Artículos - Richard Lang
Soy la Nada llena de todo
Por Richard Lang¿Hay algo totalmente seguro?
¿Hay algo sobre ti mismo de lo que puedas estar seguro totalmente, al cien por cien?
Margaret: Del Vacío.
Richard: Sí. Señala con el dedo a la pegatina que tienes en la frente. No puedes verla, ¿cierto? No puedes ver tu propia cara. Lo que ves es este Espacio Abierto, ¿sí? Esa consciencia del Espacio Abierto, ¿depende de la confirmación de los demás?
James: No.
Richard: La realidad de tu Verdadera Naturaleza, de aquello que eres primordialmente, de tu esencia, no depende en absoluto de que los demás la confirmen o no.
Carol: Es autoevidente.
Eric: Los demás no pueden confirmarla.
Brian: ¿Podrías repetirlo?
Richard: Te hace falta la confirmación de los demás para saber de qué color es la pegatina que tienes en la frente. Igualmente, estás constantemente recibiendo información proveniente de los demás que te indica quién eres como persona. Dependes de esa información que te viene de vuelta para saber quién eres como persona. Pero cuando apuntas a la Nada que hay en tu Centro, ¿hace falta que yo te confirme que tú eres eso?
Brian: No.
Richard: De hecho, yo no estoy situado en el lugar adecuado para poder confirmarlo o desmentirlo. Estoy en el lugar correcto para confirmar que tienes una pegatina en la frente, para confirmar de qué color es, para confirmar que tienes una cara, pero no me encuentro en el lugar adecuado para confirmar tu No-cara. Sin embargo, tú sí que estás en el lugar adecuado para ello, ¿verdad?
Brian: Sí.
Richard: Tu Verdadero Yo no depende ni siquiera de que te acuerdes de él. No te estoy pidiendo que lo recuerdes, ni que creas en ello o que te fíes de los demás para que te digan lo que realmente eres. Puedes percibir tu Verdadera Naturaleza por ti mismo, aquí y ahora.
De lo negativo a lo positivo
A medida que vamos creciendo aprendemos a reprimir nuestra Nada. Dado que nadie más que nosotros puede ver nuestro Rostro Original, aprendemos a considerar que no es real. Aunque yo no puedo ver mi propia cara, los demás me dicen que tengo una cara, que estoy separado de los otros, de modo que voy aprendiendo a no confiar en mi propia experiencia y, en lugar de eso, deposito mi confianza en los demás. Suprimo la consciencia de esta Apertura. Después, como adulto, cuando a veces tengo pequeños vislumbres de mi No-cara, es algo que me asusta y me da miedo, pienso que estoy desapareciendo. O quizá puede que no sepa qué decir, que mi mente se quede en blanco, cuando en realidad pienso que tendría que tener algo que decir, que tendría que ser alguien. Siento sobre mí la presión de la sociedad para que sea algo, para comportarme de una cierta manera. Aprendemos a tenerle miedo a la experiencia de ser nada, de ser nadie, de estar vacío, de quedarnos en blanco.
Sin embargo, ahora que estamos volviendo a despertar a esta Apertura podemos comenzar a apreciar y valorar de una forma nueva esta Nada, este Vacío inclasificable. Es el Ser, es el Espacio que lo contiene todo. Me muestra que no estoy separado de nadie, que ahora tengo tu cara en lugar de la mía. Es la puerta de entrada hacia la verdadera conexión. Es un recurso infinito, inagotable, está constantemente surgiendo con ideas y pensamientos nuevos, todos ellos burbujeando y brotando de la Nada. Los sonidos están constantemente yendo y viniendo de la Nada. Este día que estamos pasando juntos está emergiendo en su totalidad de la Nada ―¡Qué Espacio tan sumamente creativo! ―. Ahora me doy cuenta de que aquello a lo que temía es en realidad una bendición. Soy Nada, soy Nadie, lo que significa que estoy lleno de todo y de todos. Y, al mismo tiempo, sigo siendo consciente de mí mismo como persona. Tengo dos aspectos: soy Nadie y soy Richard.
Roger: Me gusta que digas eso. Hace un rato comentaste que estaba bien ser consciente de uno mismo. En mi caso, cuando conocí por primera vez la Vía sin cabeza, cuando me mostraron esta Nada, era casi como si quisiese erradicar por completo esa consciencia de mí mismo.
Richard: No puedes hacerlo. Ahora, en lugar de rechazarla, le das la bienvenida. Ahora la consciencia de ti mismo simplemente forma parte de la situación. Significa que tú, como la Unidad, puedes participar en el juego, puedes representar tu papel en la sociedad.
