Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Extractos > Artículo

Extractos - Helen Hamilton

Máscaras

¿Qué es el ego?

Por Helen Hamilton

El ego es en realidad esa parte de nosotros que cree que somos un ser separado, solo en el tiempo y en el espacio e intentando salir adelante en la vida. El ego no debe ser juzgado como equivocado o alienado de ninguna manera aunque parezca ser la causa de nuestro sufrimiento. La verdadera comprensión de lo que es el ego comenzará inmediatamente a disolverlo, entonces podremos ver que ya no es un enemigo al que hay que derrotar, sino simplemente la parte animal de nosotros mismos que nos ha permitido sobrevivir hasta este punto. Al igual que el programa de software de un ordenador que ahora necesita una actualización, podemos ver que esta sensación de ser un «alguien» separado nos sirvió durante un tiempo, pero ahora estamos listos para actualizarnos.

¿Cómo se formó el ego?

El sentido egoico del yo es simplemente una masa energética de creencias, condicionamientos y hábitos de pensamiento que han tomado vida propia al identificarnos con ellos. Al principio solo existía este Ser puro que eres, entonces en algún momento el cuerpo apareció en tu Conciencia. De repente, tuviste la sensación de estar dentro de este cuerpo y empezaste a identificarte con él. Con el tiempo, siendo un niño, empezaste a aprender cómo hacer que este cuerpo hiciera lo que tu querías y gradualmente empezaste a olvidar que tu eras el Uno operando todos los cuerpos. Este cuerpo humano que tenías se convirtió en el centro de toda tu atención.

A medida que el cuerpo y el cerebro crecían y maduraban, los pensamientos sobre el cuerpo y la mente se hacían cada vez más complejos. Se te condicionó a creer que este cuerpo es lo que eres y que estás separado de los demás, del Ser y de la Paz. Con el tiempo, la creencia de que eres el cuerpo creció y se convirtió en una vía neuronal muy fuerte en el cerebro. Empezaste a filtrar inconscientemente cualquier experiencia que se opusiera a esta creencia y empezaste a intentar acumular todo lo que pudieras conseguir para sentirte más seguro. El miedo sustituyó a la paz y la tensión a la relajación como emociones normales.

A medida que crecía tu capacidad de pensar en ti mismo y llegabas a la adolescencia, comenzaste a ampliar la definición de lo que considerabas que eras. Junto con el cuerpo, ahora creías que también eras la mente y empezaste a atesorar y proteger el contenido de tu mente; todos los pensamientos que empezaron a surgir los considerabas «míos». Las opiniones, creencias, deseos, objetivos y sueños que tenías pasaron a formar parte de «mí», al igual que todos los pensamientos sobre tus defectos, tu infravaloración, las cosas que aún tienes que conseguir y mucho más. Este sentido del «yo» era ahora una compleja mezcla de cuerpo, mente y creencias en un constante estado de necesidad. Esta necesidad de acumular cosas y posesiones para sentirte seguro empezó a expandirse y empezaste a intentar acumular cosas intangibles como la autoestima, el respeto por uno mismo, el amor, el aprecio y la seguridad.

Así permaneciste durante muchas vidas mientras los cuerpos iban y venían. Cada vez que aparecía un cuerpo, empezabas a acumular y a luchar en un mundo que no parecía poder darte nunca lo suficiente para sentirte completo y seguro. Si llegaba una sensación de plenitud, era de corta duración; tal vez el producto de algún logro deportivo o académico o el resultado de encontrar la pareja adecuada o tener hijos. Con el tiempo, ni siquiera esto pudo satisfacer el vacío que se sentía en el interior. Nada puede satisfacer este vacío porque es el resultado de la falsa creencia de ser un «alguien» situado dentro de un cuerpo y vulnerable a la pobreza, la enfermedad, la adversidad y a un previsible final cuando el cuerpo muera.

