Artículos - Ken Wilber
¿Qué es la meditación y cómo la hago?
Serie Grandes Preguntas con Ken Wilber
Texto extraído de entrevistas en directo con Ken Wilber 26 de mayo de 2014Se escuchan muchas explicaciones sobre todas las cosas que puede hacer la meditación, por ejemplo actualmente estamos pasando por una fase que se refiere a la «neurofisiología de la religión» donde se están estudiando las funciones cerebrales y encontrando, por ejemplo, que los estados meditativos tienen diferentes ondas cerebrales asociados con ellos. El Dalai Lama ha puesto a disposición a la comunidad tibetana para la investigación, por lo que cientos de meditadores se están conectando a máquinas EEG de 16 canales y están observando los patrones cerebrales que se forman. Así que descubrimos recientemente que los meditadores tibetanos que han meditado durante al menos veinte años y están meditando en la enseñanza de la compasión, producen una cantidad extremadamente grande de ondas gamma. Así que muchas de las compañías de ritmos binaurales han producido CDs de ondas gamma que puedes meter en tu reproductor de CD, ponerte los auriculares y obtener un «hit» gamma.
Y todas estas son una forma de explicar lo que hace la meditación. Hay toda una escuela, que se remonta a Herbert Benson de Harvard y su libro The Relaxation Response, que sostiene que la meditación en esencia es solo eso: una respuesta de relajación. Disminuirá la presión arterial, disminuirá los latidos del corazón, disminuirá la respiración, disminuirá la tasa metabólica y aumentará la sensación de paz y tranquilidad. American Health tenía un artículo de portada con el Dalai Lama, y había un bebé de dos años junto al Dalai Lama, y el titular decía: «¿Por qué la presión arterial de este hombre es más baja que la de este bebé?» ¡Y la respuesta, por supuesto, es porque meditó durante 40 años!
Así que la meditación tiene todos estos beneficios fisiológicos y para la salud. Todas esas cosas son ciertas, y todas ellas, en cierto sentido, están completamente fuera de lugar. La meditación, desde el primer día en que se inventó, fue el camino real hacia la realización de Dios. Se trata de descubrir a Dios, de reconocer a Dios, de reconocer al Espíritu y de despertar de la ilusión de ser solo este yo pequeño, finito, encapsulado en piel que está separado de todos los demás sujetos y objetos en el universo, y por lo tanto colisiona con ellos y es atormentado y torturado por la fragmentación de todo lo que sucede a su alrededor.
Los Upanishads dicen: «Donde hay otro, hay miedo». El punto central de la meditación en la realización del Espíritu es que el Espíritu también es no-dual, por lo que el Espíritu es lo que sana todos estos fragmentos y todas estas piezas rotas, parciales y desgarradas con las que los seres humanos se han identificado. Freud solía hablar sobre «el camino real hacia el inconsciente», y la meditación es el camino real hacia el Espíritu.
Y sin embargo no escuchamos hablar mucho de esto, simplemente porque hay muchas formas diferentes de religión y espiritualidad, y muchas de ellas son francamente vergonzosas. Así que tratamos de evitar hablar de Dios o el Espíritu y, en cambio, hablamos de todas estas otras cosas que hará la meditación. Y estoy de acuerdo con eso, pero cuando todo está dicho y hecho, si no estás usando la meditación para reconocer el Espíritu, entonces no la estás usando para lo que fue construida, y no le estás sacando el mayor provecho posible.
Voy ahora a pasar muy brevemente a través de una forma típica de meditar, con ese objetivo en mente:
De lo que estamos hablando es de descansar en el Yo Verdadero y simplemente permitir que las cosas surjan, momento a momento, como deseen sin identificarse con ellas, ni juzgarlas, ni apegarse a ellas o formarse una impresión negativa sobre ellas ―sino simplemente descansando en este yo observador, o este yo testigo, a medida que las cosas surgen en la mente, momento a momento.
Puedes detectar este Yo Verdadero muy fácilmente. Primero, simplemente observa que lo que sientes ahora es tu yo. Simplemente obtén una sensación de tu yo, y sé consciente de ella. Pero entonces observarás que en realidad hay dos yoes, que tú eres dos yoes. Uno es el yo del que eres consciente, que sientes o ves como un objeto ― como que eres así de alto, pesas tantos kilos, haces este trabajo, estás en esta relación, etc. Pero luego está el yo que está observando: el yo observador o el testigo o el verdadero sujeto. El otro yo ni siquiera es un yo real o un sujeto real, porque puedes verlo como un objeto. Pero el yo observador es un yo real, un sujeto real, el verdadero veedor. Y el Yo Verdadero no puede ser visto. Es el veedor, y no es algo que realmente se pueda ver.
Entonces, mientras descansas en el testigo o el Yo Verdadero, todo lo que notarás es una sensación de libertad, de apertura, de liberación del pequeño yo y su sufrimiento contraído. Y este es tu Verdadero Yo. Este es el Espíritu en primera persona, la misma sensación de YO SOY antes del espacio y el tiempo, viviendo en un ahora atemporal. «Antes que Abraham fuera, Yo Soy». Nunca entra en la corriente del tiempo y, por lo tanto, no nace. Nunca sale de la corriente del tiempo y, por lo tanto, es imperecedero. Es abierto, claro, cristalino, puro, desnudo, libre, liberado, transparente, atemporal y por lo tanto eterno, aespacial y por lo tanto infinito, la meta y fundamento de todo el Kosmos.
Así que coloca el cuerpo en una posición relajada y cómoda. Localiza tu Verdadero Yo, el yo observador o testigo que está completamente presente en este momento como esta conciencia espontánea que tienes de todo lo que surge ― pájaros cantando ahí, coches tocando la bocina allí, una sensación sutil de latidos cardíacos, varios objetos y muebles, el ordenador delante de ti, todo visto sin esfuerzo por el yo observador, el testigo puro, el Yo Verdadero.
Descansa en ese simple estado de observación, permitiendo que el mundo de los pensamientos, sentimientos, objetos y emociones surjan como deseen, sin juicio, condena o identificación. Permite que la sensación de YO SOY se vuelva más y más fuerte, y deja que tu identidad con la auto-contracción pequeña y finita, y su sufrimiento, depresión, aferramiento y búsqueda, simplemente desaparezca, dejando solo la sensación clara del YO SOY ― desnudo, puro, inmóvil e intacto. Y este es tu Verdadero Ser y tu Espíritu real.
Descansa en este testigo puro y yo observador espontáneamente a lo largo del día hasta que se convierta en tu condición constante, que te despertará no solo al Verdadero Yo en ti, sino también a Dios en ti, siendo el Verdadero Yo y Dios solo dos nombres para la misma cosa.