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Sabiduría Trascendental (I)
De los consejos que el búho dio a la liebre
Por Wei Wu Wei―Cuando el objeto último es negado por el sujeto último, yo permanezco en tanto que yo ―declaró el búho.
―¿No te sientes muy solo? ―preguntó la liebre―, si es que tal cosa es posible.
―¿Quién hay capaz de sentir algo? ―respondió el búho―. No existe ningún "tú".
―¿Entonces quién permanece ahí? ―preguntó la liebre al tiempo que levantaba una oreja.
―Yo, por supuesto. ¿Cómo podría no permanecer? No hay "yo" que pueda no permanecer.
―¿Pero quién es el que permanece? ―preguntó de nuevo la liebre levantando la otra oreja.
―Yo soy el que permanece ―volvió a decir pacientemente el búho―. No hay ningún otro "quien".
―¡Demasiado complicado para una pobre vegetariana! ―dijo la liebre con humildad.
―Ese "quien", vegetariano o no ―explicó el búho―, es algo que, si bien se extiende en el "espacio" y la "duración", no existe en realidad.
―Me parece lamentable ―suspiró la liebre dejando caer con abatimiento ambas orejas―. ¿Qué sería nuestra vida sin sujeto ni objeto?
―¿Y cómo es nuestra vida con ellos? ―preguntó a su vez el búho.
―Muy parecida a un juego, lo admito ―dijo la liebre agitando ambas orejas de manera algo irreverente―, pero no me siento tan sola.
―Imposible ―explicó el búho―, la categoría "liebre" es un mero concepto espacio-temporal y, por su parte, la idea de "soledad" sólo existe con relación a la de "multiplicidad". En tanto que yo, es imposible que puedas llegar a conocerlas.
―Pero en tanto que "tú", ya no sería un "mí" ―objetó la liebre.
―Ni "yo" tampoco, por emplear con más precisión el lenguaje ―corrigió el búho―. De todos modos el "mí" también es absurdo, puesto que sólo hay yo.
―¿Y, como insistes a menudo, el yo no es?
―Exactamente ―asintió el búho―, el "yo" no puede ser, sino tan sólo como yo soy.
―¿O sea que eres? ―objetó la liebre.
―¡No, no! ―precisó el búho con paciencia infinita―. Soy, pero no existe ninguna "cosa" ni ningún objeto como un "tú" o un "mí".
―¿De modo, pues, que eres?
―Relativamente, sí. ¡Los absurdos del lenguaje crean cierta confusión! ―explicó búho―. Yo soy, pero también tú eres en tanto que yo.
―¿Quieres decir que yo soy sólo en tanto que "tú"?
―¡Ciertamente no! ―dijo el búho suspirando cansadamente― ¡Yo sólo soy yo y no existe "mí" alguno, sin importar quién lo dice o quién interprete, actúe o viva sobre la base de eso!
―Creo que casi lo entiendo ―dijo la liebre agitando agradecidamente sus orejas.
―No lo comprenderás ―ululó el búho― mientras "creas que lo entiendes". "Pensamiento" y "comprensión" son interpretaciones relativas llevadas a cabo, en un contexto temporal, por la mente dividida. Sólo la percepción directa de la mente total es capaz de revelarnos nuestro verdadero potencial.
―¿Y cómo puede alcanzarse? ―preguntó la liebre algo cansada.
―¡Sal de tu madriguera y deja atrás a tu yo! ―dijo el búho lanzando una mirada penetrante con sus ojos luminosos.
Reintegración subjetiva
―¡Buenas noches! ―dijo la liebre cortésmente.
―¡Muuu! ―respondió la vaca mientras masticaba un bocado de hierba.
―Una hierba muy tierna y sabrosa por aquí ―dijo la liebre―. Espero que disfrute de ella.
―¡Muuu! ―asintió la vaca sin alzar la vista.
―¿Puedo hacerle una pregunta? ―dijo la liebre tímidamente―. He estado esperando la oportunidad durante algún tiempo.
―¡Muuu! ―asintió la vaca con indiferencia.
―Me temo que es una pregunta algo personal pero, ejem, ¿está usted iluminada?
―¡Muuu! ―asintió la vaca.
―¿Y cómo ocurrió?, si no es demasiada molestia la pregunta.
―¡Muuu! ―respondió otra vez la vaca sacudiendo con perplejidad su cabeza y haciendo sonar el cencerro.
―Mi amigo el búho, que vive allí arriba, dice que las vacas suelen estar iluminadas ―añadió la liebre.
―¡Muuu! ―respondió la vaca con abierta indiferencia.
―Si estuviera despierto, podríamos preguntarle, pero duerme en este momento del día.
―¡Yo estoy siempre despierto! ―resopló el búho― Sólo cierro los ojos porque, durante el día, brillo con demasiada intensidad.