El amanecer de la sabiduría

Cuanto más intentaban tu mente y tu cuerpo encontrar la felicidad en el mundo, más evasiva te parecía. Al final, perdiste la esperanza y empezaste a preguntarte si esta lucha por la existencia era todo lo que había. Empezaron a aparecer en tu mente preguntas que nunca antes se habían planteado, como «¿qué sentido tiene todo esto?» y «¡la vida debe ser algo más que esto!». Una puerta se abrió en ese momento para empezar a ver la Verdad de tu Ser, que nunca has estado limitado o separado. En algún momento te encontraste con un Verdadero maestro o enseñanza y comenzaste a ver que quizás todo lo que siempre estuvo «mal» fue que te habías identificado erróneamente como algo que viene y va... un cuerpo y una mente. Ahora has atraído hacia ti los medios para dar la vuelta a esta creencia y empezar a soltarla.

El sentido egoico del yo es simplemente una colección de patrones de pensamiento en la mente sobre lo que somos. Nos han servido bien para permitirnos ser lo suficientemente maduros como adultos para poder contemplar lo que hay más allá del sentido egoico del yo. Ahora es el momento de ir más allá. Como una vieja chaqueta que ya no nos queda bien, podemos simplemente quitarnos la creencia de estar separados y empezar a poner más atención en nuestra Verdadera Naturaleza como el Uno Infinito.

¿Cómo disolvemos el ego?

No tenemos por qué esforzarnos en disolver el ego, porque en realidad no existe como entidad real. Es simplemente una colección de pensamientos (muy) familiares mezclados con la atención e identificación con la creencia de que son «míos» o «yo». Este conjunto colectivo de creencias sobre la vida, nosotros mismos, el mundo, Dios, el Universo, es lo que creemos que somos y necesita un refuerzo constante todo el tiempo. Observa cómo puedes oír a la gente reafirmar constantemente su «yoidad» al hablar y cómo parece más real cuando hablas de ello.

El sentido egoico de ser alguien separado necesita una enorme cantidad de energía para ser alimentado constantemente y esto ha estado sucediendo por tanto tiempo que has olvidado cuanto. A medida que empieces a desviar la atención de este sentido de ti, empezarás a sentir que aparece cada vez más un estado sin esfuerzo. Esto, tal vez, puede ser el primer sabor del Noúmeno (1). Se siente como el hogar, la seguridad, la plenitud y la paz.

Puede que al principio nos cueste un poco de esfuerzo mantenernos vigilantes mientras mantenemos la atención en la verdad de nosotros mismos y evitando que se vaya con los pensamientos. La atención se irá automáticamente con los pensamientos si no permanecemos atentos.

Simplemente debemos mantener la atención en el Noúmeno utilizando una de las prácticas de la Primera Etapa. Así facilitamos que el sentido egoico de «yo» se disuelva. Al igual que un viejo edificio en ruinas, empezará a derrumbarse inmediatamente si dejamos de apuntalarlo constantemente. Lo que es falso cae una vez que se ve que es falso y no necesitamos hacer nada para que eso ocurra.

Somos el Ser creyendo que somos el sentido del yo separado. Debemos hacer uso de este sentido del yo separado mientras esté aquí. De hecho, es la razón de tener este complejo cerebro humano que es capaz de contemplarse a sí mismo y esta capacidad no está presente en ninguna otra especie excepto en la humanidad. Debemos aprender a usar este sentido de ser para enfocarnos firmemente y de forma exclusiva en el Ser. Debemos usar las prácticas de las Etapas Uno, Dos y Tres para enfocarnos en el Verdadero Ser como un rayo láser y esto comienza a quemar todo engaño e ilusión acerca de nuestra Verdadera Naturaleza.

Esta Conciencia que somos tiene la habilidad de enfocarse en algo cuando fluye a través de este cuerpo. Utiliza esta capacidad de enfoque como un faro que puede iluminar la Verdad de tu Ser. Este «pequeño ser» ha estado enfocado constantemente en el mundo exterior y en los objetos de nuestra percepción sensorial. Esto nos ha dado la ilusión de ser alguien que ve el mundo exterior y de tener una existencia independiente y separada de él. Cuando giramos la atención 180 grados hacia ese Ser que se mira a Sí mismo, empezamos a permitir que la Verdad se nos revele.

El Noúmeno no puede revelarse a nosotros cuando estamos más interesados en lo que está «ahí fuera». Todo lo que creemos ver está apareciendo «aquí» en nuestra mente. Enfócate en el Ser y mantén la atención allí como se describe en la Etapa Uno y todos tus problemas comenzarán a desaparecer.

