Extractos - John Levy
La Naturaleza del Hombre según el Vedanta
por John Levy
Tercera Parte: El Sí mismo
XVII. LA Definición de un Ser Humano
1. Individualidad y Personalidad
Una definición práctica de individualidad es la consciencia de una existencia corpórea y separada; y de personalidad, la suma de los rasgos físicos y mentales que caracterizan a esa existencia individual.
2. El Sí mismo (Self)
Ahora bien, cuando somos conscientes de algo, hay una distinción entre la consciencia y el objeto de la consciencia. Somos conscientes de nuestra existencia individual y, por tanto, la trascendemos. Eso que trasciende la existencia individual es el sí mismo inmutable e impersonal. Sin embargo, identificamos al sí mismo con el cuerpo.
3. La Identidad Personal
El resultado de este apego erróneo es la noción de una identidad personal, al que damos expresión indirecta a través de la expresión posesiva y directa por medio de los pronombres personales y reflexivos. El cuerpo cambia continuamente, pero el que lo reclama como propio es inmutable, de lo contrario no podría decir: Este retrato soy yo cuando era un niño. Sin embargo, ignoramos la evidencia y nos identificamos con cada sucesivo estado corporal del que somos conscientes. Esta ignorancia nos lleva a personificar al sí mismo inmutable como a nuestro sí mismo, es decir, como yo que piensa, conoce, disfruta, percibe por los sentidos, y actúa, y sus opuestos ..
4. El Sí mismo Inmutable
Puede surgir la duda de si el sí mismo puede correctamente ser llamado inmutable, a pesar de que no cambia como el cuerpo cambia. Pero el cambio es una característica de la materia. El sí mismo, puesto que trasciende el cuerpo, trasciende el cambio, incluidos el nacimiento y la muerte.
5. La Definición de un Ser Humano
Nuestra noción de la existencia individual nace de la identificación del sí mismo y el cuerpo. Esta identificación es errónea, ya que el sí mismo inmutable y un cuerpo cambiante no pueden ser idénticos. Las expresiones típicas de identificación son: Yo soy de estatura media, Este retrato soy yo de niño, Tengo hambre, Me he hecho daño en la pierna, Mi cuerpo es delgado, y Me he perdido a mí mismo. Esta supuesta identidad de incompatibles es llamada un ser humano.
XVIII. Identificación
1. El Pronombre Personal y la Identificación
El hombre común utiliza el pronombre "yo" indistintamente para expresar tres niveles distintos de identificación. En primer lugar, la identificación con el cuerpo y los sentidos corporales, por ejemplo, Yo soy de mediana estatura y Yo escucho. En segundo lugar, con pensamientos y los afectos, por ejemplo, Yo pienso o Yo imagino, y Yo soy feliz o Estoy conmovido. En tercer lugar, con el estado de inconsciencia que se supone que existe en ausencia del pensamiento, por ejemplo, Yo estaba inconsciente o Yo dormí profundamente.
2. El Pronombre Personal y la Inconsciencia
La expresión, Yo era (o estaba) inconsciente, es una contradicción en los términos. Esto significa que Yo, el pensador, no tenía pensamientos. Pero no puedo ser un pensador cuando no tengo pensamientos. Cuando el pensamiento está ausente, continuo existiendo a pesar de que la consciencia de una existencia individual se haya desvanecido con el cese de la actividad mental. Por lo tanto las expresiones, Yo estaba inconsciente, o estaré inconsciente, dan a entender que Yo continuaba, o continuaré, existiendo sin individualidad. Cada vida humana demuestra este hecho, aunque no sea reconocido. Si, por ejemplo, hubiera algún temor de que la pérdida de consciencia individual significara aniquilación, nadie que se identificara con su cuerpo se atrevería a quedarse dormido. (1)
3. El Pronombre Personal y la Consciencia
Como seres humanos, parecemos tener una identidad personal que se expresa por medio del pronombre "yo". Este ego hace que el verdadero sí mismo aparezca como idéntico con el cuerpo, los sentidos, o la mente. Esta identificación es totalmente ilógica e irreal. El pronombre personal, cualquiera que sea el sentido que podamos darle, denota siempre al sí mismo inmutable, esa consciencia única en la que la totalidad de la experiencia objetiva parece ocurrir. Yo pienso significa Yo soy consciente de los pensamientos; Yo veo u oigo significa Yo soy consciente de las percepciones visuales o auditivas; y Yo soy feliz significa Yo soy consciente de un sentimiento de felicidad.
