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Extractos - Rupert Spira

La naturaleza de la mente

Por Rupert Spira
Rupert Spira

Lo único que conocemos o que podemos llegar a conocer es la experiencia. Por mucho que nos resistamos a las implicaciones de esta afirmación, es imposible negarla legítimamente. Puesto que es lo único que puede ser conocido, la experiencia misma ha de ser también la prueba de la realidad. Si no tomamos la experiencia como la prueba de la realidad, la única alternativa que nos queda es la creencia. La experiencia y la creencia (la "via de la verdad" y la "vía de la opinión", como ya lo expresara Parménides en el siglo v a. C.) son las dos únicas posibilidades.

Lo único que conocemos es la experiencia, y lo único que conocemos de la experiencia es la mente. Al usar la palabra mente en este contexto no me refiero tan solo a los pensamientos y las imágenes internas, tal y como se emplea dicho término en el lenguaje común, sino a toda experiencia, lo cual incluye tanto a nuestra así llamada experiencia interna de pensamientos, imágenes mentales, sentimientos y sensaciones, como a nuestra así llamada experiencia externa de la realidad consensual (es decir, el mundo que conocemos a través de las percepciones que nos llegan mediante los cinco sentidos). Por lo tanto, en este sentido la mente incluye todo lo que pensamos, imaginamos, recordamos, sentimos, vemos, oímos, tocamos, saboreamos u olemos.

Si lo único que puede ser conocido es la experiencia y toda experiencia se conoce en forma de mente, entonces para conocer la naturaleza o la realidad última de todo lo que es conocido, primero es necesario conocer la naturaleza de la mente. Es decir, el primer imperativo de cualquier mente que desee conocer la naturaleza de la realidad ha de ser investigar y conocer su propia realidad.

Tanto si la mente percibe un mundo externo a sí misma (tal y como se cree bajo el paradigma materialista imperante) como si proyecta el mundo dentro de si misma (tal y como afirma el modelo de solo-conciencia que se propone en este libro), todo lo que se conoce o experimenta es conocido o experimentado a través del medio ―el instrumento, el vehículo y la "sustancia"― de la mente. Como tal, la mente impone sus propios límites en todo lo que percibe o conoce, y por lo tanto todo lo que conoce o experimenta aparece como un reflejo de sus propias limitaciones. Por esta razón, los científicos nunca descubrirán la realidad del universo hasta que estén dispuestos a explorar la naturaleza de su propia mente.

Todo lo que la mente conoce es un reflejo de sus propias limitaciones, del mismo modo que todo parece naranja cuando llevamos puestas unas gafas con cristales tintados de ese color. Una vez que nos hemos acostumbrado a las gafas naranjas, dicha tonalidad se convierte en la nueva norma (es decir, en lo normal). Entonces, el color naranja que vemos parece ser una propiedad inherente de la realidad consensuada y no simplemente el resultado de las limitaciones del medio a través del cual percibimos. De la misma manera, el conocimiento que la mente tiene de cualquier cosa es tan bueno como lo sea su propio conocimiento de sí misma. De hecho, el conocimiento que la mente tiene de las cosas es un reflejo y una extensión del conocimiento que tiene de sí misma. Por lo tanto, el conocimiento más elevado que la mente puede alcanzar es el conocimiento de su propia naturaleza. Cualquier otro conocimiento está subordinado a ―y aparece de acuerdo con― el conocimiento que la mente tenga de sí misma.

De hecho, hasta que la mente no conoce su propia naturaleza esencial, no puede estar segura de que cualquier cosa que conozca o experimente sea absolutamente cierta y no simplemente un reflejo de sus propias limitaciones. Consecuentemente, el conocimiento de la naturaleza última de la mente (a través de la cual se tiene conocimiento de todo lo que se experimenta) ha de ser la base de todo conocimiento verdadero. Por lo tanto, la pregunta última o suprema que la mente puede hacerse es "¿Cuál es la naturaleza de la mente?".

El nombre común que la mente se da a sí misma es "yo". De este modo, decimos, "(Yo) estoy leyendo", "(Yo) estoy pensando", "(Yo) veo", etc. Por esta razón, la pregunta "¿Cuál es la naturaleza de la mente?", podría reformularse como "¿Quién o qué soy yo?". La respuesta a esta pregunta es el conocimiento más profundo que la mente puede alcanzar. Es la inteligencia suprema.