Artículos - Ramana Maharshi
Sí mismo e individualidad
Conversaciones con Sri Ramana Maharshi
Discípulo: La muerte, ¿no disuelve la individualidad de una persona, de manera que no puede haber ningún renacimiento, del mismo modo que los ríos pierden sus individualidades una vez han descargado en el océano?
Maharshi: Pero cuando las aguas se evaporan y vuelven como lluvia sobre las montañas, fluyen una vez más en forma de ríos y desembocan en el océano; así también, las individualidades, durante el sueño profundo, pierden su condición separada y, sin embargo, vuelven como individuos, conforme a sus samskaras (1) o tendencias pasadas. De modo semejante ocurre en la muerte: la individualidad de la persona con samskaras no se pierde.
D.: ¿Cómo puede ser eso?
M.: Mira cómo vuelve a crecer un árbol al que le han cortado las ramas. Mientras las raíces del árbol se mantengan intactas, éste continuará creciendo. De la misma manera, los samskaras que sólo se han sumido en el Corazón en el momento de la muerte pero que no por esa razón han perecido, ocasionan el renacimiento a su debido tiempo; y así es como renacen los jivas (2).
D.: ¿Cómo es posible que los innumerables jivas y el vasto universo, cuya existencia es correlativa a la de los jivas, broten de esos samskaras tan sutiles hundidos en el Corazón?
M.: Lo mismo que el gran baniano brota de una diminuta semilla, así también los jivas y el universo entero, con nombre y forma, brotan de los sutiles samskaras.
D.: ¿De qué manera emana la individualidad del Sí mismo absoluto, y cómo se hace posible su retorno?
M.: Así como una chispa procede del fuego, emana la individualidad del Sí mismo absoluto. La chispa es lo que se llama el ego. En el caso del ajnani (3), el ego se identifica con algún objeto en el mismo instante en que emerge. No puede mantenerse sin esa asociación con los objetos.
Esa asociación se debe a ajnana (la ignorancia), cuya destrucción es el objetivo de nuestros esfuerzos. Si se destruye esa tendencia a identificarse con los objetos, el ego se purifica y entonces se hunde también en su fuente. La falsa identificación con el propio cuerpo es la dehatma-buddhi o idea de "yo-soy-el-cuerpo". Esto debe desaparecer antes de que puedan obtenerse buenos resultados.
D.: ¿Cuál es el significado de la Crucifixión?
M.: El cuerpo es la cruz, Jesús, el hijo del hombre, es el ego o idea de "yo-soy-el-cuerpo". Cuando el hijo del hombre es colgado en la cruz, el ego se extingue, y lo que sobrevive es el Ser absoluto. Es la resurrección del Sí mismo glorioso, del Cristo, el Hijo de Dios.
D.: Entonces, ¿para el jnani (4) no hay distinción entre los tres estados de la mente?
M.: ¿Cómo puede haberla, cuando la mente misma se ha disuelto y perdido en la luz de la Conciencia?
Para el jnani los tres estados son igualmente irreales. Pero el ajnani es incapaz de comprender esto, porque para él el patrón de la realidad es el estado de vigilia, mientras que para el jnani el patrón de la Realidad es la Realidad misma. Esa Realidad de la pura Conciencia es eterna por naturaleza, y por consiguiente subsiste igualmente durante lo que tú llamas vigilia, sueño con sueños y sueño profundo. Para el que es uno con esa Realidad no existen ni la mente ni sus tres estados, y por consiguiente no hay tampoco ni introversión ni extraversión.
El suyo es el estado de vigila perenne, porque él está despierto al Sí mismo eterno; el suyo es el estado de sueño perenne, porque para él el mundo no es más que un fenómeno onírico que se repite; el suyo es el estado de sueño profundo perenne, porque él existe en todo momento sin la conciencia "soy-el-cuerpo".
D.: Entonces, ¿debo entender que Sri Bhagavan me habla desde un estado en el que participan por igual la vigilia, el sueño con sueños y el sueño profundo?
M.: Debido a que tu experiencia consciente se limita ahora al tiempo que dura la extroversión de la mente, llamas al momento actual el estado de vigilia, cuando en realidad todo el tiempo tu mente ha estado dormida al Sí mismo, y por consiguiente en este momento estás profundamente dormido.
D.: Para mí el sueño profundo es un mero vacío.
M.: Eso es así porque tu estado de vigilia es una mera efervescencia de la mente inquieta.
D.: Lo que quiero decir con vacío es que mientras duermo, prácticamente no soy consciente de nada; para mí es lo mismo que la no existencia.
M.: Pero en realidad existías durante el sueño profundo.
D.: Si existía, no era consciente de ello.
M.: ¡No pretenderás decir en serio que dejaste de existir mientras dormías! (Riendo). Si te fuiste a dormir como el señor X, ¿acaso te levantaste como el señor Y?
D.: Reconozco mi identidad, quizás, por un acto de memoria.
M.: Concediendo eso, ¿cómo es ello posible, a menos que haya una continuidad de la conciencia?
D.: Pero yo era inconsciente de esa conciencia.
M.: No. ¿Quién dice que eras inconsciente mientras dormías? Tu mente. Pero durante tu sueño profundo no había mente. ¿Qué valor tiene el testimonio de la mente sobre tu existencia o experiencia durante el sueño profundo? ¡Buscar el testimonio de la mente para refutar tu existencia o tu conciencia durante el sueño es como poner a tu propio hijo como ejemplo de que tú no has nacido!
¿Recuerdas que una vez te dije que existencia y conciencia no son dos cosas distintas, sino una y la misma? Pues bien, si por cualquier razón te sientes obligado a admitir el hecho de que existías durante el sueño profundo, puedes tener el convencimiento de que también eras consciente de esa existencia.
De lo que realmente eres inconsciente en el sueño profundo es de tu existencia corporal. Estás confundiendo esa conciencia corporal con la verdadera Conciencia del Sí mismo, que es eterna. El Prajnana (5), que es la fuente de la "yo-soy-dad", subsiste permanentemente sin verse afectado por los tres estados transitorios de la mente, permitiéndote así conservar intacta tu identidad.
El Prajnana está también más allá de los tres estados, debido a que puede subsistir sin ellos y a pesar de ellos.
Es esa Realidad lo que debes buscar durante tu supuesto estado de vigilia, siguiendo el rastro del aham-vritti (6) hasta su fuente. La práctica intensa de esa indagación te revelará que la mente y sus tres estados son irreales, y que tú eres la conciencia eterna e infinita del puro Ser, el Sí mismo o el Corazón. (7)