¿Por qué queremos disolver el ego?

Mientras en el fondo nos sintamos separados de Dios, de lo que queremos, de la vida, de los que nos rodean o incluso del Noúmeno, siempre actuaremos desde la carencia, el miedo y la supervivencia. La carencia y el miedo son inherentes a la sensación de estar separados. Siempre creeremos que somos nosotros los que intentamos volver a Dios o encontrar el camino a casa. Ya sea que creamos que necesitamos cosas tangibles externas o cosas intangibles internas, siempre estaremos constantemente impulsados, sin descanso interior. Siempre estaremos tratando de acumular conocimiento, poder, riqueza, amigos, amor, seguridad y cualquier otra cosa que creamos necesitar para ser felices y estar seguros.

Como estudiantes espirituales, podemos pasar MUCHAS vidas impulsados por la búsqueda de la libertad, creyendo siempre que es algo que está «ahí fuera» o algún estado o lugar al que podemos llegar y finalmente estar en casa. Siempre estaremos buscándonos a nosotros mismos haciendo algún trabajo para llegar allí, todo el tiempo pasando por alto el punto esencial de que ya somos lo que estamos buscando pero no nos hemos reconocido a nosotros mismos.

Cuando el ego se disuelve solo queda la comprensión de que todo fue siempre perfecto y completo y que nunca pudo haber ninguna carencia. Incluso una vez que hayas comenzado el proceso en serio, empezarás a notar más claridad, paz, una sensación de libertad creciente y de que, en primer lugar, nada estuvo nunca mal.

El sentido egoico del yo era necesario para asegurar la supervivencia de la especie humana, pero ahora es el momento de dejar ir todas las autodefiniciones limitantes y despertar plenamente a la Verdad de tu Ser. Eres el Noúmeno observando otra experiencia humana y una vez que sepas esto, entonces vivirás en Paz.

La única manera de vivir en esta verdadera Realidad es estar dispuesto a ver dónde crees todavía que tu Ser es algo limitado y finito. Si estás dispuesto a reconocerlo, entonces se disolverá y serás libre. Disfruta de la experiencia humana sin miedo. Disfruta de todo lo que la vida humana tiene que ofrecerte y date cuenta de que lo que eres no puede terminar. Vive esta vida en este cuerpo plenamente y abraza cada experiencia, pero desde tu Verdadero Lugar de ser el Uno Infinito.

Notas:
  1. Hay muchos nombres para Aquello que no tiene nombre y no necesita un nombre. No puede ser descrito con palabras, pero debemos utilizar alguna etiqueta para Ello, de modo que podamos referirnos a Ello en este texto. Usamos la palabra «Noúmeno» porque tiene muy poco (o ningún) significado previo para la mayoría de la gente. Buda evitó el uso de la palabra «Dios» porque para la mayoría de la gente esta palabra tenía mucho «bagaje» y mucha programación unido a ella. Los estudiantes espirituales tenían muy poco espacio para explorar lo que había que encontrar porque tenían muchas ideas preconcebidas sobre Dios. El buscador espiritual moderno de hoy en día ha leído mucho, es muy culto y a menudo está acostumbrado a términos como «Ser Verdadero», «Conciencia Pura», «Dios», «Iluminación», «Verdad» o «Realidad» entre muchos otros. Por lo tanto, nos sirve utilizar un nombre que tenga muy pocas conexiones previas para la mayoría de la gente Y que describa con precisión aquello a lo que se refiere.

    El Noúmeno es lo que realmente eres, pero te han enseñado a pensar en Ti mismo como algo fenoménico. El Noúmeno es algo que no se puede experimentar a través de los sentidos físicos: no podemos verlo, saborearlo, tocarlo ni olerlo. También podemos saber que el Noúmeno no es algo que tenga una existencia finita en el tiempo, lo que significa que no tiene principio ni fin. Podemos contrastar esto con lo fenoménico que tiene un comienzo y un final distintos en el tiempo y tiene una duración o vida útil determinada. Lo fenoménico puede verse, sentirse, tocarse o experimentarse, el Noúmeno no.