Extractos - James Braha
El estado natural
Por James BrahaDurante el primer o segundo año de vida, antes de comenzar a entender el lenguaje, la vida se vive como unidad. Nada se experimenta como fuera del yo porque un yo aún no ha sido conceptualizado. Sólo hay pura experiencia directa ― lo que los antiguos místicos describen como no-dual, uno sin un segundo, o "el estado natural".
En algún momento alrededor del segundo año, se va comprendiendo el lenguaje lentamente, y el niño aprende que él o ella tiene un nombre y una identidad individual. A partir de este momento, se vive la vida desde un punto de referencia conocido como "yo", y todo lo que está fuera de "yo" o de "mí" se considera "otro". La vida como la conocemos comienza, y nace un sentido de separación de nuestra propia esencia. Este sentido de separación crea un aparente anhelo interminable de completitud. También engendra egoísmo, deseo, una sensación generalizada de miedo, y una serie de otros problemas.
Las enseñanzas de este libro, compuesto en gran parte por conversaciones entre Sailor Bob Adamson y buscadores espirituales, arrojan luz sobre la falta de autenticidad de este sentido de identidad personal basado en la mente conocido como "yo". Una vez visto como ilusorio, este falso "centro del yo", o punto de referencia artificial, comienza a disminuir y a desvanecerse, mientras que el estado natural, un estado de plenitud y unidad con todo lo que es, permanece. Recuperar el estado natural aparentemente perdido ha sido la meta de los buscadores espirituales durante miles de años.
El estado natural, también llamado conciencia de presencia, es tan constante, tan siempre presente, que es pasado por alto como el agua para los peces, o el aire para la gente. Una de las afirmaciones más comunes de las personas que dicen haber alcanzado la iluminación, o la auto-realización, es que en el momento que "despertaron" se dieron cuenta de que ¡siempre habían estado iluminados! Esto se debe a que el estado natural está siempre con nosotros. En efecto, la conciencia de presencia es la única realidad, la única constante en nuestras vidas. Es la base misma de nuestra existencia. El estado natural es nuestra condición subyacente, o "fundamento del ser", y es lo que nos permite experimentar todo. Pero ha sido grandemente ignorado en favor de nuestra conducta condicionada de vivir casi cada momento de cada día desde la perspectiva del punto de referencia completamente automático, y sin embargo totalmente falso, del "yo".
Lo que está a punto de leer es un examen e investigación, en realidad una exposición, del "yo" con el que todos vivimos inconscientemente. A partir de aquí, para los buscadores sinceros, se encuentra la libertad definitiva, el estado natural. Con ello no quiero decir que vivamos en un éxtasis sin fin o tengamos la capacidad de caminar sobre las aguas. Me refiero a nada menos que el fin del sufrimiento psicológico.
Una parábola
Erase una vez un buscador espiritual que viajó por el mundo en busca de la iluminación. Después de algún tiempo, oyó hablar de un auténtico maestro auto-realizado, y fue a verlo. Él le habló al sabio de su deseo, y este estaba dispuesto a ayudarle. El sabio dijo sólo tres palabras: "Tú eres Eso" ("Eso" significa la conciencia de presencia, la consciencia pura, uno sin un segundo, Dios, lo último, y así sucesivamente). El buscador, se quedó inmóvil y sin alterarse por la declaración, estaba completamente decepcionado y siguió su camino continuando con su búsqueda.
No muy lejos de ese ashram (hogar del gurú), se encontró con otro maestro muy respetado y otra vez le expuso su deseo de conocer la Verdad que lo haría libre. El nuevo gurú le preguntó acerca de su búsqueda anterior, momento en el que el buscador le contó su decepcionante historia. El gurú actual, que conocía muy bien al primer maestro, proclamó, "Desde luego que puedo ayudarte, pero tendrás que estar preparado para la Verdad. Si estás dispuesto a servirme durante doce años, te ayudaré. Vete a ver al gerente del ashram, y él te dará un servicio para llevar a cabo".
El buscador estaba eufórico y se fue a ver al gerente, quien de inmediato le dio la tarea de limpiar los retretes.
Doce largos años y muchos retretes limpios después, el buscador fue a ver a su amado gurú y le dijo que estaba listo para escuchar la Verdad ― la Verdad que le haría eternamente libre.
