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Extractos - Thich Nhat Hanh

Thich Nhat Hanh

El vacío

El milagro del interser

Por Thich Nhat Hanh

Vacío significa estar lleno de todo
pero vacío de una existencia separada.

Imagina, por un momento, una hermosa flor. Puede ser una orquídea, una rosa o la humilde margarita que crece al borde del camino. Contemplando la flor, podemos ver que está llena de vida. Contiene tierra, lluvia y luz del sol. También está llena de nubes, océanos y minerales. Incluso está llena de espacio y tiempo. De hecho, todo el universo está presente en esta pequeña flor. Si hubiéramos eliminado uno solo de estos elementos «no-flor», la flor no habría podido estar presente. Sin los nutrientes del sustrato, la flor no podría crecer; sin la lluvia o la luz del sol, la flor moriría. Si eliminásemos todos los elementos no-flor, no quedaría ninguna sustancia que pudiéramos llamar «flor». Así que nuestra observación nos indica que la flor está llena del universo entero, y al mismo tiempo está vacía de una existencia propia separada. La flor no puede existir de forma independiente y aislada. Nosotros también estamos llenos de innumerables cosas y, sin embargo, vacíos de un yo separado. Al igual que la flor, contenemos tierra, agua, aire, sol y calor. Contenemos espacio y conciencia. Contenemos a los ancestros, a padres y abuelos, educación, alimento y cultura. Todo el universo se ha reunido para crear la maravillosa manifestación que somos. Si eliminamos cualquiera de esos elementos «no-nosotros», nos daremos cuenta de que no queda un «nosotros».

El vacío: la primera puerta de liberación

Vacío no significa inexistencia. Decir que estamos vacíos no quiere decir que no existamos. Independientemente de que algo esté lleno o vacío, es obvio que ese algo debe, ante todo, existir. Cuando decimos que una taza está vacía, la taza debe existir para poder estar vacía. Cuando decimos que estamos vacíos, queremos decir que hemos de existir para poder estar vacíos de un yo permanente, separado.

Hace unos treinta años buscaba una palabra en inglés que describiera nuestra profunda conexión con todas las cosas. Me gustaba la palabra togetherness, «unión», pero finalmente di con el término interbeing, «interser». El verbo «ser» puede dar lugar a error, porque no podemos ser de forma aislada, independiente. «Ser» es siempre «interser». Si combinamos el prefijo «inter-» con el verbo «ser», creamos un nuevo verbo: «interser». Interser refleja de forma más precisa la realidad. Inter-somos unos con otros y con todo lo vivo.

Aprecio mucho la obra de un biólogo llamado Lewis Thomas. Expone que el cuerpo humano es «compartido, alquilado y ocupado» por una infinidad de minúsculos organismos sin los cuales no podríamos «mover un músculo, levantar un dedo o generar un pensamiento». Nuestro cuerpo es una comunidad. Los billones de células no humanas que hay en nuestro cuerpo superan en número a las células humanas. Sin ellas no podríamos estar ahora aquí; sin ellas no podríamos pensar, sentir o hablar. Thomas afirma que no existe ningún ser que esté aislado. Todo el planeta es una única célula gigante, viva, que respira, hecha de partes que trabajan unidas en simbiosis.

Eres un río

Podemos considerar el vacío como interser en el espacio: nuestra relación con todos y todo en rededor. También podemos considerar el vacío como impermanencia en el tiempo. Impermanencia significa que nada se mantiene igual en dos momentos consecutivos. El filósofo griego Heráclito de Éfeso dijo: «No podrás bañarte dos veces en el mismo río». El río fluye sin cesar, por lo que si salimos a la orilla y luego volvemos a sumergirnos, el agua ya habrá cambiado. Incluso nosotros hemos cambiado en ese breve espacio de tiempo. En nuestro cuerpo hay células muriendo y naciendo a cada segundo. Nuestros pensamientos, percepciones, sensaciones y estados mentales cambian también de un instante al siguiente. Por tanto, no podemos nadar dos veces en el mismo río y el río tampoco recibe dos veces a la misma persona. Nuestro cuerpo y nuestra mente son un continuo en cambio constante. Aunque parezca que nuestro aspecto no cambie y mantengamos el mismo nombre, somos diferentes. Por muy sofisticadas herramientas que empleemos, no podremos encontrar en nosotros nada que permanezca inalterado y que podamos llamar un alma, un yo. Una vez que hemos aceptado la realidad de la impermanencia, debemos aceptar también la verdad del no-yo.

Las dos concentraciones en el vacío y en la impermanencia nos ayudan a liberarnos de la tendencia a creer que somos entidades separadas. Son visiones profundas que pueden ayudarnos a salir de la prisión de nuestras opiniones erróneas. Debemos entrenarnos en mantener la visión del vacío mientras observamos a otra persona, un pájaro, un árbol o una roca. Esto es muy diferente de sentarse para limitarse a especular acerca del vacío. Debemos percibir realmente la naturaleza de vacío, de interser, de impermanencia, en nosotros y en los demás.

Por ejemplo: dices que yo soy vietnamita. Quizá pienses firmemente que soy un monje vietnamita. Pero, de hecho, desde el punto de vista legal, yo no poseo un pasaporte vietnamita. Desde el punto de vista cultural, hay en mí elementos franceses, así como elementos de la cultura china e incluso de la cultura india. En mis escritos y enseñanzas puedes descubrir aportes de diversas corrientes culturales. Y desde el punto de vista étnico no existe raza vietnamita alguna. En mí hay elementos melanesios, indonesios y mongoles. Así como la flor está hecha de elementos no-flor, así yo estoy hecho de elementos no-yo. La visión profunda del interser nos ayuda a alcanzar esta sabiduría de la no-discriminación. Nos libera. Ya no deseamos pertenecer únicamente a una sola área geográfica o identidad cultural. Vemos en nosotros la presencia de todo el universo. Cuanto más empleemos la visión profunda del vacío, más descubriremos y más profunda será nuestra comprensión. Y esto, de forma natural, genera compasión, libertad y ausencia de miedo.