Artículos - Nisargadatta Maharaj
Tú eres uno con el Absoluto
Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj
Nisargadatta MaharajMaharaj: ¿Es la primera vez que vienes?
Visitante: No. He venido ya varias veces.
M.: ¿Tienes alguna pregunta?
V.: No he venido para hacer preguntas. Me gusta visitar a los sabios y a los santos y sumergirme en mi consciencia, dejándome purificar por la de ellos.
M.: Está bien, tienes razón. Si te abres a la existencia, la proximidad de un santo limpia, purifica tu mente y te deja limpio para tomar consciencia de ti mismo. La consciencia pura no debe tener ya ninguna influencia de la consciencia corporal, que es duda e incertidumbre ante todo y no puede ser otra cosa.
Pero, ¿por qué vuelves? Quédate aquí una temporada: comprende todo lo que tengas que comprender y, después, regresa a tu casa. ¿Para qué volver? Me encontrarás repitiendo siempre lo mismo: no sois este cuerpo, sois consciencia pura y libre, etc. No vengas pensando en beneficiarte de nada. Yo soy, al mismo tiempo, la amistad y la ausencia de amistad.
Vive basándote en lo que has comprendido. Aquí os doy una enseñanza auténtica cien por cien; pero, aunque sólo comprendas un uno por ciento, es bastante para disolver tus ideas. Si has comprendido lo que digo, aunque no digas una palabra a nadie, bastará para que la gente te siga y venga a honrarte.
V.: He venido con mis hijos para pedirle que me de su bendición.
M.: ¿Piensas que si se pudiese conceder una bendición sería necesario venir a pedirla? ¿Crees que el sol, al salir, escoge lo que va a iluminar, que estudia la conducta de cada uno antes de darle su calor? Se te ha dado por completo todo lo que necesitas.
Habéis inventado un Dios para poder implorar a alguien que os reconforte, poder mendigar gracias, tener seguridad de algo. Eso es la espiritualidad. Todos estos nombres tradicionales (Jesús, Buda, Krishna) no son más que palabras vacías que se transmiten de generación en generación.
Si no comprendes lo que estoy diciendo, sigue tus prácticas religiosas. Reza de una forma externa; pero has de saber que es a ti mismo a quien adoras, que esa forma ante la que depositas ofrendas no es más que un aspecto de ti mismo, un tú-mismo, al que no te atreves a conocer. Rézale considerándolo un aspecto de ti mismo, porque de otra forma no haces más que nutrir formas vacías.
Hay cuatro grados. Tú eres uno con el Absoluto, sujeto puro, impersonal. Si no lo comprendes, quédate unido a la consciencia. Si no comprendes eso tampoco, adora a tu ser en las imágenes de los dioses, hazles el Bahjan y las ofrendas. Si tampoco llegas a comprender esto, baja a la calle y haz actos sociales.
El mundo se ha construido sobre transacciones deshonestas, sobre el fraude. El mayor fraude, la mayor mentira es la espiritualidad; pero no lo digas porque te ganarás enemigos. Habrá un día en el que no tendrás cuerpo ni consciencia. Lo sabes. ¿Qué te va a quedar entonces? Piénsalo.
Se me ha dicho que voy a morir pronto de cierta enfermedad; pero yo no soy el cuerpo, yo no soy el hombre. ¿Qué es lo que va a morir en mí? Yo soy el sujeto, conozco el cuerpo, conozco la fuerza vital y el lenguaje de la fuerza vital; pero no soy nada de eso. ¿Qué va a pasar? Nada. Mi cuerpo sufre y me encuentro débil; pero no me preocupo en absoluto por ello.
Generalmente, cuando estás enfermo, rezas a Dios y le pides que te de su gracia; pero no soy yo el que habla, yo no soy su nombre, yo no soy su soplo vital. ¿Quién queda para pedir algo a Dios y quién podría beneficiarse de ello? ¿Cuál es en mí la identidad del que podría implorar la gracia de Dios?
Sufro; pero ¿qué puede suponerme eso, puesto que no me mantengo en ese estado? ¿Qué importancia tiene? No puede tener ningún efecto sobre mí. Avanzo yendo hacia atrás. Es evidente que, antes que los cinco sentidos, tengo la consciencia. Estos cinco sentidos se funden en una sola cosa. Para situarse en ella, hay que estar presente en el instante y en todo lo que lo llena. Ya no hay enfoques, el interior y el exterior son una misma cosa.
