Libros - Enrique Martínez Lozano
crisis, crecimiento y despertar
claves y recursos para crecer en consciencia
Las crisis son inevitables. El secreto reside en acogerlas y vivirlas como oportunidad, para seguir creciendo y despertando a lo que somos.
Las crisis constituyen un fenómeno recurrente en la vida de las personas y de los colectivos humanos. Asociadas paradójicamente al crecimiento, son expresión de la impermanencia de toda la realidad visible: todo cambia, todo pasa. Ahora bien, lo realmente decisivo no son las crisis, sino lo que hacemos en ellas y con ellas.
El autor, a partir de su propia experiencia, conjugando psicología y espiritualidad, nos ofrece un texto eminentemente práctico. Aporta un conjunto de claves para comprenderlas, así como diversas herramientas para gestionarlas de un modo eficaz y provechoso, transformando el dolor en aprendizaje vital.
Y, desde una perspectiva transpersonal, nos ayuda a experimentar lo que no cambia, lo que no pasa. Eso inmutable es nuestra identidad más profunda: la meta a la que quieren conducirnos todas las crisis y el baluarte desde donde afrontarlas constructivamente.
Enrique Martínez Lozano (Guadalaviar, Teruel 1950) es psicoterapeuta, sociólogo y teólogo. Es autor de varios libros y se halla comprometido en la tarea de articular psicología y espiritualidad, abriendo nuevas perspectivas que favorezcan el crecimiento integral de la persona. Su trabajo, asume y desarrolla la teoría transpersonal y el modelo no-dual de cognición.
Detalles del libro:
- Título: CRISIS, CRECIMIENTO Y DESPERTAR
- Subtítulo: Claves y recursos para crecer en consciencia
- Autor: Enrique Martínez Lozano
- Prólogo de: Vicente Simón
- Editorial: Desclée De Brouwer
- Año de edición: Noviembre 2013
De la Introducción:
Al ocurrir la crisis que está como trasfondo de todo este escrito, y aunque el dolor parecía ocuparlo todo, me vino a la memoria el conocido dicho sufí: "Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, el espíritu ríe por lo que ha ganado". Si traducimos "corazón" como "ego", y "espíritu" como nuestra "identidad verdadera", puede entenderse mejor: El dolor es una oportunidad de desapropiación del propio yo. En la medida en que lo aceptamos y lo sentimos, sin evitarlo y sin reducirnos a él..., vamos tomando distancia de nuestro ego y dejamos espacio a lo que realmente somos, la Presencia ecuánime, la Quietud o Identidad no-dual, transpersonal y compartida. En cualquier caso, constituye en sí mismo una invitación a ir más allá del propio yo.
Y es entonces, en la medida en que podemos asentir a esa invitación, cuando tiene lugar el milagro de la transformación, para el que no encuentro analogía mejor que lo que le ocurre al gusano de seda. Encerrado en el espacio oscuro que es el capullo, el gusano sólo siente muerte; sin embargo, la realidad es que saldrá de esa oscuridad transformado en mariposa. Justo cuando el gusano creía que se acababa el mundo, fue cuando comenzó su transformación más importante. Y el motor de todo ese proceso habrá sido, no la inteligencia ni el esfuerzo del propio gusano, sino la Sabiduría mayor de la Vida. El gusano únicamente tiene que aguardar pacientemente, sin huir y sin querer entender..., permaneciendo y confiando en una sabiduría que lo trasciende.
De la misma manera, siempre que aceptamos el dolor y lo vivimos de un modo constructivo, aun en medio de su inevitable amargura y a pesar del miedo que lo acompaña, están comenzando a desplegarse nuestras alas.
Las crisis ―del tipo que sean― constituyen así, para nosotros, la fase de incubación ―el estado de crisálida, en el que acontece el "paso" de gusano a mariposa; por cierto, "crisálida" participa de la misma etimología que "crisis"― que posibilita que seamos transformados paradójicamente en aquello que, aunque no lo sabíamos, siempre habíamos sido. El yo sufrirá la experiencia como una "muerte" ―y lo es así para él, como para el gusano que "desaparece" en el proceso―, pero sólo gracias a ella, podrá nacer y vivir nuestra verdadera Identidad ―el reconocimiento y la vivencia de lo que realmente somos―. Caer en la cuenta de ello es despertar, saliendo de la ignorancia o del sopor en que nos encontrábamos. La crisis habrá hecho de "despertador". [...]
Y, poco a poco, desde esa otra sabiduría más profunda, me voy haciendo consciente de que no soy nada de lo que percibo, pienso, siento o experimento: en nada de eso puedo encontrarme a mí mismo. No soy nada de lo que puedo observar. Soy la Consciencia ecuánime, en la que aparecen y desaparecen pensamientos, sentimientos, experiencias... Es innegable que todo esto tiene un cierto poder para afectarme, pero no ya de un modo absoluto. En cuanto soy capaz de asentarme en mi verdadera identidad, sintiendo mi Ser esencial, todo aquello que pueda ocurrirle a mi yo quedará muy relativizado. [...]
Deseo profundamente que, sea lo que sea lo que nos ocurra, sepamos vivirlo como oportunidad ―incluso como bendición― para avanzar en el doble objetivo que, tal como yo lo veo, persigue toda crisis: crecer en unificación psicológica y en desidentificación del yo (es decir, integrar y trascender la identidad egoica). En la medida en que seamos capaces de vivir así las crisis, se operará el milagro de la transformación y el gusano se descubrirá mariposa: habremos crecido en consciencia de nuestra identidad más profunda.