Libros - Juan Ignacio Iglesias

Un camino de libertad

¿Cuál es, en rigor, la quintaesencia, el extracto, lo que podríamos denominar "resumen último" de todas estas enseñanzas espirituales? Es el siguiente: ningún esfuerzo de la voluntad, ninguna artimaña, ningún truco pueden llevarnos a las alturas de la consciencia. Eso está más allá de la voluntad personal, cuyo ámbito, cuya naturaleza solamente se expresa en lo mundano, en lo fenoménico. Aquello, pues, está fuera de su alcance.

¿De dónde saldrá entonces el valor, el impulso hacia lo trascendente, la entereza necesaria para dar ese salto cualitativo inimaginable para el yo? Dice Consuelo Martín: del amor a la Verdad. Del amor al Amor. Pero ese amor mismo, ese "eros" que nos eleva, ya no es de la persona. Ya es lo divino expresándose en nosotros. Así pues, estamos a merced de la gracia, a expensas de que esa gracia prenda el combustible vital y nos lance a las alturas. ¿Y cómo podremos atraer hacia nosotros esa gracia? De ningún modo podremos engatusarla, ni hacer "méritos", ni tejemanejes, ni ejercer "acciones causales" que la atraigan. Quedamos así expuestos ante el Misterio. Ese Misterio mismo es la respuesta. Porque el misterio de la gracia es el misterio de lo que no entiende de causas, de personas, de acciones ni voluntades. Ese misterio de la gracia no es solamente una incógnita que la mente no ha conseguido despejar en la ecuación de la libertad. Ese misterio es el camino mismo. Ahondando en él, penetrando en el corazón de su increíble belleza, ya estamos expuestos a la gracia.

Y uno penetra en el Misterio de la Luz, y se pone de bruces ante lo desconocido cuando lleva su mirada al corazón mismo de su ser, que es ese Misterio aquí, encarnado en el mundo, anidado en lo fenoménico. "YO SOY", han dicho los sabios. El Misterio de lo absoluto nos susurra su naturaleza en el permanente pálpito de ser, de saber que se es, de la consciencia que se atiende a sí misma y se conoce como núcleo y punto focal desde el que se despliega el vivir, el existir. Miro a ese núcleo íntimo en el que sé que soy, y en el que saber que se es constituye un sabor primario, el sabor primigenio de toda experiencia. Cuando me asomo ahí, a ese sabor primario que siempre me acompaña, me asomo ya a lo divino, me expongo ante su amor transformador, le abro la puerta. Y el Misterio de lo divino va a ir penetrándome sutilmente. Uno se coloca de tal manera que queda expuesto a la Luz, y entonces comprende que es la Luz la que hace el trabajo, la que dispensa la gracia.

Esto he comprendido, esto he visto, esto es lo que os transmito: id a la fuente donde ese misterio que es Luz borbotea en vuestro interior. Exponeos a esa Luz, aunque os ciegue al principio...

Juan Ignacio Iglesias nació en Madrid, en 1960, y en la actualidad reside en Cáceres, donde, tras ejercer diversos empleos y culminar sus estudios, trabaja como profesor de Filosofía en un Instituto, trabajo que compagina con su vocación literaria y con su intensa dedicación a la búsqueda de lo Real. En el contexto de esa intensa búsqueda tuvo la inmensa fortuna de conocer la obra de Consuelo Martín y asistir a varios de sus retiros. Y hay un antes y un después de ese encuentro, en cuyas implicaciones se encuentra hoy inmerso.

Un Camino de Libertad es expresión del impacto que esa sabiduría ha producido en su búsqueda. Antes, ha publicado en Ed. Kairós La meditación deconstruida, un ensayo sobre la naturaleza revolucionaria de la meditación, y Ouarzazate (Editora Regional de Extremadura), una novela en la que también asoman sus inquietudes vitales y espirituales. También fue, durante años, asiduo colaborador de Cuadernos de Budismo, revista para la divulgación del dharma budista en España.

Selección de textos:

• Primer capítulo: ¿Por fin, libre?