―Tenemos la visita ―anunció la liebre― de una amiga rumiante, y se requiere tu presencia.
―Las vacas son hembras santas ―respondió el búho― y yo estoy siempre presente porque no soy ninguna cosa en absoluto. Una apariencia sólo es algo que es percibido como tal a través de los sentidos por el ser sintiente que la concibe de ese modo. De hecho, yo siempre estoy presente en tanto que ausencia.
―¿Oyes? ―preguntó la liebre a la vaca―. Él está siempre despierto de una manera u otra, y te saluda cortésmente.
―¡Muuu! ―dijo la vaca seleccionando otro bocado de hierba fresca y alzando la mirada.
―Ella está de acuerdo conmigo en que está iluminada explicó la liebre―, pero no parece muy segura sobre cómo y cuándo ocurrió.
―Es que no ocurrió ―resopló el búho― y no podría ocurrir nunca en ninguna parte.
―¿Cómo? ―preguntó desconcertada la liebre.
―Sólo una entidad puede alcanzar la iluminación ―señaló el búho― y no existe entidad alguna. ¿No es ésa también tu experiencia? ―preguntó dirigiéndose a la vaca.
―¡Muuu! ―asintió ésta mientras rumiaba despreocupadamente.
―¿Pero es posible? ―dudó la liebre.
―Un célebre sabio indio de nuestra época decía a todo el mundo que eso que denominamos "realización" ya existe y que no podemos intentar nada para alcanzarlo, pues no es un logro que pueda ser conquistado.
―¿Y le creyeron? ―preguntó la liebre.
―Por lo visto no ―observó el búho―. Según parece, los bípedos fenoménicos interesados en el tema, es decir, que escriben, dan conferencias, leen al respecto o "meditan" y practican la bondad, lo conciben como si se tratase de algo a conquistar.
―¡Me parece estúpido! ―se aventuró a decir la liebre― ¿No piensas tú lo mismo? ―dijo dirigiéndose a la vaca.
―¡Muuu! ―respondió la vaca inclinando su cabeza y haciendo sonar su cencerro ruidosamente.
―Sólo los bípedos lo hacen ―precisó el búho―. El mismo sabio indio comentó que "La auténtica realización o liberación", como ellos la llaman a veces, "consiste en liberamos de la ilusión de que no estamos liberados".
―¿Y ni siquiera así pudo convencerles? ―preguntó la liebre.
―No querían ser convencidos ―explicó el búho― porque eso les hubiese privado de sus preciosos "yoes".
―¿Tal vez hubiesen escuchado más fácilmente a los sabios antiguos? ―sugirió la liebre.
―Un antiguo sabio chino dijo que "Si nunca hemos estado esclavizados, no necesitamos buscar la liberación". ¿Podría una declaración ser formulada con mayor sencillez y convicción?
―Difícilmente ―reconoció prudentemente la liebre―. ¿No estás de acuerdo? ―preguntó dirigiéndose a la vaca.
―¡Muuu! ―asintió la vaca mordiendo un gran bocado de hierba.
―Otro sabio chino, uno de los más importantes, declaró que "El Camino Supremo para arribar al despertar súbito y llegar a ser un Buda pasa por ver que nuestra propia mente es el Buda, que no hay nada que pueda ser alcanzado y que no podemos llevar a cabo ninguna acción" ―añadió el búho.
―Muy claro ―comentó la liebre―. ¿Pero qué ocurre con eso que llaman "liberación"?
―Es lo mismo ―declaró el búho ululando sonoramente―. De todos modos, como dijo otro antiguo sabio, "¡La liberación consiste en liberarse de la idea de que hay alguien que puede liberarse!
―Pero, después de todo, ¿no era eso lo que buscaban? ―preguntó la liebre pensativamente.
―Dínoslo tú para variar y consultemos también a tu amiga la vaca ―sugirió amablemente el búho.
―Bien ―preguntó la liebre sepultando su cabeza entre sus patas―, ¿cuando el fenómeno cobra conciencia de que meramente es, en ese mismo momento ya está "despierto", "liberado" o "iluminado"?
―¡Muuu! ―disintió la vaca haciendo sonar su cencerro.
―Lamento si estoy equivocado ―murmuró entristecida la liebre.
―No está mal para una liebre ―dijo el búho cortésmente―, ¡pero ningún fenómeno ha logrado eso y nunca ni lo conseguirá jamás!
―¡Lo siento! ―dijo humildemente la liebre― ¿Y entonces?
―Digamos que la naturaleza no-fenoménica del fenómeno cobra conciencia "de lo que es" a través del fenómeno ―explicó el búho―. Si no, pregúntale a tu amiga.
―¡Muuu! ―respondió la vaca moviendo la cabeza y haciendo sonar repetidamente el cencerro, al tiempo que giraba y arrancaba un gran bocado de deliciosa hierba.