No hay ningún conocimiento que se puede considerar como permanente. Todo está constantemente obligado a transformarse. No hay ninguna verdad objetiva formulable, nada que pueda observarse, captarse. Por tanto, ¿qué puedes esperar que venga de mí o de cualquiera? Todo conocimiento quedará sin permanencia y sin eficacia.
No estoy en un estado de conocimiento ni en un estado de ignorancia y, por eso, soy un Jnani. ¿Hay alguna pregunta?
Preguntaos “¿quién soy?”. Habéis de saber que todo lo que podéis reconocer o percibir es falso, que vosotros no sois eso. No se me puede juzgar según una base objetiva. Toda idea que podáis haceros de mí tiene que ser falsa por fuerza.
V.: En nuestra cultura moderna, ¿puede dar algún resultado trabajar en la Shakti?
M.: No sé lo que es Shakti o Kundalini. No digo que no existan, sino que no las conozco, no las he visto nunca. Sólo conozco el sitio de donde vengo.
Tú no eres ni Shakti, ni ninguna forma, ni ningún nombre, ni el soplo que podría formularlos. Tú eres simplemente el testigo, el testimonio de que no eres ni el espíritu ni el cuerpo. ¡Eso es un hecho!
Si vuelves mañana, vuelve solo.
V.: ¿Cómo solo?
M.: Deja tus lecturas y tus recuerdos con tu equipaje. Ocúpate solamente de lo que eres ahora, aquí mismo.
Los que vienen aquí deben prestar atención, ya que, lo quieran o no, esa masa de conceptos que tienen se va a disipar, se va a disolver y ellos se darán cuenta de que están vacíos. Esto no es lo que deseáis, porque tenéis interés en agarraros a vuestros conceptos y marcharos enseguida.
Lo que se dice aquí es distinto de lo que se dice por ahí. Normalmente, se da algo que se puede manipular, algunos conceptos, algo de lo que podáis decir “¡Eso es, lo entiendo!”. Se da una forma, una fórmula en la que podáis apoyaros, un soporte. Pero aquí fracasa todo lo que tenéis, se ha roto y os aseguro que no necesitáis ningún apoyo, que lo que sois es un principio libre que no necesita ningún soporte.
¿No decís nada? ¿Nadie hace comentarios? ¿Cómo esperáis que se os den respuestas, si no hacéis preguntas? Aceptamos la consciencia como ser. ¿Qué es el ser? Es la esencia. ¿No es así? La esencia de lo que ha sido concebido y ha nacido. Es el gusto, el sabor de la existencia. Pero ¿cuál fue el principio, cuál fue el comienzo de este sufrimiento que os ha hecho venir aquí?
¿Cuál es el verdadero nombre del niño? Nadie piensa en estas preguntas. ¿No es en el que ha sido concebido donde se ha instalado la consciencia “yo soy”?
¿Hay preguntas sobre este punto?
Esta consciencia, este conocimiento “yo soy”, ser, vida, todo es una sola cosa en estado latente, en el que ha sido concebido. El hecho de haber venido aquí significa que tratáis de beneficiaros de algo. ¿A quién pensáis que puede ocurrir algo? ¿Cuál es ese principio primordial?
V.: Todo está en estado latente en el recién nacido, es una consciencia virgen, vacía. ¿Es el mismo estado que el puro “yo soy”, sin nombre ni forma?
M.: Hay una diferencia. La forma concebida es material; esta materia en actividad contiene algo que no se ve, que está en estado latente. La consciencia está ahí; pero está en un sueño profundo.
V.: ¿Está dormida la consciencia de un bebé?
M.: Sí. Lo que se une a la forma del recién nacido está potencialmente ahí, en sueño. Pero, ¿de qué medio te has servido para hacer esta pregunta? Lo que te ha movido a hacer esta pregunta, que después te permitirá convertirte en un Jnani, ¿no es lo mismo que hay en estado latente en el que es concebido?
Esta tela es combustible. Eso quiere decir que en ella está el fuego; pero dormido esperando que algo lo despierte. Esta tela tiene ya el fuego: si no, no podría arder. Os digo esto para que podáis captarlo y comprenderlo ya que, sin este principio, os sería imposible. Este principio es el que debes conocer. Yo os doy conocimientos sobre el conocimiento. Este conocimiento “yo soy” (la consciencia, la sensación de ser tú mismo, llamadlo como queráis) es el principio primordial, anterior a cualquier cosa. Tattva, Tattva es vuestra realidad. En estado latente sois eso.
