Ruta de Sección: Inicio > Libros > Artículo

Libros - Thomas Merton

el zen y los pájaros del deseo

El Zen y los pájaros del deseo

Si usted cree que, por fin, ha comprendido lo que es el Zen, comete el error más grande de su aprendizaje. En el Zen no hay nada que comprender. El Zen nada enseña ni muestra; nada condena, aprueba, recomienda, reglamenta o anuncia. El Zen no es siquiera una experiencia mística, pues no admite ningún experimentador, ninguna presencia aprehendida. Nada.

De ahí que este libro no sea ninguan "introducción" o "análisis", pues no hay nada que introducir o analizar: el Zen es lo que es en una palabra o en mil palabras, en un millón de años o en un instante.

Thomas Merton, que vivió el budismo "por dentro", está libre de toda sospecha de oportunismo: sus comentarios de la experiencia Zen, más un diálogo sin desperdicios con el famoso Dr. Suzuki, componen un documento único en su género.

Thomas Merton
Thomas Merton

Fue monje trapense y gran conocedor del budismo zen y las técnicas de meditación orientales. Fue uno de los máximos exponentes del acercamiento entre la espiritualidad cristiano-occidental y la oriental. Prueba de ello es el contacto que mantuvo con figuras tan relevantes como el Dalai Lama, Thich Nhat Hanh y D.T. Suzuki. Su obra consta de más de setenta libros, algunos de los cuales alcanzaron una gran difusión. / más info

Detalles del libro:
  • Título: EL ZEN Y LOS PÁJAROS DEL DESEO
  • Título Original: Zen and the Birds of Apetite
  • Autor: Thomas Merton
  • Traducción de: Rolando Hanglin
  • Editorial: Kairós
  • Año de edición: Septiemnbre 2005
  • Nº de páginas: 184
  • Encuadernación: Rústica
  • Formato: 12,8 x 20
  • ISBN: 978-8472453081

Nota del Autor

Cuando en algún lugar se pudre la carroña, los pájaros carnívoros vuelan en círculos; descienden. Vida y muerte son dos. Los vivos atacan a los muertos para su propio beneficio. Nada pierden, con esto, los muertos. Salen gananciosos, tal vez, cuando de ellos alguien se sirve. O por lo menos así parece, si es que debemos considerar esto en términos de ganar y perder.

¿Nos abocaremos al estudio del Zen, entonces, en la creencia de que con ello ganaremos algo? Esta pregunta no pretende constituirse en velada acusación. Pero sin embargo es una pregunta muy seria. Allí donde se alborota en torno a la "espiritualidad", la "iluminación" o simplemente la "puesta en onda", a menudo no hay más que buitres bajando sobre un cadáver. Sus merodeos, su vuelo circular, su descenso, esta celebración de una victoria, en fin, no son lo que pretende el Estudio del Zen, aunque en otro contexto puedan resultar ejercicios de singular utilidad, porque enriquecen a los pájaros del deseo.

El Zen nada enriquece. No hay cuerpo alguno que podamos hallar. Las aves pueden acudir y volar en círculos, durante un tiempo, sobre el lugar donde se cree está el cadáver. Pero muy pronto se marchan hacia otros parajes. Cuando ya no están, aparece de pronto la "nada", el "no cuerpo" que allí estaba. Este es el Zen. Lo que no ha cesado de estar allí, todo el tiempo, sin que se apercibiera las aves devoradoras de carroña: no es el tipo de presa que ellas codician.