Artículos - Wei Wu Wei
La respuesta nouménica
Por Wei Wu Wei― ¿El principal obstáculo, pues, es la identificación con el cuerpo, es decir, la idea de que yo-soy-el-cuerpo?
― La identificación con cualquier objeto constituye un serio obstáculo, porque el "yo" está absolutamente desprovisto de cualquier rastro de objetividad.
― ¿Uno debe tratar de comprender lo que es o lo que no es?
― Sólo podemos conocer lo que no somos. Lo que somos es incognoscible, por el mismo hecho de serlo ya que, si pudiésemos conocerlo, se convertiría en un objeto. Por tanto, no hay "ello" y tampoco hay "yo".
― ¿Acaso somos y no somos al mismo tiempo?
― Ni somos ni no somos. El "yo" no existe porque, si existiera, sería un objeto. Yo no soy en absoluto de ningún modo, manera, forma o dimensión concebible. Y, por el mismo motivo, tampoco existen cosas tales como la Realidad, la Verdad, el Absoluto, el Yo, la Conciencia, la Mente, el Dharmakaya o cualquier otra noción similar.
― ¿Pero entonces existe el no-yo?
― Tampoco existe el no-yo. No existe nada en un sentido positivo ni negativo, ni su presencia ni su ausencia. El Sutra del Diamante ―entendido según la doble negación de Shen Hui― representa la autoridad escritural que así lo certifica, si es que tal autoridad fuese necesaria, que no lo es puesto que cada ser sensible es un yo que puede llegar a conocer directamente. Ser y conocer son lo mismo.
― ¡Pero si no existen ni el ser ni el conocer!
― No hay ninguna cosa, nada "visto" o "conocido". Todo lo que yo puedo ser o conocer es eso y no una cosa.
― ¿En qué consiste la "doble negación" de Shen Hui?
― Dicho en pocas palabras, la ausencia de (la ausencia que es) la contrapartida de la presencia y la ausencia de (la presencia que es) la contrapartida de la ausencia. O, si lo prefiere, la ausencia de los conceptos de ausencia de la presencia y de presencia de la ausencia.
― ¿Qué son los objetos?
― Los objetos son el yo. La totalidad del universo sensorialmente perceptible, cognoscible e imaginable, es el yo.
― ¿Así es que somos el universo?
― De ningún modo: el universo es el "yo".
― El panteísmo sostiene que Dios es el universo.
― Dios no es el universo, sino que el universo es Dios.
― ¿Cuál es la diferencia?
― Desde la perspectiva de la física ninguna pero, desde el punto de vista de la metafísica, la diferencia entre el sujeto y el objeto es absoluta. El universo no es el sujeto de Dios.
― ¿Entonces el universo es tanto Dios como uno mismo?
― En modo alguno puede ser ambos al unísono.
― ¿Así pues, somos Dios?
― En absoluto, "Dios" es un objeto o un concepto y, en ese sentido, es posible decir que es el "yo". Sin embargo, en lo que a nosotros respecta, lo-que-somos no es ningún objeto.
― ¿Entonces no existe Dios?
― Todo concepto es una cosa aunque, como tal, no es. Ni "Dios" ni el "yo" pueden ser convertidos en objetos.
― Usted sostiene que el universo es el yo, ¿cómo puede saberlo?
― Dije que el universo es el yo. Usted puede decir eso y, de hecho, cada escarabajo y cada ser sensible puede decirlo porque ¿qué otra cosa podría ser o dónde más podría estar? El movimiento, el espacio y el tiempo no son más que conceptos. Sólo puedo ser "yo", pero yo no soy, sin importar quién lo diga.
― ¿Entonces por qué somos diferentes el escarabajo, usted y yo?
― No somos diferentes, sólo lo parecemos. Nouménicamente somos uno, pero en tanto que fenómenos (o apariencias), es decir, en tanto que objetos de otro, percibimos sensorialmente e interpretamos mentalmente a uno y a otro como el escarabajo, como usted o como yo. Pero, en cuanto a lo que somos, no somos.
― ¿Así que no somos ni nouménica ni fenoménicamente?
― Fenoménicamente, nosotros no somos entidades y nouménicamente no somos conceptos... que también son objetos. Lo que somos no es ningún tipo de entidad o de concepto, ningún tipo de objetividad, por lo cual no podemos pensar ni decir que somos cualquier cosa... porque eso es lo que no somos.
― ¿Entonces no podemos conocernos?
― Nosotros no podemos "conocer" nuestros yoes, porque no somos cosas que sean conocidas, nosotros sólo podemos ser nosotros mismos, es decir, que "nuestros yoes" sean lo-que-son.
― ¿Y cómo puede hacerse tal cosa?
― No es algo que pueda hacerse. Es. Todo es tal y como es.
― ¿Y existe algún tipo de referencia o autoridad en la que poder apoyarnos?
― Sí que la hay, pero confiar en otro es equivocarse implícitamente, aunque no siempre se haya afirmado claramente.
― ¿Considerarnos, pues, a nosotros mismos como una cosa es el obstáculo?
― Eso es lo que genera la "esclavitud".
― ¿Y cuál es el remedio?
― ¡Dejar de considerar al universo como un objeto (puesto que es un yo), a los objetos como entidades (puesto que no existe ninguna entidad) y a "usted mismo" y a "los demás" como tales (porque tal cosa nunca existió)! Hay que mirar en la dirección adecuada, mirar hacia arriba y hacia adentro, allí donde no existe ninguna otra dirección... hasta que no quede ninguna cosa que deba ser medida (ni buscada) ¿Quién habrá entonces que permanezca esclavizado y qué podría esclavizarlo?
― ¿Y eso es la liberación ?
― ¿Liberación de quién? ¿Liberación de qué? Nunca han existido tales cosas.
― Y en ese caso, ¿qué es lo que se comprende?
― Es como es. Como afirmaba Maharshi "Eso es todo lo que podemos decir".
― ¿Lo que significa que no existen ni entidad, ni objeto, ni nosotros, ni siquiera "yo"?
― ¡Ni siquiera no-yo! ¿Cómo podría ser tal cosa? ¡Piense! ¡Piense! ¿No se une acaso el pensamiento con la intuición en esta visión última? ¿Cómo... podría... ser... tal... cosa?
― ¡Ja, ja, ja!
― Esa es la respuesta, la respuesta que el lenguaje dualista no puede dar, la respuesta que sólo puede ser percibida nouménicamente, es decir, mediante la aprehensión intuitiva. Estoy completamente de acuerdo ¡Ja, ja, ja!
― ¿Pero es la risa la reacción correcta ante esta comprensión?
― Muchos han reído, algunos han llorado y otros han rezado. Bodhidharma dijo al emperador que no había ninguna doctrina y ninguna cosa santa al respecto, pero el emperador era un hombre demasiado ansioso para comprender.
― ¿Y esto es todo lo que es?
― Se dice que un monje hizo este mismo comentario. En tanto que risa, la reacción fenoménica es correcta, pero la vivencia nouménica suele describirse como beatitud y expresarse como bendición universal.