Extractos - Robert Ullman y Judyth Reichenberg-Ullman
¿Qué es la iluminación?
De la introducción al libro: místicos, maestros y sabios
Por Robert Ullman y Judyth Reichenberg-Ullman"Iluminar" significa literalmente ilustrar el entendimiento con estudios, o ilustrar espiritualmente el ser interior alumbrando lo que antes estaba oscuro o confundido. Quienes describen experiencias de iluminación hablan de un desplazamiento con respecto a los parámetros ordinarios; sus formas de ver el mundo son de pronto marcadamente distintas de las que tenían antes de la experiencia. Muchos individuos dicen no haber vuelto ya a ser los mismos, y cuentan que su sentido de individualidad y separación se ha evaporado, con frecuencia de modo permanente. Dicha alteración deja a estos seres iluminados en un estado de libertad. Siguen siendo quienes eran, y a la vez no lo son; continúan desenvolviéndose en sus vidas a través de sus cuerpos físicos, y sin embargo no existe ya una limitada identificación con el cuerpo ni con la mente. Para algunos, incluso el mundo mismo desaparece en su calidad de algo más que una mera ilusión. Quienes alcanzan la iluminación se liberan, se sueltan de las ataduras del sufrimiento y de las limitaciones de cualquier clase. Son absolutamente libres, y están extraordinariamente despiertos.
La iluminación es una aspiración de muchos buscadores ―independientemente de su religión y lugar de nacimiento― que con frecuencia han sido perseguidos durante décadas o vidas enteras. Hay quienes creen que la iluminación sucede principalmente en el momento de nacer. Algunos dicen que el que un hombre o una mujer alcancen la iluminación en el transcurso de su vida tiene que ver con el destino o karma. Otros lo describen como el resultado natural de una práctica espiritual seria y diligente, y también hay quienes afirman que es algo que puede sucederle a cualquier persona en cualquier momento al percibir y comprender plenamente aquélla que ha sido siempre su verdadera naturaleza. Por otra parte, algunos maestros de la no-dualidad han llegado a decir que no hay tal cosa como un individuo que pueda iluminarse, puesto que no existen seres separados. Este libro dirige su atención a aquellos seres que no se hallaban en estado de consciencia plena en el momento de nacer, sino que pasaron por un patente proceso de transformación, que para algunos fue beatífico y extático, y para otros arduo o aterrador.
Se aprecia una cualidad notablemente distinta en aquella persona que ha vivido la experiencia reveladora y transformadora que conduce a la iluminación. Puede que su semblante refleje serenidad, humor y dicha inocente, o que sus rasgos muestren la dureza de largos años de austeridad; puede que incluso parezcan los rasgos de un loco. Pero en esa persona se ha hecho una profunda realidad el vivir con plenitud en el momento presente: un hondo sentimiento de relajación emana al comprender que no hay ningún otro lugar al que ir ni ninguna otra cosa que hacer. En contraste con la naturaleza finita, limitada, del ser individual, en esa persona se observan magnanimidad y espaciosidad, y quizá se trasluzca en ella una aparente indiferencia absoluta, o un desapego, hacia el mundo y las normas sociales. Los seres iluminados desprenden a menudo una dulzura que atrae a los demás hacia ellos como a osos atraídos por la miel; o, por el contrario, algunos hacen gala de un aislacionismo malhumorado, repelente u obsceno que hace alejarse a todos, salvo a los más persistentes y dignos aspirantes. Aunque muchos seres iluminados se recluyen, manteniéndose en el anonimato, otros están a disposición de los miles de devotos que acuden a ellos en busca de bendiciones y enseñanzas, de respuestas a sus más íntimas preguntas, de un modo de liberarse de sus problemas y preocupaciones mundanos y, por último, en busca de su propia liberación. La iluminación parece misteriosa y elusiva a quienes no han despertado, y, sin embargo, es para los seres liberados un estado común y natural.
