Extractos - Mónica Cavallé
La sabiduría de la no-dualidad
Una reflexión comparada entre Nisargadatta y Heidegger
Por Mónica CavalléEl diálogo profundo con otras culturas puede favorecer que el eclipse histórico de la filosofía perenne llegue en Occidente a su fin. Hemos querido que el presente estudio fuera un ejemplo concreto de lo que puede ser este diálogo. Para ello, hemos llevado a cabo una reflexión comparada entre el Vedanta advaita (una tradición índica particularmente paradigmática de lo que hemos denominado sabiduría perenne) y el pensamiento de uno de los filósofos más emblemáticos del siglo XX, Martin Heidegger.
Hemos acudido a Heidegger porque es el pensador contemporáneo que de modo más lúcido ha reflexionado sobre los límites de la filosofía y sobre la desviación histórica que le dio origen y en la que hay que buscar la raíz del actual peligro de explotación de la tierra; porque ha insistido en la urgencia de un nuevo pensamiento que, en sus líneas maestras, está alineado con lo que hemos denominado sabiduría perenne ―y que, siendo nuevo, es el más antiguo: la misma raíz olvidada de la filosofía―; porque ha insistido en la urgencia del diálogo con el pensamiento de las culturas orientales, y porque su propia obra es un ejemplo de los frutos de dicho diálogo: es indiscutible la influencia del extremo Oriente en su pensamiento tardío. Heidegger, de hecho, ha invitado y contribuido, como casi ningún otro pensador occidental del siglo XX, al diálogo intercultural: Una y otra vez ―afirma― me ha parecido urgente que tenga lugar un diálogo con los pensadores de lo que es para nosotros el mundo oriental
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A su vez, hemos acudido a Nisargadatta como referencia prioritaria del Vedanta advaita porque es uno de los representantes contemporáneos más destacados de esta tradición y porque considero que su libertad interior con respecto a los aspectos más formales y escolares de esta enseñanza, así como el hecho de que en sus diálogos ―transcritos en sus libros― un número destacado de sus interlocutores sean occidentales, y el que estos diálogos sean recientes en el tiempo, permiten mostrar esta tradición advaita de una forma particularmente directa, viva y elocuente para el occidental de hoy.
El hilo conductor de nuestra reflexión comparativa será la naturaleza del "yo". Hemos escogido esta cuestión porque es particularmente reveladora de los límites de la filosofía; porque toca lo nuclear tanto del pensamiento de Heidegger como de Nisargadatta; porque implica poner la atención sobre los presupuestos del propio filosofar ―quién y desde dónde se filosofa, la dimensión en gran medida olvidada por la filosofía―; y porque, para toda filosofía perenne, es ésta la cuestión más radical, pues donde sitúe y vivencie el filósofo el sentido de su propia identidad, determina el alcance y la naturaleza de su conocimiento de la realidad ―de aquí el carácter experiencial y transformacional de este conocimiento―.
Hemos estructurado este trabajo en tres partes. Antes de proceder a la reflexión comparada propiamente dicha, hemos realizado una reflexión independiente sobre el Vedanta advaita y otra sobre el pensamiento de Heidegger, buscando que estas exposiciones autónomas puedan servir de introducción a quienes, conociendo el pensamiento de Heidegger, no conocen el Vedanta advaita, o viceversa. Por otra parte, permiten juzgar la propiedad o impropiedad del desenvolvimiento de nuestra comparación.
1) La primera parte, que versa sobre Vedanta advaita, tiene como hilo conductor lo que constituye el tema eje de este trabajo en su totalidad: la naturaleza del yo o su identidad última, una cuestión que es, de hecho, el núcleo de la misma doctrina advaita. Como hemos indicado, articulamos esta doctrina, no exclusiva pero sí prioritariamente, en torno a la voz de uno de sus representantes contemporáneos: Sri Nisargadatta Maharaj. Éste es el primer estudio de estas características realizado sobre su pensamiento. Ello conlleva una labor de sistematización hasta ahora no efectuada, pues Nisargadatta expresó sus enseñanzas exclusivamente a través de diálogos espontáneos que presuponen la familiaridad de sus interlocutores con ciertos supuestos y que, por ello, pueden resultar herméticos tanto para el lector no iniciado en el Advaita como para los conocedores de un pseudo-advaita "escolar" ajeno a la libertad y "acracia" de las expresiones más depuradas de esta tradición.
2) La segunda parte es una exposición de aquellos aspectos del pensamiento de Heidegger más significativos con relación a la temática global apuntada.
3) En la tercera parte ―en la que más que reflexionar sobre Nisargadatta y Heidegger, pensamos desde ellos― se procede a la reflexión comparada y se muestran las semejanzas y correspondencias estructurales de ambos pensamientos: el modo como se iluminan mutuamente, el modo como ambos iluminan cuál sea la auto-comprensión del hombre específicamente occidental, y el modo como, desde perspectivas diversas, iluminan lo que es su propuesta común.
Se hace ver que, como ya hemos apuntado, la influencia en Heidegger del pensamiento extremo-oriental es mucho más decisiva de lo que él mismo ha dado a entender, y que, si bien no cabe hablar de una influencia directa en Heidegger del pensamiento índico, los paralelismos estructurales son notables y particularmente reveladores. Estos paralelismos encuentran su razón de ser en su común reconocimiento de la centralidad de la no-dualidad (a-dvaita). Creemos, de hecho, que esta noción (advaita) puede ser una importante clave interpretativa del pensamiento de Heidegger (comprenderlo como un pensamiento relacional, como se hace habitualmente, nos parece insuficiente). Pensamos, además, que puede proporcionar una luz inusitada en torno a los límites y virtualidades de nuestra propia tradición.
Puesto que nos adentraremos en un camino casi intransitado, este trabajo no pretende constituirse como un conjunto de conclusiones cerradas, sino sólo sugerir líneas interpretativas y direcciones de reflexión que considero particularmente fecundas.
Esta parte comparada busca ser una contribución al entendimiento entre Oriente y Occidente. Oriente no ha de ser un recurso sustitutivo, sino un espejo en el que Occidente pueda recordar y reconocer sus propias raíces olvidadas. Occidente ha de re-conocerse en el espejo de Oriente, y también Oriente ha de verse y ha de constatar sus puntos ciegos en el espejo de Occidente. En la idiosincrasia de cada uno de ellos radica su riqueza e, igualmente, el peligro de su parcialidad. La meta del diálogo Oriente-Occidente es, de hecho, comprender que entre ambos hay y debe haber una relación no-dual. Intentaremos hacer ver que sólo la intuición, no meramente teórica sino operativa y experiencial, del significado de la no-dualidad (a-dvaita) ―el corazón de toda philosophia perennis― permite aunar de modo concreto y efectivo ―no dialéctico ni abstracto― unidad y diversidad. Consideramos que esta intuición es decisiva para la superación de la actual crisis de la filosofía y de nuestra cultura, así como para hacer frente a los retos que plantea un mundo abierto y plural, pues es el fundamento de la comunicación y del respeto mutuo entre los pueblos y el garante de que la diversidad cultural no sea sinónimo de lucha o conflicto, y de que la unidad tampoco lo sea de supresión de las diferencias o de monoculturalidad totalitaria.