Nada queda adherido
James: En los últimos seis meses me he vuelto más abierto que nunca antes en mi vida porque empecé a indagar quién era en realidad, cuál era mi verdadera identidad. Pasé mucho tiempo como encerrado en una jaula dentro de mi cabeza. Podría decir que en esta última etapa me he abierto tanto a los rojos como a los plateados. Algunos días aún me sacan de mis casillas ―es algo en lo que estoy trabajando, incluso ahora, aquí sentando―, pero hace tan solo un año no hubiese dudado en decir cosas como: «No eres más que un chalado. Apártate de mi vista».
Richard: Bien. Pero lo que resulta genial de todo esto es que, incluso aunque yo aceptase que me vieses de ese modo, aquí, en mi Centro, no hay absolutamente ningún sitio en el que ese calificativo, esa etiqueta, pudiese fijarse de algún modo. Da igual lo que los demás digan de ti; nada queda fijo, nada queda adherido en tu Verdadero Yo porque no hay absolutamente nada a lo que pudiera fijarse. Cuando miro aquí no veo ninguna etiqueta, soy consciente de que nada puede quedar aquí fijo. Esto resulta muy liberador. Obviamente, nunca vas a conseguir gustarle a todo el mundo. Siempre van a suceder cosas que preferirías que no ocurriesen. Pero echa un vistazo y comprueba si quedan fijas o no. ¡No lo hacen! Esa es la simple verdad. Incluso aunque pueda sentirme herido por lo que alguien diga sobre mí, aquí en mi Centro la verdad y la realidad es que nada permanece, nada queda fijo.
Dale: Es muy liberador.
Richard: Es tu Realidad básica. La Realidad básica de quién eres es «inadherible». Es un término técnico que encontré en un tratado budista secreto, «inadherible».
Peter: ¿Qué has dicho, en un «trazado» budista?
Richard: No, he dicho en un «tratado budista». Pero lo del trazado es mejor. ¡En los trazados budistas!
Dale: Sí, la pegatina ―o las etiquetas― se pueden poner ahí fuera, pero no aquí dentro. Es hermoso.
Richard: ¡Y es un hecho!
Dale: Nunca es personal,
Richard: Simplemente es imposible. No depende de si se te da bien o mal o de si lo comprendes o no; simplemente las cosas no se quedan adheridas aquí. Ver quién eres realmente es aceptar la realidad. Una realidad tremendamente hermosa y radiante. Aquí no se puede fijar ninguna etiqueta. Ahora yo te miro, pero la reacción que tenga ante ti no queda adherida, no se fija en absoluto en ti, ¿verdad? No hay nada ahí. Eso es libertad. Pero, aún así, sigues permaneciendo abierto a mi reacción. No tienes por qué negar o bloquear de algún modo lo que yo estoy diciendo. Igualmente, lo que tú digas de mí, de Richard, puede ser verdad ―es tu visión de mí, tu punto de vista sobre mí―. Pero no es quién yo soy realmente. Es fantástico.
No puedes probar tu Naturaleza Inclasificable externamente, en el mundo. Desde el punto de vista externo, todas las etiquetas, al menos hasta cierto punto, tienen la capacidad de quedar adheridas en ti. Pero internamente nada queda adherido, nada queda fijo; eres transparente como el cristal, eres como un espejo, que todo lo refleja pero nunca se ve manchado por aquello que refleja. Tu cara, la cara que aparece en el espejo, puede ensuciarse, pero tu Verdadera Naturaleza, tu Rostro Original, no se ensucia jamás. Esto es algo muy práctico. Esta libertad que se encuentra en tu Centro es un hecho observable, verificable. No es así porque hayas pasado años y años meditando, ni porque seas de algún modo especial o diferente, ni tampoco porque hayas tenido esa suerte. No tiene nada que ver con todo eso. Simplemente es un hecho, una verdad, una realidad. Estás viendo el mundo desde este Espacio Abierto, desde este Espacio sin cabeza. Todos vemos desde él. Cuando te das cuenta de quién eres realmente también comprendes, o crees, que todos los demás también están viendo desde este Espacio. Tiene sentido. Es algo absolutamente limpio, claro, transparente, quieto, libre... Para todo el mundo.
Pero una vez que despiertas a Esto, te das cuenta de que eres Nada, una No-cosa. Tú no eres una cosa. La Consciencia resulta tan infecciosa como el «cosificarnos» unos a otros. Ahora mismo os estoy mirando y me doy cuenta perfectamente de que soy Espacio abierto de par en par para vosotros. Ahora, en este grupo, prestándole atención a este hecho, nos estamos dando permiso para ser Espacio los unos para los otros. Es contagioso. Es amor. Básicamente es eso, amor. Es recibir a los demás tal y como nos son dados, en nosotros, en nuestro interior. Pero, ¿quiere eso decir que ahora hemos dejado de reflejarnos unos a otros como personas? No. ¡Hola, Phil! ¿Veis?, dirigirse a alguien ya es reflejar en él o ella lo que es como persona y, al mismo tiempo, también implica hasta cierto punto vernos a nosotros mismos a través de sus ojos.