Los místicos, maestros, santos y sabios que aparecen en estas páginas, procedentes de las tradiciones espirituales del mundo o de sus propios senderos espirituales, han expandido su experiencia individual hasta abarcar el aspecto cósmico o universal de la vida humana. Han alcanzado, o al menos han saboreado, aquello tan deseado pero que escapa a la inmensa mayoría de los seres humanos: intensa paz, felicidad extrema y una profunda comprensión de la verdad. Aunque estos maestros y santos pueden inspirarnos, enseñarnos y mostrarnos cómo encontraron paz en sus vidas, cada uno de nosotros a nuestra manera debemos, en última instancia, descubrir nuestros propios caminos hacia la realización, la paz y la felicidad. ¡Que logremos todos despertar un día a quienes verdaderamente somos!
Características de la experiencia de la iluminación
La experiencia en sí de la iluminación es exclusiva de cada individuo y está influida en cierta medida por su experiencia anterior, su tradición espiritual y temperamento cultural. Aunque no es de extrañar que sea así, parece haber, no obstante, ciertas características que son comunes a todos aquellos que han experimentado el fenómeno del despertar espiritual.
Parecerá, quizá, que el considerar la iluminación como una experiencia contradice nuestras nociones de no-mente, absorción en lo infinito, y vaciedad; sin embargo, no hay duda de que algo les ha sucedido a esos individuos que los ha transformado, por muy difícil o imposible que sea describir ese suceso, o proceso, de trascendencia. Aun así, aparentemente hay ciertas cualidades comunes a la experiencia de la iluminación:
Interconectividad. Trascender el ego. Parece ser representativo de la experiencia de la iluminación un cambio fundamental de la consciencia, que pasa de lo individual a lo total. Este cambio puede describirse como la disolución del "yo", la fusión de la ola con el océano, la unión con lo infinito, la abdicación de la sensación personal de ser el hacedor, o la pérdida de una identidad separada. No queda rastro de identificación con el ego individual o el "yo" aislado y diferenciado. El individuo, el ego y la personalidad continúan existiendo, pero ha desaparecido la identificación con ellos.
Intemporalidad y espaciosidad. Ningún objeto ni concepto permanece fijo en el marco del tiempo y el espacio. Con la iluminación, da comienzo una existencia que nace a cada momento. En palabras del Buddha, lo único que es constante es el cambio. Hay un profundo darse cuenta de que el momento presente es cuanto hay, y una fluidez que penetra la vida toda.
Aceptación. Es decir, una relajación o rendición, una revelación o percepción directa de que todo sucede de acuerdo con un plan o azar que sobrepasa la voluntad individual. El esfuerzo termina, y da paso a la aceptación de una realidad libre, en la que no existen servidumbre ni apego a los deseos, pensamientos y sentimientos personales.
Más allá del placer y del dolor. Quienes han experimentado la iluminación la describen como rapto, éxtasis, amor, o simplemente como un estado de contento que trasciende el sufrimiento. Sin embargo, en medio de la transformación no son raros el miedo, la confusión, la desorientación, el dolor, el tormento e incluso la locura, que a veces se prolongan durante extensos períodos de tiempo. Esto es lo que han definido algunos, san Juan de la Cruz entre ellos, como «la noche oscura del alma». La enfermedad y el dolor se presentan inevitablemente, y muchos iluminados, tales como Ramana Maharshi y Ramakrishna, murieron de cáncer. El sufrimiento existe, lo que no hay es una identificación personal con él.
Claridad. La mente iluminada es espontánea, muda y flexible. El pensar es claro, al no estar entorpecido por pensamientos y emociones superfluos y limitadores. Los pensamientos están imbuidos de determinación, son directos y concernientes al momento, y están libres del trivial parloteo de la mente.
Derrumbe de las nociones preconcebidas. La rigidez, las expectativas, las ideas e imágenes preconcebidas dejan paso a una realidad más vasta e incluso a una profunda percepción de la vacuidad, la vastedad o la nada.
(Extracto de la Introducción)