamás hubiéramos podido siquiera imaginar.