El gurú le dijo: "Tú eres Eso".
Fin de la parábola.
En mi caso, los doce años de limpiar retretes equivalen a mis treinta y tantos años de meditación diaria, nueve o diez cursos de meditación de varios meses de duración, hatha yoga, técnicas de respiración kundalini, sesiones de Rebirthing, macrobiótica y otras dietas purificadoras, Rolfing, análisis bioenergético, seminarios EST, Actualizaciones, Lifespring, Terapia de Reich, Astrología Hindú/Védica, libros espirituales, y así sucesivamente.
Al igual que el buscador de la historia, me encontré con la afirmación "Tú eres Eso" (la declaración completa es "Yo soy Eso, tú eres Eso, todo esto es Eso") muchas veces durante mi búsqueda. Y, al igual que el buscador, las tomé como meras palabras con poca o ninguna importancia para mí o mi situación actual. De todas mis enseñanzas anteriores, creía que la iluminación sería un estado de consciencia milagroso, extático, caracterizado por la felicidad continua, y que, una vez adquirida, no podría positivamente desaparecer nunca. Sin tristeza, sin problemas, sin malos sentimientos, y así sucesivamente ― un estado que sólo puede obtener uno entre un millón, a pesar de las decenas de movimientos espirituales con millones de seguidores en todo el mundo. Un estado reservado a los Cristos, los Budas, los Lao-tzes, y similares.
Después de mi versión de los doce años de limpiar retretes vino el Advaita, un paradigma espiritual hindú conocido también como no-dualidad, y las enseñanzas de Nisargadatta Maharaj y su estudiante australiano Sailor Bob Adamson. El significado literal de Advaita es "no dos", un término preferible a "uno", porque "uno" implica la posibilidad de que haya más de uno. Advaita presenta el despertar como un entendimiento, o un saber; una comprensión clara, inamovible de la verdad que corresponde a la afirmación bíblica "conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Nisargadatta Maharaj, el gran sabio hindú que trajo la libertad a tantos buscadores durante sus cincuenta y tantos años de enseñanza y que murió en 1981, declaró: "la liberación no es una cuestión de adquirir algo, sino una cuestión de fe y de convicción de que usted ha sido siempre libre, y una cuestión de coraje para actuar de acuerdo con esta convicción. No hay nada que cambiar; únicamente cuando la idea misma de cambio se ve como falsa, lo inmutable puede mostrarse por sí mismo".
Palabras radicales para un buscador que había oído una y otra vez que el despertar se produce estrictamente como resultado de purificar el sistema nervioso haciendo yoga, cantando mantras, realizando austeridades, y haciendo tal o cual técnica espiritual. Palabras radicales para un buscador que creía que la iluminación se podía obtener solamente cambiando, haciendo, ¡cualquier cosa, que simplemente ser!
Nisaragadatta, describiendo su propio proceso de despertar, dijo, " Mi maestro me dijo que me aferrara a la sensación 'yo soy' y no me apartara de ella ni por un momento". Nótese que no dice el pensamiento "yo soy" sino el sentido o sensación "yo soy". Lo que quiere decir conciencia de presencia, o el estado natural ― la quietud de nuestro fundamento del ser sin ningún etiquetado mental. Y continúa: "Hice todo lo que puede para seguir su consejo y en un tiempo relativamente corto me di cuenta dentro de mí mismo de la verdad de su enseñanza. Todo lo que hice fue recordar su enseñanza, su rostro, sus palabras constantemente. Esto puso fin a la mente; en la quietud de la mente me vi a mí mismo como yo soy ― ilimitado".
Por mucho beneficio que haya obtenido de los libros de Nisargadatta, en particular de su obra maestra Yo Soy Eso, estoy mucho más en deuda con su memoria por instruir a Sailor Bob Adamson, que durante treinta años ha continuado la enseñanza y que, muy afortunadamente, apareció en mi vida mucho después de haber renunciado a encontrar un auténtico maestro. Un maestro no corrompido por el ego, el dinero, el poder, la fama, el sexo, el escándalo, y demás. Un maestro sencillo, ordinario en el mejor de los sentidos, pero también compasivo, de buen humor, amoroso, y despierto...