XIX. La Consciencia y la Actividad Mental
1. Los Diferentes Aspectos del Pensamiento
Yo uso los términos pensador, pensar y pensamiento en lo que sigue para incluir todos los diferentes aspectos de la actividad mental como tal, es decir, el razonamiento y la intelección, la imaginación, el sentimiento, la volición y la percepción, esta última denota la "acción mental de conocer las cosas externas por medio de las presentaciones de los sentidos" (2). A esta lista hay que añadir otro, a saber, el egoísmo o el hábito de identificación. Yo lo llamo el pensamiento-yo. Este, junto con su concomitante, la memoria, se estudiarán a su debido tiempo.
2. La Actividad Mental Definida
La actividad mental es una noción que surge de la memoria de distintos pensamientos. Y puesto que cada pensamiento como tal constituye un objeto de consciencia, hablaré en el futuro, siempre que sea posible, de la experiencia objetiva o individual con preferencia a la actividad mental.
3. El Pensamiento
Los pensamientos se llaman así desde el punto de vista de alguien que esporádicamente se identifica con su cuerpo, ya que su propio cuerpo y el de otros aparecen como externos a lo que se toma o considera como sí mismo, mientras que los pensamientos parecen ocurrir dentro. Pero para alguien que ha comprendido que el cuerpo y su mundo no son más que nociones relativas a su experiencia individual, no hay ni mundo interior ni exterior: todo el dominio objetivo parecerá ser mental.
Si se ha comprendido claramente que la distinción de sentido común entre la materia y la mente, o la vigilia y el sueño, es una ilusión, entonces la verdad de esta afirmación será captada con facilidad. Pero si todas sus implicaciones no han sido plenamente aceptadas, es probable que oscile continuamente entre la identificación con el cuerpo como tal (Yo soy de mediana estatura) y la identificación con pensamientos tales como (Yo soy listo). Seguiremos viendo los pensamientos como entidades sutiles hasta que hayamos conocido por el razonamiento y aceptado las implicaciones del hecho de que todos los objetos de la consciencia, ya sea que aparezcan como externos o internos, son aspectos de un único plano objetivo. Y entonces encontraremos que es inútil hacer distinciones entre la actividad mental y la sensorial o física. Lo que se llama un pensamiento es la consciencia de algo, y esta consciencia la personificamos como Yo quien piensa. Pero con todo esto, seguiré usando la palabra pensamiento en aras de la simplicidad, siempre que estemos examinando la experiencia humana como tal.
4. El Pensador
El pensador se supone que es quien piensa los pensamientos de los que es consciente. Pero nadie piensa. Esta verdad se hará evidente a medida que avancemos; y en particular de nuestro examen de la dualidad sujeto/objeto, en el capítulo siguiente. Es suficiente por el momento tener en cuenta que las expresiones Yo pienso y Yo estoy pensando significan ambas que Yo soy consciente de algo objetivo y no que Yo soy el pensador.
5. Conclusión
Mientras que los objetos de la consciencia son muchos y diversos, la sola consciencia en la que aparecen permanece sin modificar. Yo soy, por tanto, un principio que trasciende todo lo que es objetivo para mí. No puedo ser el pensador, porque el pensador como tal es el objeto de la consciencia y no el sí mismo, de lo contrario no podría recordar haber pensado (IV, 5).