Todo lo combustible tiene en sí el fuego en estado latente, la chispa no hace más que despertarlo. De igual modo, lo que concede al mundo de los fenómenos su condición, su orden, es este principio primordial que dice que no existe nada aparte de él.
El Yo supremo, no manifestado, no tiene ningún saber, no se conoce, es existencia total. Esta existencia se refleja en la consciencia y esta consciencia ha surgido del no-manifestado, sin causa, creando el tiempo, el espacio y la materia. No puede existir si no dispone del cuerpo. Es la consciencia y no hay más que una. Todo lo que existe es yo; pero el Yo que se da cuenta de esto se ha limitado al identificarse con su soporte y ha perdido esta comprensión. Sin embargo, en este caso, lo manifestado es idéntico a lo no manifestado, a esta presencia Absoluta. No hay diferencia entre el Yo no-manifestado y el mundo. Por eso, no tienes necesidad de ningún cambio ni ningún apoyo; tú eres eso. Es preciso que tu espíritu esté en reposo total. Entonces se disolverá y sólo subsistirá la verdad.
Siento necesidad de hablar esta mañana; pero el cuerpo no me lo permite.
Esta consciencia está latente en todo lo que vive. Es única; pero no es deseable, porque se parece a una enfermedad, a un eclipse de nuestro estado original. Este mismo estado original está latente en todo recién nacido antes de la aparición de la consciencia. En la forma corporal, lo único que rige es la consciencia. Todo lo que se come se debe evacuar después. Cualquiera que sea el nivel de los conocimientos adquiridos, hay que abandonarlos, evacuarlos.
Hasta los que se consideran Jnanis, como yo, siguen acordándose de su infancia. Ese niño, vacío de ideas, tiene la alta dignidad y el poder de ese principio primero. Lo que hay en estado latente en las formas, incluso en las más primitivas, es capaz de cualquier cosa. El que posee este potencial ilimitado está desgraciadamente, limitado por su forma. Ese niño crece, vive y finalmente muere; pero ¿muere también lo que lleva latente desde el momento de su concepción?
¿Habéis visto alguna vez un cadáver de consciencia?
Hay quienes han logrado cierta erudición, algunas habilidades raras y difíciles y están orgullosos de ello; pero no tienen la mínima idea de cuál fue el comienzo, no saben cuál es la naturaleza de lo que había latente en ellos. Este recién nacido, débil y desvalido, no lleva ninguna señal que indique lo que será capaz de hacer más tarde, lo mismo que no hay ningún indicio del enorme potencial de lo que hay latente en él.
¿Hay algo que no esté ya incluido en este conocimiento “yo soy”?
¿Vosotros mismos, sois algo o nada? ¿A qué conclusión llegáis? Después de oírme hablar tanto tiempo, ¿qué entendéis al decir “yo soy esto”?
Hay muchos que vienen aquí y pronuncian discursos sobre el Vedanta. Yo los escucho y al final les pregunto qué respuesta tienen a esta pregunta. No hay nada que puedas identificar contigo mismo, ninguna forma.
Ningún concepto podrá llevaros jamás a ningún sitio; pero su origen, lo que causa la objetivación y la conceptuación, es el principio primordial y eso es lo que sois vosotros.
V.: El principio consciente está en todo lo que existe. Una piedra tiene vida, igual que una planta o un animal; pero parece que sólo a nivel humano la consciencia puede tomar consciencia de sí misma.
M.: ¿Quién es consciente de esta consciencia? ¿El ser humano? ¿Hay alguna entidad que tenga consciencia fuera de la consciencia? Sabes que estás sentado aquí y solamente puedes saberlo gracias a tu consciencia.
La consciencia está en la piedra; pero ¿quién trata de conocer esa consciencia en la piedra? En el ser humano no hay ninguna entidad que pueda considerarse separada. La consciencia, unida a una forma, es la única que os causa estos trastornos. Este principio primordial está incrustado en todas las cosas; pero se manifiesta con más vigor en el ser humano que conoce esta evidencia “yo soy”, aunque se limita la mayor parte del tiempo a “yo soy esto, yo soy aquello”.