Extractos - Swami Vivekananda
Amar lo universal
Por Swami Vivekananda¿Cómo podemos amar lo particular sin amar primero lo universal? Dios es la totalidad universal; y el universo que vemos es la entidad particularizada. Sólo es posible amar de verdad las cosas del universo material si amamos lo universal. La búsqueda de lo universal es la única búsqueda de la filosofía y de la religión hindú. El jnani (sabio) tiene como objetivo la totalidad de las cosas, y ese único Ser absoluto y generalizado lo conoce todo conociendo. El bhakta (devoto), por otra parte, desea realizar ese único Ser abstracto generalizado, que ama al universo entero cuando ama.
La conclusión a la que llega el bhakta es que, si sigues limitándote a amar a una persona tras otra, las podrás seguir amando por un periodo de tiempo infinito sin ser capaz de amar al mundo como una totalidad. Sin embargo, sólo podremos manifestar el amor universal cuando lleguemos finalmente a la idea central de que todo el amor es Dios, y de que la suma total de las aspiraciones de todas las almas del universo (ya sean libres o limitadas, o se estén esforzando por alcanzar la liberación) también es Dios.
Dios es lo universal, y este universo visible es Dios diferenciado y manifestado. Si amamos a Dios, lo amamos todo. Entonces, amar al mundo y hacerle el bien nos resultará fácil. Pero para obtener este poder primero debemos amar a Dios; si no, hacer el bien al mundo no será fácil.
«Todo es suyo y Él es mi Amante. Yo le amo», dice el bhakta. De esta forma, todo se vuelve sagrado para el bhakta, porque todas las cosas son suyas. Todos son sus hijos, su cuerpo, su manifestación. Entonces, ¿cómo podemos herir a alguien? ¿Cómo puede disgustarnos alguien? El efecto seguro del amor a Dios será el amor por todas las cosas y seres del universo. Cuanto más nos aproximemos a Dios, mejor veremos que todas las cosas son en Él.
Cuando el alma consigue disfrutar de la dicha de este amor supremo, también empieza a ver a Dios en todo. Nuestro Corazón se convierte entonces en una eterna fuente de amor. Y cuando alcanzamos los estados más elevados de este amor, todas las pequeñas diferencias entre las cosas del mundo desaparecen totalmente. Los hombres o las mujeres ya no son percibidos como seres humanos, sino como Dios; el animal ya no se percibe como animal, sino como una manifestación de Dios. Por consiguiente, en este intenso estado de bhakti se adora a todo el mundo: a toda la vida y a todos los seres. «Como saben que el Señor está en todos los seres, los sabios deben manifestar amor devocional hacia todos los seres.» Como resultado de este tipo de amor intenso e inclusivo aparece la sensación de entrega perfecta, la convicción de que nada de lo que ocurre va en contra de nosotros. La realización de ese ideal, en el cual la sensación del pequeño yo se pierde por completo, es la verdadera culminación de la religión del amor.