Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Extractos > Artículo

Extractos - Ken Wilber

La Meditación de la Presencia Omnipresente

Por Ken Wilber
Ken Wilber

Advierte tu conciencia presente. Date cuenta de los objetos que aparecen en tu conciencia, date cuenta de las imágenes y pensamientos que emergen en tu mente, de los sentimientos y sensaciones que emergen en tu cuerpo, de la miríada de objetos que te rodean y que aparecen en la habitación o lugar en que te encuentres. Todos esos son los objetos que emergen en tu conciencia.

Piensa ahora en algo que, hace cinco minutos, se hallara también en tu conciencia. La mayoría de los pensamientos han cambiado, la mayoría de las sensaciones corporales han cambiado y probablemente haya cambiado también el entorno que te rodea. Pero hay algo que, hace cinco minutos, estaba también ahí y no ha cambiado. ¿Qué es lo que está presente ahora que también estaba hace cinco minutos?

Yo soy. El sentimiento y la conciencia de ese Yo todavía están presentes. Yo soy ese Yo omnipresente que está tan presente ahora como lo estaba hace un instante, hace un minuto y hace cinco minutos.

¿Qué es lo que estaba presente hace cinco horas?

Yo soy. La sensación de que yo soy es continua, autoconocedora, autorreconocedora y autovalidante y está tan presente ahora como hace cinco horas. Todos mis pensamientos han cambiado, todas mis sensaciones corporales han cambiado y también ha cambiado el entorno que me rodea, pero ese Yo sigue igual de omnipresente, resplandeciente, abierto, vacío, claro, espacioso, transparente y libre. Los objetos han cambiado, pero ese Yo sin forma sigue siendo el mismo y es tan evidente y presente en este instante como lo era hace cinco horas.

¿Qué es lo que estaba también presente hace cinco años?

Yo soy. Son muchos los objetos que, durante este tiempo, han aparecido y han acabado desapareciendo, son muchos los sentimientos que, durante este tiempo, han aparecido y han acabado desapareciendo y también son muchos los dramas, los espantos, los amores y los odios que han aparecido, han permanecido durante un tiempo y han acabado desapareciendo. Pero, en este tiempo, ha habido una cosa que no ha aparecido y tampoco ha acabado desapareciendo. ¿De qué se trata? ¿Qué es lo único que está tan presente ahora mismo en tu conciencia como lo estaba hace cinco años? La sensación atemporal y omnipresente de ese Yo se haya ahora tan presente como hace cinco años.

¿Qué es lo que estaba presente hace cinco siglos?

Yo soy es lo único omnipresente. Todo el mundo siente el mismo Yo soy, porque ese Yo no es un cuerpo, un pensamiento, un objeto ni un entorno. Ese Yo no es nada que pueda ser visto, sino el Veedor omnipresente, el Testigo abierto y vacío de todo lo que emerge. Lo único que existe en toda persona, en todo mundo, en todo lugar, en todo tiempo y en todos los mundos hasta el final del tiempo es este Yo evidente e inmediato. ¿Qué otro podría conocer? ¿Qué otro podría nunca conocer? Lo único que existe y que siempre ha existido es este Yo resplandeciente, autoconocedor, autoconsciente y autotranscendente que se halla ahora tan presente como lo estaba hace cinco minutos, cinco horas o cinco siglos.

¿Qué es lo que estaba presente hace cinco milenios?

Antes que Abraham fuese, Yo soy (Jn 8.58). Antes de que el universo fuese, Yo soy. Éste es mi rostro original, el rostro que tenía antes de que mis padres naciesen, el rostro que tenía antes de que naciese el universo, el rostro que he tenido durante toda la eternidad hasta que emprendí este juego del escondite y decidí perderme entre los objetos de mi propia creación.

Nunca más pretenderé desconocer y no sentir que Yo soy.

Y, con esto, acaba el juego. Millones de pensamientos han aparecido y han acabado desapareciendo, millones de sentimientos han aparecido y han acabado desapareciendo, pero una cosa no ha aparecido y tampoco ha acabado desapareciendo, lo que nunca ha nacido y lo que nunca morirá, lo que jamás se ha adentrado ni ha salido de la corriente del tiempo, una Presencia pura que flota en la eternidad, por encima del tiempo. Yo soy ese gran Yo evidente, autoconocedor, autovalidante y autoliberado.

Antes de que Abraham fuese, Yo soy.

Yo soy no es más que el Espíritu en primera persona, el Yo último, sublime y resplandeciente, el creador de todo el Kosmos, presente en mí, en ti, en él, en ella y en ellos como Yo que siente todas y cada una de las criaturas.

Porque el número de Yoes de todo el universo conocido no es más que uno.

Descansa siempre como el Yo, como el Yo que sientes ahora mismo, como el Yo no nacido que resplandece en y como tú. Asume también tu identidad personal, como este o como cualquier otro objeto, como este o ese yo o como esta o esa cosa. Descansa siempre en el Fundamento de Todo, en este Yo grande y evidente y vive sumido en el universo que yo he creado.

Éste es un nuevo día, éste es un nuevo amanecer y éste es un nuevo hombre. El nuevo hombre integral como también lo es el nuevo mundo.