Artículos - Nisargadatta Maharaj
La persona no es la Realidad
Conversaciones con Sri Nisargadatta Maharaj
Pregunta: Por favor, cuéntenos cómo se realizó usted.
Maharaj: Conocí a mi Gurú cuando tenía 34 años y me realicé a los 37.
P: ¿Qué sucedió? ¿Cuál fue el cambio?
M: El placer y el dolor perdieron su poder sobre mí. Quedé libre de deseos y temores. Me encontré pleno, sin necesidad de nada. Vi que en el océano de la conciencia pura, en la superficie de la consciencia universal, las numerosas oleadas de los mundos fenoménicos emergen y desaparecen sin principio ni fin. Como consciencia, todas son mías. Como hechos, todos son míos. Hay un misterioso poder que cuida de ellos. Ese poder es la conciencia en sí, el Ser, la Vida, Dios, no importa el nombre que se le dé. Es el fundamento, el sostén último de todo cuanto existe, al igual que el oro es la base de todas las joyas de oro. ¡Y es tan íntimamente nuestro! Abstraiga el nombre y la forma de las joyas y lo que se hace evidente es el oro. Libérese del nombre y de la forma y de los deseos y temores que ellos crean. ¿Qué queda entonces?
P: La nada.
M: Sí, queda el vacío. Pero el vacío está colmado hasta el borde. Es el potencial eterno, al igual que la consciencia es la realidad eterna.
P: Al decir potencial, ¿quiere decir futuro?
M: Pasado, presente y futuro: todos están allí. E infinitamente más.
P: Pero dado que el vacío es vacío, de poco nos sirve.
M: ¿Cómo puede decir eso? Sin un vacío en la continuidad, ¿cómo puede darse un renacer? ¿Puede haber renovación sin muerte? Incluso la oscuridad del sueño es refrescante y rejuvenecedora. Sin la muerte estaríamos atrapados para siempre en una senilidad eterna.
P: ¿No existe la inmortalidad?
M: Cuando la vida y la muerte se ven como esenciales una para la otra, como dos aspectos de un mismo ser, eso es la inmortalidad. Ver el fin en el principio y el principio en el fin es intimar con la eternidad. Definitivamente, inmortalidad no es continuidad. Sólo el proceso del cambio continúa. Nada permanece.
P: ¿La conciencia en-sí, permanece?
M: La conciencia en-sí (awareness), no pertenece al tiempo. El tiempo existe sólo en la consciencia (conciousness). Más allá de la consciencia, ¿dónde están el tiempo y el espacio?
P: Dentro del campo de su consciencia está también su cuerpo.
M: Por supuesto. Pero sin la idea de «mi cuerpo» como distinto de otros cuerpos. Para mí es «un cuerpo», no «mi cuerpo», «una mente», no «mi mente». La mente cuida perfectamente del cuerpo, sin que yo tenga que interferir. Lo que hay que hacer se hace de una manera normal y natural. Tal vez usted no sea muy consciente de sus funciones fisiológicas, pero cuando se trata de pensamientos, sentimientos, deseos y temores, es agudamente consciente de sí mismo. Para mí también todo eso es inconsciente en gran parte. Me encuentro a mí mismo hablando con gente o haciendo cosas de un modo correcto y adecuado sin ser muy consciente de ello. Parece como si viviera mi vida física de un modo automático, reaccionando con espontaneidad y exactitud.
P: ¿Esa respuesta espontánea llega como resultado de la realización o del entrenamiento?
M: Ambas cosas. La devoción a su meta le hace vivir una vida limpia y ordenada, entregado a buscar la verdad y a ayudar a los demás, mientras la realización hace que las virtudes nobles sean algo fácil y espontáneo, ya que elimina para siempre los obstáculos: los deseos, los miedos y las ideas equivocadas.
P: ¿Ya no tiene deseos ni miedos?
M: Mi destino fue nacer un hombre sencillo, corriente, un humilde comerciante, con muy poca educación formal. Mi vida era del tipo común, con los deseos y los miedos habituales. Cuando a través de la fe en mi maestro y la obediencia a sus palabras realicé mi verdadero ser, trascendí mi naturaleza humana, dejando que ella cuide de sí misma hasta que su destino se agote. De vez en cuando aparece en la mente una vieja reacción emocional o mental, pero rápidamente es descubierta y desechada. Después de todo, mientras uno cargue con la persona, está expuesto a sus idiosincrasias y a sus hábitos.
P: ¿No tiene miedo a la muerte?
M: Yo ya estoy muerto.
P: ¿En qué sentido?
M: Estoy dos veces muerto. No sólo estoy muerto para mi cuerpo sino también para mi mente.
P: Bueno, ¡usted no parece muerto en absoluto!
M: ¡Eso es lo que usted dice! ¡Parece que conoce mi estado mejor que yo!
P: Lo siento, pero no le entiendo. Usted dice que ya no tiene cuerpo ni mente; sin embargo, yo lo veo muy vivo y animado.
M: En su cerebro y su cuerpo se desarrolla sin cesar un trabajo tremendamente complejo. ¿Es usted consciente de él? En absoluto. Sin embargo, para quien lo ve desde fuera todo parece funcionar inteligentemente y con un propósito. ¿Por qué no admitir que toda la vida personal puede hundirse por debajo del umbral de la consciencia mientras continúa de una manera suave y armónica?
P: ¿Es eso normal?
M: ¿Qué es lo normal? ¿Es normal la vida de usted, obsesionada por los deseos y los miedos, llena de contradicciones y lucha, sin sentido y sin alegría? ¿Es normal ser agudamente consciente del cuerpo? ¿Es normal ser desgarrado por los sentimientos y torturado por los pensamientos? Un cuerpo sano y una mente sana viven casi totalmente inadvertidos por su dueño; sólo ocasionalmente, a través del dolor y el sufrimiento exigen atención y cuidado. ¿Por qué no extender lo mismo a toda la vida personal? Uno puede funcionar correctamente, respondiendo bien y de modo total a cualquier cosa que pase, sin tener que traerla al foco de la consciencia. Cuando el autocontrol se convierte en su segunda naturaleza, la conciencia se centra en niveles de existencia y de acción más profundos.
P: ¿No se convierte uno en un robot?
M: ¿Qué hay de malo en hacer automático lo que es habitual y repetitivo? De cualquier forma es automático. Sin embargo cuando también es caótico, causa dolor y sufrimiento y exige atención. Todo el propósito de una vida limpia y ordenada es liberar al hombre del caos y de la carga del dolor.
P: Parece que usted está a favor de una vida computarizada.
M: ¿Qué hay de malo en una vida libre de problemas? La personalidad es un mero reflejo de lo real. ¿Por qué el reflejo no ha de ser fiel al original de una manera automática? ¿Necesita la persona tener planes propios? La vida de ella es una expresión que la guiará. Cuando se comprende que la persona es una mera sombra de la realidad, pero no la realidad misma, uno deja de preocuparse, acepta ser guiado desde el interior y entonces la vida se convierte en un viaje hacia lo desconocido.