XX. La Ilusión de la Dualidad
1. La Dualidad Definida
Como ya se ha dicho (III,2,b), la dualidad es la aparente división de la consciencia no-dual en el pensador y el pensamiento, o el sujeto y el objeto, siendo el primero consciente del otro. Veremos ahora por qué la dualidad es sólo una ficción.
2. Sujeto y Objeto
Cuando soy consciente de un objeto, es decir, de una noción o una percepción, solo ese objeto está presente. Cuando soy consciente de que estoy percibiendo, lo que solamente se presenta a la consciencia es la noción de que percibo el objeto: y por tanto la noción de ser el perceptor también constituye un objeto de la consciencia. A partir de esto, un hecho más importante surge: el llamado sujeto que piensa, y su objeto aparente, no tienen ninguna relación inmediata.
Que las nociones de sujeto y objeto son pensamientos separados puede verse en el siguiente ejemplo extraído de la vida cotidiana. Cuando estamos absortos en alguna actividad, digamos en la lectura de un libro, experimentamos un flujo constante de pensamientos relacionados con su contenido. La noción, Yo estoy leyendo, no se produce mientras estamos absortos: se produce sólo cuando nuestra atención vacila. He dado este ejemplo porque su lección se comprende fácilmente: un poco de reflexión mostrará que aun cuando no estamos absortos por algún lapso de tiempo apreciable, el sujeto que después reclama la acción no estaba presente en la consciencia cuando la acción estaba teniendo lugar. La idea de que somos el agente nos viene a nosotros como un pensamiento separado, es decir, en la forma de un objeto de consciencia completamente nuevo. Y puesto que, en el momento mismo de la ocurrencia, no estábamos presentes, ni como el pensador, ni como el agente, ni como el perceptor, ni como el disfrutador, ninguna posterior reclamación por nuestra parte podría alterar la posición. La causa de nuestra reclamación que pertenece al cuerpo se encuentra en el hábito errónea de identificación.
3. La Memoria y la Ignorancia
Si las nociones de sujeto y objeto son a la vez objetos separados de consciencia, ningún término tiene un significado real. Un objeto, en ausencia de un sujeto, no puede ser lo que normalmente se denomina un objeto; y el sujeto, en ausencia de un objeto, no puede ser lo que normalmente se denomina un sujeto. Es en la memoria donde las dos nociones parecen combinarse para formar una nueva noción, la de que Yo soy el perceptor o el pensador.
Entonces todas las nociones son más o menos complejas. La memoria es por tanto un ingrediente esencial para el sentido de individualidad. La individualidad es la combinación aparente del sí mismo inmutable y un cuerpo cambiante. La ignorancia la he descrito en otra parte como la identificación del sí mismo con el cuerpo y, como corolario, la personificación del principio impersonal de la consciencia. (Ver el Capítulo XVII, sección 5 y sección 3.)
XXI. Vida, Memoria y Deseo
Nosotros recordamos solamente aquello que nos ha afectado: y lo que nos afecta es el placer y el dolor. La memoria del placer y el dolor da lugar al deseo y la aversión: estos dos en acción se convierten en voluntad. Y la voluntad, o conación, en su sentido más amplio, nos hace buscar lo que la memoria nos dice que ha encontrado aceptable o necesario para la vida y a evitar lo que ha encontrado desagradable o doloroso para ella. (3)
Entonces la vida, o la existencia individual, es la expresión de la no-dualidad (III, 2, a y b): procede en términos de deseo y aversión. Estos, entonces, son también expresiones de la no-dualidad, porque el objeto último de cada deseo es llegar a ser sin-deseo (XXIX, 2: ver también III, 2, c). La aversión es simplemente el anverso del deseo y tiene el mismo objetivo. Esta manera de mirar el placer y el dolor se desarrollará en un capítulo posterior. Mientras tanto, es evidente que la búsqueda de uno y la evitación del otro son los únicos y complementarios objetivos de la existencia individual en todos los niveles. Ninguno sería posible sin la memoria. (4)